Celos en la pareja: Prevención e Intervención para Fomentar Relaciones Sanas

Los celos son una emoción natural que puede surgir en cualquier relación de pareja. Sin embargo, cuando los celos se vuelven desproporcionados o irracionales, pueden ser perjudiciales y dañar la confianza y la estabilidad de la relación. A continuación, exploraremos el tema de los celos en la pareja, diferenciando entre celos racionales e irracionales, y presentaremos estrategias para prevenir y abordar este problema.

1. Celos Racionales:

Los celos racionales se basan en evidencias concretas de una posible infidelidad o traición en la relación. Pueden estar fundamentados en comportamientos sospechosos, falta de comunicación o engaños pasados. Para abordar los celos racionales, es importante fomentar una comunicación abierta y honesta en la pareja. Algunas estrategias incluyen:

  • Establecer límites y aclarar las expectativas en la relación.
  • Mantener una comunicación regular y transparente sobre los sentimientos y preocupaciones.
  • Trabajar en la reconstrucción de la confianza a través de acciones consistentes y de apoyo.

2. Celos Irracionales:

Los celos irracionales, por otro lado, se basan en sospechas infundadas o inseguridades personales que no están respaldadas por pruebas concretas. Estos celos pueden surgir debido a una baja autoestima, inseguridad emocional o experiencias pasadas traumáticas. Algunas estrategias para abordar los celos irracionales incluyen:

  • Trabajar en la autoestima y el desarrollo personal.
  • Buscar apoyo terapéutico para explorar y superar las inseguridades subyacentes.
  • Practicar la comunicación asertiva y expresar las preocupaciones de manera calmada y racional.
  • Fomentar la confianza mutua y brindar seguridad emocional en la relación.

Prevención de los celos en la pareja:

Además de abordar los celos una vez que surgen, también es importante prevenirlos en primer lugar. Aquí hay algunas estrategias para prevenir los celos en la pareja:

  • Fomentar una comunicación abierta y honesta desde el inicio de la relación.
  • Establecer y respetar los límites y expectativas mutuas.
  • Cultivar la confianza mutua a través de la transparencia y la consistencia en las acciones.
  • Trabajar en el crecimiento personal y en el fortalecimiento de la autoestima individual y de pareja.
  • Llevar bastante cuidado con la desconfianza excesiva o la vigilancia insistente.
  • Buscar actividades y proyectos compartidos que fortalezcan la conexión y la intimidad en la relación.

Los celos en la pareja pueden ser un desafío, pero es posible abordarlos y prevenirlos con estrategias adecuadas. Diferenciar entre celos racionales e irracionales es crucial para una intervención efectiva. A través de la comunicación abierta, la construcción de la confianza y el trabajo personal, las parejas pueden cultivar relaciones saludables y superar los celos dañinos.

Texto: Dr. Xud Zubieta

Ilustración de Miguel Ángel Martín

Referencias:

Guerrero, L. K., & Afifi, W. A. (2018). Close Encounters: Communication in Relationships (5th ed.). Sage Publications.

Hart, S. L., & Carrington, H. (2019). Understanding Jealousy in Couple Relationships: Theoretical and Empirical Perspectives. Journal of Marital and Family Therapy, 45(2), 259-277.

Consumo de drogas y rendimiento sexual

El consumo de drogas puede tener diversos efectos en el rendimiento sexual, ya que afecta el equilibrio químico del cuerpo y puede interferir con el funcionamiento normal de los sistemas corporales. Es importante destacar que los efectos pueden variar según el tipo de droga, la dosis, la frecuencia de uso y las características individuales de cada persona.

1. Alcohol: El consumo excesivo de alcohol puede afectar negativamente el rendimiento sexual. Aunque el alcohol puede reducir las inhibiciones y aumentar la confianza en algunos casos, en cantidades excesivas puede disminuir el deseo sexual, dificultar la erección y retrasar o impedir la eyaculación. Además, el alcoholismo crónico puede provocar daño hepático y hormonal, lo que también puede afectar la función sexual.

2. Cannabis: El consumo de cannabis puede tener un impacto mixto en el rendimiento sexual. Algunas personas informan una mayor relajación y sensibilidad sexual, lo que puede mejorar su experiencia. Sin embargo, el cannabis también puede disminuir el deseo sexual, afectar la lubricación vaginal y disminuir la calidad de las erecciones en los hombres.

3. Cocaína: El uso de cocaína puede tener un impacto significativo en el rendimiento sexual. Aunque puede aumentar temporalmente el deseo sexual y brindar una sensación de euforia, la cocaína también puede reducir la capacidad de mantener una erección o retrasar la eyaculación. El consumo crónico de cocaína puede llevar a problemas sexuales más persistentes debido a los efectos dañinos en el sistema cardiovascular.

4. Anfetaminas: Las anfetaminas, como la metanfetamina, pueden afectar negativamente la función sexual. El uso de estas drogas estimulantes puede disminuir el deseo sexual, causar dificultades para mantener la erección o experimentar orgasmos y aumentar la probabilidad de comportamientos sexuales de riesgo debido a la reducción de inhibiciones.

5. Opioides: Los opioides, como la heroína o los analgésicos opioides, pueden tener un impacto significativo en la función sexual. Estas drogas pueden reducir el deseo sexual, disminuir la sensibilidad sexual y afectar la capacidad de respuesta sexual. Además, el uso crónico de opioides puede afectar negativamente los niveles de testosterona, lo que puede empeorar los problemas sexuales.

Es importante tener en cuenta que los efectos mencionados pueden variar según la persona y las circunstancias específicas. El consumo de drogas puede tener consecuencias negativas para la salud en general y también puede afectar negativamente el rendimiento sexual a corto y largo plazo. Si experimentas dificultades sexuales relacionadas con el consumo de drogas, es recomendable buscar ayuda profesional de médicos, terapeutas o especialistas en adicciones para abordar estos problemas de manera adecuada.

Texto: Dr. Xud Zubieta

Ilustración. Miguel Ángel Martín

¿Tu primera vez?

Cuando una persona se encuentra en el momento de tener sexo por primera vez, es completamente normal que surjan una serie de consideraciones y emociones. Cada persona vive esta experiencia de manera única, y es importante que se sienta cómoda y segura en todo momento. A continuación, se presentan algunas consideraciones que podrían ser relevantes para una persona que está a punto de tener su primera experiencia sexual:

1. Autoconocimiento y consentimiento. Antes de decidir tener relaciones sexuales, es esencial que la persona se conozca a sí misma y esté consciente de lo que desea y lo que no desea. Es importante que se sienta cómoda con su cuerpo y tenga claridad sobre sus límites y sus preferencias. El consentimiento mutuo y explícito es fundamental en cualquier encuentro sexual.

2. Educación sexual. Es recomendable que la persona cuente con información adecuada sobre anatomía, anticoncepción, prevención de enfermedades de transmisión sexual (ETS) y métodos de protección, como el uso de condones. La educación sexual puede ayudar a reducir la ansiedad y a tomar decisiones informadas y responsables.

3. Comunicación con la pareja. Antes de tener relaciones sexuales, es esencial tener una comunicación abierta y honesta con la pareja. Ambos miembros deben compartir sus expectativas, deseos y preocupaciones, además han de estar dispuestos a escucharse y respetarse mutuamente. La comunicación fluida contribuye a crear un ambiente de confianza y confort.

4. Preparación emocional. La primera vez puede generar emociones intensas como nerviosismo, ansiedad o expectativas. Es importante reconocer y aceptar estas emociones, permitiéndose a sí mismo o a sí misma sentir lo que siente. Al hablar con la pareja sobre estas emociones, es posible encontrar apoyo y comprensión mutua.

5. Uso de métodos anticonceptivos y protección. Es fundamental tomar medidas para prevenir embarazos no deseados y la transmisión de ETS. Consultar con un profesional de la salud sobre los métodos anticonceptivos disponibles y utilizarlos correctamente es esencial.

6. Ir a su propio ritmo. Cada persona tiene su propio ritmo y es importante que la persona se sienta libre de establecer los límites y el ritmo que le resulten cómodos. No hay ninguna prisa y el consentimiento debe ser siempre una prioridad.

Recuerda que cada experiencia sexual es personal y única. Es importante que la persona se sienta cómoda, respetada y segura en todo momento. No hay presiones ni expectativas externas que deban guiar esta experiencia. La comunicación, el respeto mutuo y la toma de decisiones informadas son fundamentales para que la primera vez sea una experiencia positiva y significativa.

Texto por: Dr. Xud Zubieta

Ilustración de Miguel Ángel Martín

Dispareunia o sexo con dolor

El dolor que pueden llegar a experimentar durante el sexo algunas mujeres es un tema del cual no se habla demasiado. En la siguiente entrevista se explica cómo el dolor en el sexo es una realidad para un número de mujeres. Muchas veces se piensa que no hay de otra y que el sexo va a doler siempre. Sin embargo, los sexólogos sabemos que tiene solución y es lo que intentamos explicar a través de este vídeo.

Créditos de la imagen y edición del vídeo: María Ciocnadi

Parafilias, fetiches y kinks

La sexualidad humana abarca todo un Universo, con un espectro increíblemente amplio de comportamientos. Históricamente, buena parte de dichos comportamientos se han considerado negativas ‒o directamente prohibidas en determinadas sociedades‒. Con el paso del tiempo, hemos experimentado un proceso de liberación, que nos ha permitido expresarnos sexualmente con una libertad creciente. Con esto, han aparecido nuevas ideas y comportamientos. En este artículo deseamos ofrecer una educación en aquellos comportamientos sexuales que se encuentran fuera de lo más “habitual”, si es que eso significa algo hoy en día.

Cuando hablamos de comportamientos sexuales “extraños”, la primera palabra que nos viene a la cabeza es “fetiche”. La definición tradicional ‒no aplicada al ámbito sexual‒ es muy antigua y significa “objeto al que se le atribuye características o poderes sobrenaturales”. La definición de fetichismo sexual no difiere demasiado de ésta, y significa “fijación sexual hacia un objeto inanimado o una parte no genital del cuerpo humano”. Uno de los fetiches más comunes son los pies

Un concepto que se suele confundir a menudo con los fetiches es el de los “kinks”. De forma simple se podría decir que los “kinks” son la versión comportamental de los fetiches. Éstos se definen como el “uso de prácticas, conceptos o fantasías sexuales no convencionales”. Con la normalización de la variabilidad de la sexualidad y la visibilidad creciente que tiene ésta, referirnos a algo como “no convencional” sería un poco complejo. Lo cierto es que la mayor parte de humanos practican sexo de maneras extremadamente similares. De este modo, dentro de la etiqueta “kink” se incluirían prácticas como el “role playing” o el famoso BDSM.

Otro término importante es el de “parafilia”, que se define como “un interés sexual elevado hacia objetos, fantasías, individuos o situaciones atípicas”. Estas atracciones podrían ser una forma patológica de comportamientos sexuales, que ‒en una medida adecuada‒ podrían ser considerados sanos. Por poner un ejemplo clarificador, en el DSM-V, dentro de la sección de “trastornos parafílicos” se incluyen diagnósticos como el masoquismo, el voyeurismo y la pedofilia. Todos sabemos que determinados comportamientos masoquistas ‒como puede ser el gusto porque nos tiren del pelo o nos agarren la garganta‒ son extremadamente comunes en la población general. Por lo que, aunque sea un comportamiento sexual considerado dentro de la etiqueta de parafilia, no alcanzaría a ser un caso clínico ni patológico. De este modo, hay que especificar que para que se pueda diagnosticar cualquiera de estos trastornos es necesario siempre que exista un malestar en la persona que los sufre y se lleve a extremos patológicos. Esto que significa que el objeto sustituye al compañero sexual o tiene más importancia que éste. Dicho último punto es especialmente importante porque, por lo general, cuando una pareja experimenta con fetiches o “kinks”, lo hace para ganar un nivel mayor de intimidad o de placer con la otra persona, en ningún caso para sustituir a la persona.

Según la Organización Mundial de la Salud, los fetiches ‒y demás comportamientos sexuales no convencionales‒ son algo común y sólo deberían ser considerados patológicos cuando causan malestar o impiden un funcionamiento sexual normal. Por tanto, no hace falta preocuparse, ya que estas etiquetas son meras herramientas de los psicólogos y psiquiatras para facilitar el trabajo y parte de ese impulso irrefrenable humano de clasificarlo todo. En definitiva, lo convencional no existe y la sexualidad es hiper amplia y bella, por lo tanto no tengas miedo a experimentar y a tratar de vivirla al máximo.

Autor: Jorge Valero Sarmiento

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Cambios en el deseo sexual

Todos podemos pasar por etapas de menor interés sexual. Clínicamente, se considera “falta de deseo sexual” cuando el problema se hace persistente y recurrente. En concreto, se manifiesta en la dificultad para iniciar o responder al deseo de actividad sexual en la pareja.

Se le llama deseo sexual inhibido primario cuando la persona nunca ha sentido mucho deseo o interés sexual. Se conoce como deseo sexual generalizado cuando no existe interés sexual hacia ninguna persona ni circunstancia. La situacional se refiere a cuando no aparece interés por la pareja, pero sí por otras personas ‒o por el autoerotismo‒.

A veces, simplemente, hay una discrepancia en los niveles de interés sexual de la pareja, sin que ‒por ello‒ exista deseo sexual inhibido. Por ejemplo, una persona activa sexualmente puede creer que su pareja tiene falta de deseo sencillamente porque no puede seguirle el ritmo.

La queja sobre el deseo sexual es muy común. Una de las causas más frecuentes es el alto grado a que las personas se ven sometidas en su vida cotidiana. Planifican todo ‒menos el disfrute sexual y los ratos de intimidad‒. Cuántas veces la pareja comenta que su vida es tan agotadora que no encuentra el momento.

Quienes sufren este problema suelen formular excusas para evitar una relación sexual con su pareja y casi siempre tienen algo pendiente que realizar todavía ‒recoger la cocina, ver un interesantísimo programa en la tele, terminar un trabajo urgente‒. Esa huida puede suponerles un sentimiento de culpa por no responder a un compromiso implícito y los nervios aumentan a medida que se pospone el encuentro sexual. Así, la relación, la relación sexual puede verse como un hecho desagradable y como una temida obligación.

Tradicionalmente, se considera que es la mujer quien tiene problemas de deseo y que el hombre se muestra siempre dispuesto. Sin embargo, en terapia puede apreciarse que no siempre es así, ni mucho menos.

A ti, ¿te resulta difícil encontrar el momento adecuado para las relaciones sexuales con tu pareja?

Autor: Dr. Xud Zubieta-Méndez

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

¿Qué es el Ghosting?

¿Has escuchado alguna vez la frase: “Me dejó en visto y no volví a saber nada más de esta persona”? Seguro que sí. El Ghosting ‒comúnmente conocido como hacer “bomba de humo”‒, es una conducta pasivo-agresiva que se realiza en el escenario de las redes sociales, por parte de alguien a su pareja ‒generalmente‒, o cualquier persona con la que tenga un vínculo emocional.

La persona deja de responder a los mensajes de texto, llamadas, e incluso, puede bloquear a la otra parte en las redes sociales sin explicación previa. De hecho, puede que ocurra sin que haya sucedido algo de peso en la relación para finalizarla. La intencionalidad de dicha conducta es hacer entender a su “crush” o pareja que ya no quiere verle más ‒de una manera cobarde o pasivo-agresiva‒.

Esta actitud ha existido siempre. Sin embargo, las nuevas tecnologías y formas de comunicación o relación ‒mediatizadas por una pantalla‒ han favorecido el “boom” de este fenómeno. La facilidad que nos ofrece Internet de crear vínculos emocionales ‒incluso con personas que no hemos conocido físicamente‒ establecen el escenario perfecto para llevar a cabo esta conducta ‒posiblemente sin un ápice de remordimiento‒.

De acuerdo con un estudio del 2018, realizado por la Universidad de Western Ontario en Canadá, los sectores de población que más recurren al ghosting son los menores de 30 años. Éstos reconocen haber “desaparecido” de una relación amorosa en algún momento de sus vidas de manera repentina y sin dar ninguna explicación.

Se ha comprobado que esta conducta, aparentemente inofensiva, puede generar graves problemas psicológicos a la persona afectada. Entre las primeras repercusiones se encuentran la incertidumbre, la angustia y la culpa. La persona afectada se encuentra ante un escenario impuesto de manera súbita, desconcertante y fuera de su control. Le puede producir una gran sensación de impotencia.

El ser humano, por lo general, no sabe moverse en la incertidumbre. Necesita rellenar los espacios en blanco y el sentimiento de culpa aparece para dar explicación a dicha conducta.  También empiezan a darse comportamientos compulsivos y obsesivos, como revisar las conversaciones diariamente. Se busca una señal que indique qué hemos hecho mal y así culparnos por aspectos insignificantes para dar respuesta a lo ocurrido. Es de esta forma cómo la persona puede entrar en un círculo vicioso que resulta muy peligroso para la autoestima. Entonces, acabamos pidiendo y suplicando un perdón por algo que no hemos hecho, con el único fin de obtener una respuesta. Y, por supuesto, no se obtiene.

Tras esta repentina ruptura, sobreviene un periodo de duelo. Las características del duelo van a depender siempre de cómo haya sido el vínculo establecido con la persona. Así como el tipo de compromiso emocional y personal que se haya adquirido durante la relación. La persona que ha sufrido ghosting puede sentirse despreciada y abandonada por alguien que, de un día a otro, ha decido irse, como si nunca hubiera pertenecido a nuestras vidas. Estos efectos pueden mantenerse a largo plazo, dependiendo de las características emocionales y de apego de la persona. Por eso, es sumamente recomendable pedir ayuda psicológica si no sabemos gestionarlo por nuestra cuenta.

También es frecuente que aparezcan conductas intermitentes ‒o conductas llamadas “migas de pan”‒ por parte de la persona que decide hacer el ghosting. Esto va más allá que el no dar señales de vida sino también el “dar like” a todas las publicaciones, vernos las historias, incluso reaccionar a ellas. Esto resulta aún más desconcertante para la persona que es víctima de ghosting. Toda la energía se vuelca en entender qué ocurre y por qué está actuando así nuestra pareja, fomentando aún más la ansiedad y la dependencia emocional hacia la otra persona.

Sin embargo, no cualquier conducta de lejanía virtual puede ser considerada como ghosting.

No es ghosting:

  • Pedirle un tiempo a tu pareja.
  • No contestar un mensaje de Whatsap en varias horas por estar trabajando u ocupadas.
  • Pedirle a tu pareja o crush ir más despacio.
  • Tener un contacto cero con tu expareja ‒habiendo acordado mutuamente el fin de la relación‒.
  • Bloquear de redes sociales a personas con las que ya no tienes una relación y ambas partes son conocedoras de ello.

¿Cómo debemos gestionar una situación de ghosting?

Cuando el ghosting se proclama como un patrón de interacción en tu relación, debes marcar unos estrictos límites con esa persona.

  • No permitir excusas, tales como “tenía una mala racha”, “no puedo explicarte el por qué me fui”, “nunca más va a suceder, ahora soy otra persona”. Si deseas volver a retomar el contacto, que sea tras una comunicación asertiva y establecer límites coherentes y reales.
  • Dar un ultimátum a nuestra pareja y ser coherentes y consecuentes con ello. Si vuelve a suceder has de dar por finalizada la relación o el vínculo emocional. Acabar con ese juego al que te tiene acostumbrada ya que, si lo permites y perdonas continuamente, volverá a suceder. Entonces será aún más difícil romper el enganche emocional y el bucle en el que nos encontramos. Cuando permites una conducta que es dañina para ti, le estás permitiendo a la otra parte realizarla cuando quiera, ya que no hay consecuencias negativas inmediatas para él o para ella.
  • Contacto cero con esa persona. Si el ghosting forma parte de tu relación y no sabes cómo gestionarlo, pide ayuda profesional. Y, sobre todo, no le ofrezcas la oportunidad de que lo vuelva a hacer. Mantén un contacto cero con esa persona que no hace ningún bien a tu salud emocional ni mental.

Autora: Andrea Bello Pastor (Psicóloga y Sexóloga)

Edición literaria: Dr. Xud Zubieta-Méndez

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias bibliográficas.

https://www.eldiario.es/consumoclaro/cuidarse/ghosting-que-es-peligros_1_1121829.html

Intagram: @maria_esclapez

Youtube: Vanesa Vaumart. Hablemos del Ghosting.

ChemSex Parties

¿Alguna vez has oído hablar del “ChemSex”? Esta práctica consiste en el uso intencionado de drogas para tener relaciones sexuales por un período largo de tiempo.  Se pone en marcha en algunas fiestas privadas ‒que pueden durar varios días seguidos‒, en las que abundan las drogas sintéticas con el único objetivo de tener sexo entre los asistentes. Este término resulta de la combinación de dos palabras inglesas: “chem” ‒haciendo referencia a las drogas‒ y “sex”. En países como Inglaterra es conocido también como P&P ‒party and play‒. Se lleva a cabo sobre todo entre hombres gays de mediana edad.

La fusión entre las drogas y el sexo no es un fenómeno nuevo. Lo que parece que ha cambiado en los últimos años son el tipo de drogas recreativas y el contexto en el que se consumen. Si en etapas anteriores podría destacarse el uso de la cocaína, el alcohol, el cannabis o los Poppers, hoy en día otras sustancias como GHB, metanfetamina y mefedrona están incorporándose poco a poco a este mercado. Éstas son algunas de las drogas que se consumen con fines eróticos. A pesar de la resaca que nos dejan, el riesgo de engancharse y los daños para la salud a largo plazo, las drogas son utilizadas para pasar un buen día en la cama.

¿Y por qué algunas personas prefieren este tipo de excesos con el sexo y drogas?

Los motivos para consumir drogas con fines sexuales son diversos y variados. Intensificar o potenciar el placer del acto se encuentra entre los motivos principales. También podemos encontrar, entre otros, la desinhibición sexual. Así como aguantar físicamente más tiempo con la finalidad de alargar una sesión de sexo. Por otra parte, buscar momentos de intimidad emocional, crear un clima de “buen rollo” con otra persona o acceder a espacios estimulantes sexualmente ‒como, por ejemplo, el sexo en grupo‒. No obstante, también existen motivaciones no ligadas a lo sexual y que resultan ser en la mayoría de casos formas patológicas de solucionar problemas ‒como, por ejemplo, gestionar momentos o situaciones complicadas, una ruptura sentimental, un malestar psicológico personal, baja autoestima, una forma de evadirse de la soledad o de evitar conflictos internos sin resolver.

¿Qué efectos tienen las drogas sobre la respuesta sexual?

Evidentemente, esta fusión explosiva trae consigo uno de los riesgos más peligrosos que encontramos: no utilizar el preservativo. El consumo reduce la percepción de riesgo, y trae como consecuencia posibles enfermedades de transmisión sexual y embarazos. Muchas de estas personas manifiestan actitudes negativas hacia su uso. Frases como “el preservativo corta el rollo” o “no disfruto igual con condón”, reflejan algunas de estas actitudes.

El tipo de consumo constituye una variable fundamental para evaluar el efecto de las drogas para la respuesta sexual. No es lo mismo un consumo fortuito que intermitente, ocasional o habitual. Además, los efectos son diferentes según las drogas que se consuman.  En los efectos iniciales encontramos las principales diferencias ‒relajación o euforia‒, a pesar de que con todas las drogas se facilita la desinhibición. La tendencia predominante es consumir drogas euforizantes, las cuales están ligadas a prácticas sexuales que implican un menor vínculo emocional, como ocurre en las ChemSex Parties.

Los aparentes beneficios de las drogas recreativas esconden en el fondo un dramático fin. Lejos de mejorar la capacidad de seducción o de mejorar la experiencia sexual, la deterioran.

¿Conocías de la existencia del fenómeno “ChemSex”? ¿Alguna vez has practicado sexo bajo los efectos de las drogas? ¿Sabías de sus efectos? ¡Cuéntanos, te leemos!

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

¿Puede ser tu pareja un o una sociópata?

Hay relaciones de pareja en las que se producen conductas disfuncionales entre ambos miembros que pueden ser atribuibles a lo que conocemos como “relación tóxica” ‒peleas y reconciliaciones constantes, comunicación pobre, desprecio mutuo, reciprocidad negativa, manipulación emocional, chantaje, mentiras…‒. Es un maltrato psicológico constante que va destruyendo la relación, en el que ambas partes salen perdiendo.

¿Qué ocurre cuando esas conductas dañinas vienen dadas sólo por uno de los dos miembros de la pareja y el otro se limita a sufrirlas? ¿Es una relación tóxica más “light”, o acaso se esconde algo peor? Lo más probable es que se trate de una personalidad sociopática. En el lenguaje popular se confunde el término “psicópata” con sociópata, pero las personas profesionales de la psicología tenemos clara la diferencia. Un psicópata es una persona que tiene un daño orgánico que le imposibilita empatizar con otros y para llegar a sus fines es capaz de pasar por encima de quien sea. Un sociópata tiene un comportamiento similar, pero es totalmente aprendido, no por un defecto orgánico o fisiológico. Esto significa que el segundo es susceptible de cambio y el primero no puede cambiar.

Al pensar en un psicópata, lo concebimos con la idea del “criminal con perfil de asesino en serie y que puede o no estar en la cárcel.” Digamos que éste es un estereotipo y tampoco se toma en cuenta la diferencia que acabamos de explicar. Es muchísimo más probable encontrar sociópatas que psicópatas por mucho que la gente ignore la diferencia entre uno y otro.

La realidad es que convivimos con un gran número de sociópatas sin saberlo. Son personas con unos rasgos característicos que les permiten camuflarse a la perfección en la sociedad, ofreciendo una imagen totalmente distinta a cómo son verdaderamente. Pueden parecer bellísimas personas, ciudadanos ejemplares, y ostentar cargos importantes. De hecho, es esto lo habitual debido a la facilidad para encontrar personas de las que aprovecharse ‒es una característica fundamental‒. No obstante, tras esa fachada de alma cándida y piadosa se esconden rasgos potencialmente muy dañinos.

Por lo tanto, un sociópata es peligroso en todos los ámbitos nuestra vida ‒emocional, sexual, social, económico…‒, pero la experiencia puede mucho más terrible si resulta que nuestra pareja tiene un comportamiento sociopático. 

La pareja llega a convertirse en nuestra prioridad. Es la persona con quien compartimos nuestra vida y, por ende, probablemente es nuestro apoyo principal. Precisamente por eso, la víctima puede llegar a ser tan vulnerable. El poder del “amor” que cree sentir hacia esa persona ‒mientras que, en realidad, lo único que quiere es aprovecharse de ella‒, para después abandonarla y buscar a su siguiente víctima. Las secuelas ‒sobre todo las emocionales‒ pueden ser devastadoras para la persona.

Aunque es algo que se puede superar con la ayuda adecuada, es mucho mejor tener la suficiente honestidad con nuestra persona para conseguir terminar los círculos tóxicos y viciosos. Es importante saber que, generalmente, hay algo que no termina de cuadrarnos, pero inconscientemente preferimos ignorarlo. Podemos protegernos de este tipo de personas mediante la honestidad con nuestra propia persona. Sólo así seremos capaces de detectar algunas de las señales que emiten y que nos alertarán del peligro. Según Piñuel ‒2015‒, algunos ejemplos de las señales pueden ser los siguientes:

Enseguida te considera su “alma gemela”. Su táctica es mostrarse según lo que percibe que buscas. Así, puede ser el perfecto oyente mientras absorbe todo lo que dices para después reproducírtelo y que creas que, casualmente hay una enorme compatibilidad.

