¿Miedo al placer o falta de deseo?

¿Habías escuchado alguna vez el término “hedonofobia”? Lo más seguro es que no, pero probablemente te habrás topado con alguien ‒o tú mismo‒ que experimente un miedo irracional a sentir placer. Actualmente, demasiados miedos, fobias y ascos se encuentran implantados en la sociedad, infundados por la excesiva idea de control, perfeccionismo y prejuicios existentes. Todo esto, favorece la aparición de más y nuevos casos de miedos asociados al sexo, pudiendo incluso dar lugar a la aparición de enfermedades o somatizaciones de difícil diagnóstico.

Vivimos en una sociedad democrática donde, años atrás, los avances legales conseguidos en materia sexual parecían inalcanzables. Sin embargo, dichos avances pueden desaparecer en cualquier momento. Se podría pensar que la variabilidad en la expresión de la sexualidad está garantizada en las actitudes negativas, tales como la homofobia, transfobia, bifobia … No obstante, estas expresiones siguen presentes en nuestra sociedad.

El miedoy la ignorancia humana ‒alimentados por la escasez de educación sexual‒ han sido instrumentos limitantes en el comportamiento y expresión de la sexualidad.

Tal y como señala Pedro Villegas, médico de familia y sexólogo clínico hoy en día existe una tendencia hacía el autodiagnóstico mediante la búsqueda de información en Internet ‒o, más bien, desinformación‒ y tras ello una mayor inclinación a la autoterapia o intento de auto psicoanalizarse. No obstante, desde un punto de vista sexológico, este miedo al placer puede dividirse en varios tipos.

  1. Fobia real al sexo o a cualquier manifestación que forma parte de la sexualidad humana ‒caricias, masturbación, erotismo, coito…‒. Estas fobias pueden convertirse en trastornos y tornarse en miedos irracionales.
  2. Falta de deseo sexual o deseo sexual hipoactivo, siendo esta disfunción uno de los motivos de consulta más frecuentes en terapia sexual y de pareja, así como los más complejos. Hace referencia a “la ausencia de deseo o a la disminución de fantasías relacionados con la actividad sexual, de forma persistente o recurrente y provocando malestar acusado o dificultades de relación interpersonal”, según nos dice el DSM-IV.

Una de las posibles causas de este miedo es la búsqueda de la perfección en el ámbito sexual. La falta de información sexual en la escuela y en el hogar sumado a la sobreinformación en las redes sociales muchas veces sesgada, y al pronto consumo de la pornografía. En otras ocasiones ya hemos hablado de que mucho en el porno es ficción. No se muestra una sexualidad real que, si se toma como referencia, puede generar verdaderos cuadros de pánico. Se lleva a un extremo la idea de no poder cumplir dichos cánones sexuales o, simplemente, por “no estar a la altura de la situación”.

En cualquier caso, resulta preciso dejar claro que el deseo sexual inhibido es la disfunción sexual más compleja que se puede encontrar en el día a día de la consulta sexológica ‒más allá de parafilias peculiares y minoritarias‒. Muchas veces es para los pacientes una especie de cajón de sastre al que refieren cuando no tienen ni idea de la conflictiva existente en la dinámica de la pareja. Resistámonos a la tentación de simplificar problemas como la falta de deseo sexual.

Cabe distinguir entre casos de desinterés sexual o un grado más avanzado de éste, que podría corresponder a una aversión al sexo. Todas las personas podemos haber experimentado una pérdida en nuestro interés sexual, muchas veces afectados por estrés familiar o personal. O simplemente porque nuestra implicación en el terreno sexual puede variar. Asimismo, es importante percatarse de cuándo este desinterés genera miedo o rechazo en todos los aspectos sexuales. Es decir, miedo a la intimidad, a la intensidad de los sentimientos, a sentirse vulnerable o a sentirse atraídos sexualmente por alguien, entonces, muy probablemente, haya llegado la hora de acudir a un especialista que nos ayude a entenderlo y solucionarlo.

Desde la sexología, reivindicamos una mayor ymejor educación sexual para poder destruir todos los prejuicios, miedos infundados y fobias producidas por la desinformación, para algún día conseguir que las palabras “miedo” y “placer” dejen de estar estrechamente relacionadas.

Autora: Andrea Bello Pastor. (Psicóloga y Sexóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias bibliográficas:

Cabello, Francisco. Manual de sexología y terapia sexual. Apuntes de un máster.

Puch Blanco, Amparo (2016). Miedo al sexo.

Carpallo, Silvia C. (2018). La anorexia sexual, el miedo al sexo que han alimentado la educación y la pornografía.

La pretendida transgresión del movimiento postporno

Es1989 en Nueva York. En el escenario del Teatro Harmony se encuentra una mujer con lencería de encaje recostada en un sillón con las piernas abiertas. Se introduce un espéculo dentro de su vagina e invita a los espectadores a observar con una linterna. “Asómense y verán que no tiene dientes”, decía riendo.

Hablamos del espectáculo “’Public cérvix announcement” de Annie Sprinkle, considerada la precursora del así denominado postporno. Proponía esta performance con la finalidad de parodiar los mitos y el secretismo que han rodeado a los genitales de las mujeres, animándolas de esta forma a explorar sus vaginas. Indignada con la industria del porno comercial ‒en la que había trabajado como actriz‒, pasó a dirigir sus propias creaciones audiovisuales y a organizar espectáculos en los que se desarrolla como artista y activista feminista.

¿En qué consiste el denominado “postporno”? Se trata de un movimiento artístico y político que busca reformular el mundo del porno. Lo hace transgrediendo los convencionalismos de la pornografía machista e intentando generar otro tipo de mirada hacia el sexo. Todo ello, sin renegar del estímulo sexual que producen los contenidos audiovisuales. Aquellas personas ignoradas por el porno convencional, toman las riendas y se graban expresando su sexualidad, transformándose en protagonistas con un guion que ellas mismas deciden. Los cuerpos que la industria del porno excluye o denigra se convierten en creadores y protagonistas. Las mujeres, las minorías sexuales, los cuerpos no-blancos o discapacitados, los transexuales, intersexuales y transgénero serían ejemplos de las personas que conforman este movimiento.

La industria del porno comercial presenta patrones sumamente estereotipados y repetitivos. Chicas jóvenes, exuberantes, cuidadosa y pulcramente depiladas. Acompañada generalmente de por lo menos un varón bien dotado ‒de quien solemos ver muy poco más allá de su espalda, brazos y genitales‒. Si bien es cierto que en las plataformas pornográficas podemos encontrar una gran variedad de géneros distintos, en la mayoría de los casos las prácticas sexuales que realizan son más o menos las mismas. Es decir, sexo oral por parte de ella, sexo anal y vaginal, y derivaciones del mismo, incluyendo dobles penetraciones como algo prácticamente habitual. Por el contrario, en las producciones del “movimiento postporno”, ocurren escenas distintas. En éstas, ya sea en directo ‒mediante performances‒ o a través de plataformas online, vemos cuerpos ‒que no suelen encajar en el estereotipo de belleza actual‒ llevando a cabo otro tipo de prácticas.

Un ejemplo de este movimiento lo podemos ver de la mano del artista trans Lazlo Pearlman, donde en una de sus más conocidas performances, desconcierta al público haciendo un striptease en el que termina mostrando su vulva. En la película “Fake Orgasm”, aparece tumbado sobre una cama completamente desnudo, mientras una serie de personas lo observan y le hacen preguntas sobre su cuerpo, identidad y su sexualidad. Pearlman utiliza su cuerpo como espejo para que el público sea consciente de sus prejuicios. Esta película explora la sexualidad a través de situaciones que rozan lo absurdo y analiza la dificultad de la sociedad para aceptar las propuestas ajenas al paradigma binario hombre-mujer.

Sin embargo, el postporno no sólo da visibilidad a aquellos cuerpos que desafían las normas de género o sexuales. Otro colectivo en el que se centra es el de las personas con diversidad funcional. Un ejemplo de esto lo vemos en el documental “Yes, we fuck!”, una producción que quiere abordar la sexualidad en personas con diversidades física, intelectual…, donde la gente participa, dialoga y, sobre todo, cuestiona temas vinculados al cuerpo y a la sexualidad. En este documental podemos ver ‒entre otros ejemplos‒ el relato de la primera experiencia con el BDSM de Oriol, un hombre con parálisis cerebral. O a Mertxe, una mujer ciega que asiste a un taller de orgasmos vaginales impartido por un chico trans.

