Seguramente has oído hablar sobre la importancia de tener una buena comunicación en tus relaciones y de expresarte de forma asertiva. No obstante, ¿y en el sexo?, ¿alguna vez te has sentido incómodo diciéndole a tu pareja lo que quieres o no quieres en la cama? ¿Te ha dado miedo o vergüenza decir “no”? ¿Alguna vez has fingido placer cuando en realidad no lo estabas sintiendo? En caso de haber contestado “sí” a alguna de estas preguntas, posiblemente no estés siendo una persona sexualmente asertiva.
Primero que nada, debemos dejar claro qué significa “ser asertivo” o “la asertividad”. Como estrategia y estilo de comunicación, la asertividad se diferencia y se sitúa en un punto intermedio entre otras dos conductas polares: la agresividad y la pasividad (o no asertividad). La asertividad es una conducta de las personas, un comportamiento. Suele definirse como un “comportamiento comunicacional maduro en el cual la persona manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos. Esto es, en lugar de agredir, manipular o someterse a la voluntad de otras personas”. Se trata de un punto de equilibrio entre uno y la otra u otras personas.
¿Cómo es una persona sexualmente asertiva?
Al centrarnos en el ámbito sexológico, encontramos la asertividad sexual, que consiste en saber mostrar comportamientos asertivos en un contexto erótico o sexual. Una persona sexualmente asertiva es capaz de expresar sus deseos, pensamientos, gustos y fantasías sexuales a su pareja, con confianza, libertad y corrección. No significa dar rienda suelta a la sinceridad, sin que nos importe caer en una conducta dominante o agresiva. Es comunicar lo que siente de manera equilibrada, dejando fuera adjetivos que descalifiquen a la otra persona y buscando consensuar.
Saber decir no también forma parte de la asertividad sexual y las habilidades sociales. Muchas personas terminan llevando a cabo prácticas sexuales que no desean, especialmente las más jóvenes, ya sea porque les sabe mal, por vergüenza o porque no saben cómo decir «no». Normalmente, uno insiste demasiado y el otro finalmente sucumbe, situación que puede ocurrir tanto teniendo pareja estable, como no teniéndola. Algunas personas creen erróneamente que por el hecho de tener pareja, pueden practicar sexo cuando quieran, independientemente de que la otra pareja no quiera. Obviamente, eso no es asertividad sexual sino abuso.
Es común caer en el error de pensar que nuestra pareja sexual debe saber ‒o tener una intuición‒ sobre qué repertorio debe ejecutar para crear intimidad y actividad sexual satisfactoria. La realidad es que nadie puede leer o adivinar nuestros pensamientos. Por supuesto, en algunas situaciones o experiencias todo fluye y la comunicación es casi «perfecta», pero no ocurre en la mayoría de casos.
¿A qué se debe que las personas no seamos capaces de expresar una opinión contraria o de pedir de forma clara lo que nos apetece sexualmente? La falta de asertividad puede deberse a varias razones, empezando por una falta de suficiente autoconocimiento y autoengaño. Deseamos ampliar nuestro engaño para que otras personas nos vean como nos vemos, Otras de las principales razones son la educación y los valores culturales recibidos.
Culturalmente, creemos que los hombres son los que han de desempeñar un papel más dominante en el sexo y expresar más abiertamente sus deseos de cualquier tipo. Por otro lado, durante muchos años, las mujeres han vivido una vida sexual más represiva, con un rol más pasivo. A lo largo de la historia, se ha condicionado a la mujer para complacer al varón, para ser incapaz de sentir el mismo deseo sexual, su orgasmo es opcional y debe esperar a ser seducida. En pleno siglo XXI estas costumbres aún se conservan en bastantes ámbitos y llevan a muchas mujeres a perder la confianza sexual principalmente por condicionamiento: vergüenza o pudor.
Es de suma importancia trabajar en esta asertividad, ya que puede conducir a que las mujeres recuperen el control de su propio comportamiento sexual, a que sea consciente de su derecho a asumir un rol activo en el sexo. Del mismo modo, también permite que los hombres se deshagan del estereotipo masculino que les “obliga” a llevar la voz cantante y a tener siempre un alto apetito sexual.
Si nos encontramos ante una falta de educación sexual, es probable que la persona no cuente con todos los recursos disponibles para decidir sobre temas tan importantes como métodos de protección ante enfermedades de transmisión sexual, prevención de embarazos no deseados.
En definitiva, sabemos que la asertividad sexual funciona como un factor de protección, especialmente ante experiencias de abuso sexual y ante conductas sexuales de riesgo. Pero, además de las cuestiones relacionadas con la salud sexual, la asertividad también fomenta los contactos eróticos positivos. Tiene que ver con nuestro derecho a tomar decisiones y a ejercer control sobre nuestro propio cuerpo y nuestro placer.
La finalidad del sexo no es otro que sentir placer, disfrutar, y por ello no hay que dudar en decir “no” ni en pedir aquello que sí nos gusta. De esta manera, cuando existe una comunicación asertiva, los dos miembros de la relación son capaces de expresarse con total libertad, tomando conciencia de las necesidades del otro sin olvidar las suyas propias.
Autora: Psicóloga Celeste Martínez Gavidia
Referencias
Castanyer, O. (2019). (5ª Ed.) Aplicaciones de la asertividad. Editorial Desclée De Brouwer, Bilbao.
Gaeta, L. y Galvanovskis, A. (2009). Asertividad: un análisis teórico-empírico. Enseñanza e investigación en psicología, 14(2): 403-425.
Santos-Iglesias, P., & Sierra, J. C. (2010). El papel de la asertividad sexual en la sexualidad humana: una revisión sistemática. International Journal of Clinical and Health Psychology, 10(3), 553-577.
Santos-Iglesias, P. (2012). Asertividad sexual: análisis de variables relacionadas e implicaciones clínicas. Tesis doctoral. Universidad de Granada, Granada.