Te colma de amor al inicio. Se desvive por ti al principio mediante todo tipo de atenciones ‒sexo, regalos, mensajes, citas, halagos‒. Consigue entrar rápidamente en tu círculo social, ganándose tu plena confianza.

Carece totalmente de empatía. No es la imagen que ofrece, pero, en el fondo, es una persona que no se inmuta ante el sufrimiento ajeno, incluido el tuyo. Si te hace daño de alguna manera le da exactamente igual, aunque no lo muestre.

Domina la farsa emocional. Si necesita manipularte para conseguir algún fin, no se corta y representa el papel de «persona con sentimientos». No obstante, su lenguaje corporal no es coherente con el verbal.

Puede aburrirse de las cosas con mucha facilidad. No les duran mucho tiempo los trabajos, los hobbies, e incluso las parejas.

Miente más de lo que imaginabas. La cantidad de mentiras que es capaz de decir y de inventar es ilimitada. Siempre sin ningún remordimiento.

Es una sanguijuela. Se aprovecha de quien se lo permite en todos los aspectos ‒emocional, social, profesional y económico‒. Sólo tú pareces aportar a la relación, mientras que su inversión es mucho menor, en realidad.

Muestra poca responsabilidad. Manipula la situación para que parezca que la responsabilidad ‒sobre todo de lo negativo‒ en realidad es tuya, llegando incluso a «perdonarte» por ello.

Victimismo exacerbado. Se presenta como víctima de sus ex parejas y, cuando se cansa de ti y comienza a devaluarte.

Sólo tú pareces ver quién es en realidad: Es un encanto y una maravilla de cara a los demás, pero con el tiempo descubres su verdadera personalidad dañina. Llegas incluso a dudar de tus propias percepciones sobre tu pareja porque pareces ser la única persona que lo piensa, alargando así la relación.

¿Y tú, conoces alguna persona con estos rasgos? ¿Has pasado por algo así o conoces alguna relación de este tipo? 

Autora: Alba Muñoz Fernández (Psicóloga y sexóloga)

Edición literaria: Dr. Xud Zubieta-Méndez

Créditos de la imagen: Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Sapiosexualidad o atracción por la inteligencia

“Le conocí hace unos meses, pero nunca pensé que pudiésemos ser algo más que amigos. Nunca fue mi prototipo físicamente, hasta que empezamos a quedar más y nos conocimos mejor. Siento que hemos conectado de alguna forma que no termino de entender, y cada vez me atrae más”. ¿Te suena esta situación?

Las causas que definen nuestros gustos a la hora de sentirnos atraídos por alguien son variadas. Desde elementos culturales y modelos educativos hasta nuestras propias experiencias. Todo esto va a crear un mapa mental que será determinante para desencadenar la química de la atracción o el enamoramiento.

Existen varias formas de sentirse atraídos por una persona. El concepto de la sapiosexualidad se utiliza para referirnos al hecho de sentir atracción sexual y deseo por la inteligencia o por las cualidades morales de una persona. Encuentra en el intelecto de su pareja sexual su rasgo más atrayente. Aunque este concepto se ha popularizado en los últimos años, no es algo nuevo, ya que siempre ha existido y ha estado presente en nuestras vidas.

El sapiosexual se siente estimulado o desafiado por la manera de pensar del otro. Estas personas muestran una necesidad más intelectual, buscan estimulación y originalidad a través de las conversaciones, se sienten enriquecidos con los nuevos conocimientos compartidos y obtienen así seguridad, estabilidad y cierta admiración. Puede ser que, de forma inconsciente, crean que alguien que te puede estimular intelectualmente, también te dará más seguridad y estabilidad. El sapiosexual, aunque prioriza o siente mayor atracción por el intelecto, también tiene en cuenta otros aspectos, como el físico o la personalidad.

Cuando hablamos de inteligencia creemos que tiene que ver exclusivamente con el conocimiento general y la cultura, pero lo cierto es que existen muchos tipos de inteligencias. Las investigaciones realizadas confirman la existencia de áreas en el cerebro humano que corresponden a ciertos espacios de conocimiento, áreas diferentes y relativamente independientes entre sí.

Por ejemplo, la inteligencia emocional está relacionada con la gestión y expresión de las emociones y los sentimientos. También está la inteligencia intrapersonal, que es aquella que distingue a quienes se conocen mejor a sí mismos, les gusta trabajar de manera autónoma, establecen metas y saben cuáles son sus puntos fuertes y débiles. O la inteligencia interpersonal, que es aquella observable en las interrelaciones y que es común entre las personas que se les da bien conversar, conocer gente nueva, ayudar a los demás o trabajar en equipo. Por lo tanto, cualquiera de los diferentes tipos de inteligencias que existen pueden despertar el deseo sexualentre nosotros y acercarnos a la sapiosexualidad.

Aunque este término se aplica a ambos sexos, hay más mujeres que se podrían definir como sapiosexuales que hombres. Existe una teoría de la psiquiatra Anjali Chhabria, que dice que “este cambio se debe a la evolución de las relaciones humanas, antes las mujeres buscaban protección, pero ahora que también han salido al mundo laboral, buscan otros estimulantes como puede ser la inteligencia”.

Sin embargo, ¿existen peligros en este tipo de atracción? Es importante resaltar que algunas personas que padecen baja autoestima, que son inseguras o que tienen un estilo dubitativo, pueden llegar a sentirse atraídos por este tipo de personas. El estar con ellas les reporta mayor seguridad. Pero esta admiración hacia la inteligencia del otro puede llevarlea idealizarlo y generar dependencia, creando así una relación asimétrica y perjudicial para la persona.

En una sociedad donde la tecnología y las redes sociales están en primer plano, este tipo de atracciones son cada vez más evidentes. Ahora nos conocemos a través de la palabra escrita y seducimos a través de mensajes.

En cualquier caso, sigue siendo un grupo poco conocido, contando con escasos estudios al respecto. ¿La atracción y el deseo por la inteligencia y las cualidades morales es poco común, o es que faltan más investigaciones para que salgan a la luz este tipo de personas?

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme basada en una imagen de Miguel Ángel Martí

Referencias:

Cover, R. (2018). Emergent Identities New Sexualities, Genders and Relationships in a Digital Era. Londres: Routledge.

Domenech, A. (2015). Sapiosexual, la excitación erótica del cerebro. La Vanguardia.

Gignac, G. E., Darbyshire, J., & Ooi, M. (2018). Some people are attracted sexually to intelligence: A psychometric evaluation of sapiosexuality. Intelligence, 66, 98-111.

Palabras clave: sapiosexualidad, inteligencias, intelecto, atracción, pareja.

¿Síndrome de Medea o Violencia Vicaria?

El Síndrome de Medea se refiere a cuando un progenitor asesina a uno de sus hijos o hijas para hacer daño al otro progenitor. En las noticias acaba de saltar un caso que ha causado conmoción en España. Ha aparecido “Olivia” muerta ‒la mayor de las dos niñas que se creía que había sido secuestrada, junto a su hermana pequeña, por su padre‒. ¿Se trata de violencia machista? Sí, inequívocamente. En el caso de ser el padre quien comete semejante atrocidad, se le denomina “Violencia Vicaria”, que es una vertiente de la “Violencia de Género”.

Las estadísticas indican que son cada vez más las parejas que se divorcian o separan. Esto nos puede parecer natural en los tiempos que vivimos. En mi opinión, la gente se empareja con demasiada facilidad. Quizás por la incapacidad que muchas personas tienen a la hora de disfrutar de su propia compañía y así tener una vida plena, sin la necesidad de una pareja. Es verdad también que al tener hijos o hijas no siempre se piensa en lo que implica dicha responsabilidad o no se tiene madurez para la crianza de ellos o ellas.

Asimismo, seguimos viviendo en un mundo mayoritariamente machista. Es así que un sinfín de mujeres creen cumplir su sueño al establecer una relación de pareja con quien consideran que es su “príncipe azul”. Sin embargo, por lo que nos dicen las estadísticas, a menudo se equivocan y éste “les sale rana”. Tenemos entendido que encontrar a la “pareja ideal” es equivalente a sacarse el premio gordo de la lotería, en cuanto a probabilidades se refiere.

En lo que va del 2020, en España han muerto asesinadas dieciocho mujeres en las manos de sus parejas. La última ha sido una chica andaluza de 17 años que llevaba seis años con su novio, y con quien tenía un hijo de un año. No sólo la asesinó porque lo dejó, sino que la descuartizo y se deshizo de los restos. Un horror digno de una enorme crueldad y de un tremendo sadismo.

¿Qué podemos hacer para prevenir este tipo de asesinatos? Desde mi perspectiva profesional, tengo clara la gran necesidad que existe de educar a la gente, desde la infancia y a lo largo de la vida. Hemos visto casos de hombres octogenarias que matan a su esposa.

En consulta, con frecuencia, explico que uno de los mayores refuerzos positivos para una persona ‒especialmente para un hombre machista‒ es que le presten atención. Tan importante es que, cuando por cualquier razón se la retiran, es capaz de matar. Sí, has leído bien. Algo tan simple como recibir atención o dejar de recibirla puede producir un homicidio, muchas veces desalmado.

Aunque los partidos de ultraderecha niegan su existencia, la gente en general reconocemos que la Violencia de Género es una lacra lamentable. Sólo desaparecerá con educación y con conciencia de lo que implica. Negar su existencia es un despropósito e incluso una complicidad del delito.

Como estamos pudiendo ver estos días, dicha violencia tiene una variedad de vertientes. Éstas van, desde el daño físico ‒que es la más evidente‒, hasta las más sutiles formas de maltrato psicológico.

La Violencia Vicaria mezcla el maltrato físico, con el maltrato psicológico para producir un daño permanente ‒algo que no puede cambiar y puede ser irreparable‒, como asesinar a los propios hijos o hijas. Una persona que es capaz de lo que hemos visto en el caso del secuestro y homicidio de Anna y Olivia, muy probablemente, padece un trastorno sádico-narcisista. Se trata de una persona que no puede aceptar que su pareja lo rechace e intente rehacer su vida. No ha sido capaz de aceptar que Beatriz tuviera una nueva pareja y que lo hubiera dejado. Una persona así no fue educada a tolerar la frustración. Probablemente tuvo una educación muy permisiva y una crianza que alentó el egoísmo.

A día de hoy, sabemos que existían indicios de maltrato y que Beatriz ‒la madre‒, aunque lo denunció por ello, casi enseguida retiró la denuncia. ¿Por qué? Quizás por pensar que era cruel denunciar al padre de sus hijas. Permite, por no sabemos qué razones, que su conducta no tenga consecuencias. Los psicólogos creemos que un hombre que maltrata a su pareja es proclive a maltratar a sus hijos e hijas también.

Es necesario un trabajo dirigido a todas las partes que han tenido una responsabilidad en esta tragedia. Desde las instituciones, hasta las partes directamente implicadas. Creemos que cualquier persona debería poder denunciar un maltrato, aunque no sea a su persona y, así, alertar a las autoridades competentes para que intervengan. Se requiere educación y medios para que las mujeres puedan denunciar y abandonar a sus parejas maltratadoras, sin el riesgo de sufrir un mayor daño.

Estamos de duelo, especialmente porque como sociedad hemos fallado. Necesitamos abrir los ojos de una vez, educar y seguir creando una conciencia que nos acerque cada vez más a la igualdad. Hemos de conseguir que ésa sea la conciencia colectiva. Necesitamos realizar un intenso trabajo en educar desde edades muy tempranas en la inteligencia emocional.

Recordamos que en España puedes marcar el número de teléfono 016 para denunciar que estás sufriendo maltrato o violencia de género. Esto es posible sin que la llamada quede reflejada en la factura.

Nos gustaría conocer tus ideas sobre formas en que se pueden evitar la Violencia de Género en todas sus vertientes. ¿Cómo podemos cada cual poner nuestro granito de arena? ¿Te encuentras en situación de riesgo? ¿Cómo te podemos ayudarte?

Autor: Dr. Xud Zubieta-Méndez

Créditos de la imagen; Xud Zubieta

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Oda al Lenguaje Sexual

Hay muchos tabúes en cuanto al sexo en general y, sin embargo, la forma en la que nos referimos al hecho de tener relaciones sexuales parece estar siempre fuera de esa norma. Es muy habitual que, en contextos informales, utilicemos eufemismos, palabras o expresiones de lo más variopintas y diversas. A veces porque nos da vergüenza decir “follar” o “tener sexo”, y pensamos que un sinónimo va a sonar mejor, y otras veces simplemente porque resulta más divertido.

En España, las expresiones más conocidas y utilizadas son “echar un polvo”, “echar un quiqui”, “poner mirando a Cuenca”, y “echar una canita al aire”. No obstante, ¿sabes de dónde viene cada una de ellas?  

            1. “Echar un polvo”: Esta expresión parece tener su origen entre los siglos XVIII y XIX. En esa época era común entre las clases altas consumir un tipo de tabaco en polvo llamado “rapé”, que se esnifaba. Esto provocaba de inmediato unos fuertes estornudos que resultaban molestos y se consideraban de mala educación en público. Por este motivo, los consumidores de este tabaco se retiraban a otras estancias privadas cuando querían “echarse unos polvos” a la nariz. Esto comenzó con el tiempo a servir también de excusa para tener fugaces y furtivos encuentros sexuales, dando origen a un significado sexual.

Otra teoría con la que se especula es que esta expresión tiene su origen en la famosa frase litúrgica latina “Memento homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris” –“Recuerda hombre, que polvo eres y al polvo regresarás”–, que se popularizó con el tiempo en “Polvo somos, del polvo venimos y en polvo nos convertiremos”. El doble sentido de la época se encargó de hacer el resto.

            2. “Echar un quiqui”: esta expresión la usamos para referirnos a una relación sexual improvisada y rápida, y su origen es anglosajón. En inglés se usa el término “quickie” –significa “rapidito” y evolucionó del adverbio “quicky”, que significa “rápidamente”- para referirse a un acto sexual de pocos minutos de duración. En nuestra lengua se castellanizó a la palabra “quiqui» o «kiki». Una curiosidad sobre esta palabra inglesa es que, en esa lengua, también se usa el la frase “Have a quicky”, pero no tiene connotaciones sexuales. En este sentido se hace referencia a realizar cualquier actividad en poco tiempo.

     3. “Poner mirando a Cuenca”: Ésta es una expresión muy española, dado el lugar del que se hace gala en ella y lo extendida que está en nuestro país –y hace algún tiempo, también fuera de él–. Existen dos teorías acerca de su origen. La primera de ellas hace referencia al rezo en dirección a la Meca que practican los musulmanes, en el que adoptan una posición muy similar a la postura sexual conocida como “el perrito” o “a cuatro patas”. Si trazamos una línea recta desde Madrid hasta la Meca, veremos que la primera ciudad que encontramos en ese recorrido es Cuenca.

La segunda teoría tiene su origen en torno al año 1490, durante el reinado de Juana la Loca y Felipe el Hermoso en España. Esta pareja es muy conocida en la Historia por las múltiples infidelidades que Felipe cometió en su matrimonio. Así como los terribles celos que esto provocaba en su esposa Juana, conduciéndola supuestamente a la locura que le valió el sobrenombre. En aquel entonces, la corte real se situaba en Toledo, emplazamiento que resultó ideal para el deseo de Felipe. Quería construir una torre que hiciera las veces de observatorio astronómico, desde el que pudiera ver el resto de ciudades de su reino. Este lugar comenzó a ser perfecto para sus encuentros extramaritales sin que su esposa sospechase. Así, cada vez que acudía allí con alguna mujer comentaba, “Voy a poner a la dama mirando a Cuenca”. Los guardias reales que les acompañaban y se encargaban de vigilar durante el tiempo que estuvieran allí, eran conocedores del uso y disfrute que en realidad hacía el rey Felipe de ese lugar. Así, comenzaron a usar la misma expresión de su soberano cuando visitaban los burdeles de Castilla. Fue entonces que se extendió con el tiempo a otros lugares y se afianzó en la cultura popular.

4. “Echar una canita al aire”: esta expresión se comenzó utilizando para referirse únicamente a hacer algo que, según la cultura social, no era propio de la edad que tenemos en ese momento, como un anhelo de rejuvenecer por un rato. Se basaba en el hecho de, literalmente, quitarse una cana del cabello y lanzarla por ahí, como símbolo de rechazo a envejecer. Sin embargo, la connotación sexual ha ido ganando peso a lo largo de los años. Esto se debe a que muchos de los actos de sentirse joven consistían en personas casadas que buscaban tener sexo con alguien de menor edad. Por ello, hoy en día también es muy usada para referirnos a cometer una infidelidad.

¿Tú conocías estas expresiones? ¿Las utilizas a menudo o las escuchas en tu entorno social? ¿Conoces alguna otra diferente?

Autora: Alba Muñoz Fernández (Psicóloga y sexóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Elección de pareja 2.0: Heterosexualidad, bisexualidad…

En caso de que seas mujer heterosexual ¿Alguna vez te has planteado cómo sería tener relaciones sexuales con otra chica? ¿Y en caso de que seas hombre, el probarlo con un chico? Antes que nada y para contextualizar el porqué de este post, soy una mujer, hasta la fecha, heterosexual declarada. Recientemente, en una conversación con un amigo –él es gay– surgió el tema. Me refiero a la importancia de la elección de pareja y de las expectativas a la hora de relacionarnos con otra persona en el ámbito amoroso y sentimental.

En la charla con este amigo, él me comentaba que “al ser gay uno tiene que plantearse una serie de cuestiones que los heterosexuales no necesitamos contemplar, aunque muy probablemente deberíamos”. Entendí que se refería a si realmente nuestras necesidades y expectativas como mujeres –en cuanto a una relación de pareja se refiere– las puede cumplir un hombre. Esto es si tomamos en cuenta la diferencia entre ser un hombre o una mujer y, como tal, lo que se desea en una relación. ¿Qué sucedería si probáramos con una mujer?

Parece que la inmensa mayoría de chicos están “demasiado ocupados” con sus amigos y sus aficiones. Creo que no suelen querer pasar tanto tiempo junto a sus parejas que, curiosamente, es lo que las mujeres –por lo general– buscamos.

Entonces, me surgió la siguiente reflexión, la cual os animo a contemplar. Pensemos exactamente qué nos gusta de los hombres que las mujeres no tienen –más allá de los genitales–. ¿Acaso es el hecho de que ya están empoderados, tal como los pinta Disney?

Retomé esta charla con otras amigas y prácticamente todas estábamos de acuerdo en la dificultad de encontrar a un hombre que pareciera querer lo mismo que nosotras. Es decir, que pudieran satisfacer nuestras necesidades y expectativas sentimentales. Más de una admitió que con una mujer, la relación fluiría mucho mejor –desde la parte emocional a la sexual– porque al ser chicas nos conocemos y sabemos lo que nos va y lo que no. Simplemente, nos entendemos, fluimos y nos complementamos bien. Además, generalmente nosotras solemos ser “más intensas” que ellos. Si profundizamos aún más, llegamos a la conclusión de qué es lo que vemos en un hombre que no apreciamos en una mujer. Bien es cierto que un hombre, por un lado, puede darnos la sensación de seguridad. Con lo cual, me pregunto ¿en qué lugar deja esto a las mujeres? Puede que –por resonancia– sintamos que aparentemente nos atrae más el cuerpo masculino, o es simplemente una cuestión de gustos. Por lo tanto, ¿en qué medida estamos inconscientemente condicionadas por las expectativas de las películas románticas? Rotundamente sí, por vivir en este contexto todas y todos lo estamos. Aceptémoslo ¡Maldito patriarcado!

Me resulta curioso que aún a día de hoy haya personas que cuestionen que la mayor visibilidad social de la orientación bisexual se deba a “una especie de moda”. ¿No será que poco a poco –y gracias al auge del movimiento feminista– las mujeres y hombres nos sentimos cada vez más libres para amar más allá del modelo heterosexual? Abramos la mente, por favor.

De hecho, voy más allá. En un trabajo realizado en la Universidad de Essex, en Inglaterra, se llevó a cabo un estudio en relación a las distintas reacciones de un grupo de hombres y mujeres heterosexuales ante diversos estímulos sexuales. Este estudio constó de dos partes. En la primera, éste se centró en las respuestas genitales de los sujetos a través de autoinformes sobre el grado de masculinidad y feminidad que percibían en ellos mismos –a un nivel consciente–. Posteriormente, se focalizó la atención en la dilatación pupilar ante la presencia de estos estímulos visuales –inconscientemente–. Los resultados fueron reveladores: La respuesta sexual masculina se centró casi exclusivamente en los estímulos de origen femenino. Por contraposición, el 74% de las mujeres reaccionaron, tanto a estímulos femeninos, como a los masculinos. Por ende, pareciere que una gran parte de las mujeres serían bisexuales. ¿Qué te parece?

Evidentemente, por supuesto dependería de qué chica –del mismo modo que no todos los hombres nos atraen–. Ni todas las chicas son mujeres muy “femeninas”, ni todos los chicos son apuestos caballeros muy “varoniles”. En el Universo sexual existe una gran diversidad de personas y personalidades de todos tipos.

¡Atrevámonos a amar y a vivir nuestra sexualidad cómo y con quien nos dé la gana si así somos felices!

Autora: Vanesa Romero Ballester (Psicóloga y Sexóloga).

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias:

Rieger, G., Savin-Williams, R. C., Chivers, M. L. & Bailey, J. M. (2016). Journal of Personality and Social Psychology, 111(2): 265-283

Todo lo que debes saber sobre el Sexting

El advenimiento de Internet, la revolución tecnológica y su consiguiente facilidad para difundir contenido han favorecido la aparición de nuevos hábitos de conducta, entre los que se encuentra el «sexting». Este término procede de usar las palabras «sex» o sexo y «texting» o envío de mensajes. Consiste en enviar mensajes, fotos o videos de contenido erótico y sexual a través del móvil, mediante aplicaciones de mensajería, redes sociales u otro tipo de herramienta de comunicación entre usuarios o usuarias que consienten ‒o no‒ en ello.

En un principio, eran sólo mensajes SMS, pero con el continuo desarrollo de los móviles, se pasó a las fotografías y los videos a través de aplicaciones como WhatsApp o Instagram. Además, el uso del sexting está experimentando un continuo aumento, especialmente con la nueva situación por la COVID-19. Ya que nos hemos visto obligados a permanecer más tiempo en casa, relacionarnos a distancia y se nos ha privado de las libertades que teníamos antes. Esto nos ha llevado a un incrementado en el uso de internet y redes sociales, y como consecuencia, a un aumento en este tipo de prácticas.  

Cuando las relaciones de pareja son a distancia, el «sexting» se convierte en una buena opción para mantener la “chispa” de la relación. Es una de las prácticas más comunes en la actualidad para “subir grados” entre personas que se están conociendo o en pareja. Ello con la idea de llevar a cabo relaciones sexuales cuando la distancia es un impedimento. También por placer o simplemente por salir de la rutina. Se suele llevar a cabo de manera íntima, entre dos personas, aunque pueda llegar a manos de muchas otras personas si no se respeta esa intimidad. Desgraciadamente, esto es bastante habitual, de ahí su mala fama. Incluso el sexting en pareja puede salir mal, ya que la propia pareja o los ex no siempre respetan las fotos eróticas de las personas que tanto quieren o quisieron. 

Lo que tendría que ser un juego divertido y placentero puede convertirse en un drama si no conocemos los riesgos a los que nos exponemos. Ser conscientes de esto nos ayuda a decidir si queremos realizar esta práctica, y de ser así, con quién, cómo y cuándo.

¿Cuáles son los riesgos?

  • Contenidos Viralizados. Una vez enviamos una foto o video a través del móvil, corremos el riesgo de que acabe en las manos equivocadas. Son muchos los casos en los que se ha terminado difundiendo o reenviando el contenido erótico. Lo que debería ser algo íntimo, acaba en las manos de otras personas.
  • Riesgo de «Sextorsión». Aquellas personas que reciben este contenido pueden acabar amenazando con reenviarlo a cambio de un beneficio como, por ejemplo, cobrar dinero o seguir recibiendo contenido tras una ruptura.
  • La edad como factor de riesgo. Los menores de edad, en concreto los adolescentes, pueden construir una imagen distorsionada de la sexualidad, además de asumir riesgos innecesarios. En estas edades, podemos sentirnos presionados por enviar desnudos para sentir aceptación y cariño, o contenidos que pueden llegar a ocasionar catastróficas consecuencias.
  • Online Grooming. Probablemente de los más peligrosos. Implican a un adulto que se pone en contacto con un niño, niña o adolescente con el fin de ganarse poco a poco su confianza. Ello para luego establecer vínculos sexuales, que implican el envío de mensajes, fotografías, vídeos y en los casos más graves, encuentros directos.  Además, la persona adulta se suele hacer pasar por menor, adaptando el lenguaje a la edad de la víctima.

¿Cuáles son sus beneficios?

No todo lo que rodea al sexting es necesariamente negativo. Si se utiliza de manera correcta esta práctica puede tener una faceta divertida, entre las que encontramos las siguientes.

  • Puede mejorar la confianza entre la pareja y el vínculo. Enviar este tipo de contenido implica depositar una gran confianza en el receptor y nos permite conocer a nivel erótico a la persona. Ves de qué forma se comunica y se relaciona contigo a nivel sexual.
  • Estimula la originalidad y el juego erótico. Este tipo de prácticas puede dar rienda suelta a la creatividad de la relación, dando salida a prácticas sexuales rutinarias y favoreciendo los preliminares.
  • Mantiene el sexo en las relaciones a distancia. En el caso de las relaciones a distancia, mantener la chispa puede verse facilitado gracias a la comunicación online, siendo relevante también una comunicación más erótica.

¿Has decidido practicar sexting?, ¿cómo puedo hacerlo con menos riesgos?

  • Asegúrate de que lo haces sin precipitación y conociendo los riesgos. Además, tu decisión ha de ser tomada sin presiones de otros.
  • Valora si la persona receptora merece tu confianza y si está preparada para proteger tu intimidad. Verifica bien qué y a quién envías antes de pulsar.
  • Asegúrate de que la persona receptora desea tener tu mensaje y cuenta con aviso previo para que no resulte problemático o incómodo.
  • Excluye partes del contenido a enviar que puedan ayudar a conocer tu identidad (cara, objetos personales, marcas corporales…)
  • Evita redes con wifi público durante el envío y pide a quien se la envías que haga lo mismo.
  • Elimina las pruebas del móvil, las fotos o vídeos íntimos. Solicita a quien se las envías que haga lo mismo.
  • Firma un consentimiento para que en caso de ruptura el material se destruya.

La finalidad es la búsqueda del placer y la diversión en un contexto erótico, pero desde la libertad y con cabeza.

¿Has realizado sexting alguna vez? ¿Has tenido problemas por hacerlo? ¿Conocías sus riesgos? ¡Cuéntanos!

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias

Agustina, J. R., & Juan, I. M. (2017). Sexting en adolescentes: nuevos retos médico-legales. Revista española de medicina legal: órgano de la Asociación Nacional de Médicos Forenses43(1), 43-44.

Caldera, M. I. F., Hernández, M. G., & Cuenca, A. B. R. (2013). Sexting: Nuevos usos de la tecnología y la sexualidad en adolescentes. International Journal of Developmental and Educational Psychology1(1), 521-533.

Whittle, H., Hamilton-Giachritsis, C., Beech, A., & Collings, G. (2013). A review of online grooming: Characteristics and concerns. Aggression and violent behavior18(1), 62-70.