Aunque puede parecer contradictorio, el objetivo del “movimiento postporno” no siempre es que el público se masturbe y tenga un orgasmo a fuerza de imágenes sexuales explícitas. No, más bien, es cuestionar y poner sobre la mesa el debate acerca del sistema heteronormativo y patriarcal en el que todos nos encontramos. Este movimiento busca acercarnos a la posibilidad de ver y de ser parte de contenidos provocativos, no sólo con fines masturbatorios, sino también y principalmente políticos.

El problema viene cuando nos preguntamos qué buscan generalmente las o los usuarios más asiduos del porno. Es improbable que se contenten con sesiones lúdicas sin masturbación o sin eyacular<

Cuéntanos, ¿habías escuchado hablar de este movimiento? ¿Qué opinas de estas performances tan controvertidas? ¡Te leemos!

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias

Barros, G., Eksztain, M., Inda, N., Makintach, A., & Moscona, S. (2016). Postporno,¿ polisexualidad? Comentarios y reflexiones. Psicoanálisis, 38(1), 41-52.

Centeno, A.  & De la Morena, R. (2015). Yes, we fuck! [Vídeo]. Disponible en: https://vimeo.com/123177395

Melero, A. L. (2018). Procedimientos escénicos de deconstrucción de género. ACOTACIONES. Investigación y Creación Teatral, (41).

Romero Baamonde, M. (2019). Escena posporno. Desbordes disciplinarios en las prácticas artísticas pospornográficas.

Smiraglia, R. (2015). Sexualidades de (s) generadas: Algunos apuntes sobre el postporno. imagofagia, (6).

Vendetta, L. (19 de mayo, 2015). Donde las mujeres trans no están: su lenta inclusión en el porno feminista y queer. Recuperado de https://www.pikaramagazine.com/2015/05/donde-las-mujeres-trans-no-estan-su-lenta-inclusion-en-el-porno-feminista-y-queer/

Y un día la OMS aceptó que no sólo los heterosexuales eran “normales”

A mediados del siglo XX, la concepción patológica de la homosexualidad se mantuvo merced a un grupo de nuevos psicoanalistas. Su visión tuvo un fuerte impacto durante un tiempo.

Consecuentemente, cuando la APA publicó su primer manual diagnóstico ‒DSM‒ en 1952, éste clasificaba la homosexualidad como una “perturbación sociopática de la personalidad” y ‒en su segunda edición‒ como una “desviación sexual”.

Mientras los psiquiatras, médicos y psicólogos trataban de curar la homosexualidad, los investigadores sexológicos de mediados del siglo XX estudiaron a un grupo de individuos de un espectro más amplio, que no incluyese exclusivamente a sujetos de investigación que ya eran pacientes.

La investigación más importante en este respecto fue la liderada por el brillante Alfred Kinsey ‒te recomendamos la película sobre él‒. En los famosos Informes Kinsey, en los que se encuestó a miles de personas que no eran pacientes psiquiátricos, se encontró que la homosexualidad era mucho más común de lo que se pensaba, aproximadamente un 10% ‒aunque ahora se cree que está entre un 1% y 4%‒. Los estudios de Ford y Beach sobre comportamientos en diversas culturas y animales también ayudaron a refutar la idea de la comunidad psiquiátrica de que la homosexualidad era poco común y de que no se encontraba regularmente en la naturaleza. Finalmente, el estudio de Evelyn Hooker, en el que comparaba resultados en tests de 30 hombres gays y 30 hombres heterosexuales, refutó la creencia psiquiátrica de que los hombres gays presentaban perturbaciones mentales severas.

La psiquiatría americana mayormente ignoró la creciente cantidad de investigación sobre sexo e incluso mostró extrema hostilidad hacia los resultados que contradijesen sus propias teorías. Varios factores tanto dentro como fuera de la American Psychology Association ‒APA‒ colaboraron en la reconceptualización de la homosexualidad en el DSM: la investigación, el creciente movimiento anti psiquiátrico, el activismo gay y los cambios generacionales en la composición de la APA y del psicoanálisis, entre otros.

Las protestas consiguieron captar la atención de la APA, la cual comenzó a mobilizarse internamente con paneles educativos y discusión. Esta discusión tuvo su punto álgido en la reunión anual de la APA de 1973 en la que se llevó a cabo un debate sobre si la homosexualidad debía permanecer en la nomenclatura de la APA. Este debate dio paso también a una discusión sobre lo que se consideraba un trastorno mental. Robert Spitzer, que lideraba un subcomité que investigaba este tema, revisó las características de los trastornos mentales. Él se dio cuenta de que, exceptuando la homosexualidad y algunas de las otras “desviaciones sexuales”, todos causaban un malestar subjetivo significativo, o estaban asociados con un alguna deficiencia en el funcionamiento social. De este modo, al llegar a esta nueva definición de trastorno mental, el comité acordó que la homosexualidad no era uno. Finalmente, tras una votación en diciembre de 1973, se eliminó la homosexualidad del DSM.

Este proceso, aún tan reciente, nos muestra cómo la comunidad científica debe revisar constantemente sus ideas y jamás estancarse. Ahora mismo la disforia de género y los temas sobre personas trans está pasando por el mismo proceso, y de nuevo debemos velar por no caer en el sobrediagnóstico y ser conscientes del impacto del estigma que la categoría de trastorno mental tiene en la vida de muchas personas.

Autor: Jorge Valero Sarmiento (Psicólogo)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias:Drescher J. (2015). Out of DSM: Depathologizing Homosexuality. Behavioral sciences (Basel, Switzerland), 5(4), 565–575. https://doi.org/10.3390/bs5040565

Homosexualidad en la Historia

Puede ser que las más jóvenes generaciones crean que las personas homosexuales nacieron con derechos, pero no siempre ha sido así. En este post queremos contar el devenir que ha llevado al punto actual en que no sólo las personas heterosexuales tienen derechos. ¡Cuántas personas gays han salido del armario desde entonces!

Aquí empezamos: En 1973, la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) quitó el diagnosis de “homosexualidad” de la segunda edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM). Esto resultó de la comparación entre teorías que competían por explicar la homosexualidad, unas que la veían como algo patológico y otras que la veían como algo normal.

A través de la historia han existido numerosas teorías sobre la homosexualidad que pueden clasificarse en 3 tipos principales: patología, inmadurez y variación normal.

  1. Teorías de patología

Estas teorías consideran la homosexualidad adulta como una enfermedad y, consiguientemente, como algo que los profesionales de la salud mental deben tratar. Estas teorías mantenían que la homosexualidad era algo malo, tanto físicamente como moralmente, y fueron usadas como justificación para el internamiento de homosexuales en centros psiquiátricos, para la creación de terapias de conversión y, en general, para la discriminación.

  • Teorías de la inmadurez

Estas teorías, de carácter psicoanalítico en su mayoría, consideraban la expresión de conductas o sentimientos homosexuales durante la juventud como un paso normal en el desarrollo de la heterosexualidad adulta y, por tanto, aquellas personas que persistiesen siendo homosexuales en su adultez presentarían algún tipo de retraso en el desarrollo. Estas teorías consideraban la homosexualidad como algo benigno o, por lo menos, no tan malo como las anteriores.

  • Teorías de la variación normal

Estas teorías trataban la homosexualidad como una diferencia natural que afecta a una minoría de personas, como ser zurdo. Estas teorías consideran la homosexualidad como algo bueno o neutro y algo que no tiene cabida en los manuales diagnósticos.

Durante la mayor parte de la historia de Occidente, la opinión oficial sobre los significados de los comportamientos homosexuales eran principalmente área de las religiones, la mayoría de las cuales consideraban la homosexualidad como algo moralmente “malo”. Cuando, durante el siglo 19, el poder comenzó a transferirse de una autoridad religiosa a una secular, la homosexualidad, así como otros “pecados”, recibieron un mayor escrutinio por parte de la ley, la medicina, la psiquiatría, la sexología y el activismo por los derechos humanos. Finalmente, las categorías religiosas como “posesión demónica”, “ser un borracho”, y “sodomía” fueron transformadas en las categorías científicas de “locura/enfermedad mental”, “alcoholismo” y “homosexualidad”.

De este modo, la historia moderna de la homosexualidad comienza durante la mitad del siglo 19, principalmente con los tratados de Karl Heinrich Ulrichs, a quien se considera uno de los primeros defensores de los derechos gays. Estos tratados criticaban las leyes alemanas que criminalizaban las relaciones entre hombres. Karl hipotetizó que algunos hombres nacían con el espíritu de una mujer atrapado dentro de sus cuerpos, así como algunas mujeres nacían con el de un hombre, y que ambos constituían un tercer sexo.

