Una de las frases sobre el sexo que se suele escuchar más a menudo en parejas que llevan ya sus años juntos es el típico: “Ya no es lo mismo de antes”. Desde aquí preguntamos, ¿qué se puede hacer para que no sea siempre lo mismo?
Durante el sexo, tendemos a utilizar los llamados “roles”. Básicamente es la función que ejerce cada una de las personas en una situación determinada. Generalmente, el hombre supuestamente es el encargado de ejercer un “rol activo”. ¿Qué quiere decir? Pues que, por tradición, se espera que sea el hombre quien lleve la batuta en las relaciones, quien debe tomar la iniciativa, el que tiene conocimiento de la materia. En definitiva, el que marca las pautas que se han de seguir en términos generales. Pero, ¿qué narices?, ¡ya sabemos de sobra que no es característica indispensable ser hombre para ser activo!
Además, esta dinámica de roles prestablecidos, donde cada persona de la relación tiene muy bien determinado cuál es su papel, no siempre es la dinámica más estimulante. Imagínate que hoy tienes preparado un plan para salir a cenar fuera con tu pareja. Vale, ahora imagínate que ese restaurante al que vas a ir, lo visitas todos los días. Es más, imagínate que siempre que vas te pides el mismo plato. Un poco aburrido y repetitivo ¿no? A menudo decimos que un aspecto que enriquece las relaciones sexuales es la variedad en el menú. Dicha variedad mantiene el interés, la emoción y previene la monotonía.
En terapia sexual se emplean diversas técnicas que potencian la iniciativa dentro de cada relación. Se parte de la base de que cada cual es responsable de su sexualidad y de su propio orgasmo. Las mujeres están dando pasos agigantados y cada vez son más capaces de asumir la responsabilidad de su placer y de su orgasmo. También, cada vez hay más hombres que están dispuestos a relajarse, a permitirse sentir, mientras que ellas ejercen un papel más dinámico y más activo.
Un ejercicio recomendable para conseguir un mayor equilibrio en las relaciones sexuales es el de asumir alternativamente los roles de “activo” y “pasivo”. Esto es, uno hace y el otro se deja hacer, ¡así de sencillo! Se intenta que el período dedicado a esta actividad esté divida en dos partes más o menos iguales, realizando primero un rol y luego el otro. De esta manera se favorece el cambio, la variedad, la novedad dentro de las relaciones sexuales.
Antes de empezar el ejercicio, ambas personas han de pactar los límites, es decir, han de especificar aquellas cosas que no desean que ocurran. Entonces la persona que asume el rol pasivo se relaja y va siguiendo las pautas marcadas por la persona que toma el rol activo. Se deja llevar y simplemente trata de disfrutar de lo que la otra persona le va haciendo.
Asimismo, la persona que sume el rol activo hace lo que le apetece hacer, lo que a sí misma le produce placer, sin preocuparse por nada más. Tras el tiempo especificado, se cambian los roles.
Una vez concluido el ejercicio, recomendamos una buena comunicación donde cada uno comente sus vivencias. Puede ser una experiencia bastante grata y útil para conocernos mejor, tanto de forma individual como dentro de una relación sexoafectiva.
Muchas de las personas que realizan este ejercicio suelen repetir. Cada vez que lo realizan, implementan y descubren cosas nuevas. Van ampliando su repertorio y su disfrute, al tiempo que consiguen un mayor equilibrio en sus relaciones.
¿Tus relaciones sexuales suelen seguir unas pautas determinadas? ¿Eres tú quien tiende a llevar la iniciativa? ¿Te gusta dejarte llevar o prefieres que te lleven? ¿Para ti que es el equilibrio en el sexo?
Autora: Lucía Muñoz Soler (Psicóloga y Sexóloga).