Relaciones por Inercia

¿Cuántos hombres sueñan con la mujer perfecta? ¿Cuántas mujeres sueñan con su príncipe azul? ¿Cuántas personas sueñan con su media naranja? Un alto porcentaje de gente considera que para ser feliz requiere tener una pareja ‒ser especial para alguien‒. Por desgracia, muchas personas prefieren estar emparejadas a pesar de que su relación no les hace felices.

Conocemos a un buen número de parejas que, a pesar de compartir el mismo techo, viven en planetas completamente distintos. Conocemos un caso patológico en el que la pareja tiene dividida la casa por zonas. Hay zonas destinadas o prohibidas para según quién. Tristemente, la soledad suele pesar más cuando se está acompañado ‒debido a las expectativas‒ que cuando no se tiene pareja o se vive literalmente solo.

La ruptura de cualquier relación, por lo general, requiere de un proceso. Incluso en aquellos casos en los que la decisión es aparentemente impetuosa, repentina e impulsiva, en realidad ‒de modo consciente o inconsciente‒, estaba fraguándose desde un tiempo atrás.

Lo cierto es que la mayoría de las personas que se han divorciado suelen confesar ‒una vez que ha transcurrido el tiempo‒ que podrían haber roto dicha relación muchos años antes. De ahí que ahora mismo puede que estés con alguien con quien ya no quieras seguir.

Existen varios indicadores infalibles para saber si tu relación ha terminado. Uno de ellos es «dar por sentado que tu pareja va a estar siempre contigo, aunque no seas meritorio de ello». Crees que siempre estará a tu lado, hagas lo que hagas, lo hagas bien o mal.

Has dejado de concederle un valor especial. Puede que, de hecho, ya no tiene mucho valor para ti. Por eso no la cuidas. Ni la mimas. Ni te lo curras como al principio. En su día te la ligaste. ¡La tuviste que conquistar! Pero, en el momento en que lo conseguiste, poco a poco fue muriendo el romance y el interés.

Que nadie se confunda: la llama de la pasión no decae cuando te casas, sino cuando se deja atrás el noviazgo. Es decir, cuando lenta y casi imperceptiblemente desaparecen cosas como el coqueteo, el galanteo, la seducción, los arrebatos… los besos, el afecto, las caricias, la ternura… Y al apagarse definitivamente, terminas acomodándote a la ley del mínimo esfuerzo. Has sucumbido a la inercia de la monotonía.

Una relación funciona igual que una flor. Si quieres que mantenga sus cualidades, tienes que cuidarla, nutrirla, mimarla… Entonces si, por ejemplo, no la riegas, termina marchitándose. Y en este caso no se puede delegar en ningún tipo de riego automático. ¡Tampoco se puede subcontratar! O tú dirás. Mantener vivo el amor requiere de tu voluntad y de tu compromiso.

Se trata de una actitud que no puede forzarse ni imponerse. Es una decisión personal de cada cual.

Tampoco tiene nada que ver con pasar por un juzgado o por una iglesia. No es un asunto legal ni religioso. Es algo bastante más profundo. A menos que sientas placer y gratitud por compartir tu vida con tu pareja, te será imposible valorarla como se merece. En consecuencia, será inevitable que la acabes perdiendo. La decisión está en tus manos, aunque es cierto que para “bailar tango hacen falta dos”.

Autor: Dr. Xud Zubieta Méndez (Doctor en Psicología y Sexología)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

¿Sexo en los días de regla?

¡La regla! Esa que tantos quebraderos de cabeza y molestias ha ocasionado a muchas de nosotras. Muchas parejas nos preguntan qué está permitido, o no que haya sexo en días de menstruación. Esa que sigue siendo un tema tabú que genera incomodidad, evitamos hablar de ella e incluso, hasta hace poco, se escondía por completo. escondíamos. Cuántas de nosotras nos hemos sentido avergonzadas cuando nos ha bajado… Cuando hemos tenido que comprar toallas higiénicas en el supermercado, o cuando le hemos pedido un tampón a nuestra amiga y lo escondíamos rápidamente. Quizá sentíamos como si estuviésemos llevando a cabo una acción ilegal. Eso, sin hablar de cómo se trataba ‒y se trata‒ junto a las relaciones sexuales. En muchísimas ocasiones en consulta nos han dicho, “No he podido hacer nada porque estaba con la regla” ‒obviamente entre parejas heterosexuales‒.

La educación sobre la menstruación es escasa, tirando a nula. En ninguna etapa educativa se explica mucho más allá de que se trata de una cuestión biológica y que influye en la futura capacidad de ser madre. Por otro lado, están los anuncios, que se limitan a hacernos ver que gracias al uso de equis compresas o tampones podremos hacer ejercicio, saltar, bailar y lucir pantalones blancos ajustados. De hecho, hasta hace unos años, este tipo de anuncios utilizaban líquidos azules para representar la sangre de la menstruación. Asimismo, empleaban frases naif, como, por ejemplo, “¿a qué huelen las nubes?” Ello, para referirse al olor corporal derivado de la mezcla de la menstruación con los materiales de las compresas.

Por ende, no es de extrañar el conflicto que en variadas ocasiones genera juntar el sexo con la menstruación. Cuando se trata de opinar, podemos mencionar dos grupos. El que se siente cómodo con la situación y no encuentra inconveniente alguno en este acto. Por otro lado, hay un grupo que no se siente cómodo y considera prohibido el practicar sexo durante la menstruación.

Además de las opiniones, hay muchas preguntas y mitos sobre el tema. Por ejemplo, una duda habitual es: ¿tener relaciones sexuales cuando tengo la regla es seguro? Debemos aclarar que no hay ningún impedimento médico o ginecológico para tener relaciones sexuales con la menstruación. En esto englobamos, tanto el coito, como el resto de prácticas sexuales. No perjudica ni a la mujer que menstrúa ni a su pareja. De hecho, tener sexo puede mitigar los dolores de la menstruación debido a las endorfinas que liberamos en cada orgasmo.

El quid de la cuestión reside en la mayoría de casos en el rechazo o vergüenza que sienten hombres y mujeres a practicar sexo durante estos días. Ya sea porque lo consideran un tabú, algo sucio, o porque piensan que puede perjudicarles. Es fundamental hablar con tu pareja con naturalidad para llegar a una solución, en caso de que alguno de los dos sea reticente. Alentamos a quien se sientan reticentes a probar para saber si os gusta o no, obviamente sin forzar la situación. Está la opción de usar tampón o copa menstrual, y optar por juegos que no impliquen necesariamente la penetración, por compartir sugerencias.

Algunas mujeres se sienten incómodas en los días de sangrado abundante. Si es así, se puede optar por juegos genitales en la ducha o usar unas esponjas sintéticas  ‒diseñadas exclusivamente para absorber la sangre mientras se tiene sexo‒, pudiendo practicar incluso sexo oral. Estas esponjas se introducen en el interior de la vagina ‒como si de un tampón se tratase‒, y gracias a un pequeño orificio puede ser extraída una vez finalizada la práctica. No nos sirven como método anticonceptivo ni son reutilizables. Tampoco previenen el contraer una enfermedad de transmisión sexual.

La relación del sexo con la regla es una cuestión completamente personal. El deseo de la pareja es un imperativo, y la incomodidad que puede generar hace que sea especialmente relevante la opinión de ella. Si ambas partes se sienten cómodas, ¡pues adelante”. Además, hemos visto que existen productos como las esponjas sintéticas para hacer que estas prácticas resulten más cómodas.

El sexo es placentero en cualquier día del mes, y esto incluye los días de menstruación, así que, ¡aprovechémoslo!

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias

Sánchez Mateo, A. (13 de noviembre, 2018). Por qué el sexo con la regla debería dejar de ser un tabú. La Vanguardia. Recuperado de https://www.lavanguardia.com/vivo/sexo/20181113/452792904589/sexo-regla-tabu-menstruacion.html

Blanco, C. (13 de enero, 2021). Cuando quieres sexo y tienes la regla

El tabú reventado. El País. Recuperado de https://elpais.com/elpais/2021/01/07/mordiscos_y_tacones/1610020063_213637.html

Cuál es la diferencia entre «sexo» y «género»

Actualmente los temas sobre género están dando mucho que hablar, especialmente en lo que respecta a las personas trans. Por suerte hemos avanzado mucho y cada vez estas personas tienen más visibilidad y aceptación. Sin embargo, sigue habiendo muchos prejuicios hacia ellas, resultado principalmente de la incomprensión. Es labor de los trabajadores de la salud informar y guiar al público general para que estas personas puedan ser totalmente comprendidas y aceptadas. El objetivo de este artículo es conseguir facilitar la comprensión del tema especialmente para quiénes tengan dificultades en entender y empatizar con las personas trans.

La RAE define “sexo” como “condición orgánica, masculina o femenina, de los animales y las plantas”. “Género” es definido como “grupo al que pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido este desde un punto de vista sociocultural en lugar de exclusivamente biológico”. La diferencia está clara, el género no se atribuye exclusivamente al sexo, sino que se entiende como un constructo social. Dicho constructo engloba los conceptos de feminidad y masculinidad compartidos por un conjunto de personas. De este modo, el género es algo subjetivo que cada persona puede vivir o entender de forma distinta. Es a esto a lo que llamamos “identidad de género”.

Aunque parezca que esta rotura de la visión tradicional del género como masculino y femenino es algo novedoso, no lo es en absoluto. Desde la antigüedad han existido culturas que no realizaban esta división, como por ejemplo los “Fa’afafine”, un tercer género que existe en la cultura samoana, compuesto de personas que son anatómicamente masculinas, pero visten y se comportan de un modo considerado femenino. Aunque no es el único ejemplo, en México existe la cultura “Muxe”, que es una manifestación esto mismo. Ambos ejemplos bastan para ilustrar que la concepción del género y su identificación con el sexo no es algo universal.

Las personas no binarias o “genderqueer” pertenecen a un espectro de identidades de género que no son exclusivamente ni femeninas ni masculinas. Estas identidades pueden ser incluidas bajo la categoría de transgénero dado que mucha gente no binaria se identifica con un género distinto a su sexo asignado. Las personas no binarias puede que no se identifiquen con ningún género, con dos o tres, con un tercer género. O pueden fluir entre géneros, lo cual se denomina “genderfluid”.

Las personas transgénero presentan una identidad de género o expresión de género que difiere del sexo que les fue asignado al nacer. Si estas personas deciden hacer la transición a través de intervenciones médicas, entonces pueden identificarse como transexuales. Estos dos grupos de personas experimentan disforia de género, que se define como “un malestar significativo que la persona sufre por no haber concordancia entre su identidad de género y el sexo que les fue asignado al nacer”.

Actualmente, existe mucha discusión con respecto al carácter patológico de la disforia de género. No obstante, hay un acuerdo mayoritario en la comunidad profesional sobre lo perjudicial que es estigmatizar estos conceptos con etiquetas de trastorno o de enfermedad. Muchos grupos están luchando por aceptar la disforia como una variación normal de los seres humanos y así centrarnos en romper las nociones de género que tiene la sociedad y ayudar a las personas trans a llevar vidas más satisfactorias.

¿Cuál es tu experiencia sobre este tema?

Autor: Sergio Sarmiento Valero (Psicólogo)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Más mitos sexuales

Los mitos sexuales y de pareja a menudo van de la mano. Se influyen mutuamente y, como se dice en lenguaje coloquial, “hacen la bola más grande”, con las consecuencias negativas que ello conlleva para estas personas. Hace unas semanas hablamos de unos, y ya desde hace tiempo empezamos a hablar de mitos relacionados con el sexo, ahora vamos a mencionar otros de los mitos más habituales.

1. “Las personas con algún tipo de discapacidad intelectual ni forman pareja, ni se casan ni tienen familia”: Falso. Por supuesto que pueden hacerlo. De hecho, es un aspecto vital saludable y muy recomendable para optimizar su desarrollo social y afectivo, así como su autonomía en la vida diaria. Cierto es que, en muchos casos, se necesitará ayuda de los profesionales oportunos, pero en ningún caso supone una barrera para que estas personas puedan disfrutar del derecho a tener una vida familiar plena. La verdadera barrera en este sentido es la sobreprotección existente en estos casos, así como la concepción errónea de que son “niños grandes que no van a saber desenvolverse ni valerse por sí mismos”.

2. “Las personas con discapacidad sólo se emparejan entre ellas”: Tampoco es cierto, por lo que es un mito que depende mucho del círculo social de la persona con discapacidad. Por ejemplo, en una asociación que tenga como miembros a personas con una determinada discapacidad física o psíquica. Si éstos casi no interactúan con otro colectivo, es más fácil que surjan parejas entre ellas por ser su círculo social habitual. En consulta esto lo hemos visto con personas sordas y hemos encontrado que tienden a relacionarse con personas similares. Esto, hasta cierto punto es lógico y comprensible. No obstante, ello no significa que ocurra de igual forma con otros colectivos. De hecho, con frecuencia hay parejas donde uno de los miembros posee algún tipo de discapacidad y el otro es neurotípico. Son las llamadas “parejas mixtas”.

3. “Las personas con discapacidad intelectual son siempre heterosexuales”: Es obviamente falso. Como seres sexuados sienten deseo sexual hacia sus semejantes. Ahora bien, esto no implica que necesariamente tengan que ser del sexo opuesto. Cualquier persona, tenga o no discapacidad intelectual, puede perfectamente situarse en una orientación sexual heterosexual, homosexual, bisexual, trans o lo que sea.

4. “Una relación entre una persona neurotípica y una persona con discapacidad física o psíquica implica dependencia absoluta”: También es falso. Es un error dar por hecho que una persona que posea una discapacidad física o psíquica va a depender totalmente de su pareja. Gracias a la labor de los diferentes profesionales relacionados, estas personas pueden ser independientes y llevar una vida lo más plena posible. No podemos achacar las ayudas puntuales al equivocado “me necesita para todo”.

5. “Si una pareja con discapacidad psíquica tiene hijos, la transmitirán genéticamente”: No es necesariamente cierto. Hay discapacidades que, efectivamente, tienen un factor hereditario a considerar, pero también hay otras en las que esto no se produce. La generalización en este caso es un error que puede llevar a privar a muchas personas de la ilusión de ser madres o padres.

Como se puede ver, es increíble la cantidad de ideas equivocadas que la sociedad es capaz de crear y atribuir a un colectivo determinado de personas, así como el daño que ello provoca cuando se asumen de ese modo.

Insistimos en el papel fundamental que tienen la educación sexo-afectiva y los profesionales encargados de impartirla. A través de este tipo de textos no sólo nos dirigimos a las personas con discapacidad, sino al conjunto de la sociedad en general. Puesto que todos y todas formamos parte de ella y podemos contribuir a que se viva de la mejor manera posible.

Además, es importante recordar que el derecho a la sexualidad y a la afectividad es algo inherente al ser humano. ¿Por qué no vivir y disfrutar plenamente de ello, más que estar centrándonos constantemente en nuestras diferencias? Ya sabemos que para gustos, colores

Autora: Alba Muñoz Fernández (Psicóloga y Sexóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Para romper años de silencio

Las organizaciones de protección a la infancia llevaban años reclamando lo que está a punto de ser una realidad. Se aprueba en España una ley histórica a nivel mundial para proteger a la infancia. Ya es un hecho que muy pronto habrá miles y miles de personas que podrán resarcirse con su pasado. Esta ley extiende el plazo de prescripción de delitos de pederastia e incorpora un amplio conjunto de medidas de prevención del abuso y el maltrato infantil.

Es posible que para mucha gente no quede clara la importancia de esta ley en cuanto a sus implicaciones, además de ser una ley pionera a nivel mundial. Sitúa a España en el candelabro en cuanto a medidas de protección a la infancia ‒aumentando sus derechos‒ y lo convierte en un país sumamente avanzado.

En 2019, se registraron más de 40 mil delitos contra menores de edad, según datos del Ministerio del Interior español, que tomó como base denuncias y actuaciones policiales. De éstas, cerca de la mitad tuvieron como víctimas a un menor o una persona adolescente. Sin embargo, estamos seguros de que estos datos tan sólo muestran la punta del iceberg. Existen indicios de que la inmensa mayoría de casos no llegan a denunciarse ni siquiera a revelarse. Para muchas víctimas, sus abusos fueron secretos que se llevaron a la tumba.

Aunque es una ley que abarca una serie de aspectos relacionados con la protección a la infancia y a la adolescencia, consideramos que destaca principalmente la generosa prórroga en la prescripción del delito. Antes el tiempo de prescripción empezaba a contar a los 18 años. En la actualidad, casi se ha duplicado y se estipulan los 35 años como el punto de inicio de la cuenta atrás. De hecho, se pretende llegar a un punto en el que este tipo de delitos no prescriban nunca.

A título personal, puedo decir que fui víctima de abuso sexual infantil reiteradamente por parte de un primo segundo nueve años mayor que yo. A día de hoy, sólo tengo derecho a contarlo, pero nunca he tenido la oportunidad de denunciarlo, que es justo lo que me hubiera gustado hacer. Como víctima infantil puedo entender perfectamente las razones por las que generalmente alguien tarda en denunciar ese tipo de abusos.

En este sentido, un nombre alternativo a esta nueva ley es “Ley Rhodes” y esto se debe a la iniciativa y enorme implicación del pianista virtuoso ‒ originalmente británico, naturalizado español‒, James Rhodes. A decir verdad, hace varios años, Jordi Evole entrevistó al pianista y éste contó de una forma sumamente clara la forma en que vivió las repetidas situaciones de abuso sexual infantil que sufrió por parte de los curas de su colegio británico.

Su testamento, para mí, es el más claro que jamás he oído y en el que explica perfectamente cómo, a través de la disociación, pudo sobrevivir el trauma producido repetidamente. La disociación es un mecanismo de defensa, por medio del cual, la mente abandona el cuerpo y no vive de forma consciente el daño y el dolor que se está sufriendo. El problema surge cuando la persona se habitúa a disociar y en ocasiones pierde el control de cuándo disocia y cuándo no. El relato de James Rhodes, en mi experiencia, representa la vivencia más clara y mejor explicada que jamás he escuchado sobre el abuso sexual infantil y la disociación.

De ahí que me parece un digno impulsor y representante de dicha ley. A lo largo de los siglos, la violencia contra la infancia no sólo se ha relativizado, sino que se ha silenciado. Esto puede considerarse un crimen, realmente. Esta nueva norma tiene la finalidad de producir un cambio de paradigma. Tal como en su día ocurrió con la ley de violencia de género. Su objetivo es garantizar los derechos de los niños y adolescentes frente a cualquier forma de violencia. Una cuestión importante acerca de esta ley es que aborda de una forma exhaustiva, por ejemplo, desde el castigo físico hasta la violencia sexual o el ciberacoso. Asimismo, presenta medidas para la sensibilización, la detección, la protección y la reparación de las víctimas.

La idea es que de este modo se ponga fin a la tan acostumbrada impunidad, muchas veces debido al silencio de la víctima, de cualquier delito grave con algún menor. La pederastia es el delito que destaca, especialmente por la ampliación en los plazos de prescripción. Ahora, el tiempo del que dispondrá la víctima para denunciar comenzará a contarse cuando cumpla los 35 años, en contraste con los 18 actuales. Ello significa que el o los delitos no caducarán hasta que la víctima tenga al menos 40 años, y los casos graves podrán ser denunciados hasta la edad de los 55 años.

Otro aspecto a destacar tiene que ver con el hecho de que la víctima sólo tendrá que declarar una sola vez. Con esta medida se pretende evitar que la víctima tenga que revivir el trauma de los abusos, con la vergüenza y culpa que son tan comunes en las víctimas en general. Asimismo, se subrayan medidas que se centran en la prevención de este tipo de delitos, lo cual es fundamental.

Noemí Pereda ‒profesora de Victimología en la Universidad de Barcelona‒, añade: “Está muy bien como punto de partida. Pero lo que necesitamos ahora es que haya la dotación presupuestaria para poner en marcha todo lo que la ley dicta como lo que sería ideal. Y un plan plurianual para desarrollar las medidas necesarias: hay que ver cuándo, cómo y sobre todo con qué recursos se van a llevar a cabo”. Obviamente, es crucial contar con el presupuesto necesario, de lo contrario se convertiría en una ley vacía.

Esta nueva ley incluye otros importantes aspectos que revisaremos en futuros posts.

¿Qué opinas de esta nueva ley? ¿Conoces a víctimas de abuso sexual infantil que hayan revelado los abusos? De ser así, ¿han tardado hacerlo? ¿Por qué crees que es así?

Autor: Dr. Xud Zubieta Méndez

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias:

Zubieta-Méndez, X. & Montiel, I. (2016). Factores inhibidores del abuso sexual infantil. Journal of Victimology.

Páginas web:

https://elpais.com/sociedad/2021-04-15/las-claves-de-una-ley-que-amplia-el-plazo-de-prescripcion-de-la-pederastia-y-refuerza-que-los-ninos-sean-escuchados.html

https://elpais.com/sociedad/2021-04-15/el-congreso-aprueba-una-ley-pionera-que-protege-a-la-infancia-frente-a-la-violencia.html

https://www.unicef.es/noticia/nueva-ley-de-proteccion-de-la-infancia-6-aspectos-destacar

https://theconversation.com/las-10-novedades-de-la-nueva-ley-de-proteccion-integral-a-la-infancia-y-la-adolescencia-frente-a-la-violencia-159108

https://www.senner.store/checkout/106415-JFY02764/thank_you

¿Miedo al placer o falta de deseo?

¿Habías escuchado alguna vez el término “hedonofobia”? Lo más seguro es que no, pero probablemente te habrás topado con alguien ‒o tú mismo‒ que experimente un miedo irracional a sentir placer. Actualmente, demasiados miedos, fobias y ascos se encuentran implantados en la sociedad, infundados por la excesiva idea de control, perfeccionismo y prejuicios existentes. Todo esto, favorece la aparición de más y nuevos casos de miedos asociados al sexo, pudiendo incluso dar lugar a la aparición de enfermedades o somatizaciones de difícil diagnóstico.

Vivimos en una sociedad democrática donde, años atrás, los avances legales conseguidos en materia sexual parecían inalcanzables. Sin embargo, dichos avances pueden desaparecer en cualquier momento. Se podría pensar que la variabilidad en la expresión de la sexualidad está garantizada en las actitudes negativas, tales como la homofobia, transfobia, bifobia … No obstante, estas expresiones siguen presentes en nuestra sociedad.

El miedoy la ignorancia humana ‒alimentados por la escasez de educación sexual‒ han sido instrumentos limitantes en el comportamiento y expresión de la sexualidad.

Tal y como señala Pedro Villegas, médico de familia y sexólogo clínico hoy en día existe una tendencia hacía el autodiagnóstico mediante la búsqueda de información en Internet ‒o, más bien, desinformación‒ y tras ello una mayor inclinación a la autoterapia o intento de auto psicoanalizarse. No obstante, desde un punto de vista sexológico, este miedo al placer puede dividirse en varios tipos.

  1. Fobia real al sexo o a cualquier manifestación que forma parte de la sexualidad humana ‒caricias, masturbación, erotismo, coito…‒. Estas fobias pueden convertirse en trastornos y tornarse en miedos irracionales.
  2. Falta de deseo sexual o deseo sexual hipoactivo, siendo esta disfunción uno de los motivos de consulta más frecuentes en terapia sexual y de pareja, así como los más complejos. Hace referencia a “la ausencia de deseo o a la disminución de fantasías relacionados con la actividad sexual, de forma persistente o recurrente y provocando malestar acusado o dificultades de relación interpersonal”, según nos dice el DSM-IV.

Una de las posibles causas de este miedo es la búsqueda de la perfección en el ámbito sexual. La falta de información sexual en la escuela y en el hogar sumado a la sobreinformación en las redes sociales muchas veces sesgada, y al pronto consumo de la pornografía. En otras ocasiones ya hemos hablado de que mucho en el porno es ficción. No se muestra una sexualidad real que, si se toma como referencia, puede generar verdaderos cuadros de pánico. Se lleva a un extremo la idea de no poder cumplir dichos cánones sexuales o, simplemente, por “no estar a la altura de la situación”.

En cualquier caso, resulta preciso dejar claro que el deseo sexual inhibido es la disfunción sexual más compleja que se puede encontrar en el día a día de la consulta sexológica ‒más allá de parafilias peculiares y minoritarias‒. Muchas veces es para los pacientes una especie de cajón de sastre al que refieren cuando no tienen ni idea de la conflictiva existente en la dinámica de la pareja. Resistámonos a la tentación de simplificar problemas como la falta de deseo sexual.

Cabe distinguir entre casos de desinterés sexual o un grado más avanzado de éste, que podría corresponder a una aversión al sexo. Todas las personas podemos haber experimentado una pérdida en nuestro interés sexual, muchas veces afectados por estrés familiar o personal. O simplemente porque nuestra implicación en el terreno sexual puede variar. Asimismo, es importante percatarse de cuándo este desinterés genera miedo o rechazo en todos los aspectos sexuales. Es decir, miedo a la intimidad, a la intensidad de los sentimientos, a sentirse vulnerable o a sentirse atraídos sexualmente por alguien, entonces, muy probablemente, haya llegado la hora de acudir a un especialista que nos ayude a entenderlo y solucionarlo.

Desde la sexología, reivindicamos una mayor ymejor educación sexual para poder destruir todos los prejuicios, miedos infundados y fobias producidas por la desinformación, para algún día conseguir que las palabras “miedo” y “placer” dejen de estar estrechamente relacionadas.

Autora: Andrea Bello Pastor. (Psicóloga y Sexóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias bibliográficas:

Cabello, Francisco. Manual de sexología y terapia sexual. Apuntes de un máster.

Puch Blanco, Amparo (2016). Miedo al sexo.

Carpallo, Silvia C. (2018). La anorexia sexual, el miedo al sexo que han alimentado la educación y la pornografía.

La pretendida transgresión del movimiento postporno

Es1989 en Nueva York. En el escenario del Teatro Harmony se encuentra una mujer con lencería de encaje recostada en un sillón con las piernas abiertas. Se introduce un espéculo dentro de su vagina e invita a los espectadores a observar con una linterna. “Asómense y verán que no tiene dientes”, decía riendo.

Hablamos del espectáculo “’Public cérvix announcement” de Annie Sprinkle, considerada la precursora del así denominado postporno. Proponía esta performance con la finalidad de parodiar los mitos y el secretismo que han rodeado a los genitales de las mujeres, animándolas de esta forma a explorar sus vaginas. Indignada con la industria del porno comercial ‒en la que había trabajado como actriz‒, pasó a dirigir sus propias creaciones audiovisuales y a organizar espectáculos en los que se desarrolla como artista y activista feminista.

¿En qué consiste el denominado “postporno”? Se trata de un movimiento artístico y político que busca reformular el mundo del porno. Lo hace transgrediendo los convencionalismos de la pornografía machista e intentando generar otro tipo de mirada hacia el sexo. Todo ello, sin renegar del estímulo sexual que producen los contenidos audiovisuales. Aquellas personas ignoradas por el porno convencional, toman las riendas y se graban expresando su sexualidad, transformándose en protagonistas con un guion que ellas mismas deciden. Los cuerpos que la industria del porno excluye o denigra se convierten en creadores y protagonistas. Las mujeres, las minorías sexuales, los cuerpos no-blancos o discapacitados, los transexuales, intersexuales y transgénero serían ejemplos de las personas que conforman este movimiento.