En 1869, un periodista húngaro llamado Károli Mária Kertbeny, acuñó por primera vez los terminos “homosexual” y “homosexualidad” en un tratado político en contra de una ley de Prusia que criminalizaba el comportamiento homosexual entre hombres. Kertbeny presentó una teoría en la que consideraba la homosexualidad como innata e invariable, argumentos acordes a las teorías de la variación normal.

Richard von Krafft-Ebing, un psiquiatra alemán, presentó una de las primeras teorías de patología, en la que describía la homosexualidad como un desorden degenerativo. En su libro Psychopathia Sexualis de 1886, adoptaba la terminología de Kertbeny pero no su visión, describiendo los comportamientos homosexuales desde la óptica darwinista del siglo 19: los comportamientos sexuales que no estaban destinados a la procreación ‒incluida la masturbación‒ eran formas de psicopatología. Este autor fue muy influyente en la comunidad médica y científica, extendiendo tanto el término “homosexualidad” como su condición de patología, lo cual tuvo un impacto definitivo en los manuales psiquiátricos del siglo 20.

Freud concibió una nueva teoría en la que todas las personas nacen con tendencias bisexuales y que las personas adultas homosexuales simplemente tienen un retraso en su desarrollo psicosexual. Aún estando este retraso presente, Freud mantuvo que la homosexualidad no se podía considerar un vicio o una degradación, ni podía clasificarse como una enfermedad, y mantenía que cualquier intento de curarla sería fútil. Tras su muerte, algunos psicoanalistas de la siguiente generación volvieron a clasificar la homosexualidad como patológica y ofrecieron “curas” que habían eludido a su predecesor, volviendo ellos de este modo a la visión que tantos investigadores ‒incluidos muchos psicoanalistas‒ habían tratado de refutar.

Autor: Jorge Valero Sarmiento (Psicólogo)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

¿Cómo eyaculan las mujeres?

La sexualidad femenina, en general, se ha observado siempre desde una perspectiva patriarcal. El papel de la mujer quedaba relegado a dar placer y contribuir al objetivo de la relación sexual: el coito y la consecución de la eyaculación masculina –fines reproductivos-. Por ello, la eyaculación femenina ha sido una de las experiencias más desconocidas de la sexualidad, comenzando recientemente los estudios al respecto.

En este sentido, se han descubierto dos respuestas fisiológicas importantes en relación a los fluidos de las mujeres durante la excitación sexual y el orgasmo: eyaculación femenina y squirting. En la comunidad científica ha habido cierta confusión entre ambos fenómenos debido a su composición y a que se expulsan por conductos estrechamente relacionados ‒a veces, incluso, por el mismo‒.

Lo que se conoce como squirting consiste en la expulsión de orina diluida ‒es como agua clara sin oler a orina‒ durante la actividad sexual y el orgasmo. La cantidad que se expulsa depende del grado de excitación alcanzada. Al expulsarse a través del meato urinario ‒o uretra‒, la mujer puede tener la sensación de orinarse. Esto, sumado al desconocimiento acerca del tema, hace que sientan vergüenza y repriman esta respuesta sexual en lugar de relajamiento y disfrute. Si se tratase de orina, el líquido tendría un color más oscuro y el olor característico correspondiente.

Por su parte, la eyaculación femenina consiste en un líquido más espeso y blanquecino que se segrega de manera involuntaria en las glándulas de Skene ‒conocidas también como “próstata femenina”, dada su similitud con la próstata masculina‒ antes o durante el orgasmo. Cuando se estimula profundamente el clítoris, estas glándulas expulsan el fluido a través de los orificios que se encuentran ramificados alrededor de la uretra. De hecho, la confusión que mencionábamos anteriormente entre ambos fenómenos viene de que, a veces, en el squirting puede estar presente también una pequeña cantidad de este fluido eyaculatorio.

Un factor que parece favorecer estas respuestas sexuales en la mujer es la estimulación del famoso “punto G”, ya que se encontraría ubicado en una zona de la pared vaginal que conecta estrechamente con las glándulas de Skene. Sin embargo, sigue faltando información al respecto que lo confirme, dada la polémica sobre su ubicación exacta en la anatomía femenina. Aunque, hasta la fecha, muchos estudios suelen coincidir en que se encuentra en la zona clitoriana.

En general, estas respuestas sexuales no están lo suficientemente normalizadaspor varios motivos. En primer lugar, hay muchas mujeres que eyaculan, pero no son conscientes de ello.

Esto se debe a que no es tan visible como en el hombre por 3 motivos:

1. La cantidad que se expulsa puede ser mínima.

2. No se produce impulsada y proyectada por la contracción de un músculo, como ocurre con el pene.

3. En ocasiones, el fluido eyaculatorio se retrotrae a la vejiga y es expulsado más tarde con la micción.

En segundo lugar, falta consenso entre los propios científicos en cuanto a la legitimidad de la existencia de la eyaculación en la mujer. Algunos opinan que se trata de un fluido expulsado como consecuencia de que la mujer padezca incontinencia urinaria. Otros opinan que se trata de un fluido eyectado a causa de la excitación sexual y diferente a la lubricación vaginal. Además, en su composición observaron similitudes con el esperma masculino: presencia de fosfatasa ácida prostática o FAP ‒una enzima presente en el semen masculino que favorece la movilidad del esperma‒ y fructosa ‒un tipo de azúcar que también se halla en el semen cuyo papel es dotar de energía al esperma‒.

Por último, la desinformación y concepción social actual sobre este tema genera confusión entre las propias mujeres. Por un lado, el porno es una fuente habitual de información que da lugar a un concepto distorsionado de estas respuestas sexuales. La imagen que ofrecen es de algo necesario –casi obligatorio- para disfrutar plenamente del sexo, fácil de conseguir y con eyaculaciones espectaculares y muy visibles, casi como las masculinas. Todo esto genera en las  mujeres expectativas que no se cumplen tan fielmente, llegando a crear malestar y dudas sobre su capacidad sexual.

Por otro lado, la desinformación es tan elevada que, cuando una mujer experimenta la eyaculación o el squirting, piensan que se orinan mientras tienen sexo con su pareja. El sentimiento de vergüenza junto con la preocupación por si fuese síntoma de un principio de incontinencia, provocan tal grado de estrés psicológico que puede acabar afectando a la respuesta sexual, Y a la larga, a su propia autoestima.

Podemos concluir que, tanto la eyaculación femenina como el squirting, son respuestas sexuales totalmente normales en las mujeres. La ventaja de favorecer su conocimiento y aceptación social es que puede contribuir a un mayor disfrute del sexo, sin temor ni a reprimir ni a dudar de la propia capacidad sexual. Si una mujer que está teniendo sexo es capaz de percibir y distinguir que está teniendo alguna de estas experiencias ‒o ambas‒, lo mejor que puede hacer es relajarse y dejarse llevar para disfrutar plenamente.

Porque nosotras lo valemos.

Autora: Alba Muñoz Fernández (Psicóloga y sexóloga)

Créditos de la imagen; María Ciocnadi y Emedièfeme

Free the Nipple

¿Alguna vez te has preguntado por qué socialmente los pezones femeninos son percibidos como libidinosos, lascivos y obscenos, pero los masculinos están vistos con buenos ojos?

Como mínimo, resulta curioso y llama la atención la doble moral que prohíbe y estipula como un tabú la visibilidad del cuerpo humano con total naturalidad. Incluso lanzando el mensaje de que la exhibición pública de los senos y los genitales es un acto sucio, pecaminoso y hasta desagradable. Realmente esta idea refleja un tipo de violencia directa hacia la libertad y la sexualidad de las personas ‒y, concretamente, hacia el cuerpo de la mujer‒. En relación a este punto, aún a día de hoy, existe el tabú y la estigmatización generada sobre de las mujeres que dan de mamar en público. ¿Qué puede tener de sexual y escandaloso ver a una madre alimentar a su bebé? ¡Por favor, más sensatez y menos mojigatería y conservadurismo!

Resulta paradójica la normalización de una escena cargada de violencia –típico de las películas de Saw, por ejemplo–, pero no así todo aquello relacionado con la visibilidad del cuerpo humano “como dios nos trajo al mundo”. No hay por dónde abordar ese razonamiento. Desde luego, el legado judeocristiano y puritano en el que tanto los hombres como las mujeres estamos inmersas e inmersos se ha encargado de tener bien controladas, sumisas y calladas a las mujeres, de forma especial. No sea que caigamos en el “libertinaje”, por favor. ¡Cuánto daño ha hecho el patriarcado!

En este punto nace el movimiento Free the Nipple (o “liberen el pezón”, en español).