La industria del porno comercial presenta patrones sumamente estereotipados y repetitivos. Chicas jóvenes, exuberantes, cuidadosa y pulcramente depiladas. Acompañada generalmente de por lo menos un varón bien dotado ‒de quien solemos ver muy poco más allá de su espalda, brazos y genitales‒. Si bien es cierto que en las plataformas pornográficas podemos encontrar una gran variedad de géneros distintos, en la mayoría de los casos las prácticas sexuales que realizan son más o menos las mismas. Es decir, sexo oral por parte de ella, sexo anal y vaginal, y derivaciones del mismo, incluyendo dobles penetraciones como algo prácticamente habitual. Por el contrario, en las producciones del “movimiento postporno”, ocurren escenas distintas. En éstas, ya sea en directo ‒mediante performances‒ o a través de plataformas online, vemos cuerpos ‒que no suelen encajar en el estereotipo de belleza actual‒ llevando a cabo otro tipo de prácticas.

Un ejemplo de este movimiento lo podemos ver de la mano del artista trans Lazlo Pearlman, donde en una de sus más conocidas performances, desconcierta al público haciendo un striptease en el que termina mostrando su vulva. En la película “Fake Orgasm”, aparece tumbado sobre una cama completamente desnudo, mientras una serie de personas lo observan y le hacen preguntas sobre su cuerpo, identidad y su sexualidad. Pearlman utiliza su cuerpo como espejo para que el público sea consciente de sus prejuicios. Esta película explora la sexualidad a través de situaciones que rozan lo absurdo y analiza la dificultad de la sociedad para aceptar las propuestas ajenas al paradigma binario hombre-mujer.

Sin embargo, el postporno no sólo da visibilidad a aquellos cuerpos que desafían las normas de género o sexuales. Otro colectivo en el que se centra es el de las personas con diversidad funcional. Un ejemplo de esto lo vemos en el documental “Yes, we fuck!”, una producción que quiere abordar la sexualidad en personas con diversidades física, intelectual…, donde la gente participa, dialoga y, sobre todo, cuestiona temas vinculados al cuerpo y a la sexualidad. En este documental podemos ver ‒entre otros ejemplos‒ el relato de la primera experiencia con el BDSM de Oriol, un hombre con parálisis cerebral. O a Mertxe, una mujer ciega que asiste a un taller de orgasmos vaginales impartido por un chico trans.

Aunque puede parecer contradictorio, el objetivo del “movimiento postporno” no siempre es que el público se masturbe y tenga un orgasmo a fuerza de imágenes sexuales explícitas. No, más bien, es cuestionar y poner sobre la mesa el debate acerca del sistema heteronormativo y patriarcal en el que todos nos encontramos. Este movimiento busca acercarnos a la posibilidad de ver y de ser parte de contenidos provocativos, no sólo con fines masturbatorios, sino también y principalmente políticos.

El problema viene cuando nos preguntamos qué buscan generalmente las o los usuarios más asiduos del porno. Es improbable que se contenten con sesiones lúdicas sin masturbación o sin eyacular<

Cuéntanos, ¿habías escuchado hablar de este movimiento? ¿Qué opinas de estas performances tan controvertidas? ¡Te leemos!

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias

Barros, G., Eksztain, M., Inda, N., Makintach, A., & Moscona, S. (2016). Postporno,¿ polisexualidad? Comentarios y reflexiones. Psicoanálisis, 38(1), 41-52.

Centeno, A.  & De la Morena, R. (2015). Yes, we fuck! [Vídeo]. Disponible en: https://vimeo.com/123177395

Melero, A. L. (2018). Procedimientos escénicos de deconstrucción de género. ACOTACIONES. Investigación y Creación Teatral, (41).

Romero Baamonde, M. (2019). Escena posporno. Desbordes disciplinarios en las prácticas artísticas pospornográficas.

Smiraglia, R. (2015). Sexualidades de (s) generadas: Algunos apuntes sobre el postporno. imagofagia, (6).

Vendetta, L. (19 de mayo, 2015). Donde las mujeres trans no están: su lenta inclusión en el porno feminista y queer. Recuperado de https://www.pikaramagazine.com/2015/05/donde-las-mujeres-trans-no-estan-su-lenta-inclusion-en-el-porno-feminista-y-queer/

Y un día la OMS aceptó que no sólo los heterosexuales eran “normales”

A mediados del siglo XX, la concepción patológica de la homosexualidad se mantuvo merced a un grupo de nuevos psicoanalistas. Su visión tuvo un fuerte impacto durante un tiempo.

Consecuentemente, cuando la APA publicó su primer manual diagnóstico ‒DSM‒ en 1952, éste clasificaba la homosexualidad como una “perturbación sociopática de la personalidad” y ‒en su segunda edición‒ como una “desviación sexual”.

Mientras los psiquiatras, médicos y psicólogos trataban de curar la homosexualidad, los investigadores sexológicos de mediados del siglo XX estudiaron a un grupo de individuos de un espectro más amplio, que no incluyese exclusivamente a sujetos de investigación que ya eran pacientes.

La investigación más importante en este respecto fue la liderada por el brillante Alfred Kinsey ‒te recomendamos la película sobre él‒. En los famosos Informes Kinsey, en los que se encuestó a miles de personas que no eran pacientes psiquiátricos, se encontró que la homosexualidad era mucho más común de lo que se pensaba, aproximadamente un 10% ‒aunque ahora se cree que está entre un 1% y 4%‒. Los estudios de Ford y Beach sobre comportamientos en diversas culturas y animales también ayudaron a refutar la idea de la comunidad psiquiátrica de que la homosexualidad era poco común y de que no se encontraba regularmente en la naturaleza. Finalmente, el estudio de Evelyn Hooker, en el que comparaba resultados en tests de 30 hombres gays y 30 hombres heterosexuales, refutó la creencia psiquiátrica de que los hombres gays presentaban perturbaciones mentales severas.

La psiquiatría americana mayormente ignoró la creciente cantidad de investigación sobre sexo e incluso mostró extrema hostilidad hacia los resultados que contradijesen sus propias teorías. Varios factores tanto dentro como fuera de la American Psychology Association ‒APA‒ colaboraron en la reconceptualización de la homosexualidad en el DSM: la investigación, el creciente movimiento anti psiquiátrico, el activismo gay y los cambios generacionales en la composición de la APA y del psicoanálisis, entre otros.

Las protestas consiguieron captar la atención de la APA, la cual comenzó a mobilizarse internamente con paneles educativos y discusión. Esta discusión tuvo su punto álgido en la reunión anual de la APA de 1973 en la que se llevó a cabo un debate sobre si la homosexualidad debía permanecer en la nomenclatura de la APA. Este debate dio paso también a una discusión sobre lo que se consideraba un trastorno mental. Robert Spitzer, que lideraba un subcomité que investigaba este tema, revisó las características de los trastornos mentales. Él se dio cuenta de que, exceptuando la homosexualidad y algunas de las otras “desviaciones sexuales”, todos causaban un malestar subjetivo significativo, o estaban asociados con un alguna deficiencia en el funcionamiento social. De este modo, al llegar a esta nueva definición de trastorno mental, el comité acordó que la homosexualidad no era uno. Finalmente, tras una votación en diciembre de 1973, se eliminó la homosexualidad del DSM.

Este proceso, aún tan reciente, nos muestra cómo la comunidad científica debe revisar constantemente sus ideas y jamás estancarse. Ahora mismo la disforia de género y los temas sobre personas trans está pasando por el mismo proceso, y de nuevo debemos velar por no caer en el sobrediagnóstico y ser conscientes del impacto del estigma que la categoría de trastorno mental tiene en la vida de muchas personas.

Autor: Jorge Valero Sarmiento (Psicólogo)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias:Drescher J. (2015). Out of DSM: Depathologizing Homosexuality. Behavioral sciences (Basel, Switzerland), 5(4), 565–575. https://doi.org/10.3390/bs5040565

Homosexualidad en la Historia

Puede ser que las más jóvenes generaciones crean que las personas homosexuales nacieron con derechos, pero no siempre ha sido así. En este post queremos contar el devenir que ha llevado al punto actual en que no sólo las personas heterosexuales tienen derechos. ¡Cuántas personas gays han salido del armario desde entonces!

Aquí empezamos: En 1973, la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) quitó el diagnosis de “homosexualidad” de la segunda edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM). Esto resultó de la comparación entre teorías que competían por explicar la homosexualidad, unas que la veían como algo patológico y otras que la veían como algo normal.

A través de la historia han existido numerosas teorías sobre la homosexualidad que pueden clasificarse en 3 tipos principales: patología, inmadurez y variación normal.

  1. Teorías de patología

Estas teorías consideran la homosexualidad adulta como una enfermedad y, consiguientemente, como algo que los profesionales de la salud mental deben tratar. Estas teorías mantenían que la homosexualidad era algo malo, tanto físicamente como moralmente, y fueron usadas como justificación para el internamiento de homosexuales en centros psiquiátricos, para la creación de terapias de conversión y, en general, para la discriminación.

  • Teorías de la inmadurez

Estas teorías, de carácter psicoanalítico en su mayoría, consideraban la expresión de conductas o sentimientos homosexuales durante la juventud como un paso normal en el desarrollo de la heterosexualidad adulta y, por tanto, aquellas personas que persistiesen siendo homosexuales en su adultez presentarían algún tipo de retraso en el desarrollo. Estas teorías consideraban la homosexualidad como algo benigno o, por lo menos, no tan malo como las anteriores.

  • Teorías de la variación normal

Estas teorías trataban la homosexualidad como una diferencia natural que afecta a una minoría de personas, como ser zurdo. Estas teorías consideran la homosexualidad como algo bueno o neutro y algo que no tiene cabida en los manuales diagnósticos.

Durante la mayor parte de la historia de Occidente, la opinión oficial sobre los significados de los comportamientos homosexuales eran principalmente área de las religiones, la mayoría de las cuales consideraban la homosexualidad como algo moralmente “malo”. Cuando, durante el siglo 19, el poder comenzó a transferirse de una autoridad religiosa a una secular, la homosexualidad, así como otros “pecados”, recibieron un mayor escrutinio por parte de la ley, la medicina, la psiquiatría, la sexología y el activismo por los derechos humanos. Finalmente, las categorías religiosas como “posesión demónica”, “ser un borracho”, y “sodomía” fueron transformadas en las categorías científicas de “locura/enfermedad mental”, “alcoholismo” y “homosexualidad”.

De este modo, la historia moderna de la homosexualidad comienza durante la mitad del siglo 19, principalmente con los tratados de Karl Heinrich Ulrichs, a quien se considera uno de los primeros defensores de los derechos gays. Estos tratados criticaban las leyes alemanas que criminalizaban las relaciones entre hombres. Karl hipotetizó que algunos hombres nacían con el espíritu de una mujer atrapado dentro de sus cuerpos, así como algunas mujeres nacían con el de un hombre, y que ambos constituían un tercer sexo.

En 1869, un periodista húngaro llamado Károli Mária Kertbeny, acuñó por primera vez los terminos “homosexual” y “homosexualidad” en un tratado político en contra de una ley de Prusia que criminalizaba el comportamiento homosexual entre hombres. Kertbeny presentó una teoría en la que consideraba la homosexualidad como innata e invariable, argumentos acordes a las teorías de la variación normal.

Richard von Krafft-Ebing, un psiquiatra alemán, presentó una de las primeras teorías de patología, en la que describía la homosexualidad como un desorden degenerativo. En su libro Psychopathia Sexualis de 1886, adoptaba la terminología de Kertbeny pero no su visión, describiendo los comportamientos homosexuales desde la óptica darwinista del siglo 19: los comportamientos sexuales que no estaban destinados a la procreación ‒incluida la masturbación‒ eran formas de psicopatología. Este autor fue muy influyente en la comunidad médica y científica, extendiendo tanto el término “homosexualidad” como su condición de patología, lo cual tuvo un impacto definitivo en los manuales psiquiátricos del siglo 20.

Freud concibió una nueva teoría en la que todas las personas nacen con tendencias bisexuales y que las personas adultas homosexuales simplemente tienen un retraso en su desarrollo psicosexual. Aún estando este retraso presente, Freud mantuvo que la homosexualidad no se podía considerar un vicio o una degradación, ni podía clasificarse como una enfermedad, y mantenía que cualquier intento de curarla sería fútil. Tras su muerte, algunos psicoanalistas de la siguiente generación volvieron a clasificar la homosexualidad como patológica y ofrecieron “curas” que habían eludido a su predecesor, volviendo ellos de este modo a la visión que tantos investigadores ‒incluidos muchos psicoanalistas‒ habían tratado de refutar.

Autor: Jorge Valero Sarmiento (Psicólogo)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

¿Cómo eyaculan las mujeres?

La sexualidad femenina, en general, se ha observado siempre desde una perspectiva patriarcal. El papel de la mujer quedaba relegado a dar placer y contribuir al objetivo de la relación sexual: el coito y la consecución de la eyaculación masculina –fines reproductivos-. Por ello, la eyaculación femenina ha sido una de las experiencias más desconocidas de la sexualidad, comenzando recientemente los estudios al respecto.

En este sentido, se han descubierto dos respuestas fisiológicas importantes en relación a los fluidos de las mujeres durante la excitación sexual y el orgasmo: eyaculación femenina y squirting. En la comunidad científica ha habido cierta confusión entre ambos fenómenos debido a su composición y a que se expulsan por conductos estrechamente relacionados ‒a veces, incluso, por el mismo‒.

Lo que se conoce como squirting consiste en la expulsión de orina diluida ‒es como agua clara sin oler a orina‒ durante la actividad sexual y el orgasmo. La cantidad que se expulsa depende del grado de excitación alcanzada. Al expulsarse a través del meato urinario ‒o uretra‒, la mujer puede tener la sensación de orinarse. Esto, sumado al desconocimiento acerca del tema, hace que sientan vergüenza y repriman esta respuesta sexual en lugar de relajamiento y disfrute. Si se tratase de orina, el líquido tendría un color más oscuro y el olor característico correspondiente.

Por su parte, la eyaculación femenina consiste en un líquido más espeso y blanquecino que se segrega de manera involuntaria en las glándulas de Skene ‒conocidas también como “próstata femenina”, dada su similitud con la próstata masculina‒ antes o durante el orgasmo. Cuando se estimula profundamente el clítoris, estas glándulas expulsan el fluido a través de los orificios que se encuentran ramificados alrededor de la uretra. De hecho, la confusión que mencionábamos anteriormente entre ambos fenómenos viene de que, a veces, en el squirting puede estar presente también una pequeña cantidad de este fluido eyaculatorio.

Un factor que parece favorecer estas respuestas sexuales en la mujer es la estimulación del famoso “punto G”, ya que se encontraría ubicado en una zona de la pared vaginal que conecta estrechamente con las glándulas de Skene. Sin embargo, sigue faltando información al respecto que lo confirme, dada la polémica sobre su ubicación exacta en la anatomía femenina. Aunque, hasta la fecha, muchos estudios suelen coincidir en que se encuentra en la zona clitoriana.

En general, estas respuestas sexuales no están lo suficientemente normalizadaspor varios motivos. En primer lugar, hay muchas mujeres que eyaculan, pero no son conscientes de ello.

Esto se debe a que no es tan visible como en el hombre por 3 motivos:

1. La cantidad que se expulsa puede ser mínima.

2. No se produce impulsada y proyectada por la contracción de un músculo, como ocurre con el pene.

3. En ocasiones, el fluido eyaculatorio se retrotrae a la vejiga y es expulsado más tarde con la micción.

En segundo lugar, falta consenso entre los propios científicos en cuanto a la legitimidad de la existencia de la eyaculación en la mujer. Algunos opinan que se trata de un fluido expulsado como consecuencia de que la mujer padezca incontinencia urinaria. Otros opinan que se trata de un fluido eyectado a causa de la excitación sexual y diferente a la lubricación vaginal. Además, en su composición observaron similitudes con el esperma masculino: presencia de fosfatasa ácida prostática o FAP ‒una enzima presente en el semen masculino que favorece la movilidad del esperma‒ y fructosa ‒un tipo de azúcar que también se halla en el semen cuyo papel es dotar de energía al esperma‒.

Por último, la desinformación y concepción social actual sobre este tema genera confusión entre las propias mujeres. Por un lado, el porno es una fuente habitual de información que da lugar a un concepto distorsionado de estas respuestas sexuales. La imagen que ofrecen es de algo necesario –casi obligatorio- para disfrutar plenamente del sexo, fácil de conseguir y con eyaculaciones espectaculares y muy visibles, casi como las masculinas. Todo esto genera en las  mujeres expectativas que no se cumplen tan fielmente, llegando a crear malestar y dudas sobre su capacidad sexual.

Por otro lado, la desinformación es tan elevada que, cuando una mujer experimenta la eyaculación o el squirting, piensan que se orinan mientras tienen sexo con su pareja. El sentimiento de vergüenza junto con la preocupación por si fuese síntoma de un principio de incontinencia, provocan tal grado de estrés psicológico que puede acabar afectando a la respuesta sexual, Y a la larga, a su propia autoestima.

Podemos concluir que, tanto la eyaculación femenina como el squirting, son respuestas sexuales totalmente normales en las mujeres. La ventaja de favorecer su conocimiento y aceptación social es que puede contribuir a un mayor disfrute del sexo, sin temor ni a reprimir ni a dudar de la propia capacidad sexual. Si una mujer que está teniendo sexo es capaz de percibir y distinguir que está teniendo alguna de estas experiencias ‒o ambas‒, lo mejor que puede hacer es relajarse y dejarse llevar para disfrutar plenamente.

Porque nosotras lo valemos.

Autora: Alba Muñoz Fernández (Psicóloga y sexóloga)

Créditos de la imagen; María Ciocnadi y Emedièfeme

Free the Nipple

¿Alguna vez te has preguntado por qué socialmente los pezones femeninos son percibidos como libidinosos, lascivos y obscenos, pero los masculinos están vistos con buenos ojos?

Como mínimo, resulta curioso y llama la atención la doble moral que prohíbe y estipula como un tabú la visibilidad del cuerpo humano con total naturalidad. Incluso lanzando el mensaje de que la exhibición pública de los senos y los genitales es un acto sucio, pecaminoso y hasta desagradable. Realmente esta idea refleja un tipo de violencia directa hacia la libertad y la sexualidad de las personas ‒y, concretamente, hacia el cuerpo de la mujer‒. En relación a este punto, aún a día de hoy, existe el tabú y la estigmatización generada sobre de las mujeres que dan de mamar en público. ¿Qué puede tener de sexual y escandaloso ver a una madre alimentar a su bebé? ¡Por favor, más sensatez y menos mojigatería y conservadurismo!

Resulta paradójica la normalización de una escena cargada de violencia –típico de las películas de Saw, por ejemplo–, pero no así todo aquello relacionado con la visibilidad del cuerpo humano “como dios nos trajo al mundo”. No hay por dónde abordar ese razonamiento. Desde luego, el legado judeocristiano y puritano en el que tanto los hombres como las mujeres estamos inmersas e inmersos se ha encargado de tener bien controladas, sumisas y calladas a las mujeres, de forma especial. No sea que caigamos en el “libertinaje”, por favor. ¡Cuánto daño ha hecho el patriarcado!

En este punto nace el movimiento Free the Nipple (o “liberen el pezón”, en español).

Con el auge de las redes sociales el movimiento feminista gracias ha ganado mucha fuerza. La conciencia acerca de la situación de discriminación y violencia que vive la mujer hacia su cuerpo, su sexualidad y su persona por el mero hecho de ser mujer es cada día más evidente. La población comenzó a despertar y en el año 2013, Lina Esco dijo “¡basta!”. Esta joven es conocida como la pionera del movimiento Free The Nipple, cuyo objetivo es lograr la equidad social a través del empoderamiento, la igualdad y la libertad de las mujeres y, por resonancia, de los hombres.

Este movimiento adquirió especial relevancia tras la censura en diversas redes sociales ‒como Facebook, Instagram o Tik Tok…‒ de imágenes donde aparecían pezones femeninos, explícitamente. El enfado y la crítica social se hizo viral a través del hashtag #FreeTheNipple, el cual cada vez está adquiriendo un mayor eco. Lo mismo ocurre con el desafío de las leyes que rigen esta prohibición a través del lema, “Mi cuerpo, mis normas” y “No es No”. Este último está relacionado con el consentimiento explícito a la hora de mantener relaciones sexuales. Paralelamente. existe un movimiento llamado “Don’t Delete Art” ‒no elimines mi arte, en español‒ que denuncia la censura y “desaparición” de imágenes, dibujos o creaciones artísticas de “desnudos” realizadas por los propios autores, con la finalidad de difundirlas y dar a conocer su trabajo.

En los países escandinavos, concretamente en Noruega, la realidad social es bien distinta. Existe un programa de televisión muy transgresor en el que se imparte educación afectivo sexual a niños y niñas del país. En el formato propuesto aparecen cuerpos de hombres y mujeres completamente desnudos, como modelos reales ‒en lugar de imágenes ficticias a la hora de realizar las charlas‒. Evidentemente no se les ven los rostros para proteger sus identidades, algo que aquí todavía sería impensable. En esta misma línea se encuentra la ya conocida y polémica idea de imponer un “veto parental” –un tema en sí mismo e interesante que se abordará en otro post–.

Aún a día de hoy queda un largo trecho por recorrer en España y en muchos lugares del planeta. La sociedad necesita adaptarse y prepararse para un mundo contemporáneo que avanza cada vez más rápido, a través de una buena educación y muchísima pedagogía.

¿Estarías a favor de que se emitieran talleres de educación con una perspectiva afectivo sexual en la televisión pública, siguiendo el modelo propuesto en Noruega? ¿Qué opinas de la censura en redes sociales de la desnudez humana? ¿Crees que las pautas comunitarias de las redes sociales son demasiado restrictivas?

Autora: Vanesa Romero Ballester (Psicóloga y Sexóloga)

Créditos de la imagen; María Ciocnadi y Emedièfeme

Fuentes: Benavent, I. (2020). Una campaña para liberar los pezones en Instagram. https://irebenavent.com/normalizar-pezones-en-instagram/

García C. (2021). El Arte que censuran las redes sociales. La razón, https://www.larazon.es/cultura/20210201/3f2e2ysqvfas7l6ri5f52sjdjm.html

#FreeTheNipple #Censura #Feminismo #EmpoderamientoFemenino #Pezón #Pezones

El impacto del Satisfyer

Es muy probable que hayas oído hablar ‒o que conozcas de primera mano‒ de lo que es el “Satisfyer”, el juguete sexual que ha revolucionado el sector de los juguetes eróticos. Un succionador de clítoris que ha conseguido que las mujeres sientan una imperiosa necesidad de contar la experiencia que acaban de vivir. Su éxito reside en una poderosa campaña publicitaria y en su capacidad para centrarse en el clítoris, diferenciándose así de otros juguetes eróticos los cuales se limitan a simular la penetración.

La cuestión es, ¿acaso su fama es merecida? La respuesta es sí, pero con matices. No podemos negar que una de los motivos por los que se ha popularizado con tanta rapidez es que, según la marca, las opiniones y los comentarios online la mayoría de las mujeres que lo utilizan alcanzan el orgasmo. Y no solo eso, sino que además lo hacen en un tiempo récord.

El succionador está diseñado para ser utilizado únicamente en el clítoris, lo que podría parecer a priori un contra, puede ser en realidad, una ventaja. Desmiente categóricamente el mito de que la penetración es un requisito indispensable para alcanzar el clímax y centra toda su atención en el clítoris. Recordemos que es un órgano que durante años ha sido invisibilizado, y cuya única función es la de proporcionar placer. Son muchas las mujeres que alcanzan el orgasmo estimulando el clítoris, por lo que podemos decir que estos nuevos succionadores rompen una lanza a favor de su empoderamiento sexual. Normalizan el hablar de la masturbación y destruyen tabúes sexuales.

Este juguete erótico funciona generando una sensación de vacío y palpitaciones sobre el clítoris. Para ello utiliza un sistema de ondas expansivas y pulsaciones de aire. No hay roce directo con la piel, por lo que el clítoris no sufre. Durante la excitación, el clítoris se vuelve especialmente sensible y muchas mujeres llegan a un punto en el que el roce ‒o presión en esa zona‒ pasa a resultarles molesto o doloroso.

Otra ventaja que también podemos encontrar es que invita a las mujeres a explorar su propio cuerpo. Sabemos que esto no es una ventaja exclusiva del succionador, ya que es algo que ya podemos conseguir con la masturbación manual y con otros juguetes, pero no deja de ser un aspecto positivo. La realidad es que son muchas las mujeres que no conocen suficientemente bien sus genitales ni su respuesta sexual. La especificidad de este juguete requiere que tengamos muy bien localizado nuestro clítoris, de forma que favorece que nos miremos, toquemos y, en definitiva, nos conozcamos.

Sabiendo todo esto, ¿qué inconvenientes puede tener el “Satisfyer”? Que no cunda el pánico, sólo vamos a resaltar algunos aspectos a tener en cuenta. En cuanto a su funcionalidad, no le podemos poner ningún “pero”, este juguete sexual ha demostrado que consigue su objetivo: el orgasmo. No obstante, ha impulsado la fiebre del fast-orgasm, donde parece que lo único importante del sexo es el clímax o gran final. La sociedad de las prisas y la productividad han llegado a nuestra vida sexual. Según usuarias que poseen este juguete, basta con dos minutos para alcanzar el clímax, proporcionando orgasmos con una economía de tiempo sorprendente. A priori, parece que está muy bien, pero… ¿estamos convirtiendo el sexo en comida rápida?

Este empeño por ponerle un temporizador al sexo puede llegar a ser contraproducente. En el caso del varón se parecería a los problemas relacionados con la eyaculación precoz. Por un lado, como hemos comentado, hace pensar que el objetivo del sexo es únicamente alcanzar el orgasmo. Y, por otro lado, puede crear malestar en quien no consiga alcanzar un orgasmo dentro del estándar de los dos minutos. Centrarnos exclusivamente en el orgasmo puede hacer que perdamos por el camino oportunidades de disfrute, de autoconocimiento y de crecimiento sexual. Es importante saber que el sexo es amplio y que hay mil formas de disfrutarlo. Eso sin mencionar que en pareja lo ideal es tener tiempos parecidos para llegar al orgasmo.

A pesar de estos matices, el Satisfyer ha llegado con la intención de quedarse. Debemos verlo como lo que es, un complemento más, y no como un sustituto del sexo. Megwyn White, directora de Educación de Satisfyer declaraba: «Todo el mundo merece tener acceso al placer». No le podemos quitar la razón, esta novedad ha hecho disfrutar a muchas mujeres, y ha contribuido a que la sexualidad femenina salga a la luz. Han situado el orgasmo y el placer femenino en el puesto que se merece.

Y eso amigas y amigos, es maravilloso.

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Créditos de la imagen; María Ciocnadi y Emedièfeme

Bibliografía

Gómez, S. (2021). Entrevista: Megwyn White, directora de Educación de Satisfyer: «Todo el mundo merece tener acceso al placer». Diario de Sevilla.

Moyano Delgado, A. (2020). Lanzamiento de productos de éxito: el caso Satisfyer.

Raffio, V. (2019). La invención del orgasmo instantáneo. El Periódico.

Reinés, E. (2020). El Satisfyer, icono de la revolución sexual femenina. EFE Salud. https://www.efesalud.com/satisfayer-icono-revolucionsexual-femenina/

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Donjuanismo

El término Donjuanismo es socialmente reconocido y aplicado al comportamiento de algunos hombres respecto a la conquista de las mujeres. Buscan enamorarlas, seducirlas, engañarlas y una vez conseguido su objetivo, las abandonan con el solo deseo de coleccionarlas como una especie de trofeo que ha ganado en una competencia de caza.

Los donjuanes buscan la “virginidad”, la “pureza en las mujeres” y, una vez que cumplen su propósito, se aburren, las desprecian y salen en busca de otra conquista. Para el “Don Juan” toda mujer es un reto, usa su poder con toda clase de artimañas, técnicas de seducción y mentiras para obtener a la mujer que desea. Un hombre con personalidad de Don Juan no puede tener relaciones duraderas, profundas, sino formas de relaciones superficiales.

El término “Don Juan” es una creación de la Literatura Universal. Desde la Edad Media ‒y aún mucho antes desde las épocas de la Grecia Antigua‒, ya algunos dioses ‒y especialmente Zeus‒, podrían aspirar sin dificultad al título de “Don Juan”. En las aventuras amorosas del padre de los dioses, como en la vida del caballero de Sevilla de Tirso de Molina, se encuentran raptos, violaciones, seducciones… Pero fueron necesarios los siglos de moralismo cristiano para transformar los inocentes excesos sensuales del dios griego en las hazañas amorosas de un noble que causa tales estragos en el terreno del amor ‒El Burlador de Sevilla‒. Fue precisamente en el ambiente árido, represivo y severo de la Corte española, en donde se cernía la pesadilla de la Inquisición, ahí aparece esta idea como contraparte del estereotipo de la etiqueta y la sensualidad reprimida.

Desde la aparición del mito de Don Juan, esta figura se ha instalado en el pensamiento y en el sentimiento de nuestra cultura occidental, en donde el donjuanismo se plantea como una relación entre sexos que otorga al varón una superioridad desconsiderada sobre la mujer. Desde la infancia, este modelo de conducta es reafirmado en los varones debido al estereotipo de masculinidad que todavía prevalece. «Mientras más parejas sexuales establece, más hombre se le considera».

Por eso es importante la educación en el hogar acerca de este aspecto en los jóvenes. Es fundamental ya que precisamente en la etapa de la adolescencia es cuando se define la identidad en todos los sentidos, incluida la sexual. Un varón con una clara identidad de género muy difícilmente sería un “Don Juan”. En realidad, los hombres que son “donjuanes” hasta el final de sus vidas, lo son porque siempre conservan los rasgos de esa indeterminación juvenil.

En algunos hogares donde hay varios jóvenes es frecuente ver cómo el juicio del padre sobre la conducta de uno de sus hijos varones ‒y aún el de la madre‒ es favorable y estimula la actitud de éstos hacia la relación con muchas. Incluso celebrando, en algunos casos, la promiscuidad, como una reafirmación de la hombría del joven. Socialmente, el joven que tiene éxito con las mujeres es más aceptado en los grupos ‒incluso de mujeres‒ que aquel que es tímido o muy parco en la conquista del amor del sexo opuesto. Una característica muy notable de los donjuanes es su incapacidad para amar: son anarquistas del amor. Ignoran la felicidad, la virtud, la honestidad… Consideran válida cualquier arma para conquistar. Los sentimientos de la otra persona no son tenidos en cuenta. Sólo les interesa el “instante de placer” y el “triunfo permanente” sobre la mujer a la que someten, así como sobre el marido o el novio que logran burlar.

El hombre con personalidad de Don Juan concibe el amor como algo deportivo, pasajero. Ve en éste una competencia permanente y compite con otros hombres para ver quien logra conquistar el mayor número de mujeres. Uno de los conceptos de la teoría psicoanalítica postula que, en los individuos con personalidad de Don Juan, podría hallarse una homosexualidad latente, debido a su alto contenido de narcisismo en su personalidad. En la consulta se ha confirmado que en el fondo hay un temor inconsciente hacia sus impulsos homosexuales.

Es posible es que este estilo seductor sea una verdadera compulsión, se vuelven adictos a la conquista, en un intento por experimentar seguridad y confianza, que se convierte en un estilo de vida, sin el cual se les hace imposible vivir.

El Don Juan cree estar enamorado, pero su sentimiento es transitorio y de allí, podemos deducir que nunca lo está. Se convierte en un deseo platónico, nunca en un amor verdadero. Platón decía que uno siempre desea lo que no tiene. Esto le sucede al individuo con características de Don Juan. Justo en aquel momento que conquista aquello que tanto deseaba ‒de inmediato‒ pierde su interés. En caso de que la mujer se enamore de él, pierde el deseo e interés por la mujer y la abandona. Muchas veces sin haber tenido relaciones intimas, en el momento que él se da cuenta de que ella lo desea, ya consiguió su triunfo y pierde el interés. Pero en caso de que él ponga los ojos en una mujer y esta no ceda, allí es donde no se dará por vencido, y se vale de todos sus poderes de conquista hasta lograr tener el triunfo sobre ésta.

El Don Juan tiene una característica importante, sabe cómo llegar a la mujer, cuándo halagarla, es capaz de intuir las necesidades o carencias de su víctima. Podríamos ver en ellos una conducta fóbica, ésta es una forma de defenderse de los contactos afectivos duraderos.

Hay que tener en cuenta a individuos de 40 a 55 años que han sido Donjuanes, muchos de ellos a pesar de estar bien maduros siguen viviendo con sus madres, lo que nos demuestra la interpretación edípica del Donjuanismo. Las crisis que tienen alrededor de los 50, nos muestra su insatisfacción. A esa edad se dan cuenta de que sus amigos están casados, con hijos y para ellos es difícil disfrutar de la compañía femenina como cuando tenían 25 años.

Es en estos momentos, que muchos acuden a la consulta profesional. Los más inteligentes quieren que se les oriente a formar una familia, se sienten muy apresurados por todo el tiempo perdido y quieren una ayuda, para poder llevar una vida sana. Muchos tienen unos niveles de autoestima bajos. Otros buscan terapia, paradójicamente, con el fin de que se les ayude a continuar con su vida de conquistas.

El Donjuanismo pertenece al Trastorno Histriónico de la Personalidad y se presenta en hombres o mujeres, tanto solteros como en casados. No toda persona que tenga muchos amantes padece este trastorno. Para tenerlo hay que reunir los criterios diagnósticos del Trastorno Histriónico de la Personalidad. Las personas que sufren este trastorno poseen un patrón en general de una excesiva emotividad y una búsqueda permanente de atención, que comienza al principio de la edad adulta. Tenemos los siguientes indicadores, según el DMSV, y han de estar presentes cinco o más de ellos:

1. No se siente cómodo en las situaciones en las que no es el centro de atención.
2. La interacción con los demás suele estar caracterizada por un comportamiento sexualmente seductor o provocador.
3. Muestra una expresión emocional superficial y rápidamente cambiante.
4. Utiliza permanentemente el aspecto físico para llamar la atención sobre sí mismo.
5. Tiene una forma de hablar excesivamente subjetiva y carente de matices.
6. Muestra autodramatización, teatralidad y exagerada expresión emocional.
7. Es sugestionable, por ejemplo, fácilmente influenciable por los demás o por las circunstancias.
8. Considera sus relaciones más íntimas de lo que son en realidad.

Autor: Xud Zubieta (Doctor en Psicología y sexólogo)

Créditos de la imagen; María Ciocnadi y Emedièfeme

Sexo, sexualidad y redes sociales

En otoño del 2019 tuve la oportunidad de hacer una presentación sobre el tema de las redes sociales, desde la perspectiva de la sexualidad. El vídeo que podéis ver a continuación forma parte de una serie de sesiones clínicas organizadas por el Instituto Superior de Estudios Psicológicos, ISEP, en el cual soy profesor sobre todo en los cursos de máster en sexología y terapia de pareja,

No sólo espero que te guste, sino que además nos lo hagas saber y nos dejes tus comentarios.

La presentación hace una retrospectiva que parte del advenimiento de Internet, la increíble proliferación en la utilización de las nuevas tecnologías. Proporciona datos, estadísticas e información que ayudan a tener una idea más clara de los peligros que la red representa, al tiempo que muestra la forma en que se pueden disminuir dichos riesgos. Por otra parte, incide en los beneficios y aspectos positivos de la utilización de Internet y alienta a los padres, madres, profesores y profesoras, así como como personas que fungen como educadoras con respecto a las personitas que enseña. Se formulan una serie de pautas que permiten saber de qué forma proteger a los niñas y niñas, alentándolos a utilizar Internet adecuadamente y sacarle el mayor provecho posible.

Queda claro que es una situación más en la que el doctor Xud Zubieta presenta claramente un tema de actualidad de forma que pregunta y responde una serie de cuestiones de gran utilidad en el ámbito educativo, familiar y virtual.

Créditos de la imagen; María Ciocnadi y Emedièfeme

Mitos sexuales y discapacidad

            Coexistimos con multitud de mitos acerca de todos los aspectos de nuestra vida ‒salud, alimentación, trabajo, género, economía…‒, muchos de los cuales condicionan enormemente y de forma negativa nuestro modo de pensar y actuar. A veces sin que seamos realmente conscientes de ello.

            La sexualidad no iba a ser menos al constituir uno de los temas con más cantidad de mitos y tabúes. De hecho, muchos de los problemas que se ven en terapia sexual y de pareja tienen algún que otro mito presente. Generalmente, el mito en cuestión origina y mantiene una conducta disfuncional que alimenta dicho problema, siendo entonces necesaria la reestructuración cognitiva de estas creencias.

            Sin embargo, si ahondamos todavía más en los mitos sobre la sexualidad, descubriremos que ‒por desgracia‒ donde más arraigados están es en diversas situaciones relacionas con la discapacidad física o psíquica.

Veamos algunos de los más habituales:

            1. “A las personas discapacitadas no les interesa el sexo, son asexuadas”; FALSO. El cuerpo de una persona con discapacidad física ‒por ejemplo, personas con miembros amputados‒, personas con discapacidad intelectual ‒como pueden ser algunos casos asociados al Trastorno del Espectro Autista o TEA‒ responde a la necesidad sexual igual que lo hace el de una persona neurotípica. Esto se debe a una condición de vida inherente al ser humano. Al igual que las personas neurotípicas, estas personas también tienen intereses, deseos, necesidades de vínculos afectivo-sexuales y de sentirse atractivos y deseados por otras personas.

            2. “No se puede realizar educación sexual con la mayoría de personas con discapacidad física o psíquica”: FALSO. Es, de hecho, más necesaria todavía una educación sexual adecuada para personas con discapacidad ‒sobre todo en casos de discapacidad intelectual y algunos asociados al TEA), ya que, a pesar de sus posibles limitaciones, pueden asimilarla y aplicarla perfectamente a su vida cotidiana. Es así que pueden tener una experiencia sexual de calidad. El error más común está en reducir la educación sexual a la prevención de Enfermedades de Transmisión Sexual o ETS y de embarazos no planificados, olvidando con frecuencia a las personas no normo-típicas.

            3. “Las personas con discapacidad no son atractivas y, por lo tanto, no pueden proporcionar placer”: FALSO. Que muchas personas con discapacidad no encajen en los cánones de belleza que nuestra sociedad impone constantemente, no quiere decir que no puedan resultar atractivas para nadie. Este proceso no depende solamente del aspecto físico. Ni tampoco así la capacidad de dar y recibir placer. Este tipo de mito está más extendido en personas con rasgos físicos concretos como, por ejemplo, el síndrome de Down, en personas con prótesis en alguno o varios de sus miembros, individuos con labio leporino, síndrome de Prader-Willi…

            4. “Las personas con discapacidad no son capaces de controlar su sexualidad y representan un peligro para el resto”: FALSO. Evidentemente, al ser seres sexuados como cualquier persona, sienten sus impulsos sexuales de igual manera. Si no se les ayuda a conocerlos, comprenderlos y controlarlos, no pueden saber distinguir entre expresiones de afecto y prácticas sexuales, ni tampoco cuáles se pueden dar en público y cuáles deben ocurrir en privado. Esto es especialmente importante en personas con discapacidad intelectual.

            Por supuesto, en nuestra cultura existen muchas más mitos y creencias erróneas acerca de la sexualidad. Todas ellas crean con frecuencia una barrera demasiado grande para ser ignorada por los profesionales que pueden ayudar a reducirla, como son psicólogos, sexólogos, maestros de educación especial, sanitarios… Esta labor es muy importante ya que, como seres humanos, todos necesitamos y tenemos derecho a sentir y disfrutar sin trabas nuestra sexualidad.

Autora: Alba Muñoz Fernández (Psicóloga y Sexóloga)

Créditos de la imagen; María Ciocnadi y Emedièfeme

8 series recomendables sobre sexo

Se podría decir que, actualmente, las teleseries son las reinas del entretenimiento. La amplísima variedad que presentan y su formato episódico y dinámico les otorgan un carácter absolutamente adictivo. Por estas razones resultan un medio idóneo para transmitir ideas y educar. En este artículo presentamos una modesta selección de series que nos pueden aportar conocimientos sobre algunos aspectos del infinito universo de la sexualidad, a la vez que nos divierten y entretienen. El esfuerzo está puesto en evitar hacer “spoilers”.

Big Mouth (Netflix)

Big Mouth es una serie animada que sigue a varios personajes adolescentes en su viaje a través de la pubertad. Los protagonistas tienen asignados unos monstruos llamados “monstruos de las hormonas” que les sugieren acciones acordes a los impulsos de los adolescentes.

El concepto de la serie es especialmente entretenido y los detalles sobre el proceso de la pubertad, aunque exagerados, están bien realizados. La serie además cuenta con algunos capítulos de educación sexual explícita, y aprovecha cualquier oportunidad para tratar de enseñarnos, o recordarnos, algo sobre lo que pudo representar en nuestra vida la vorágine de la “revolución hormonal”, que representa la pubertad.

Sex Education (Netflix)

Sex Education muestra los periplos de Otis, un adolescente inseguro sobre el sexo y sus padres, una pareja de sexólogos divorciados. Otis, quien vive con su madre, empedernida de la sexología, comienza una serie de aventuras tras accidentalmente darle consejo sexual al bully del colegio. Tras un resultado sorprendentemente positivo decide montar un consultorio muy “ad hoc” para sus compañeros de instituto.

Resulta importante añadir esta serie a la lista puesto que trata el tema de la educación sexual de un modo muy directo. En ella podemos observar el trabajo de la sexología, además de cómo los adolescentes se enfrentan al sexo y a las dudas y disyuntivas que éste les genera. No cabe duda que entre los guionistas hay expertos en sexología.

It’s a Sin (HBO)

Esta serie sigue las vidas de 3 chicos gays en Londres durante la epidemia de sida de la década de los 80. La serie hace saltos temporales que nos permiten observar una variedad de aspectos sobre esta epidemia desde distintos puntos de vista en la historia. Desde su aparición en Estados Unidos a finales de los 70, hasta las manifestaciones por un trato justo de los gays, las medidas de Margaret Thatcher, los grupos de apoyo para enfermos, el desconocimiento absoluto del público sobre la enfermedad… por mencionar algunos ejemplos.

Es una serie fundamental, tanto desde el punto de vista histórico como del sexual.

Euphoria (HBO)

Euphoria sigue la historia de Rue, una chica adicta a las drogas, y su relación con Jules, una chica trans que acaba de mudarse al pueblo de Rue.

La serie contiene varios aspectos de interés sobre la sexualidad, como pueden ser las relaciones tóxicas o abusivas, la adicción al sexo o el uso excesivo de las apps de contactos, la prostitución online, entre otros. No obstante, lo que puede resultar de sumo interés es el personaje trans, que además de darle visibilidad al colectivo, está escrito de una manera sobria y real, que nos permite observar con un poco más de detenimiento a un colectivo tan desconocido, que genera tantas dudas y, ciertamente, muy poco entendido por el público general.

Special (Netflix)

Special trata de un chico gay con parálisis cerebral que finalmente decide mudarse de la casa de su madre para trabajar y comenzar a vivir su sexualidad libremente. Cabe mencionar que hasta entonces no se siente capaz de hacerlo.

La serie, además de ser bella, sensible, empática y divertida, da visibilidad a un ámbito del que se suele hablar poco: cómo las personas con diversidad funcional viven su sexualidad. Qué importante que se traten estos temas y se encuentren al alcance del público en general.

I May Destroy You (HBO)

Esta serie sigue a una escritora que, mientras trata de superar su bloqueo en la escritura de su segundo libro, sale de fiesta con amigos y sufre una violación de la que recuerda muy pocos detalles.

La serie trata de una manera fresca y real un conjunto muy amplio de aspectos de la sexualidad actual. Además nos permite observar algunas de las consecuencias que tiene este tipo de evento traumático en una persona.

You, Me, Her (Netflix)

Esta serie sigue la historia de un matrimonio joven que, tras un estancamiento en el área sexual, decide introducir a una escort ‒o chica de compañía‒ de la que progresivamente se enamoran hasta que deciden decantarse por una relación poliamorosa.

Las relaciones poliamorosas son un tema de gran interés actualmente y del que se suele saber muy poco. Esta serie nos permite observar una relación de este tipo y de los sentimientos o dudas que pueda generar.

Bonding (Netflix)

Bonding sigue a una estudiante de psicología que trabaja de dominatrix para pagarse los estudios. Asimismo, trata de su mejor amigo del instituto, con el que reconecta tras muchos años y al que decide ofrecerle ser su asistente.

Esta serie amplia su perspectiva para incluir y permitirnos observar algunos conceptos sobre BDSM; como por ejemplo puede ser el sadomasoquismo, pero con un toque humorístico, relajado y desenfadado.

Cabe mencionar, aunque no sea una serie, el programa Slutever (Vice), que explora una amplia cantidad de aspectos sobre sexo y género.

Autor: Jorge Valero Sarmiento (Psicólogo)

¿Todo vale en el amor?

¿Qué es el amor? Definir este concepto no es para nada tarea fácil. Según la Real Academia Española, es “un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”, así como la “tendencia a la unión sexual”, entre otras. Algo que tenemos claro es que el amor evoluciona como parte de la cultura en la que se enmarca, por lo que también es un producto social y cultural. En nuestra cultura occidental, el amor es, principalmente, el que nos legaron los románticos.

Quién no ha escuchado alguna vez “el amor todo lo puede”, “es mi media naranja”; “si no es celoso o celosa no me quiere”, “quien bien nos quiere nos hará sufrir” o que “quienes se pelean se desean”. Hemos socializado en un modelo romántico del sufrimiento, hasta el punto de verlo como el prototipo y el ideal de amor, donde los mitos románticos se presentan como verdaderas pruebas de amor. Un ideal cada vez más cuestionado, pero que aún conserva vigencia.

Este proceso de socialización no se lleva a cabo de manera similar entre hombres y mujeres, creando una desigualdad de roles. De esta forma, fomenta el establecimiento de la identidad femenina en torno a una serie de roles femeninos ‒ser madre, esposa, cuidadora‒ y actitudes sumisas ‒dependencia o pasividad‒, y las coloca en una situación de inferioridad y vulnerabilidad. Por el contrario, el comportamiento masculino se relaciona con el poder, la razón, la independencia o la autoridad.

Este concepto de “amor” se puede clasificar como un modelo de sexismo benevolente, actitudes estereotipadas hacia la mujer expresadas en un tono positivo. Esto lleva la intención de hacerles sentir que necesitan de la protección del hombre y promueven el estatus subordinado de la mujer, en el cual el hombre les brinda protección, idealización, recompensa emocional…

Y es que este amor no lo encontramos únicamente en la época del romanticismo, donde la galantería del hombre seductor conseguía conquistar a la dama mediante su amor pasional. Actualmente, el amor romántico está campando a sus anchas, lo vemos en libros, series, películas, canciones, programas televisivos y canales de Internet y Youtube. En numerosas ocasiones se muestran modelos amorosos que suponen un obstáculo a la hora de construir relaciones de una manera sana, ya que reproducen el ideal de amor romántico, recubierto de fantasía para adaptarlo a la época actual. Por lo tanto, el público sigue interiorizando y socializándose en este ideal de amor.

El problema viene cuando estos mitos justifican e incluso promueven, en ciertos contextos, la violencia de género. Y es que esta aceptación de la violencia en la relación de pareja se debe en parte a su concepción sobre el amor. Este concepto de amor romántico supone la entrega total del uno al otro, por lo que la relación de dependencia entre una pareja, así como el perdón y la justificación del comportamiento amoroso, sea el que sea, se convierten en parte fundamental. Además, puede propiciar en cierta medida que una relación perdure pese a que haya violencia de género. Se justifica inicialmente con estrategias de control, especialmente del móvil, amistades y aficiones, pero lejos de ser analizadas como lo que son, se esconden bajo la premisa de “amor”, sin despertar sospechas. Éste es el peligro real, la violencia de género se camufla en sus primeras manifestaciones, por lo que no es fácil de detectar.

En conclusión, el amor romántico, aunque no muestra violencia explícita hacia la mujer, transmite hacia ella unos roles femeninos de entrega, dependencia y sumisión, y como consecuencia, una serie de implicaciones que hacen vulnerables a las mujeres a la violencia de género. Por tanto, es de gran importancia ser conscientes de este tipo de patrón de relaciones y deconstruir los mitos románticos con el fin de cambiar los modelos de relación de futuras generaciones, ya que la reproducción de los estereotipos y roles de género tiene un gran impacto en la construcción de la identidad de las personas.

Como alternativa al amor romántico, proponemos un amor libre, maduro y compañero, permaneciendo en un vínculo desde la elección y desde la posición de igualdad.  Para alcanzar ese tipo de vínculo, hay que entender al otro como ser humano, alejarlo de la idealización.  Un compromiso en el cual se compartan aquellos aspectos que se acuerden compartir, sabiendo que también se tiene derecho a no querer tener pareja o tenerla en formas diversas. También hay que saber que el otro puede fallar, que podemos cambiar y que la relación que mantenemos no tiene por qué ser para toda la vida. Porque deconstruir el amor romántico no implica destruir el amor y los vínculos, sino saber que, ante todo, está la igualdad y el respeto mutuo. Y es que, en el fondo, todos queremos ser amados.

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Referencias

Garaigordobil Landazabal, M., & Aliri Lazcano, J. (2011). Sexismo hostil y benevolente: relaciones con el autoconcepto, el racismo y la sensibilidad intercultural.

García, C. C., & Gimeno, M. C. M. (2017). Creencias del amor romántico y violencia de género. International Journal of Developmental and Educational Psychology2(1), 47-56.

Merino Verdugo, M. E. (2016). Sexismo, amor romántico y violencia de género en la adolescencia.

Rodríguez, E. R., & Iñesta, A. I. C. (2020). Amor romántico y violencia de género. Trabajo social hoy, (89), 65-81.

¡Aquí te pillo, aquí te mato!

Pocos placeres hay en esta vida tan grandes como el practicar sexo, especialmente cuando lo hacemos de forma tranquila, relajada, es decir, sin prisas ‒explayándonos en todas esas caricias, posturas y demás prácticas que nos apetezca realizar‒. Aunque lo cierto es que no siempre podemos dedicarnos a ello tanto como nos gustaría en un momento determinado, o incluso puede que no encontremos la ocasión…

            El ritmo de vida tan frenético que llevamos hoy en día influye en nuestra vida sexual. Es lamentable que el tiempo que tenemos para dedicarle a este aspecto tan importante de nuestras vidas fluctúa en función de nuestro ritmo de vida, cosa que no ocurre sólo con el sexo sino también con otras actividades ‒por ejemplo, comer, hacer deporte, dormir…‒.

            Parece que lo ideal es encontrar un momento en el que poder disfrutar de una sesión de sexo sin estar pendientes del reloj. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando no es así? ¿Podemos permitirnos dejarnos llevar por el deseo en un momento dado en el que no lo hubiéramos planificado? En un momento en que ni siquiera nos ha pasado por la cabeza, e incluso cuando sólo disponemos de unos pocos minutos… ¿Se puede disfrutar igual?

            La respuesta a ambas cuestiones es “sí”. Podemos tener una sesión de sexo prolongada que incluya todo lo que queramos ‒un masaje inicial, besos sugerentes, caricias y demás preliminares que nos lleven finalmente al orgasmo, con o sin coito‒, incluida una buena siesta post-sexo. O, por otro lado, esa misma sesión de sexo puede ser tan sólo de unos minutos y en la que vayamos al grano ‒sin apenas o ningún preliminar‒. Es decir, buscando directamente el orgasmo. Y esto último puede darse bien por falta de tiempo, o bien por una excitación tan repentina e intensa que nos induce a la imperiosa necesidad de obtener placer. Esto se conoce como “quiqui”, “un aquí te pillo, aquí te mato”, o “un rapidito”.

            Sin embargo, esto tiene un matiz importante: no es saludable a largo plazo reducir nuestra actividad sexual a un único tipo de práctica. Esto puede resultar limitante e incluso monótono, y generar aspectos que acaban dañando nuestro placer y ‒posiblemente‒ la relación de pareja. Lo ideal y recomendable es alternar la fugacidad de esos encuentros espontáneos y breves, con otros de mayor duración y variedad. Y, sobre todo, disfrutarlo mucho.

¿Son variadas tus prácticas sexuales o te decantas más por uno de estos dos tipos? ¿Crees que el tiempo es enemigo del sexo? ¿Cómo es para ti una sesión ideal de sexo?

Autora: Alba Muñoz Fernández (Psicóloga y sexóloga)

Asertividad Sexual

Seguramente has oído hablar sobre la importancia de tener una buena comunicación en tus relaciones y de expresarte de forma asertiva. No obstante, ¿y en el sexo?, ¿alguna vez te has sentido incómodo diciéndole a tu pareja lo que quieres o no quieres en la cama? ¿Te ha dado miedo o vergüenza decir “no”? ¿Alguna vez has fingido placer cuando en realidad no lo estabas sintiendo? En caso de haber contestado “sí” a alguna de estas preguntas, posiblemente no estés siendo una persona sexualmente asertiva.

Primero que nada, debemos dejar claro qué significa “ser asertivo” o “la asertividad”. Como estrategia y estilo de comunicación, la asertividad se diferencia y se sitúa en un punto intermedio entre otras dos conductas polares: la agresividad y la pasividad (o no asertividad). La asertividad es una conducta de las personas, un comportamiento. Suele definirse como un “comportamiento comunicacional maduro en el cual la persona manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos. Esto es, en lugar de agredir, manipular o someterse a la voluntad de otras personas”. Se trata de un punto de equilibrio entre uno y la otra u otras personas.

¿Cómo es una persona sexualmente asertiva?

Al centrarnos en el ámbito sexológico, encontramos la asertividad sexual, que consiste en saber mostrar comportamientos asertivos en un contexto erótico o sexual. Una persona sexualmente asertiva es capaz de expresar sus deseos, pensamientos, gustos y fantasías sexuales a su pareja, con confianza, libertad y corrección.  No significa dar rienda suelta a la sinceridad, sin que nos importe caer en una conducta dominante o agresiva. Es comunicar lo que siente de manera equilibrada, dejando fuera adjetivos que descalifiquen a la otra persona y buscando consensuar.

Saber decir no también forma parte de la asertividad sexual y las habilidades sociales. Muchas personas terminan llevando a cabo prácticas sexuales que no desean, especialmente las más jóvenes, ya sea porque les sabe mal, por vergüenza o porque no saben cómo decir «no». Normalmente, uno insiste demasiado y el otro finalmente sucumbe, situación que puede ocurrir tanto teniendo pareja estable, como no teniéndola. Algunas personas creen erróneamente que por el hecho de tener pareja, pueden practicar sexo cuando quieran, independientemente de que la otra pareja no quiera. Obviamente, eso no es asertividad sexual sino abuso.