Con el auge de las redes sociales el movimiento feminista gracias ha ganado mucha fuerza. La conciencia acerca de la situación de discriminación y violencia que vive la mujer hacia su cuerpo, su sexualidad y su persona por el mero hecho de ser mujer es cada día más evidente. La población comenzó a despertar y en el año 2013, Lina Esco dijo “¡basta!”. Esta joven es conocida como la pionera del movimiento Free The Nipple, cuyo objetivo es lograr la equidad social a través del empoderamiento, la igualdad y la libertad de las mujeres y, por resonancia, de los hombres.

Este movimiento adquirió especial relevancia tras la censura en diversas redes sociales ‒como Facebook, Instagram o Tik Tok…‒ de imágenes donde aparecían pezones femeninos, explícitamente. El enfado y la crítica social se hizo viral a través del hashtag #FreeTheNipple, el cual cada vez está adquiriendo un mayor eco. Lo mismo ocurre con el desafío de las leyes que rigen esta prohibición a través del lema, “Mi cuerpo, mis normas” y “No es No”. Este último está relacionado con el consentimiento explícito a la hora de mantener relaciones sexuales. Paralelamente. existe un movimiento llamado “Don’t Delete Art” ‒no elimines mi arte, en español‒ que denuncia la censura y “desaparición” de imágenes, dibujos o creaciones artísticas de “desnudos” realizadas por los propios autores, con la finalidad de difundirlas y dar a conocer su trabajo.

En los países escandinavos, concretamente en Noruega, la realidad social es bien distinta. Existe un programa de televisión muy transgresor en el que se imparte educación afectivo sexual a niños y niñas del país. En el formato propuesto aparecen cuerpos de hombres y mujeres completamente desnudos, como modelos reales ‒en lugar de imágenes ficticias a la hora de realizar las charlas‒. Evidentemente no se les ven los rostros para proteger sus identidades, algo que aquí todavía sería impensable. En esta misma línea se encuentra la ya conocida y polémica idea de imponer un “veto parental” –un tema en sí mismo e interesante que se abordará en otro post–.

Aún a día de hoy queda un largo trecho por recorrer en España y en muchos lugares del planeta. La sociedad necesita adaptarse y prepararse para un mundo contemporáneo que avanza cada vez más rápido, a través de una buena educación y muchísima pedagogía.

¿Estarías a favor de que se emitieran talleres de educación con una perspectiva afectivo sexual en la televisión pública, siguiendo el modelo propuesto en Noruega? ¿Qué opinas de la censura en redes sociales de la desnudez humana? ¿Crees que las pautas comunitarias de las redes sociales son demasiado restrictivas?

Autora: Vanesa Romero Ballester (Psicóloga y Sexóloga)

Créditos de la imagen; María Ciocnadi y Emedièfeme

Fuentes: Benavent, I. (2020). Una campaña para liberar los pezones en Instagram. https://irebenavent.com/normalizar-pezones-en-instagram/

García C. (2021). El Arte que censuran las redes sociales. La razón, https://www.larazon.es/cultura/20210201/3f2e2ysqvfas7l6ri5f52sjdjm.html

#FreeTheNipple #Censura #Feminismo #EmpoderamientoFemenino #Pezón #Pezones

El impacto del Satisfyer

Es muy probable que hayas oído hablar ‒o que conozcas de primera mano‒ de lo que es el “Satisfyer”, el juguete sexual que ha revolucionado el sector de los juguetes eróticos. Un succionador de clítoris que ha conseguido que las mujeres sientan una imperiosa necesidad de contar la experiencia que acaban de vivir. Su éxito reside en una poderosa campaña publicitaria y en su capacidad para centrarse en el clítoris, diferenciándose así de otros juguetes eróticos los cuales se limitan a simular la penetración.

La cuestión es, ¿acaso su fama es merecida? La respuesta es sí, pero con matices. No podemos negar que una de los motivos por los que se ha popularizado con tanta rapidez es que, según la marca, las opiniones y los comentarios online la mayoría de las mujeres que lo utilizan alcanzan el orgasmo. Y no solo eso, sino que además lo hacen en un tiempo récord.

El succionador está diseñado para ser utilizado únicamente en el clítoris, lo que podría parecer a priori un contra, puede ser en realidad, una ventaja. Desmiente categóricamente el mito de que la penetración es un requisito indispensable para alcanzar el clímax y centra toda su atención en el clítoris. Recordemos que es un órgano que durante años ha sido invisibilizado, y cuya única función es la de proporcionar placer. Son muchas las mujeres que alcanzan el orgasmo estimulando el clítoris, por lo que podemos decir que estos nuevos succionadores rompen una lanza a favor de su empoderamiento sexual. Normalizan el hablar de la masturbación y destruyen tabúes sexuales.

Este juguete erótico funciona generando una sensación de vacío y palpitaciones sobre el clítoris. Para ello utiliza un sistema de ondas expansivas y pulsaciones de aire. No hay roce directo con la piel, por lo que el clítoris no sufre. Durante la excitación, el clítoris se vuelve especialmente sensible y muchas mujeres llegan a un punto en el que el roce ‒o presión en esa zona‒ pasa a resultarles molesto o doloroso.

Otra ventaja que también podemos encontrar es que invita a las mujeres a explorar su propio cuerpo. Sabemos que esto no es una ventaja exclusiva del succionador, ya que es algo que ya podemos conseguir con la masturbación manual y con otros juguetes, pero no deja de ser un aspecto positivo. La realidad es que son muchas las mujeres que no conocen suficientemente bien sus genitales ni su respuesta sexual. La especificidad de este juguete requiere que tengamos muy bien localizado nuestro clítoris, de forma que favorece que nos miremos, toquemos y, en definitiva, nos conozcamos.

Sabiendo todo esto, ¿qué inconvenientes puede tener el “Satisfyer”? Que no cunda el pánico, sólo vamos a resaltar algunos aspectos a tener en cuenta. En cuanto a su funcionalidad, no le podemos poner ningún “pero”, este juguete sexual ha demostrado que consigue su objetivo: el orgasmo. No obstante, ha impulsado la fiebre del fast-orgasm, donde parece que lo único importante del sexo es el clímax o gran final. La sociedad de las prisas y la productividad han llegado a nuestra vida sexual. Según usuarias que poseen este juguete, basta con dos minutos para alcanzar el clímax, proporcionando orgasmos con una economía de tiempo sorprendente. A priori, parece que está muy bien, pero… ¿estamos convirtiendo el sexo en comida rápida?

Este empeño por ponerle un temporizador al sexo puede llegar a ser contraproducente. En el caso del varón se parecería a los problemas relacionados con la eyaculación precoz. Por un lado, como hemos comentado, hace pensar que el objetivo del sexo es únicamente alcanzar el orgasmo. Y, por otro lado, puede crear malestar en quien no consiga alcanzar un orgasmo dentro del estándar de los dos minutos. Centrarnos exclusivamente en el orgasmo puede hacer que perdamos por el camino oportunidades de disfrute, de autoconocimiento y de crecimiento sexual. Es importante saber que el sexo es amplio y que hay mil formas de disfrutarlo. Eso sin mencionar que en pareja lo ideal es tener tiempos parecidos para llegar al orgasmo.

A pesar de estos matices, el Satisfyer ha llegado con la intención de quedarse. Debemos verlo como lo que es, un complemento más, y no como un sustituto del sexo. Megwyn White, directora de Educación de Satisfyer declaraba: «Todo el mundo merece tener acceso al placer». No le podemos quitar la razón, esta novedad ha hecho disfrutar a muchas mujeres, y ha contribuido a que la sexualidad femenina salga a la luz. Han situado el orgasmo y el placer femenino en el puesto que se merece.

Y eso amigas y amigos, es maravilloso.

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Créditos de la imagen; María Ciocnadi y Emedièfeme

Bibliografía

Gómez, S. (2021). Entrevista: Megwyn White, directora de Educación de Satisfyer: «Todo el mundo merece tener acceso al placer». Diario de Sevilla.

Moyano Delgado, A. (2020). Lanzamiento de productos de éxito: el caso Satisfyer.

Raffio, V. (2019). La invención del orgasmo instantáneo. El Periódico.

Reinés, E. (2020). El Satisfyer, icono de la revolución sexual femenina. EFE Salud. https://www.efesalud.com/satisfayer-icono-revolucionsexual-femenina/

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Donjuanismo

El término Donjuanismo es socialmente reconocido y aplicado al comportamiento de algunos hombres respecto a la conquista de las mujeres. Buscan enamorarlas, seducirlas, engañarlas y una vez conseguido su objetivo, las abandonan con el solo deseo de coleccionarlas como una especie de trofeo que ha ganado en una competencia de caza.

Los donjuanes buscan la “virginidad”, la “pureza en las mujeres” y, una vez que cumplen su propósito, se aburren, las desprecian y salen en busca de otra conquista. Para el “Don Juan” toda mujer es un reto, usa su poder con toda clase de artimañas, técnicas de seducción y mentiras para obtener a la mujer que desea. Un hombre con personalidad de Don Juan no puede tener relaciones duraderas, profundas, sino formas de relaciones superficiales.

El término “Don Juan” es una creación de la Literatura Universal. Desde la Edad Media ‒y aún mucho antes desde las épocas de la Grecia Antigua‒, ya algunos dioses ‒y especialmente Zeus‒, podrían aspirar sin dificultad al título de “Don Juan”. En las aventuras amorosas del padre de los dioses, como en la vida del caballero de Sevilla de Tirso de Molina, se encuentran raptos, violaciones, seducciones… Pero fueron necesarios los siglos de moralismo cristiano para transformar los inocentes excesos sensuales del dios griego en las hazañas amorosas de un noble que causa tales estragos en el terreno del amor ‒El Burlador de Sevilla‒. Fue precisamente en el ambiente árido, represivo y severo de la Corte española, en donde se cernía la pesadilla de la Inquisición, ahí aparece esta idea como contraparte del estereotipo de la etiqueta y la sensualidad reprimida.

Desde la aparición del mito de Don Juan, esta figura se ha instalado en el pensamiento y en el sentimiento de nuestra cultura occidental, en donde el donjuanismo se plantea como una relación entre sexos que otorga al varón una superioridad desconsiderada sobre la mujer. Desde la infancia, este modelo de conducta es reafirmado en los varones debido al estereotipo de masculinidad que todavía prevalece. «Mientras más parejas sexuales establece, más hombre se le considera».

Por eso es importante la educación en el hogar acerca de este aspecto en los jóvenes. Es fundamental ya que precisamente en la etapa de la adolescencia es cuando se define la identidad en todos los sentidos, incluida la sexual. Un varón con una clara identidad de género muy difícilmente sería un “Don Juan”. En realidad, los hombres que son “donjuanes” hasta el final de sus vidas, lo son porque siempre conservan los rasgos de esa indeterminación juvenil.

En algunos hogares donde hay varios jóvenes es frecuente ver cómo el juicio del padre sobre la conducta de uno de sus hijos varones ‒y aún el de la madre‒ es favorable y estimula la actitud de éstos hacia la relación con muchas. Incluso celebrando, en algunos casos, la promiscuidad, como una reafirmación de la hombría del joven. Socialmente, el joven que tiene éxito con las mujeres es más aceptado en los grupos ‒incluso de mujeres‒ que aquel que es tímido o muy parco en la conquista del amor del sexo opuesto. Una característica muy notable de los donjuanes es su incapacidad para amar: son anarquistas del amor. Ignoran la felicidad, la virtud, la honestidad… Consideran válida cualquier arma para conquistar. Los sentimientos de la otra persona no son tenidos en cuenta. Sólo les interesa el “instante de placer” y el “triunfo permanente” sobre la mujer a la que someten, así como sobre el marido o el novio que logran burlar.

El hombre con personalidad de Don Juan concibe el amor como algo deportivo, pasajero. Ve en éste una competencia permanente y compite con otros hombres para ver quien logra conquistar el mayor número de mujeres. Uno de los conceptos de la teoría psicoanalítica postula que, en los individuos con personalidad de Don Juan, podría hallarse una homosexualidad latente, debido a su alto contenido de narcisismo en su personalidad. En la consulta se ha confirmado que en el fondo hay un temor inconsciente hacia sus impulsos homosexuales.

Es posible es que este estilo seductor sea una verdadera compulsión, se vuelven adictos a la conquista, en un intento por experimentar seguridad y confianza, que se convierte en un estilo de vida, sin el cual se les hace imposible vivir.

El Don Juan cree estar enamorado, pero su sentimiento es transitorio y de allí, podemos deducir que nunca lo está. Se convierte en un deseo platónico, nunca en un amor verdadero. Platón decía que uno siempre desea lo que no tiene. Esto le sucede al individuo con características de Don Juan. Justo en aquel momento que conquista aquello que tanto deseaba ‒de inmediato‒ pierde su interés. En caso de que la mujer se enamore de él, pierde el deseo e interés por la mujer y la abandona. Muchas veces sin haber tenido relaciones intimas, en el momento que él se da cuenta de que ella lo desea, ya consiguió su triunfo y pierde el interés. Pero en caso de que él ponga los ojos en una mujer y esta no ceda, allí es donde no se dará por vencido, y se vale de todos sus poderes de conquista hasta lograr tener el triunfo sobre ésta.

El Don Juan tiene una característica importante, sabe cómo llegar a la mujer, cuándo halagarla, es capaz de intuir las necesidades o carencias de su víctima. Podríamos ver en ellos una conducta fóbica, ésta es una forma de defenderse de los contactos afectivos duraderos.

Hay que tener en cuenta a individuos de 40 a 55 años que han sido Donjuanes, muchos de ellos a pesar de estar bien maduros siguen viviendo con sus madres, lo que nos demuestra la interpretación edípica del Donjuanismo. Las crisis que tienen alrededor de los 50, nos muestra su insatisfacción. A esa edad se dan cuenta de que sus amigos están casados, con hijos y para ellos es difícil disfrutar de la compañía femenina como cuando tenían 25 años.

Es en estos momentos, que muchos acuden a la consulta profesional. Los más inteligentes quieren que se les oriente a formar una familia, se sienten muy apresurados por todo el tiempo perdido y quieren una ayuda, para poder llevar una vida sana. Muchos tienen unos niveles de autoestima bajos. Otros buscan terapia, paradójicamente, con el fin de que se les ayude a continuar con su vida de conquistas.

El Donjuanismo pertenece al Trastorno Histriónico de la Personalidad y se presenta en hombres o mujeres, tanto solteros como en casados. No toda persona que tenga muchos amantes padece este trastorno. Para tenerlo hay que reunir los criterios diagnósticos del Trastorno Histriónico de la Personalidad. Las personas que sufren este trastorno poseen un patrón en general de una excesiva emotividad y una búsqueda permanente de atención, que comienza al principio de la edad adulta. Tenemos los siguientes indicadores, según el DMSV, y han de estar presentes cinco o más de ellos:

1. No se siente cómodo en las situaciones en las que no es el centro de atención.
2. La interacción con los demás suele estar caracterizada por un comportamiento sexualmente seductor o provocador.
3. Muestra una expresión emocional superficial y rápidamente cambiante.
4. Utiliza permanentemente el aspecto físico para llamar la atención sobre sí mismo.
5. Tiene una forma de hablar excesivamente subjetiva y carente de matices.
6. Muestra autodramatización, teatralidad y exagerada expresión emocional.
7. Es sugestionable, por ejemplo, fácilmente influenciable por los demás o por las circunstancias.
8. Considera sus relaciones más íntimas de lo que son en realidad.

Autor: Xud Zubieta (Doctor en Psicología y sexólogo)

Créditos de la imagen; María Ciocnadi y Emedièfeme

Sexo, sexualidad y redes sociales

En otoño del 2019 tuve la oportunidad de hacer una presentación sobre el tema de las redes sociales, desde la perspectiva de la sexualidad. El vídeo que podéis ver a continuación forma parte de una serie de sesiones clínicas organizadas por el Instituto Superior de Estudios Psicológicos, ISEP, en el cual soy profesor sobre todo en los cursos de máster en sexología y terapia de pareja,

No sólo espero que te guste, sino que además nos lo hagas saber y nos dejes tus comentarios.

La presentación hace una retrospectiva que parte del advenimiento de Internet, la increíble proliferación en la utilización de las nuevas tecnologías. Proporciona datos, estadísticas e información que ayudan a tener una idea más clara de los peligros que la red representa, al tiempo que muestra la forma en que se pueden disminuir dichos riesgos. Por otra parte, incide en los beneficios y aspectos positivos de la utilización de Internet y alienta a los padres, madres, profesores y profesoras, así como como personas que fungen como educadoras con respecto a las personitas que enseña. Se formulan una serie de pautas que permiten saber de qué forma proteger a los niñas y niñas, alentándolos a utilizar Internet adecuadamente y sacarle el mayor provecho posible.