Es común caer en el error de pensar que nuestra pareja sexual debe saber ‒o tener una intuición‒ sobre qué repertorio debe ejecutar para crear intimidad y actividad sexual satisfactoria. La realidad es que nadie puede leer o adivinar nuestros pensamientos. Por supuesto, en algunas situaciones o experiencias todo fluye y la comunicación es casi «perfecta», pero no ocurre en la mayoría de casos.

¿A qué se debe que las personas no seamos capaces de expresar una opinión contraria o de pedir de forma clara lo que nos apetece sexualmente? La falta de asertividad puede deberse a varias razones, empezando por una falta de suficiente autoconocimiento y autoengaño. Deseamos ampliar nuestro engaño para que otras personas nos vean como nos vemos, Otras de las principales razones son la educación y los valores culturales recibidos.

Culturalmente, creemos que los hombres son los que han de desempeñar un papel más dominante en el sexo y expresar más abiertamente sus deseos de cualquier tipo. Por otro lado, durante muchos años, las mujeres han vivido una vida sexual más represiva, con un rol más pasivo. A lo largo de la historia, se ha condicionado a la mujer para complacer al varón, para ser incapaz de sentir el mismo deseo sexual, su orgasmo es opcional y debe esperar a ser seducida. En pleno siglo XXI estas costumbres aún se conservan en bastantes ámbitos y llevan a muchas mujeres a perder la confianza sexual principalmente por condicionamiento: vergüenza o pudor.

Es de suma importancia trabajar en esta asertividad, ya que puede conducir a que las mujeres recuperen el control de su propio comportamiento sexual, a que sea consciente de su derecho a asumir un rol activo en el sexo. Del mismo modo, también permite que los hombres se deshagan del estereotipo masculino que les “obliga” a llevar la voz cantante y a tener siempre un alto apetito sexual.

Si nos encontramos ante una falta de educación sexual, es probable que la persona no cuente con todos los recursos disponibles para decidir sobre temas tan importantes como métodos de protección ante enfermedades de transmisión sexual, prevención de embarazos no deseados.

En definitiva, sabemos que la asertividad sexual funciona como un factor de protección, especialmente ante experiencias de abuso sexual y ante conductas sexuales de riesgo. Pero, además de las cuestiones relacionadas con la salud sexual, la asertividad también fomenta los contactos eróticos positivos. Tiene que ver con nuestro derecho a tomar decisiones y a ejercer control sobre nuestro propio cuerpo y nuestro placer.

La finalidad del sexo no es otro que sentir placer, disfrutar, y por ello no hay que dudar en decir “no” ni en pedir aquello que sí nos gusta. De esta manera, cuando existe una comunicación asertiva, los dos miembros de la relación son capaces de expresarse con total libertad, tomando conciencia de las necesidades del otro sin olvidar las suyas propias.

Autora: Psicóloga Celeste Martínez Gavidia

Referencias

Castanyer, O. (2019). (5ª Ed.) Aplicaciones de la asertividad. Editorial Desclée De Brouwer, Bilbao.

Gaeta, L. y Galvanovskis, A. (2009). Asertividad: un análisis teórico-empírico. Enseñanza e investigación en psicología, 14(2): 403-425.

Santos-Iglesias, P., & Sierra, J. C. (2010). El papel de la asertividad sexual en la sexualidad humana: una revisión sistemática. International Journal of Clinical and Health Psychology, 10(3), 553-577.

Santos-Iglesias, P. (2012). Asertividad sexual: análisis de variables relacionadas e implicaciones clínicas. Tesis doctoral. Universidad de Granada, Granada.

Una pastilla contra el sida

Estamos en 2021 y a pesar de encontrarnos en la cumbre del desarrollo tecnológico y científico, así como de tener a nuestra disposición una masiva cantidad de información sobre enfermedades de transmisión sexual, éstas no han parado de contagiarse. En ningún punto de la historia habíamos tenido simultáneamente tantas maneras de prevenir estas enfermedades ni tanta información sobre ellas. No obstante, los contagios continúan, ¿qué es lo que ocurre? Puede que sea un exceso de confianza debido a la falta de visibilidad y nos creamos inmunes en el terreno sexual. Después de todo, grandes epidemias como la del sida en los años 80 no han vuelto a producirse‒. O quizá pensemos que es parte del pasado, pero la realidad es que las enfermedades de transmisión sexual siguen presentes y suponen un peligro real para la salud. Entre estas enfermedades, con diferencia la más grave, y la ‒cada vez menos visible‒ es ser portador del VIH.

Para quienes no lo sepan, ser portador del virus de la inmunodeficiencia humana o VIH conlleva que, tras un periodo de entre 5 y 10 años, el desarrollo del “síndrome de inmunodeficiencia humana” o “sida”. El sida básicamente destruye el sistema inmune de quien lo padece dejándole totalmente expuesto a cualquier enfermedad. Asimismo, al no poder enfrentarse a las enfermedades, cuando éstas se producen las consecuencias son mortales. Por ofrecer un ejemplo: Imagina que un día pillas un resfriado y que no se te cura porque tu cuerpo no puede protegerse de él. Potencialmente, se convierte en una enfermedad terrible. Las buenas noticias, y tras una enorme inversión en tiempo dinero y esfuerzo, por suerte hoy en día es una condición que se puede tratar y se puede llegar a tener una vida larga con la enfermedad y pocas complicaciones. Sin embargo, eso no significa que debamos dejar de temerla pues cada año sigue muriendo un elevado número de personas por complicaciones asociadas al sida.

Por contar con un contexto, alrededor de 38 millones de personas vivían con sida en 2019 en todo el mundo. Aquí en España, en la Comunidad de Madrid, se produjeron 371 contagios documentados en 2018 y, de éstos, un 68.7% se produjeron a través de relaciones homosexuales entre hombres. La infección por VIH únicamente ocurre a través de los siguientes fluidos de las personas infectadas: sangre, semen, flujo vaginal, líquido preseminal y leche de lactancia. En comparación con otras formas de sexo, es más probable que el contagio se produzca durante el sexo anal sin protección porque durante éste se pueden producir, con cierta facilidad, heridas diminutas en el tejido rectal.

Actualmente todos somos conscientes de la importancia de la comunicación con las parejas sexuales del uso del condón y, en general, de la práctica sexual responsable. Eso no significa que seamos infalibles o que no existan situaciones que escapen a nuestro control. Afortunadamente, desde hace unos años, hay nuevas opciones: la PEP o profilaxis posexposición, así como la PrEP o profilaxis preexposición. Ambas son pastillas que se usan en el tratamiento del VIH, y que mediante su administración pueden prevenir el contagio, aunque la persona haya estado expuesta al virus. La PrEP se usa de forma constante y sirve para personas que mantienen sexo de riesgo con frecuencia ‒como trabajadores sexuales o personas que usan drogas intravenosas‒. La PEP se toma durante las primeras 72 horas después de haber tenido relaciones de riesgo ‒como una pastilla del día después‒. El acceso a la PEP está regulado por los hospitales y, por lo tanto, se debe acudir a urgencias para solicitarla, aunque también es posible acudir a planificación familiar para pedir más información. No es una medida 100% efectiva, no obstante, es una de las mejores armas con las que contamos en la actualidad (2021) para combatir contagios tras una exposición sin protección.

Autor: Jorge Valero Sarmiento (Psicólogo)

Referencias:

https://es.wikipedia.org/wiki/Virus_de_la_inmunodeficiencia_humana#Historiahttps://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/hiv-aids

¿Con qué frecuencia tienes sexo?

A menudo se tiene la idea errónea de que más actividad sexual en la pareja equivale a una mejor relación. Saber si el número de relaciones sexuales que tenemos está dentro de lo normal es algo que un enorme número de personas nos pregunta. Muchas son las parejas que debaten acerca de cuál es la frecuencia “normal” con la que deben mantener relaciones sexuales.

No obstante, no existe una respuesta ni una cifra correcta para esta pregunta, ya que la frecuencia depende de un enorme número de variables o factores. Además, cuando una pareja se mantiene unida en el tiempo, generalmente pasa por un sinfín de etapas y periodos, distintos unos de otros. Sin olvidar que, si cada persona es un mundo, cada pareja es un universo.

En este sentido, en terapia sexológica, resulta obvio que lo más importante es centrarse en la calidad del sexo, del significado que se le otorga, así como la conexión con la otra persona y lo que es mejor para la pareja en su conjunto. En 2017, la revista académica Archives of Sexual Behavior realizó un estudio sobre el comportamiento sexual de la población estadounidense mayores de 18 años.

Para empezar, hay que dejar claro que como parte de un cuestionario presentado a sus usuarios por el Servicio Sanitario, se incluía una pregunta sobre la frecuencia en las relaciones sexuales. La respuesta a esta pregunta reveló que un adulto estadounidense normal y corriente dijeron tener relaciones sexuales un promedio de una vez a la semana o, más concretamente, 54 veces al año.

Si bien es cierto que este es el promedio, ello no significa que exista una regla implícita que nos impone tener que ceñirnos a esta frecuencia. Toda persona debe poder establecer libremente la frecuencia idónea en su actividad sexual. Otra cosa es que se den las condiciones para que ocurra y la opción de la autoestimulación siempre está ahí. Cuando se tiene una relación de pareja o cualquier tipo de compromiso sentimental o sexual es mucho más probable hacer que las condiciones estén presentes. Entonces, esta frecuencia varía mucho en función del momento de la relación en el que se encuentra una pareja. Aquí, la edad y el tiempo se convierten en variables importantes.

“Para gustos, colores”. Depende de cada pareja y sólo puede ser de esa manera, ya que, para lo que a algunos puede parecerles “muy poco”, mientras que a otros puede resultarles “demasiado”.

Llegados a este punto, creo que queda claro que no se puede decir que exista algo que sea “normal”. Más bien, se trata de enfocarlo buscando que sea adecuado para las personas en cuestión.

Hay que tener en cuenta que la frecuencia también puede verse influenciada por otros factores circunstanciales, por la salud física y emocional… Influyen diversos hábitos, como puede ser el hecho de estar tomando medicación, dependiendo el tipo, así como la ingesta de drogas o sustancias, el desequilibrio hormonal… En un plano emocional pueden influir las pérdidas que se hayan vivido y el punto en el que las personas se puedan encontrar en la elaboración de sus duelos por dichas pérdidas. Igualmente, puede influir la carga de trabajo ‒especialmente si es excesiva‒ y el estrés, los antecedentes traumáticos o los abusos previos, la disminución de la atracción física y la correspondiente falta de intimidad, así como los secretos y la falta de confianza que tienen que ver con las relaciones sexuales, ya que afectan la sensación de intimidad. Resulta de vital importancia identificar estos factores y, si es necesario, intervenir en ellos para lograr que las relaciones sexuales resulten satisfactorias para todas las partes.

En definitiva, es sumamente habitual el tener dudas y el sentir inseguridad creyendo que practicamos poco sexo. No obstante, es importante tener en cuenta que cada persona y cada relación es única. Por lo tanto, cada caso va a tener necesidades diferentes, que van a requerir de distintas soluciones, en el plano sexual también. Siempre que su exceso o falta de sexo no sea ilegal, afecte tu autoestima, perturbe tu relación o tenga consecuencias negativas en tu vida, ¿es necesario preocuparse?

Y tú, ¿alguna vez te has preocupado por la cantidad de relaciones sexuales que tienes? ¿Alguna vez te has sentido juzgado o juzgada por los demás? ¡Cuéntanos tu experiencia al respecto!

Autora: Psicóloga Celeste Martínez Gavidia

Fuentes:

Twenge, J.M., Sherman, R.A. & Wells, B.E. (2017). Declines in Sexual Frequency among American Adults, 1989–2014. Archivrs of Sex Behavior 46, 2389–2401 (2017). https://doi.org/10.1007/s10508-017-0953-1

Weiss, R. (s.f.). How Much Sex Is Healthy? Huffpost.

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Y si hablamos de masturbación

Es martes y María llega a casa a las 18h. Deja la compra encima del banco de la cocina, se quita el abrigo y lo deja sobre la silla. Entonces se da cuenta de que tiene ganas de ir al al baño. Al entrar a casa va muy despistada y no se percata de que la habitación de Carlos ‒su hijo de 15 años‒ está abierta y con la luz encendida. Es un suceso poco corriente, ya que Carlos es un gran jugador de los videojuegos y se pasa horas encerrado en el cuarto, al grado de que puede que no notes ni su presencia. Al acercarse al baño, María nota que la puerta está cerrada y, sin pensar, abre de golpe y encuentra a Carlos sentado en la taza del váter, con el móvil en la mano izquierda y el pene erecto en la derecha. María se queda mirándolo con cara de susto, mientras Carlos le gritaba que se largase del cuarto de baño.

María está preocupada, ya que piensa que masturbarse es algo malo en vez de apreciar que su hijo, como adolescente, empieza a descubrir su cuerpo y su sexualidad.

La masturbación es el acto de darse placer a uno mismo. Sin embargo, el concepto de placer es el que puede darnos problemas. El placer no es nada más y nada menos que la sensación de satisfacción y gozo por hacer algo que nos gusta. Es tan simple como asumir que tenemos experiencias placenteras siempre que nos guste lo que estamos haciendo. Así, la masturbación implica satisfacción, disfrute y deseo hacia uno mismo. Por lo tanto, no solo el masturbarse nos dará placer a nivel genital, pero también es una forma de explorar el cuerpo entero y las sensaciones que éste puede darnos.

De hecho, uno de los grandes inconvenientes de cómo se concibe aún la masturbación, sobre todo en el caso de los chicos, es el tiempo que utilizan para darse placer. Lo común es querer tener una excitación rápida, para así tener un orgasmo veloz y evitar que nos “pillen con las manos en la masa”. La adolescencia es el periodo donde, si no aportamos intimidad a los adolescentes, creamos hábitos que fomentan la rapidez. Creamos un tabú en torno a la masturbación, ya que se entiende que debe hacerse siempre a escondidas y sin que nadie lo sepa. Muchas veces la negación de la masturbación ‒o la creencia negativista de las religiones‒ es un buen ejemplo de aspectos que van a influir en esa futura sexualidad. Con velocidad se convierte en el caldo de cultivo de la eyaculación precoz.

Según Sanz, F. & Sau, V. (1997), en el caso de las mujeres, durante su proceso evolutivo socialmente se les reprime el encuentro con sus genitales. Si se refuerza ese “no-contacto” con valoraciones positivas de su rol de mujer: la feminidad entendida como “no-deseo sexual y el desarrollo de otras áreas más espirituales de la personalidad”. No obstante, a medida que se desarrolla un mapa erótico se producen interconexiones corporales que permiten sentir los genitales a través de la estimulación de cualquier parte del cuerpo, y sobre todo cuando existe deseo erótico. El desconocimiento vaginal está en el mundo de las niñas y cuesta trabajo encontrar una terminología para denominarla en palabras populares. Además, las mujeres han relacionado inconscientemente la genitalidad con la relación de poder del varón. Se han recibido mensajes de otras mujeres e incluso de hombres ‒personas que parecían entender sobre la materia‒, tales como: “que no se aprovechen de ti”, “todos los hombres quieren lo mismo”, “cuando sacan lo que quieren te dejan”, “los hombres buscan a chicas alegres para divertirse y a serias para mantener una relación estable”, “¡Hazte valer!” … Es decir, estos mensajes les transmiten a las niñas que, si se permiten a sí mismas tener relaciones sexuales o masturbarse, las tacharan de mujeres fáciles, las van a despreciar e incluso las van a abandonar afectivamente. Así, el mensaje de si se tiene la “vagina abierta” o “cerrada” adquiere también simbolismo de poder como contrapartida al poder del varón.

A diferencia de los hombres, que precisan de un tiempo de recuperación para poder volver a tener una erección fuerte, las mujeres somos multiorgásmicas. Es decir, que con práctica y autoconocimiento del propio cuerpo, podemos llegar a darnos tanto placer sexual como queramos. Cuanto más te explores, cuanto más experimentada seas, cuanto más te conozcas, cuanto más placer sepas darte a ti misma, conseguirás tener una satisfacción mucho mayor en las relaciones sexuales… Tendrás unos niveles de estrés menores, ayuda con los dolores menstruales,  así como a mantener una buena salud.

De hecho, en las mujeres se recomienda tener cuantos más orgasmos al día mejor, pues las mujeres a diferencia de los hombres, funcionamos de diferente forma. A más vida sexual tengamos las mujeres, mayores deseos aparecerán también, luego entonces es beneficioso para el deseo sexual.

Para aquellas mujeres que quieran empezar a disfrutar de la sexualidad en su vida, dejamos a continuación un ejercicio muy útil que nos sirve como inicio del autoconocimiento sexual:

  • En primer lugar, desnúdate, coge un espejo y colócalo entre tus piernas. Puedes colocarlo en el suelo y colocarte encima de él de cuclillas o acomodarte en una silla o cama para verlo más de cerca y aprender cuáles y cómo son tus genitales.

Dejamos por aquí una imagen que ayuda a encontrar cada parte de tus genitales. Recuerda, cada persona tiene sus genitales, los cuales son únicos y diferentes al del resto, pero todos tenemos los mismos órganos sexuales.

Y tú, ¿te masturbas? ¿Te das tiempo para darte placer? ¿Conoces tus deseos y necesidades sexuales? ¿Te permites darte tiempo para conocerte?

Autora: Lucía Muñoz Soler (Psicóloga y sexóloga)

Referencias:

Sanz, F., & Sau, V. (1997). Psicoerotismo femenino y masculino: Para unas relaciones placenteras, autónomas y justas. Kairós.

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El secreto está en la elección de pareja

Si hay una cosa que he aprendido y tengo clara como terapeuta de parejas es que el secreto está en la elección de quien va a ser tu pareja. En ocasiones, me entristece ver que muchas personas están más preocupadas por conseguir pareja, que por asegurarse de que la elección sea sensata y adecuada. Primero se percatan de que desean tener una pareja y luego intentan conseguir que alguien ocupe ese lugar, dando más importancia al hecho de tener pareja que a quién será ésta.

Vivimos en una cultura que idealiza el hecho de tener pareja y se crea la idea de que sin pareja no se puede ser feliz, alcanzar la plenitud y envejecer plácidamente. Esto crea una serie de presiones que hacen que el autoengaño ‒tan propio y común del ser humano‒ se centre en mantener nuestra relación de pareja.

La terapia de pareja puede ser sumamente útil y eficaz para conseguir una relación sana y equilibrada. También es cierto que a veces es muy sorprendente ver que determinadas personas terminan juntas y, debido a que, ya de entrada, la elección de pareja no ha sido adecuada, sufren desavenencias continuas.

Es así que el tema de la elección de pareja es fundamental en las posibilidades de éxito que se va a tener. Me gustaría ofrecer una parte importante de mi experiencia en este aspecto y compartir algunas ideas que pueden resultar de interés general.

¿Cómo ha de ser nuestra pareja? Creo que una de las primeras cuestiones tiene que ver con la compatibilidad y el estilo de la relación. Si desde el principio notas que tienes muy pocas cosas en común con la otra persona, o que el estilo pretendido para la relación es muy distinto, está claro que empiezas con mal pie.

En mi experiencia, es crucial para el devenir de la pareja que los miembros en la relación tengan principios y valores en común. Por dar un ejemplo, una persona que da mucha importancia a la verdad y a la honestidad lo pasará mal con otra persona que tienda mucho al engaño y la mentira. En el fondo, estos dos son lo mismo. La información nos da la oportunidad de decidir y alguien que la oculta, aunque sea parcialmente, intenta manipular.

Es así que, a partir de estos valores, ha de realizarse la elección. Una persona que se preocupe por este artículo es probable que sea alguien que se interesa por hacer las cosas bien. Es así que, si somos personas preocupadas por conocernos mejor, crecer y desarrollarnos, es probable que necesitemos como pareja a alguien que esté dispuesta a seguir creciendo. ¡Cuántas veces me he encontrado con este problema! Generalmente, son parejas que iniciaron su relación siendo muy jóvenes. Con el tiempo se ve que, o van creciendo en direcciones distintas, o mientras un miembro crece, el otro no lo hace. Terminan completamente desfasados y en puntos distintos.

Otros aspectos que me parecen de gran importancia son la empatía y la comunicación. Podemos plantear que la comunicación es el vehículo para conocer mejor a la otra persona y para profundizar en la relación. Al mismo tiempo es una forma de autoconocimiento y de acercamiento. Puesto que la empatía es la habilidad de ponernos en la piel de la otra persona, a través de la comunicación podemos aprender a generar más empatía. La empatía garantizaría que habrá apoyo.

Además, para comunicar hay que saber escuchar y explicar la experiencia de ser uno mismo. Primero, debemos ser capaces de comunicarnos con nuestra propia persona y así conocer mejor nuestros procesos interiores. Cabe mencionar que la comunicación es uno de los aspectos que más difíciles pueden parecer a los miembros de una pareja en general.

Obviamente, según el grado de compatibilidad, debemos prestar atención a cómo nuestra posible pareja va a responder a situaciones límite, en caso de que se llegará a éstas. ¿Cómo responde a los problemas en general? ¿Es una persona resolutiva, responsable, consecuente? ¿O te deja toda la carga y la responsabilidad para resolver el problema?

Es muy difícil encontrar a una persona que nos satisfaga en cada ámbito y en todas nuestras necesidades. Afortunadamente, el mundo es muy grande y es probable que a nuestro alrededor podamos formar amistades que nos ayuden a cubrir ciertas necesidades, propias de determinados ámbitos. Esto nos lleva al tema del estilo y hay quienes desean un estilo de apego y dependencia muy estrecha. También hay quienes son totalmente desapegados y hasta parece que van por libre. Tanto en este aspecto, como en cualquier otro, ha de ser posible crear un equilibrio entre el estilo o los deseos de un miembro y los del otro.

El tema del equilibrio es algo que generalmente se tiene que trabajar en algunos aspectos, pero la práctica va facilitándolo. Creo que lo sano para una persona adulta es haber llegado a un punto de independencia y autonomía. Una persona muy independiente se va a sentir asfixiada en una relación con alguien que tiene un estilo o necesidades de fuerte dependencia. Cualquier persona sana y con sentido común se dará cuenta de que hay momentos para compartir y otros que son y han de ser parcelas privadas.

De hecho, no está por demás decir que una de las claves para mantener viva la chispa de la relación está en el misterio. Si lo sabemos todo sobre nuestra pareja es probable que perdamos interés en ella ‒que es un tema que he abordado en otros artículos‒.

Para terminar, simplemente quiero mencionar que es bastante positivo que ambos miembros en la relación sean capaces de compartir y de vivir sus propias experiencias. Y tener sueños, ilusiones y cosas que nos apasionan, ya que esto nos ayuda mantener viva la relación también.

Casi he terminado y no he mencionado el aspecto sexual. La comunicación expresando lo que nos gusta o no es necesaria para contar con una vida sexual satisfactoria. Asimismo, debe ser similar la importancia que se dé a ello por parte de los miembros de la pareja. De no ser así, se empieza a abrir la puerta a las infidelidades. Igualmente, tiene que haber un consenso con respecto al hecho de que se desee una relación monógama o no.

Para profundizar en cualquier relación el paso del tiempo. Considero que la paciencia es una cualidad necesaria y que hay que desarrollar ‒si no se tiene en suficiente medida‒ para que una relación tenga posibilidades de mantenerse en el tiempo.

Dicen que encontrar a tu media naranja tiene una probabilidad similar a sacarte el premio gordo de la lotería, literalmente. No es imposible, pero la probabilidad es muy baja. En mi opinión, dicha probabilidad aumenta dependiendo de los aspectos antes explicados y es por ello que con frecuencia la terapia de parejas puede resultar muy útil.

Autor: Dr. Xud Zubieta-Méndez

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Tabúes y comunicación en la pareja

Si preguntaran a cada persona acerca del tipo de educación sexual que hemos recibido, la mayoría de nosotros coincidiríamos en lo escasa y deficiente que ésta ha sido, independientemente de nuestra identidad sexual. Algunas personas incluso afirmarían no haber recibido ningún tipo de educación, pero el simple hecho de que un silencio responda a una pregunta que hagamos sobre el ámbito sexual, conforma una educación sexual negativa. Esto hace que aprendamos a asociar el sexo ‒y todo lo que tiene que ver con ello‒ con miedos, mitos y tabúes.

Los miedos debido a que si, por suerte hemos recibido alguna charla educativa, se habrá basado principalmente en prevenir ETS y evitar embarazados no deseados. Los mitos porque nos retroalimentamos con nuestros iguales respondiendo a cuestiones sexuales desde la exageración y la incredulidad ‒“puedes quedarte embarazada si tu pareja termina en tu boca”‒.  Y los tabúes porque la visión tradicional del sexo en muchos hogares no permite ciertas prácticas al considerarlas “sucias” o propias de personas “no respetables”.

Esta desinformación no solo se circunscribe al ámbito sexual con parejas, sino también a la forma de relacionarnos con nuestros genitales y cuerpo sexuado. Lo que provoca esto ‒entre otras consecuencias‒ es que con el tiempo se pueda sufrir algún tipo de disfunción sexual, como dolor en la penetración, dificultades con la excitación y el orgasmo, o problemas de inseguridad y autoestima ‒traducido en un pobre autocuidado íntimo y físico‒.

Es posible que a un gran número de parejas les cueste esfuerzo expresar y abordar un tema tan difícil como es la insatisfacción sexual. Muchos expertos coinciden en que la incorporación de nuevos escenarios, juegos eróticos o posturas puede resultar vergonzoso o inoportuno, especialmente para aquellas parejas con un patrón sexual muy rígido. Sin embargo, si la vivencia es de una necesidad sexual frustrada, es importante que nos expresemos respetuosa y asertivamente con nuestra pareja. En ningún caso ayuda expresarlo como forma de crítica o reproche. Así será más fácil que logremos abrir el camino para una correcta complementación.

Si somos capaces de olvidar todas esas prohibiciones que, de forma inconsciente y tradicional, nos han inculcado desde la infancia, conseguiremos vivir una sexualidad más despreocupada, tranquila y ‒sobre todo‒ satisfactoria. Todas las opciones ‒salvo que generen daños a terceras personas‒ son válidas siempre y cuando los miembros que conformen una relación estén de acuerdo. Los estilos de sexualidad no son ni mejores ni peores, ni buenos ni malos. Por lo tanto, el querer imponer a nuestra pareja una práctica que no desea hacer por los prejuicios que tenga, no es la mejor manera de llegar a un acuerdo. Escucha y comprende el por qué de esta negación para que, a través de un clima empático y confortante, se pueda hacer frente ‒tanto a nivel individual como de pareja‒ a todos los miedos que frenan vuestra sexualidad.

Un último aspecto a destacar es que NO debemos confundir la esfera íntima con los “temas tabú” Es decir, cuestiones como las de indagar sobre el número de parejas sexuales que nuestra pareja ha tenido, o querer conocer las prácticas que realizaba con otras personas o contextos, así como desear saber detalles y otros aspectos sobre la sexualidad de nuestra pareja no es un tema obligatorio. No debemos sentir una obligación a contar nuestro pasado sexual con todo lujo de detalles. La comunicación es importante, pero no cuando invadimos la privacidad de nuestra pareja y otra persona.