Queda claro que es una situación más en la que el doctor Xud Zubieta presenta claramente un tema de actualidad de forma que pregunta y responde una serie de cuestiones de gran utilidad en el ámbito educativo, familiar y virtual.

Créditos de la imagen; María Ciocnadi y Emedièfeme

Mitos sexuales y discapacidad

            Coexistimos con multitud de mitos acerca de todos los aspectos de nuestra vida ‒salud, alimentación, trabajo, género, economía…‒, muchos de los cuales condicionan enormemente y de forma negativa nuestro modo de pensar y actuar. A veces sin que seamos realmente conscientes de ello.

            La sexualidad no iba a ser menos al constituir uno de los temas con más cantidad de mitos y tabúes. De hecho, muchos de los problemas que se ven en terapia sexual y de pareja tienen algún que otro mito presente. Generalmente, el mito en cuestión origina y mantiene una conducta disfuncional que alimenta dicho problema, siendo entonces necesaria la reestructuración cognitiva de estas creencias.

            Sin embargo, si ahondamos todavía más en los mitos sobre la sexualidad, descubriremos que ‒por desgracia‒ donde más arraigados están es en diversas situaciones relacionas con la discapacidad física o psíquica.

Veamos algunos de los más habituales:

            1. “A las personas discapacitadas no les interesa el sexo, son asexuadas”; FALSO. El cuerpo de una persona con discapacidad física ‒por ejemplo, personas con miembros amputados‒, personas con discapacidad intelectual ‒como pueden ser algunos casos asociados al Trastorno del Espectro Autista o TEA‒ responde a la necesidad sexual igual que lo hace el de una persona neurotípica. Esto se debe a una condición de vida inherente al ser humano. Al igual que las personas neurotípicas, estas personas también tienen intereses, deseos, necesidades de vínculos afectivo-sexuales y de sentirse atractivos y deseados por otras personas.

            2. “No se puede realizar educación sexual con la mayoría de personas con discapacidad física o psíquica”: FALSO. Es, de hecho, más necesaria todavía una educación sexual adecuada para personas con discapacidad ‒sobre todo en casos de discapacidad intelectual y algunos asociados al TEA), ya que, a pesar de sus posibles limitaciones, pueden asimilarla y aplicarla perfectamente a su vida cotidiana. Es así que pueden tener una experiencia sexual de calidad. El error más común está en reducir la educación sexual a la prevención de Enfermedades de Transmisión Sexual o ETS y de embarazos no planificados, olvidando con frecuencia a las personas no normo-típicas.

            3. “Las personas con discapacidad no son atractivas y, por lo tanto, no pueden proporcionar placer”: FALSO. Que muchas personas con discapacidad no encajen en los cánones de belleza que nuestra sociedad impone constantemente, no quiere decir que no puedan resultar atractivas para nadie. Este proceso no depende solamente del aspecto físico. Ni tampoco así la capacidad de dar y recibir placer. Este tipo de mito está más extendido en personas con rasgos físicos concretos como, por ejemplo, el síndrome de Down, en personas con prótesis en alguno o varios de sus miembros, individuos con labio leporino, síndrome de Prader-Willi…

            4. “Las personas con discapacidad no son capaces de controlar su sexualidad y representan un peligro para el resto”: FALSO. Evidentemente, al ser seres sexuados como cualquier persona, sienten sus impulsos sexuales de igual manera. Si no se les ayuda a conocerlos, comprenderlos y controlarlos, no pueden saber distinguir entre expresiones de afecto y prácticas sexuales, ni tampoco cuáles se pueden dar en público y cuáles deben ocurrir en privado. Esto es especialmente importante en personas con discapacidad intelectual.

            Por supuesto, en nuestra cultura existen muchas más mitos y creencias erróneas acerca de la sexualidad. Todas ellas crean con frecuencia una barrera demasiado grande para ser ignorada por los profesionales que pueden ayudar a reducirla, como son psicólogos, sexólogos, maestros de educación especial, sanitarios… Esta labor es muy importante ya que, como seres humanos, todos necesitamos y tenemos derecho a sentir y disfrutar sin trabas nuestra sexualidad.

Autora: Alba Muñoz Fernández (Psicóloga y Sexóloga)

Créditos de la imagen; María Ciocnadi y Emedièfeme

8 series recomendables sobre sexo

Se podría decir que, actualmente, las teleseries son las reinas del entretenimiento. La amplísima variedad que presentan y su formato episódico y dinámico les otorgan un carácter absolutamente adictivo. Por estas razones resultan un medio idóneo para transmitir ideas y educar. En este artículo presentamos una modesta selección de series que nos pueden aportar conocimientos sobre algunos aspectos del infinito universo de la sexualidad, a la vez que nos divierten y entretienen. El esfuerzo está puesto en evitar hacer “spoilers”.

Big Mouth (Netflix)

Big Mouth es una serie animada que sigue a varios personajes adolescentes en su viaje a través de la pubertad. Los protagonistas tienen asignados unos monstruos llamados “monstruos de las hormonas” que les sugieren acciones acordes a los impulsos de los adolescentes.

El concepto de la serie es especialmente entretenido y los detalles sobre el proceso de la pubertad, aunque exagerados, están bien realizados. La serie además cuenta con algunos capítulos de educación sexual explícita, y aprovecha cualquier oportunidad para tratar de enseñarnos, o recordarnos, algo sobre lo que pudo representar en nuestra vida la vorágine de la “revolución hormonal”, que representa la pubertad.

Sex Education (Netflix)

Sex Education muestra los periplos de Otis, un adolescente inseguro sobre el sexo y sus padres, una pareja de sexólogos divorciados. Otis, quien vive con su madre, empedernida de la sexología, comienza una serie de aventuras tras accidentalmente darle consejo sexual al bully del colegio. Tras un resultado sorprendentemente positivo decide montar un consultorio muy “ad hoc” para sus compañeros de instituto.

Resulta importante añadir esta serie a la lista puesto que trata el tema de la educación sexual de un modo muy directo. En ella podemos observar el trabajo de la sexología, además de cómo los adolescentes se enfrentan al sexo y a las dudas y disyuntivas que éste les genera. No cabe duda que entre los guionistas hay expertos en sexología.

It’s a Sin (HBO)

Esta serie sigue las vidas de 3 chicos gays en Londres durante la epidemia de sida de la década de los 80. La serie hace saltos temporales que nos permiten observar una variedad de aspectos sobre esta epidemia desde distintos puntos de vista en la historia. Desde su aparición en Estados Unidos a finales de los 70, hasta las manifestaciones por un trato justo de los gays, las medidas de Margaret Thatcher, los grupos de apoyo para enfermos, el desconocimiento absoluto del público sobre la enfermedad… por mencionar algunos ejemplos.

Es una serie fundamental, tanto desde el punto de vista histórico como del sexual.

Euphoria (HBO)

Euphoria sigue la historia de Rue, una chica adicta a las drogas, y su relación con Jules, una chica trans que acaba de mudarse al pueblo de Rue.

La serie contiene varios aspectos de interés sobre la sexualidad, como pueden ser las relaciones tóxicas o abusivas, la adicción al sexo o el uso excesivo de las apps de contactos, la prostitución online, entre otros. No obstante, lo que puede resultar de sumo interés es el personaje trans, que además de darle visibilidad al colectivo, está escrito de una manera sobria y real, que nos permite observar con un poco más de detenimiento a un colectivo tan desconocido, que genera tantas dudas y, ciertamente, muy poco entendido por el público general.

Special (Netflix)

Special trata de un chico gay con parálisis cerebral que finalmente decide mudarse de la casa de su madre para trabajar y comenzar a vivir su sexualidad libremente. Cabe mencionar que hasta entonces no se siente capaz de hacerlo.

La serie, además de ser bella, sensible, empática y divertida, da visibilidad a un ámbito del que se suele hablar poco: cómo las personas con diversidad funcional viven su sexualidad. Qué importante que se traten estos temas y se encuentren al alcance del público en general.

I May Destroy You (HBO)

Esta serie sigue a una escritora que, mientras trata de superar su bloqueo en la escritura de su segundo libro, sale de fiesta con amigos y sufre una violación de la que recuerda muy pocos detalles.

La serie trata de una manera fresca y real un conjunto muy amplio de aspectos de la sexualidad actual. Además nos permite observar algunas de las consecuencias que tiene este tipo de evento traumático en una persona.

You, Me, Her (Netflix)

Esta serie sigue la historia de un matrimonio joven que, tras un estancamiento en el área sexual, decide introducir a una escort ‒o chica de compañía‒ de la que progresivamente se enamoran hasta que deciden decantarse por una relación poliamorosa.

Las relaciones poliamorosas son un tema de gran interés actualmente y del que se suele saber muy poco. Esta serie nos permite observar una relación de este tipo y de los sentimientos o dudas que pueda generar.

Bonding (Netflix)

Bonding sigue a una estudiante de psicología que trabaja de dominatrix para pagarse los estudios. Asimismo, trata de su mejor amigo del instituto, con el que reconecta tras muchos años y al que decide ofrecerle ser su asistente.

Esta serie amplia su perspectiva para incluir y permitirnos observar algunos conceptos sobre BDSM; como por ejemplo puede ser el sadomasoquismo, pero con un toque humorístico, relajado y desenfadado.

Cabe mencionar, aunque no sea una serie, el programa Slutever (Vice), que explora una amplia cantidad de aspectos sobre sexo y género.

Autor: Jorge Valero Sarmiento (Psicólogo)

¿Todo vale en el amor?

¿Qué es el amor? Definir este concepto no es para nada tarea fácil. Según la Real Academia Española, es “un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”, así como la “tendencia a la unión sexual”, entre otras. Algo que tenemos claro es que el amor evoluciona como parte de la cultura en la que se enmarca, por lo que también es un producto social y cultural. En nuestra cultura occidental, el amor es, principalmente, el que nos legaron los románticos.

Quién no ha escuchado alguna vez “el amor todo lo puede”, “es mi media naranja”; “si no es celoso o celosa no me quiere”, “quien bien nos quiere nos hará sufrir” o que “quienes se pelean se desean”. Hemos socializado en un modelo romántico del sufrimiento, hasta el punto de verlo como el prototipo y el ideal de amor, donde los mitos románticos se presentan como verdaderas pruebas de amor. Un ideal cada vez más cuestionado, pero que aún conserva vigencia.

Este proceso de socialización no se lleva a cabo de manera similar entre hombres y mujeres, creando una desigualdad de roles. De esta forma, fomenta el establecimiento de la identidad femenina en torno a una serie de roles femeninos ‒ser madre, esposa, cuidadora‒ y actitudes sumisas ‒dependencia o pasividad‒, y las coloca en una situación de inferioridad y vulnerabilidad. Por el contrario, el comportamiento masculino se relaciona con el poder, la razón, la independencia o la autoridad.

Este concepto de “amor” se puede clasificar como un modelo de sexismo benevolente, actitudes estereotipadas hacia la mujer expresadas en un tono positivo. Esto lleva la intención de hacerles sentir que necesitan de la protección del hombre y promueven el estatus subordinado de la mujer, en el cual el hombre les brinda protección, idealización, recompensa emocional…

Y es que este amor no lo encontramos únicamente en la época del romanticismo, donde la galantería del hombre seductor conseguía conquistar a la dama mediante su amor pasional. Actualmente, el amor romántico está campando a sus anchas, lo vemos en libros, series, películas, canciones, programas televisivos y canales de Internet y Youtube. En numerosas ocasiones se muestran modelos amorosos que suponen un obstáculo a la hora de construir relaciones de una manera sana, ya que reproducen el ideal de amor romántico, recubierto de fantasía para adaptarlo a la época actual. Por lo tanto, el público sigue interiorizando y socializándose en este ideal de amor.

El problema viene cuando estos mitos justifican e incluso promueven, en ciertos contextos, la violencia de género. Y es que esta aceptación de la violencia en la relación de pareja se debe en parte a su concepción sobre el amor. Este concepto de amor romántico supone la entrega total del uno al otro, por lo que la relación de dependencia entre una pareja, así como el perdón y la justificación del comportamiento amoroso, sea el que sea, se convierten en parte fundamental. Además, puede propiciar en cierta medida que una relación perdure pese a que haya violencia de género. Se justifica inicialmente con estrategias de control, especialmente del móvil, amistades y aficiones, pero lejos de ser analizadas como lo que son, se esconden bajo la premisa de “amor”, sin despertar sospechas. Éste es el peligro real, la violencia de género se camufla en sus primeras manifestaciones, por lo que no es fácil de detectar.

En conclusión, el amor romántico, aunque no muestra violencia explícita hacia la mujer, transmite hacia ella unos roles femeninos de entrega, dependencia y sumisión, y como consecuencia, una serie de implicaciones que hacen vulnerables a las mujeres a la violencia de género. Por tanto, es de gran importancia ser conscientes de este tipo de patrón de relaciones y deconstruir los mitos románticos con el fin de cambiar los modelos de relación de futuras generaciones, ya que la reproducción de los estereotipos y roles de género tiene un gran impacto en la construcción de la identidad de las personas.

Como alternativa al amor romántico, proponemos un amor libre, maduro y compañero, permaneciendo en un vínculo desde la elección y desde la posición de igualdad.  Para alcanzar ese tipo de vínculo, hay que entender al otro como ser humano, alejarlo de la idealización.  Un compromiso en el cual se compartan aquellos aspectos que se acuerden compartir, sabiendo que también se tiene derecho a no querer tener pareja o tenerla en formas diversas. También hay que saber que el otro puede fallar, que podemos cambiar y que la relación que mantenemos no tiene por qué ser para toda la vida. Porque deconstruir el amor romántico no implica destruir el amor y los vínculos, sino saber que, ante todo, está la igualdad y el respeto mutuo. Y es que, en el fondo, todos queremos ser amados.

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Referencias

Garaigordobil Landazabal, M., & Aliri Lazcano, J. (2011). Sexismo hostil y benevolente: relaciones con el autoconcepto, el racismo y la sensibilidad intercultural.

García, C. C., & Gimeno, M. C. M. (2017). Creencias del amor romántico y violencia de género. International Journal of Developmental and Educational Psychology2(1), 47-56.

Merino Verdugo, M. E. (2016). Sexismo, amor romántico y violencia de género en la adolescencia.

Rodríguez, E. R., & Iñesta, A. I. C. (2020). Amor romántico y violencia de género. Trabajo social hoy, (89), 65-81.

¡Aquí te pillo, aquí te mato!

Pocos placeres hay en esta vida tan grandes como el practicar sexo, especialmente cuando lo hacemos de forma tranquila, relajada, es decir, sin prisas ‒explayándonos en todas esas caricias, posturas y demás prácticas que nos apetezca realizar‒. Aunque lo cierto es que no siempre podemos dedicarnos a ello tanto como nos gustaría en un momento determinado, o incluso puede que no encontremos la ocasión…

            El ritmo de vida tan frenético que llevamos hoy en día influye en nuestra vida sexual. Es lamentable que el tiempo que tenemos para dedicarle a este aspecto tan importante de nuestras vidas fluctúa en función de nuestro ritmo de vida, cosa que no ocurre sólo con el sexo sino también con otras actividades ‒por ejemplo, comer, hacer deporte, dormir…‒.

            Parece que lo ideal es encontrar un momento en el que poder disfrutar de una sesión de sexo sin estar pendientes del reloj. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando no es así? ¿Podemos permitirnos dejarnos llevar por el deseo en un momento dado en el que no lo hubiéramos planificado? En un momento en que ni siquiera nos ha pasado por la cabeza, e incluso cuando sólo disponemos de unos pocos minutos… ¿Se puede disfrutar igual?

            La respuesta a ambas cuestiones es “sí”. Podemos tener una sesión de sexo prolongada que incluya todo lo que queramos ‒un masaje inicial, besos sugerentes, caricias y demás preliminares que nos lleven finalmente al orgasmo, con o sin coito‒, incluida una buena siesta post-sexo. O, por otro lado, esa misma sesión de sexo puede ser tan sólo de unos minutos y en la que vayamos al grano ‒sin apenas o ningún preliminar‒. Es decir, buscando directamente el orgasmo. Y esto último puede darse bien por falta de tiempo, o bien por una excitación tan repentina e intensa que nos induce a la imperiosa necesidad de obtener placer. Esto se conoce como “quiqui”, “un aquí te pillo, aquí te mato”, o “un rapidito”.

            Sin embargo, esto tiene un matiz importante: no es saludable a largo plazo reducir nuestra actividad sexual a un único tipo de práctica. Esto puede resultar limitante e incluso monótono, y generar aspectos que acaban dañando nuestro placer y ‒posiblemente‒ la relación de pareja. Lo ideal y recomendable es alternar la fugacidad de esos encuentros espontáneos y breves, con otros de mayor duración y variedad. Y, sobre todo, disfrutarlo mucho.

¿Son variadas tus prácticas sexuales o te decantas más por uno de estos dos tipos? ¿Crees que el tiempo es enemigo del sexo? ¿Cómo es para ti una sesión ideal de sexo?