Andrea Bello (Psicóloga y sexóloga)

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Madres de alquiler vs vientres subrogados

Recientemente salió a la luz la disputa entre el cantante Miguel Bosé y su expareja, el escultor Nacho Palau debido a una inusual situación a la hora de crear a su familia. Tienen grandes discrepancias sobre la filiación de sus cuatro hijos. El quid de la cuestión es que estos cuatro críos fueron concebidos mediante gestación subrogada en Estados Unidos de América, ya que España no lo permite. Presuntamente, dos de los pequeños llevan el ADN de Bosé y los otros dos el de Palau. El cantante insiste en que los 4 menores no sean considerados hermanos legalmente, mientras que Palau pide que sus cuatro hijos se eduquen en igualdad de condiciones, dado que ambos progenitores llegaron al acuerdo de crear una familia de estas características, por delante de los tiempos legales que les ha tocado vivir. Con respecto a nuevos modelos de familias, éste es sólo de uno de los cuantiosos ejemplos que podemos encontrar.

En muchos países ‒aún en la actualidad‒ las parejas homoparentales topan con una infinidad de dificultades para ser reconocidas legalmente como una familia. Por ende, para iniciar un proceso de adopción, en ocasiones se ven en la tesitura de tener que ocultar su orientación sexual y si la explicitan y se la conceden lo hacen solamente a uno de ambos cónyuges. En este punto se plantean la opción contratar una madre o vientre de alquiler.

El debate de la gestación subrogada se encuentra en un bucle que sigue generando una enorme controversia en nuestra sociedad, especialmente dentro del feminismo. Tanto es así que ‒a mi juicio‒ corremos el peligro de caer en una posición negacionista y algo absolutista en relación a la libertad de elección de la mujer respecto a qué hacer con su cuerpo.

Evidentemente los embarazos subrogados no deberían ‒en ningún caso‒ legislarse en casos de abuso, explotación o trata, pero tampoco podemos dar la espalda a las mujeres que libremente y de forma altruista puedan estar de acuerdo en gestar para otras personas sin ánimo de lucro. Recordemos que el consentimiento lo es todo. Esto ya ocurre y está legislado así en el Reino Unido. Tal vez, lo que para muchas personas resulta impensable para otras no lo es. Ay, ¡cuántas cosas parecían anti–naturales hace pocos años! ¿Realmente tenemos toda la información o solamente conocemos una pequeña parte? Abro debate.

Bien es cierto que en algunos países en desarrollo existen las llamadas “granjas de mujeres” donde las mafias trafican con los vientres de mujeres que, claramente, se encuentran en una situación precaria. Éstas son inseminadas con los embriones de familias adineradas para posteriormente entregar el bebé a “sus padres” cuando nazca. Por supuesto, estos casos tienen que ser denunciados, pero considero un error generalizarla a todas las demás. ¿Qué hay del deseo de las parejas de hombres gays de ser padres? Recordemos que, en España, aunque la adopción se permite, no hay niños para ser adoptados y muchos otros países no ofrecen esta opción a hombres solos ni a parejas de hombres gays. Por lo tanto, no puede ésta considerarse una opción realista por mucho que haya grupos de gente que insista en esta opción, como si se tratara de una posibilidad real. Evidentemente, para un hombre gay ser es un deseo y no una necesidad, pero si alguna mujer estuviera dispuesta a ser madre altruistamente, ¿les negaríamos este deseo? No todas las parejas tienen el poder adquisitivo que tiene Bosé… Cabe mencionar que el sistema sanitario español hasta hace no mucho tiempo permitía y subvencionaba la reproducción asistida en casos de mujeres solteras ‒lesbianas o no‒ o a parejas de lesbianas que deseaban formar una familia. Algo que para los hombres obviamente no es una opción porque dependen de un vientre para conseguirlo.

Tengo que admitir que como mujer ‒y como feminista‒ me ha generado sentimientos contradictorios ‒y en parte todavía ocurre‒. Aun así, considero y sugiero que lo más sensato es que abramos nuestra perspectiva y conozcamos los distintos puntos de vista por parte de diversas mujeres que hayan vivido o estarían dispuestas a vivir esta experiencia.

¿Estarías a favor de abrir un debate entre la gestación subrogada versus los vientres de alquiler? ¿Consideras que ambos términos son sinónimos? ¿Cuál es tu postura en el caso de que la mujer decidiera libremente ‒sin estar coaccionada por un negocio sin escrúpulos que la sometiera y se aprovechara de una posible situación extrema, como la pobreza‒ ser madre subrogada de una forma totalmente altruista? ¿Has conocido a alguna mujer que haya sido madre subrogada de forma altruista o se lo haya planteado? ¿En tu caso personal lo has hecho? ¿Lo harías? ¿Qué solución realista tienen los hombres gays para formar una familia?

Autora: Vanesa Romero Ballester (Psicóloga y Sexóloga)

Fuentes: https://www.lavanguardia.com/gente/20201019/484166854303/juicio-bose-palau-filiacion-hijos-gemelos.html

https://www.eldiario.es/opinion/tribuna-abierta/vientres-alquiler-gestacion-subrogada_129_3298066.htmlhttps://www.redalyc.org/jatsRepo/2738/273860963020/html/index.html

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La primera masturbadora de América

Hoy queremos hacer un homenaje a Betty Dodson, una enorme referente de los siglos XX y XXI, que nos ha dejado este 3 de noviembre. La sexología tiene una gran deuda con ella y son innumerables las mujeres que encontraron la forma para llegar al orgasmo merced a las técnicas y la actitud hacia la sexualidad de esta extraordinaria mujer. Betty Dodson falleció a los 91 años. Una parte importante de su trabajo fue ayudar a quitar la culpa a las mujeres por sentir placer a través de su sexualidad.

Betty Dodson, durante una época, fue conocida como “la primera masturbadora de América”. Se trata de una activista del feminismo y, más concretamente, una defensora de la liberación sexual de la mujer.

Sabemos que ya en 1973 comenzó a organizar talleres con el objetivo de que la mujer aprendiera a valorar la belleza de sus genitales. En éstos enseñaba a explorar la variada experiencia del orgasmo, al ejercitar su destreza masturbadora.

“Sexo para uno” es la versión castellana de su obra clásica, “Liberating masturbation”, que la catapultó a la notoriedad estadounidense. También publicó “Self love” −Amor propio− en los 80 y se convirtió en un clásico feminista. En 1992, Dodson obtuvo un doctorado en sexología y, como resultado de su trabajo, ha publicado varios libros en torno a la masturbación. La sexóloga en muchas ocasiones ha sido insultada, vituperada y el objeto de diversos improperios.

En su best seller, “Sexo para uno”, el mensaje de la autora es inequívoco: “La responsabilidad por la satisfacción sexual están en las manos de cada persona”. Esto le ha valido la etiqueta de “primera masturbadora pública de América”. Es una incansable defensora de las prácticas masturbatorias y lleva décadas reivindicando su importancia. Considera que existen muchísimas personas que están muy “verdes” con respecto a la masturbación. Principalmente porque, según ella, en nuestra cultura la masturbación no tiene un valor social o personal. Y nos pregunta “incluso hoy día, ¿a cuántas personas les produce vergüenza hablar abiertamente sobre sus propias prácticas masturbatorias?”.

Afincada en Nueva York, en su afán por promover la masturbación como una práctica sana y saludable, tal y como cuenta en sus libros, ha organizado innumerables talleres de masturbación. Inicialmente, los talleres sólo estaban dirigidos únicamente a mujeres, pero la popularidad que cobraron la llevaron a realizar talleres mixtos. Quizás lo que más resalta del trabajo de esta sexóloga, es la habilidad para enseñar a sus alumnos a sentirse a gusto consigo mismos y con su sexualidad. Algunas anécdotas relatadas en su libro desprenden un gran sentido del humor, mucha perseverancia y creatividad. Sin duda, la doctora Dodson es una mujer bastante excéntrica.

Una de sus propuestas que más la caracterizan es, “Organizar un movimiento sexual positivo con millones de activistas que se unan conmigo en barricadas contra la ignorancia sexual. Si eres un amigo o amiga del sexo a quien le gustaría expresarlo, empieza hoy mismo disfrutando de sesiones de amor propio sin ningún tipo de culpa ni necesidad de pedir perdón por ello. Hazlo público contando a algunas de tus amistades cuáles son tus técnicas para masturbarte y describe tus mejores orgasmos. Finalmente, compartir la masturbación con otra persona te convierte en activista del renacimiento erótico del siglo XXI”.

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A dos metros del cariño

Llevamos casi todo el año 2020 con una pandemia y esto ha ocasionado una serie de problemas. Me refiero a problemas de todo tipo, desde los más nimios y burdos, hasta serios problemas de salud e incluso la muerte. Ésta suele ser justo la mayor preocupación de la inmensa mayoría de gente. El principal riesgo al que nos enfrentamos es el de morir. Es esta idea precisamente la que ha disparado la ansiedad en general y un sinfín de conflictos. Casi nadie quiere morir.

Digo que casi nadie quiere morir, pero parece que tampoco se está dispuesto a prescindir de una enorme lista de cosas. Se quiere mantener la salud, al tiempo que se desea potenciar la economía y que los menores se beneficien de su derecho a la educación, y para ello se les exige que acudan a los colegios de forma presencial. La lógica es que, de lo contrario, los padres y madres no podrían ir a trabajar. Nuestra sociedad aún no está lista para el teletrabajo y el “telefuncionamiento”.

Hablo por encima de cuestiones fundamentales sólo para llegar al tema en el que deseo centrarme y que es el de las necesidades afectivas ‒por no mencionar las sexuales, que ya traté en otro artículo‒. Al intentar convivir con la pandemia ‒es decir, al tratar de continuar con la vida manteniendo unas medidas profilácticas sumamente básicas, que se reducen a lavarnos las manos y llevar la mascarilla bien colocada‒, vivimos continuamente expuestos al virus. La educación que la población recibimos para protegernos, a juzgar por los datos en el actual estado de alarma por la Covid-19, demuestran ser insuficientes. El reto al que nos enfrentamos implica un salto cualitativo de conciencia.

Nos piden que no nos toquemos y que mantengamos una distancia de seguridad de metro y medio o dos metros. Contradictoriamente, la gente tiene que viajar apiñada en el metro en las horas punta y, al trabajar, se tienen que saltar bastantes medidas de seguridad, por dar algunos ejemplos, pero hay muchos más.

En cuanto a la responsabilidad individual, en mi opinión, son muy pocas las personas que están realmente preparadas para privarse de una serie de prácticas que en estos momentos no están permitidas ni son recomendables. La pandemia ‒nos guste o no‒ condiciona enormemente nuestra existencia, si de verdad queremos evitar la muerte.

No obstante, dicen que el humano es un animal de costumbres. Si nos centramos en todas esas situaciones ‒que nos muestran los telediarios o que podemos presenciar‒ en las que algunas personas, casi siempre jóvenes ‒pero no únicamente‒ han realizado imprudencias podemos darnos cuenta de lo difícil que puede ser contenerse. Se han arriesgado y han puesto en riesgo la vida de otras personas. Hay historias bastante dramáticas que se han producido por dichas imprudencias, cuyo desenlace ha sido el de la muerte de algunos de sus seres queridos. Al mismo tiempo, está claro que no han podido evitarlo.

En fin, ésta es mi introducción para explicar que en este escenario muchas personas necesitan ‒ya sea objetiva o subjetivamente‒ cercanía, contacto físico y afectivo. Si se está en pareja y en el mismo lugar esto no tiene por qué ser un problema. Sin embargo, para las personas que no viven dicha situación, la falta de contacto hace que sus necesidades afectivas pueden llegar a ser muy intensas. Que se esté en pareja no implica que se esté libre de carencias afectivas, el cual es un tema en sí mismo.

En las culturas hispanas y latinas, así como en las regiones del Sur, el contacto físico es sumamente habitual. Se trata de culturas gregarias y el ser humano se habitúa a reunirse, tocarse, abrazarse y expresar su afecto de diversas maneras, incluyendo la expresión física. Es así que, al humano le resulta sumamente difícil prescindir de oportunidades para dar cariño y recibirlo, más allá de la necesidad de reunión y cercanía.

Lamentablemente, las prioridades en estos momentos no parecen ser ni psicológicas ni emocionales. A veces, tengo la fuerte impresión de que lo que marca la agenda es el poder económico y me imagino que al poder económico se la “refinfunfla” (“le vale gorro”) que además tengamos necesidades de contacto afectivo.

Se podrían hacer tantos matices con respecto al tema de la problemática afectiva actual. ¡Cuántas veces nos podemos haber quedado con las ganas de dar un abrazo a alguien! Ya, pero entonces dejamos sin mencionar a aquellas personas que no se han podido despedir de sus seres queridos antes de morir. Aún recuerdo los aplausos de las 20 horas para agradecer al personal sanitario. Ocurrió durante la época del confinamiento, y me imagino que era también parte de una necesidad de mostrar cariño y afecto en un momento crítico.

Vivimos unos tiempos en los que las medidas de seguridad nos piden mantener una distancia de dos metros. Es curioso que sea esto lo que ilustra exactamente lo lejos que estamos de tener contacto afectivo físico. La ironía es que creo que es una época, también, en la que se producen muchas infidelidades y una buena cantidad de situaciones ilícitas de intercambio afectivo y sexual. En tiempos de conflicto emocional parece que es más fácil que el ser humano pierda el control sobre su propia persona. Ahora mismo, las oportunidades se multiplican debido a la enorme demanda.

Está claro que se puede expresar amor, afecto y cariño sin tocarnos, pero no tiene el mismo efecto. Mi prima Claudia Gro. afirma que “para que los abrazos surtan efecto, éstos han de ser largos, fuertes y apretaditos”. El problema es que en este momento con frecuencia nos quedamos con las ganas. Lo que suelo decir es que “la pandemia pasará”. Sólo entonces veremos con más claridad los estragos emocionales causados por la pandemia de la Covid-19.

Autor: Dr. Xud Zubieta Méndez

El placer y el dolor en las relaciones sexuales

Algunas personas refieren que un punto de dolor, en el momento oportuno, es el desencadenante perfecto que les precipita al éxtasis. Ese momento oportuno se suele dar cuando el nivel de excitación es ya muy alto… es como la gota que desborda el vaso. En esos instantes, entre otras prácticas, besos muy intensos, pellizcos y mordiscos en los labios, pezones… arañazos, fuertes palmadas en las nalgas y un manoseo más intenso de los pechos incrementan la excitación hasta culminar en el orgasmo. Este coqueteo con los estímulos dolorosos forma parte de los juegos de muchas parejas que se deleitan incluyéndolo en su repertorio erótico.

Por otro lado, hay relaciones sexuales que se centran en el dolor, en el sometimiento, y que se pueden llevar hasta el extremo de no incluir el coito o (ni siquiera) el orgasmo. Se trata de experiencias que van más allá y que pueden llegar a suponer un verdadero peligro para alguno de los participantes. Ciertamente, estas prácticas, bastante más duras, son mucho menos frecuentes, ya que la mayoría de las personas no asocian el placer con dolor hasta tales extremos. Aunque es verdad que el universo sadomasoquista es muy amplio y variado.

Para el Marqués de Sade, la vida no es sólo una búsqueda de placer. Para él, el placer va asociado al sufrimiento: «El cuerpo no es otra cosa que el instrumento para producir dolor«. Hay quien encuentra en la asociación del corpus erótico de Sade, que exalta el dolor y el placer, la fascinación por los rituales de muerte: juegos de gladiadores, corridas de toros, ejecuciones públicas, sacrificios religiosos, crucifixión…

En el mundo del erotismo, los seguidores de Sade pueden llegar al exceso de apagar cigarrillos en los pezones, hacer cortes y producir heridas que necesitan asistencia médica. Como no suelen encontrar parejas que les acompañe, llegan a pagar grandes sumas para desarrollar sus fantasías en el mundo de la prostitución.

El contrapunto del sádico está en el masoquistaSacher-Masoch, que en ‘La Venus de las Pieles‘ expresa así su pasión: «Para mí, el sufrimiento tiene un atractivo singular; la tiranía, la crueldad y, sobre todo, la infidelidad de una mujer bella, estimulan mucho mis pasiones». Las relaciones eróticas para Sacher-Masoch resultaban imposibles si no se encontraba en inferioridad manifiesta, en situaciones de humillación y de crueldad.

Algunos profesionales plantean que el problema de estas prácticas, en las que el estímulo erótico está firmemente asociado a producir o sentir dolor, es que pueden necesitar incrementar las sensaciones hasta el extremo de que llegan a ser peligrosas. Aunque, como ya se ha comentado, los adeptos a sufrir con el sexo son poco frecuentes. La mayoría se limita a coquetear con los estímulos dolorosos de manera mucho más inocente.

¿Qué opinas de la asociación de dolor y sexo? ¿Te estimula un cierto toque de dolor en tus prácticas sexuales? ¿Has conocido a alguien aficionado a estas tendencias? ¿Con quién te identificas más, con Sade o con Sacher-Masoch?

Autor: Dr. Xud Zubieta Méndez

Sentirse deseado o deseada

Según la RAE, el «deseo» se define por el “interés o apetencia que una persona tiene por conseguir la posesión o la realización de algo”. En términos de la sexualidad, modificaríamos el término en referencia de “un movimiento afectivo o impulso hacia un objeto de interés sexual, emocional o afectivo”. El deseo conforma la naturaleza humana, siendo uno de los principales motores de actuación de la conducta.

Las motivaciones que impulsan el deseo humano se antojan de lo más variopintas, incluso pudiendo generar y manifestar conductas patológicas o de malestar, por encontrar deseo en objetos que en un principio deberían suscitarlo. De ese tema ya hablaremos en otro post.

Ahora centrémonos en aquella fuerza que poderosamente impulsa y motiva de manera innata la actuación humana: el deseo sexual. El deseo suele ir acompañado de un abanico sentimental ya que, sin el acompañamiento de éste, carecería de energía y por tanto de iniciativa y actuación.  Las experiencias de cumplimiento estarían fundadas no sólo en las necesidades, sino en proyectos que consideramos y evaluamos como satisfactorios a nivel emocional a corto plazo ‒y, si se mantiene, a largo plazo‒.

Existen momentos y épocas personales en las que, especialmente, nos gusta sentirnos deseados. De hecho, hay quienes opinan que ser el objeto de deseo de alguien es incluso más excitante que la propia consecución de la conquista. Además de fortalecer nuestra autoestima y confianza personal, el sentirnos deseados puede estimular nuestra líbido y añadir un “plus” al juego sexual.

Cuando te sientes deseado o deseada, los complejos que puedan existir se relativizan. La seguridad y los sentimientos de protección por parte del otro, entonces, surgen automáticamente. Es confuso saber si lo que sentimos es el inicio de un principio de enamoramiento, o un simple impulso personal para tener sexo con la otra parte.

Resulta realmente adictivo y son excitantes las reacciones corporales que alguien puede provocar con sólo una mirada de deseo, con una sutil caricia o con un mensaje “subidito de tono”.  Se habla mucho de la importancia de contar con una sexualidad plena. Por tanto, mantener una actitud de exploración es sinónimo de canalizar la energía sexual con la que se cuenta para explorar nuevos alicientes satisfactorios. Cuando la persona se siente deseada, su propio deseo se ve estimulado y fortalecido por la acción de la otra persona, aunque en ese momento sea una “promesa” más que una realidad.

La imaginación es la herramienta más poderosa en el juego de la seducción. Con la seducción se trata de causar interés y transformarlo en deseo. Se intenta que, a través de la imaginación, se instale de manera permanente en nuestra mente el deseo por conocer más de la otra parte y generar una expectativa con el fin de beneficiarse mutuamente.

El objeto de deseo y a quién atraemos está relacionado con esquemas inconscientes ancestrales que guían nuestro comportamiento. El físico nada importa si hablamos de atracción. Tener un cuerpo escultural no garantiza el éxito de atracción. Al igual que, al recibir un regalo, lo más atractivo no es el envoltorio, sino la procedencia y lo que contiene, la seducción se basa en cualidades personales que hacen olvidar el aspecto físico de la persona, otorgándole a la mente el mayor poder de atracción.

En definitiva, si sientes que alguien actúa de imán contigo, o viceversa, transmítele el impacto positivo que su presencia produce en ti y… ¡disfruta del momento!

¿Puedes recordar alguna situación en la que sentiste cómo despertabas el deseo de otra persona? ¿Cómo cambia tu experiencia al sentirte deseado o deseada? ¿Cómo sueles mostrar tu deseo? ¿Cuánto crees que contribuye el deseo a mantener una sexualidad vital?

Andrea Bello Pastor (Psicóloga y Sexóloga)

Referencias bibliográficas.

La evolución del deseo. David M.Buss.

El laberinto sentimental. José Antonio Marina.

La mente es maravillosa: Seducir es un arte. Agosto 2017. Cristina Roda Rivera.

El arte de la seducción. Anais Nin. 2010

Sexo Óptimo y Placentero

A menudo me preguntan qué hacer para mejorar el rendimiento y la satisfacción sexual. Casi toda la literatura científica sobre la sexualidad humana y la terapia sexológica está centrada en el tema de las disfunciones y su intervención. Podríamos decir que se trata de un ejemplo del modelo médico, el cual ha cumplido una importante función. Explica, hasta cierto punto, las causas por las que el sexo puede ir mal. Sin embargo, eso no implica que quede claro en qué consiste el buen sexo y cómo se puede potenciar el placer al máximo. Nos queda preguntar, «¿qué podemos hacer para que la actividad sexual vaya bien?».

Está claro que es una cuestión más bien subjetiva y que la experiencia de una «buena actividad sexual» seguramente varía de una persona a otra. De hecho, para cada individuo, en alguna época de su vida, una buena actividad sexual puede implicar ciertos factores distintos, los cuales difieren a los de otros períodos. Algunos encuentros sexuales, que en su momento parecieron meramente satisfactorios, aunque no sobresalientes, en retrospectiva ‒a través de la lente del tiempo y la fantasía‒ pueden parecer mejores.

Debido a que estamos cambiando y creciendo constantemente también enfocamos de distinta manera cada encuentro sexual. Intentemos recordar, por ejemplo, cómo fue nuestra primera experiencia sexual, nuestro primer orgasmo en compañía. Es muy posible que estuviéramos con los nervios a flor de piel, sintiéndonos vulnerables y particularmente inseguros. Al mismo tiempo, esa inocencia inicial también aportaba un toque de encanto e ingenuidad al sexo realizado.

Por lo tanto, es frecuente que la experiencia forme una base importante que nos permite discernir más claramente lo que nos gusta. Además, si hemos ido trabajando en nuestra persona habremos llegado a una asertividad que también está presente en nuestras decisiones sexuales. Es más fácil decir que sí o que no según lo que realmente deseemos, al tiempo que podemos empatizar más con nuestra pareja. No somos máquinas y no siempre tiene por qué apetecernos ni tenemos por qué sentir una obligación por cumplir.

Una buena actividad sexual tiene poco que ver con seguir una lista de instrucciones o con intentar repetir rutinas. Más bien, implica poder ver con la sensibilidad, la sensualidad, la receptividad, el equilibrio… que cada pareja puede encontrar. Quizás resulte imposible describir con palabras lo que implica tener una buena actividad sexual. Tal vez lo único que podemos hacer es recordar aquellas relaciones sexuales o aquella situación en la que disfrutamos especialmente y en donde llegamos a sentir que casi estábamos en el paraíso. Grábalo en tu memoria y evócalo cuando sea necesario sin abusar de este recurso.

Muchas veces evocar nuestros recuerdos sexuales placenteros puede potenciar nuestra confianza y mejorar la actitud con la que enfocamos y abordamos las relaciones sexuales. Lógicamente, no se trata de evocar recuerdos pasados para compararlos con el presente, sino que han de servirnos para generar un estado de ánimo positivo con respecto al sexo y al disfrute.

Ante todo, es muy posible que el mejor sexo sea aquel que se consigue por el esfuerzo y entusiasmo de ambas personas, así como por su empatía y su capacidad para dar y recibir. El trabajo en equipo garantiza una actividad sexual más satisfactoria.

¿Qué consideras una buena actividad sexual? ¿Cuál dirías que ha sido la mejor experiencia sexual que has tenido en tu vida? ¿Cuál es tu mejor recuerdo sexual?

Autor: Dr. Xud Zubieta Méndez

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Condiciones favorables para el sexo

La sexualidad tiene sus particularidades y variantes en cada persona. Hay quienes pueden abstraerse por completo de su entorno y tener unas relaciones sexuales óptimas, incluso con alguien desconocido y en un lugar público, por ejemplo. Sin embargo, esto no es lo más habitual y cabe esperar que la inmensa mayoría de personas requieran de un mínimo en las condiciones que favorecen su rendimiento en las relaciones sexuales.

Las condiciones a las que nos referimos tienen que ver con cómo, cuándo, dónde… realizar las actividades sexuales en general, y en particular. También podemos hablar de condiciones que tienen que ver con el propio individuo, a las cuales podemos llamar «intrínsecas», y las pertinentes al entorno, que pueden denominarse «extrínsecas».

En cuanto a las condiciones referentes a la persona, podemos decir que tanto el estado físico como el psicológico son fundamentales. Aunque bastantes personas jóvenes tienen más resistencia y pueden ser ‒en ese sentido‒ menos vulnerables, a veces la juventud no es ninguna garantía de salud sexual. Una condición que favorece las relaciones sexuales es contar con suficiente energía. Hay veces que después de una juerga ‒o tras una ardua jornada en el trabajo‒, el cuerpo simplemente no lo pone fácil. Quizás es una mejor idea descansar y tener sexo en otro momento.

Asimismo, una persona que está tranquila y relajada suele disfrutar más de las relaciones y de este modo facilita el placer de su pareja. Tener ganas ‒aunque sea mínimamente‒ es otra condición a tomar en cuenta. A menudo hemos insistido en la importancia de que sean consensuadas todas las actividades sexuales emprendidas por dos o más personas. Igualmente, alentamos una actitud flexible, dispuesta a experimentar con nuevas posibilidades ‒y con una vida sexual variada‒.

Con respecto a la cuestión de dónde es más recomendable tener relaciones sexuales, la respuesta es muy sencilla. Básicamente, para casi toda la gente es esencial contar con un sitio íntimo y privado. Está claro que hay personas con gustos exhibicionistas que dirían lo contrario, pero para la mayoría de personas, la privacidad es un requisito fundamental para ser capaces de relajarse, dejarse llevar y abandonarse.

Quizás en ciertos períodos de la vida, algunas personas sentirán la necesidad aventurarse más, y busquen lugares menos privados para su actividad sexual. No obstante, en otros períodos precisarán de una gran privacidad para poder mantener relaciones sexuales satisfactorias.

Acerca del tema de cuándo es mejor realizar actividad sexual, la respuesta también es fácil: cuando se tenga suficiente tiempo para ello. A pesar de que un «quiqui» pueda venir como «agua de mayo» en algunos momentos, tampoco se puede edificar demasiado en torno a una cadena de continuos «aquí te pillo, aquí te mato».

Éstos son algunos ejemplos de las condiciones más importantes. Como decía al inicio, «la sexualidad tiene sus particularidades y variantes en cada persona». Y es posible que hayamos dejado fuera algunas condiciones que puedan ser fundamentales para ti.

¿Cuáles son las condiciones que mejor te permiten disfrutar del sexo? ¿Las conoces? ¿Nos las cuentas?

Autor: Dr. Xud Zubieta-Méndez

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La fantasía en las relaciones sexuales

“Érase una vez una mente traviesa y muy curiosa… María está en la cola del cine junto a su pareja. De pronto se percata de la presencia de un chico. Ambos se miran de reojo. Entonces, se miran intensamente. La conexión es instantánea. No existe nadie más, tan sólo ellos dos. Por si fuera poco, le viene un intenso olor a One million (ya se me entiende). Discretamente se dirigen al baño. Ahí todo fluye rápidamente. Comienzan a besarse con pasión, como si no hubiera un mañana. Los jadeos son cada vez más intensos. Él le agarra los glúteos. Ella le desabrocha el pantalón…”. ¿Qué te parece? Tal vez un tanto “vainilla o light”, ¿quizá?

Probablemente nos resultaría casi imposible revelar en voz alta muchas de nuestras fantasías. Por citar algunos ejemplos, “montárnoslo con una compañera de clase”, “con el novio de una amiga”, o “con la chica que vemos todas las mañanas en el autobús”, hasta otras fantasías relacionadas con el BDSM – ser sometido o sometida–, incluso “crear una película estilo Disney” o “imaginar que eres una prostituta de lujo”. Sálvenos, Minerva: ¡Bendita creatividad! Las fantasías son positivas, aunque tengas pareja estable y le ames. ¿Y qué? Es más, pueden potenciar nuestra vida sexual y, por ende, nuestra relación de pareja. Quitémonos nuestro corset mental. Si nos pone, ¡adelante! Cabe mencionar que ante cualquier práctica sexual, especialmente dentro del BDSM, el consentimiento es fundamental.

¿Sabías que las fantasías son importantes durante el proceso de excitación sexual? De hecho, la fantasía de fusión durante el coito ayuda a que se produzca el orgasmo. Dejemos de lado el mito de que “es un error dar rienda suelta a nuestra imaginación durante el coito”, y las culpas judeocristianas. Evidentemente, esto no implica necesariamente que se ha de materializar dicho “sueño”. Es más, de ser así generalmente la gratificación podría ser baja porque en nuestra mente creamos una ilusión con unas expectativas “perfectas”, según lo que deseamos. Las fantasías, fantasías son y en muchos casos potencian nuestro placer cuando tenemos sexo, ya sea solos, solas o acompañadas.

Desde nuestra infancia nos han educado en la represión sexual. Aun, a día de hoy, sigue muy arraigada en nuestra sociedad la idea de que tenemos que comportarnos como personas “decentes”. ¿Dónde quedan nuestra libertad y nuestros deseos? Recuerda una cuestión, tu sexualidad es tuya y eres libre de elegir cómo y con quién o con quienes quieres vivirla. Para que te quede claro, si te gusta fantasear eres una persona como cualquier otra.

En definitiva, las fantasías nos ayudan a conocernos mejor e incluso si tenemos pareja es muy positivo poder compartirlas, evidentemente con cabeza y en su justa medida. Si, por ejemplo, te pone la novia de uno de tus mejores amigos, guarda el secreto para ti. Usa el sentido común. La sinceridad es vital en nuestras relaciones sociales y personales, pero es positivo que guardemos para nosotras y nosotros algunas cuestiones que pertenecen al ámbito de nuestra intimidad.

¿Sientes que te da corte hablar con tu pareja y compartirle lo que realmente te pone? Puedes comenzar con algo inofensivo, cuando te sientas preparada o preparado, claro. Déjate llevar y goza. Si por el contrario te sientes con la incapacidad de fantasear, te aconsejo que medites la posibilidad de acudir a un o una profesional de la sexología que te ayude a fluir más en ese aspecto.

¿Qué es lo que te pone? ¿Cómo serían tus fantasías sexuales? ¿Has hecho realidad alguna o algunas de ellas? ¿Cómo fue la experiencia? ¿Sientes confianza con tu pareja sexual para contarle lo que te gusta?

Autora: Vanesa Romero Ballester (Psicóloga y Sexóloga)

Fuentes bibliográficas:

  1. de Béjar, Sylvia. Tu Sexo es Tuyo. Editorial Booklet. España.

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¿Te gustaría tener a un gay como vecino?

En la segunda parte del siglo XX, no ser heterosexual dejó de criminalizarse. La retirada de la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales dio lugar al surgimiento de un movimiento de liberación del yugo heteropatriarcal por parte de hombres gays y lesbianas, así como todo tipo de personas no heterosexuales, que marcó un nuevo clima moral en Occidente. Las letras del movimiento van en aumento y corremos el peligro de contar con todas las letras del abecedario: LGTBIIQ+ de momento, no consigue incluir a todas las identidades identificadas hasta el momento.

Está claro que nada permanece estático, y la actual Unión Europea debe enfrentarse a nuevos retos sociales, muchos de ellos relativos a su expresión hacia la facción del Este y el conflicto con otras mentalidades.

Hace unos pocos años se realizó un interesantísimo estudio por parte de dos científicos de la Universidad de Zagreb. Intentaron evaluar los macrodeterminantes de actitudes negativas hacia las homosexuales en 31 países de Europa. Algo que motivó su estudio fue la diferencia percibida en cuanto a comportamientos y actitudes hacia las personas homosexuales de la “nueva” Unión Europea comparados con aquellos de la “vieja” UE. Cabe subrayar que es difícil encontrar estudios de estas dimensiones y características. Por lo tanto, es de especial interés y aquí les presento una versión muy simplificada y resumida de los resultados.

Inicialmente, la investigación se efectuó en 33 países, aunque al final 2 de ellos fueron descartados. Se realizaron entrevistas cara a cara en el domicilio de la persona entrevistada, con un cuestionario de 112 preguntas. La muestra estuvo formada por números de participantes que iban de 900 a 2000 en cada país, y se estudiaron nada menos que 332 variables.  Uno de los focos de interés fue la “homonegatividad” ‒o actitud negativa hacia las personas homosexuales‒, se evaluó a través de dos cuestiones.

  1. Grupos de personas que no me gustaría tener como vecinos: “No me gustaría tener de vecino a una persona homosexual”.
  2. La homosexualidad siempre puede estar justificada: Nunca o sólo en algunas ocasiones.

Los resultados arrojaron interesante información. En comparación con los antiguos miembros de la UE, los nuevos miembros expresaron una mayor “homonegatividad”. Las diferencias se observaron también dentro del viejo grupo de la UE. Por otro lado, en los países escandinavos y en Holanda se encontró la mayor aceptación de la homosexualidad en Europa Occidental. En algunos países mediterráneos ‒Portugal, Italia y Grecia‒ y en Irlanda se encontró la menor aceptación.

En diversos países de Europa Central y Europa del Este ‒entre los que destacan Polonia y Rumania‒ hay una fuerte oposición política y de índole sociocultural contra los derechos sexuales y, obviamente, los homosexuales. En el bloque de la oposición se encuentran invariablemente los miembros de cada iglesia nacional, así como diversos grupos políticos ‒a menudo eurofóbicos y de derechas‒.

Los resultados sugieren que las actitudes negativas hacia la homosexualidad son más comunes en la “nueva” Europa. Sólo un país europeo no occidental ‒República Checa‒ está entre los 10 países europeos que muestran una mayor aceptación con respecto a la homosexualidad.

Se encontró que la oposición a los derechos homosexuales estaba sustancialmente más presente en los países europeos centrales u occidentales. Mientras que, por ejemplo, una enorme mayoría de ciudadanos holandeses, el 82%, apoyaban el matrimonio homosexual, mayorías comparables de participantes en Letonia, Grecia y Polonia rechazaban esa misma propuesta… Recientemente hemos visto cuánta gente en Francia se opone a este derecho.

Para los curiosos de las cifras, tenemos los siguientes datos. En respuesta a la primera cuestión, es decir, «No me gustaría tener un homosexual como vecino», presentamos este resumen de los porcentajes más altos: Lituania (67,6%); Ucrania (65,7%); Rumania (65,2); Bielorrusia (63,3); Rusia (57,9%); Polonia (55,2%); Bulgaria (53,9%); Croacia (52,8)… España (16,4%) se encuentra entre los porcentajes más moderados, y el más positivo corresponde a los habitantes de Suecia (6,1%).

En cuanto a la segunda cuestión, «La homosexualidad nunca puede estar justificada», los porcentajes más altos quedaron así: Hungría (86,4%); Lituania (76;6%); Letonia (75%); Rumania (77,7%); Rusia (68,4%); Ucrania (68,0%); Croacia (64,5%); Malta 58,1%); Bulgaria (56,7%); Polonia (53,2%); Estonia (51,1%); Bielorrusia (52,5%)… España (-0,5); Suecia (-41,9%). Las cifras negativas, obviamente, indican desacuerdo.

Podemos concluir diciendo que sería un error asumir que el desarrollo económico necesariamente crea una convergencia moral y un respeto universal de los derechos humanos. Queda claro que se requiere también de una intensa y extensa labor educativa.

¿Qué te parecen los datos? ¿Qué factores crees que contribuyen al respeto de los derechos de las personas no heterosexuales? ¿Cómo hubieras respondido tú a las preguntas?

Autor: Dr. Xud Zubieta-Méndez

Artículo completo:

Stulbufer, A. & Rimac, I. (2009). Determinants of Homonegativity in Europe. Journal of Sex Research, (40) 1, 24-32.

La ilustración es de Ben Cohen, jugador de rugby profesional, activista y defensor de los derechos LGTBI+.

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El Punto-G Masculino

Todos hemos oído hablar del punto G femenino, sin embargo, el punto G masculino parece no ser tan conocido. Muchos hombres no quieren descubrirlo por miedo a perder “virilidad” o por considerarlo antihigiénico. La verdad es que se trata de una zona extremadamente placentera para el sexo masculino. El punto G se encuentra en el interior del recto, a unos 5 centímetros del ano, hacia la vejiga.

En realidad, es un abultamiento de un centímetro de espesor y, desde el punto de vista anatómico no es más que la próstata, pudiendo acceder a ésta con la introducción de un dedo en el orificio anal. Existe una forma de estimularlo externamente, presionando o masajeando el perineo ‒que es el suelo de la pelvis‒, ya que existe una enorme cantidad de transmisiones nerviosas que dotan a esta zona de una gran sensibilidad. Enriqueceremos nuestro universo de placer si nos permitimos integrar este tipo de estimulación a nuestras prácticas sexuales ‒más que poner límites y excluir capacidades del disfrute sexual‒.

La causa principal de que los hombres que lo han probado hablen de una intensificación del orgasmo se debe al incremento de las contracciones pélvicas que producen una intensa estimulación por la emisión de una cierta cantidad de líquido prostático, aumentando la producción de semen. Por lo tanto, se produce un gran aumento del placer que provoca el orgasmo.

La primera recomendación para llevar a cabo esta práctica es dejar atrás todo tipo de prejuicios y tabúes sobre la masculinidad. En nuestra práctica clínica diaria apreciamos poco a poco un incremento del juego anal en las relaciones heterosexuales. Suelen ser las parejas más jóvenes en quienes observamos que los hombres se permiten aceptar las caricias y el acceso a la zona perianal, disfrutando sin por ello cuestionar su orientación sexual. Es que éste es uno de los asuntos que con más frecuencia pueden evocar el fantasma de la homosexualidad en varones sujetos a una educación machista tradicional. Hablamos de una educación que puede suponer la autolimitación, evitando el juego con el propio ano por la inseguridad que eso genera.

Para aquellas personas más reservadas o inseguras, que quieren dar el paso a probar esta experiencia, recomendamos intentar encontrar el punto G. Por ejemplo, mientras se practica sexo oral, para crear un ambiente tranquilo y distendido. Así, la parte de la pareja que vaya a realizarlo podrá centrar su atención en la parte trasera con las manos. A continuación, dejamos a modo de guía como podría realizarse:

  1. Empezar masajeando la zona perianal, que es la parte de piel que hay entre el ano y los testículos, ya que como hemos dicho, es una zona muy sensible.
  2. Estimular externamente con un dedo la parte del ano.
  3. Para evitar molestias innecesarias que nos bajarían la excitación, te sugerimos usar un lubricante de base de silicona, ya que tienen la ventaja de durar más a diferencia de los de base de agua. La zona del ano no lubrica de manera natural por lo que nos servirá de gran aliado. Cuando lo tengamos, introduciremos un dedo poco a poco unos 7 centímetros hasta sentir una pequeña “nuez” ahí dentro. Si fueran las manecillas del reloj serían las 12 en punto.
  4. Una vez encontrado el bulto, repetir con los dedos el movimiento de “ven aquí”, lo cual permitirá masajear la zona y lograr un gran placer.
  5. El resto, pues ¡ya, es cosa tuya!

Para los más experimentados, existen en el mercado de juguetería erótica, varios productos, como masajeadores de próstata, vibradores, plugs o cadenas anales que pueden resultar de utilidad para estimular el punto-G masculino.

Andrea Bello Pastor (Psicóloga y Sexóloga)

Referencias bibliográficas

¿Cuál es el punto G del hombre? Elvira Sáez. 2019

Platanomelón.com

María Masdeu. Punto G masculino: ¿Dónde está y como estimularlo?

Las relaciones sexuales en tiempos de la Covid-19

La pandemia por la Covid-19 ha entorpecido nuestras vidas de una forma totalmente inesperada y voraz, en algunos sentidos devastadora. Más allá del crudo dato de cuántas personas han muerto a causa de este virus, tenemos una serie de cuestiones a analizar. Existe una enorme cantidad de personas que tienen a alguien a su alrededor que se ha enfrentado al virus y que no ha librado la batalla. Lo cual, en sí mismo, puede producir una experiencia depresiva y hasta traumática, por la pérdida de uno o varios seres queridos.

El otro día veía la foto de una prima hermana mía que a su vera tenía a dos seres queridos. A su pareja por un lado, y a su madre, por el otro. Se trata de una foto de principios del 2020 y, en el momento presente, de esa foto sólo queda viva mi prima. Así de cruda, o mucho más, puede ser la actualidad de la pandemia en realidad. Esto a pesar de las muchas actitudes «negacionistas» que podamos encontrar.

En algunos sentidos ésta se parece a una época de guerra. Se trata de una situación extrema en la que se genera una profunda sensación de inseguridad y vulnerabilidad. Aunque es casi inevitable pensar eso de que “no me va a ocurrir a mí”, cuando vamos viendo que poco a poco va cayendo más gente, es posible que el miedo empiece a hacer acto de presencia. En este tipo de situaciones, la gente tiende a actuar de forma semiautomática o inconsciente y de cada cual pueden salir cosas no vistas anteriormente.

A grandes rasgos, podemos dividir a la población en dos grupos. Uno de ellos está compuesto por personas evitativas. Ellas suelen actuar inconscientemente con evasión ante todas aquellas situaciones que les pueden resultar desagradables y dolorosas. Por otra parte, el otro grupo esta formado por personas que se preocupan en exceso y pueden llegar a experimentar miedo ‒e incluso algo de paranoia‒. En este caso, el temor es a contraer el virus, enfermarse, morir… o por la posibilidad de contagiarse por la Covid-19 y luego contagiar a sus seres queridos.

Es importante mencionar que estos dos grupos de personas representan los dos extremos que podemos encontrar. Entre medias hay personas que forman parte de éstos en cierta medida. Como decía mi querido amigo Freud, es una cuestión de grado. Incluso, cabe la posibilidad de que una misma persona experimente estos dos extremos y vivir mucha confusión debido a ello.

También he visto a mi alrededor casos de familias enteras contagiadas, en las que se han salvado las personas mayores y algunos de los más jóvenes han muerto, desafiando la lógica.

Obviamente, las personas que están viviendo la situación con temor salen de su casa sólo cuando se ven obligadas a ello y no representan un peligro. Si un gran porcentaje de gente siguiera adecuadamente las medidas de seguridad, el problema de la pandemia sería relativo, como lo han conseguido en algunos países.

Por otra parte, las personas evitativas, aquellas que se evaden y hacen de cuenta que no estamos en medio de una pandemia viven sin temor. Por lo menos a nivel consciente. Por lo tanto, es probable que este tipo de personas estén saliendo de casa sin miedo ni preocupación e intenten continuar negando las restricciones necesarias para atajar la pandemia.

Lamentablemente, muy poca gente está acostumbrada a no salir ‒o salir poco‒ y a pasar una buena cantidad de tiempo consigo misma. Tras el confinamiento, me parece que ha habido una especie de efecto rebote y han caído en comportamientos irresponsables y hasta temerarios. Dicha temeridad ha incluido conductas sexuales.

Si en una situación normal (sin una pandemia), a la gente ya le cuesta tener un control sobre su persona, en una situación límite le va a resultar sumamente difícil.

Como sexólogo, me he enterado de comportamientos sexuales que me parecen de gran riesgo y totalmente peligrosos. Me refiero a personas que pierden el control y buscan tener actividad sexual en compañía. Si se tratara de personas que están en una relación de pareja no supondría un problema, siempre y cuando circunscribieran su actividad sexual al ámbito de la pareja. No obstante, quizá como parte del efecto rebote, he visto casos de personas que han sido promiscuas y han tenido relaciones sexuales con diversas personas desconocidas, lo cual puede suponer un gran riesgo para la salud.

Por último, creo que es necesario mencionar que nuestra sexualidad se puede ver afectada por el confinamiento, en especial cuando se está viviendo con varias personas en un pequeño espacio. En Navidades se suele ver bastante este problema porque en esa época del año pasamos muchísimo tiempo en compañía de familiares. Es ésa una parte del calendario en el que se produce menos actividad sexual. Es posible que lo mismo esté ocurriendo en algunos casos.

Existe también el fenómeno de la prostitución en tiempos del Coronavirus, el cual merece un post aparte.

Nos gustaría saber cómo ha sido tu vida sexual durante la pandemia. ¿Qué nos puedes contar al respecto?

Autor: Dr. Xud Zubieta-Méndez

Ni contigo ni sin ti

“Contigo porque me matas y ahora sin ti ya no vivo (…). Tú eres quien me hace llorar, pero sólo tú me puedes consolar.” Si nos ponemos a analizar las letras de algunas canciones –o más bien de muchas–, enseguida nos damos cuenta de que nos lanzan un mensaje subliminal muy claro y directo: “el amor duele” o “el amor implica un gran sacrificio”. Permitidme que ponga en duda a Hollywood, a Disney y a la industria de la música Pop. ¿Por qué tratamos de “mantener” una relación que ya no nos hace felices? O, dicho de otro modo, ¿por qué preferimos estar mal acompañadas o acompañados que a estar solos?

Las razones son muy variadas, pero están estrechamente relacionadas entre sí. Generalmente, ante la idea de tener que afrontar esa ruptura, uno o ambos miembros de la pareja, lo viven como una situación sumamente estresante. Porque en ella es en la que les invaden emociones muy intensas, principalmente miedo y culpa. Por un lado, el miedo a la soledad y a afrontar el duelo. Miedo al qué dirán los demás –familia y amigos– y a salir de la zona de confort –dado que tienen que aprender a reorganizar su vida sin esa persona–. Por otro, culpabilidad porque no se quiere dañar a la otra persona. ¡Maldita educación conservadora!

Otra razón bastante común es la costumbre. En muchas ocasiones he escuchado: “llevamos tanto tiempo juntos y nos conocemos tan bien, que me cuesta estar sin esta persona”.  Detrás de dicha situación se esconde un profundo autoengaño que oculta los miedos y las creencias que llevan a la pareja a “seguir” con esa relación que emocionalmente ya terminó. La creencia de “el amor todo lo puede” resulta muy dañina y es el caldo de cultivo de las relaciones tóxicas que pueden llegar incluso a generar, incluso, algún tipo de maltrato. Aquí sería interesante cuestionarse lo siguiente: ¿Realmente lo que siento es enamoramiento, amor o tal vez es dependencia? ¿Para qué estoy con esta persona?

En relación al punto anterior es importante que seamos conscientes de cuál es nuestra situación y que seamos honestas y honestos con nosotros mismos. Cuando una relación termina inevitablemente ambas personas pasarán por un período de adaptación a su “nueva normalidad”. En éste sentirán confusión, rabia, tristeza, negación y finalmente llegará un día en el cual esa herida será una pequeña cicatriz de aquella experiencia.

El duelo es un proceso que cada uno tiene que realizar de forma individual. Si permaneces aferrada o aferrado a tu (ex) pareja, ni tú ni la otra persona podréis avanzar. ¡Quítate la culpabilidad de encima, por favor! Mejor cámbiala por responsabilidad y saca un aprendizaje. Recuerda lo siguiente: las relaciones sanas fluyen y si la tuya no lo hace y sientes que ya no estás a gusto con esa persona céntrate en ti misma o ti mismo y en lo que necesitas. Pasa página y cuídate porque antes que nadie, tú eres la persona más importante de tu vida.

¿Estás en una relación de “ni contigo ni sin ti”? ¿Alguna vez has iniciado una relación al poco de haber cortado con tu anterior pareja? ¿Crees que tienes miedo a la soledad? ¿Piensas que un clavo saca a otro clavo?

Autora: Vanesa Romero Ballester (Psicóloga y Sexóloga)

Fuentes:

  1. La mente es maravillosa – Ni contigo, ni sin ti, conmigo:

https://lamenteesmaravillosa.com/ni-contigo-ni-sin-ti-conmigo/

  • Ni felices, ni para siempre: Una nueva forma de entender las relaciones de pareja – Clay Newman

Stealthing o fingir que sí hay condón

Quitarse el preservativo en medio del acto sexual sin el consentimiento de la otra parte está considerado un delito de abuso sexual. Dicha práctica sexual es denominada stealthing y consiste en la retirada del preservativo durante la relación sexual sin el consentimiento de la otra parte implicada y sin previo aviso. También puede tratarse de hacer creer a la otra persona que habrá preservativo cuando no es así.

El apunte es que el stealthing es una acción voluntaria por parte del sujeto quien está engañando a la otra. Puede ocurrir tanto entre heterosexuales, como en cualquier relación que implique coito. Hay una persona que desea protegerse en las relaciones sexuales y otra que desea sexo “a pelo” aunque sea a escondidas. Otra cosa es la existencia de accidentes durante la penetración, como puede ser que el preservativo se salga o se rompa involuntariamente. El stealthing implica que, durante la relación sexual, no se produce un consenso con respecto a la retirada del preservativo.

Aunque en España no se encuentre tipificado en el Código Penal, ya se han producido algunas sentencias condenatorias de las Audiencias Provinciales, como en Salamanca o Madrid. Al estar considerada una forma de abuso sexual sí se recoge en el Artículo 181 del Código Penal: «El que, sin violencia o intimidación y sin que medie consentimiento, realizare actos que atenten contra la libertad o indemnidad sexual de otra persona, será castigado, como responsable de abuso sexual, con la pena de prisión de uno a tres años o multa de dieciocho a veinticuatro meses»

El stealthing es objetivo de debates jurídicos a nivel mundial. Esta peligrosa práctica sexual fue determinada delito en el caso contra un hombre por la Corte Criminal de Lausana (Suiza), a principios del 2017, por quitarse el preservativo sin consentimiento previo de la pareja. Se consideró un delito de violación al esperar que el otro miembro de la pareja estuviera protegido. En Berlín, Alemania, en 2017, un hombre fue juzgado por el tribunal local a ocho meses de cárcel y una multa de 3000 euros por daños y riesgo a la salud sexual de la víctima. Por otra parte, un hombre fue condenado por la Corte Suprema de Canadá en el 2014  por agresión sexual debido a que pinchó el condón sin conocimiento previo de su pareja para dejarle embarazada.

Como es posible ver, esta “inocente práctica” puede traer serias consecuencias económicas y penales al realizarse sin el consentimiento de la otra parte implicada en la relación sexual. No obstante, además de estas consecuencias, existen otras, que a nivel personal son de suma importancia. Cabe destacar:

  • Embarazos no deseados.
  • Contagio de enfermedades de transmisión sexual.
  • Consecuencias psicológicas para la persona que lo sufre, así como el desarrollo de posibles traumas por abuso sexual. Según La psicóloga clínica Wanda Torres Hernández, este tipo de agresión puede provocar efectos traumáticos y aumentar los niveles de ansiedad y estrés en las víctimas.
  • Desarrollo de un cuadro ansioso-depresivo.
  • Repercusiones negativas en la autoestima y autonomía de la parte perjudicada.
  • Una experiencia traumática que puede afectar la confianza durante las relaciones sexuales.
  • Una fuerte sensación de quedar como una persona estúpida.

Desde el punto de vista psicológico, el stealthing está considerado como un acto de control y dominación sobre la mujer ‒principalmente, pero también sobre personas que asumen el rol receptivo durante el coito‒. Es fruto de la escasa educación sexual con perspectiva de género que se recibe desde la infancia, así como del aprendizaje de los roles sexuales en medios como “el porno”. En éste, la figura dominante suele ser el hombre, mientras que la mujer aparece como el objeto a utilizar para su propia satisfacción. Es irónico que en contextos gays ‒o no heterosexuales‒ se crea una especie de réplica de este modelo, en el que la persona receptiva aguanta “carros y carretas”.

¿Qué puedo hacer si sufro stealthing?

Generalmente, al vivir esto como algo traumático, la persona suele quedar paralizada, confusa, sin saber que hacer o a quién recurrir… Te pedimos que dejes el miedo a un lado, que seas valiente. Así que, en el caso de chicas heterosexuales y que el hombre eyaculara dentro de ti, lo primero que se debe hacer es acudir a tu médico de familia o planificación familiar y pedir la píldora del día después. Allí te explicarán cómo tomarla y qué hacer posteriormente si quieres recurrir a acciones legales. Ve acompañada de algún familiar o amistad cercana que te apoyey acompañe en esa situación. Lo idóneo es que no dejes pasar tiempo y actúes lo más rápido posible. Si te sientes con fuerza, acude a un especista para realizarte una revisión de salud sexual y poder descartar enfermedades de transmisión sexual. Pero, sobre todo, elude sentir culpa o vergüenza, ya que la responsabilidad sobre lo sucedido no es tuya. Existen leyes que te respaldan y que castigan al agresor.

Necesidad de prevención y concienciación.

Existen una gran cantidad de casos y personas que realizan el stealthing por considerar que no estén llevando a cabo un delito. Lo ven como un juego sexual, un acto inocente y así lo hacen ver a las personas con las que lo realizan. Utilizan frases como “no te pongas así, no es para tanto”, “si llego a saber que te enfadarías tanto no lo habría hecho” o “ no seas aburrida, no pasa nada”… Esto lleva a que la víctima se cuestione la importancia que tiene realizarlo y no denunciar, sobre todo por haber consentido establecer una relación sexual con esa persona ‒aunque no se llevara a cabo con el respeto necesario‒. Hay hombres que han hecho de esta práctica su principal parafilia, ya que al conseguir el engaño experimentan un gusto especial. Recientemente, en las redes sociales hemos visto a un joven jactándose de realizar esta práctica sin ser consciente de la gravedad de su conducta.

El arma más poderoso que existe para erradicar este tipo de prácticas tan violentas en el terreno sexual es la educación. Abordar este tema, y muchos otros, con perspectiva de género es fundamental desde la infancia y así dejar de normalizar estas prácticas. Además de informar y concienciar sobre los riesgos y la gravedad de la práctica desde el ámbito psicológico y legal.

Autora: Andrea Bello Pastor. (Psicóloga y Sexóloga Clínica).

Edición literaria: Xud Zubieta-Méndez

Referencias bibliográficas.

El Comercio. “12 meses de prisión por practicar stealthing”.

Stealthing: los riesgos de esta práctica en el sexo. Psicología y Mente.