Autora: Alba Muñoz Fernández (Psicóloga y sexóloga)

Asertividad Sexual

Seguramente has oído hablar sobre la importancia de tener una buena comunicación en tus relaciones y de expresarte de forma asertiva. No obstante, ¿y en el sexo?, ¿alguna vez te has sentido incómodo diciéndole a tu pareja lo que quieres o no quieres en la cama? ¿Te ha dado miedo o vergüenza decir “no”? ¿Alguna vez has fingido placer cuando en realidad no lo estabas sintiendo? En caso de haber contestado “sí” a alguna de estas preguntas, posiblemente no estés siendo una persona sexualmente asertiva.

Primero que nada, debemos dejar claro qué significa “ser asertivo” o “la asertividad”. Como estrategia y estilo de comunicación, la asertividad se diferencia y se sitúa en un punto intermedio entre otras dos conductas polares: la agresividad y la pasividad (o no asertividad). La asertividad es una conducta de las personas, un comportamiento. Suele definirse como un “comportamiento comunicacional maduro en el cual la persona manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos. Esto es, en lugar de agredir, manipular o someterse a la voluntad de otras personas”. Se trata de un punto de equilibrio entre uno y la otra u otras personas.

¿Cómo es una persona sexualmente asertiva?

Al centrarnos en el ámbito sexológico, encontramos la asertividad sexual, que consiste en saber mostrar comportamientos asertivos en un contexto erótico o sexual. Una persona sexualmente asertiva es capaz de expresar sus deseos, pensamientos, gustos y fantasías sexuales a su pareja, con confianza, libertad y corrección.  No significa dar rienda suelta a la sinceridad, sin que nos importe caer en una conducta dominante o agresiva. Es comunicar lo que siente de manera equilibrada, dejando fuera adjetivos que descalifiquen a la otra persona y buscando consensuar.

Saber decir no también forma parte de la asertividad sexual y las habilidades sociales. Muchas personas terminan llevando a cabo prácticas sexuales que no desean, especialmente las más jóvenes, ya sea porque les sabe mal, por vergüenza o porque no saben cómo decir «no». Normalmente, uno insiste demasiado y el otro finalmente sucumbe, situación que puede ocurrir tanto teniendo pareja estable, como no teniéndola. Algunas personas creen erróneamente que por el hecho de tener pareja, pueden practicar sexo cuando quieran, independientemente de que la otra pareja no quiera. Obviamente, eso no es asertividad sexual sino abuso.

Es común caer en el error de pensar que nuestra pareja sexual debe saber ‒o tener una intuición‒ sobre qué repertorio debe ejecutar para crear intimidad y actividad sexual satisfactoria. La realidad es que nadie puede leer o adivinar nuestros pensamientos. Por supuesto, en algunas situaciones o experiencias todo fluye y la comunicación es casi «perfecta», pero no ocurre en la mayoría de casos.

¿A qué se debe que las personas no seamos capaces de expresar una opinión contraria o de pedir de forma clara lo que nos apetece sexualmente? La falta de asertividad puede deberse a varias razones, empezando por una falta de suficiente autoconocimiento y autoengaño. Deseamos ampliar nuestro engaño para que otras personas nos vean como nos vemos, Otras de las principales razones son la educación y los valores culturales recibidos.

Culturalmente, creemos que los hombres son los que han de desempeñar un papel más dominante en el sexo y expresar más abiertamente sus deseos de cualquier tipo. Por otro lado, durante muchos años, las mujeres han vivido una vida sexual más represiva, con un rol más pasivo. A lo largo de la historia, se ha condicionado a la mujer para complacer al varón, para ser incapaz de sentir el mismo deseo sexual, su orgasmo es opcional y debe esperar a ser seducida. En pleno siglo XXI estas costumbres aún se conservan en bastantes ámbitos y llevan a muchas mujeres a perder la confianza sexual principalmente por condicionamiento: vergüenza o pudor.

Es de suma importancia trabajar en esta asertividad, ya que puede conducir a que las mujeres recuperen el control de su propio comportamiento sexual, a que sea consciente de su derecho a asumir un rol activo en el sexo. Del mismo modo, también permite que los hombres se deshagan del estereotipo masculino que les “obliga” a llevar la voz cantante y a tener siempre un alto apetito sexual.

Si nos encontramos ante una falta de educación sexual, es probable que la persona no cuente con todos los recursos disponibles para decidir sobre temas tan importantes como métodos de protección ante enfermedades de transmisión sexual, prevención de embarazos no deseados.

En definitiva, sabemos que la asertividad sexual funciona como un factor de protección, especialmente ante experiencias de abuso sexual y ante conductas sexuales de riesgo. Pero, además de las cuestiones relacionadas con la salud sexual, la asertividad también fomenta los contactos eróticos positivos. Tiene que ver con nuestro derecho a tomar decisiones y a ejercer control sobre nuestro propio cuerpo y nuestro placer.

La finalidad del sexo no es otro que sentir placer, disfrutar, y por ello no hay que dudar en decir “no” ni en pedir aquello que sí nos gusta. De esta manera, cuando existe una comunicación asertiva, los dos miembros de la relación son capaces de expresarse con total libertad, tomando conciencia de las necesidades del otro sin olvidar las suyas propias.

Autora: Psicóloga Celeste Martínez Gavidia

Referencias

Castanyer, O. (2019). (5ª Ed.) Aplicaciones de la asertividad. Editorial Desclée De Brouwer, Bilbao.

Gaeta, L. y Galvanovskis, A. (2009). Asertividad: un análisis teórico-empírico. Enseñanza e investigación en psicología, 14(2): 403-425.

Santos-Iglesias, P., & Sierra, J. C. (2010). El papel de la asertividad sexual en la sexualidad humana: una revisión sistemática. International Journal of Clinical and Health Psychology, 10(3), 553-577.

Santos-Iglesias, P. (2012). Asertividad sexual: análisis de variables relacionadas e implicaciones clínicas. Tesis doctoral. Universidad de Granada, Granada.

Una pastilla contra el sida

Estamos en 2021 y a pesar de encontrarnos en la cumbre del desarrollo tecnológico y científico, así como de tener a nuestra disposición una masiva cantidad de información sobre enfermedades de transmisión sexual, éstas no han parado de contagiarse. En ningún punto de la historia habíamos tenido simultáneamente tantas maneras de prevenir estas enfermedades ni tanta información sobre ellas. No obstante, los contagios continúan, ¿qué es lo que ocurre? Puede que sea un exceso de confianza debido a la falta de visibilidad y nos creamos inmunes en el terreno sexual. Después de todo, grandes epidemias como la del sida en los años 80 no han vuelto a producirse‒. O quizá pensemos que es parte del pasado, pero la realidad es que las enfermedades de transmisión sexual siguen presentes y suponen un peligro real para la salud. Entre estas enfermedades, con diferencia la más grave, y la ‒cada vez menos visible‒ es ser portador del VIH.

Para quienes no lo sepan, ser portador del virus de la inmunodeficiencia humana o VIH conlleva que, tras un periodo de entre 5 y 10 años, el desarrollo del “síndrome de inmunodeficiencia humana” o “sida”. El sida básicamente destruye el sistema inmune de quien lo padece dejándole totalmente expuesto a cualquier enfermedad. Asimismo, al no poder enfrentarse a las enfermedades, cuando éstas se producen las consecuencias son mortales. Por ofrecer un ejemplo: Imagina que un día pillas un resfriado y que no se te cura porque tu cuerpo no puede protegerse de él. Potencialmente, se convierte en una enfermedad terrible. Las buenas noticias, y tras una enorme inversión en tiempo dinero y esfuerzo, por suerte hoy en día es una condición que se puede tratar y se puede llegar a tener una vida larga con la enfermedad y pocas complicaciones. Sin embargo, eso no significa que debamos dejar de temerla pues cada año sigue muriendo un elevado número de personas por complicaciones asociadas al sida.

Por contar con un contexto, alrededor de 38 millones de personas vivían con sida en 2019 en todo el mundo. Aquí en España, en la Comunidad de Madrid, se produjeron 371 contagios documentados en 2018 y, de éstos, un 68.7% se produjeron a través de relaciones homosexuales entre hombres. La infección por VIH únicamente ocurre a través de los siguientes fluidos de las personas infectadas: sangre, semen, flujo vaginal, líquido preseminal y leche de lactancia. En comparación con otras formas de sexo, es más probable que el contagio se produzca durante el sexo anal sin protección porque durante éste se pueden producir, con cierta facilidad, heridas diminutas en el tejido rectal.

Actualmente todos somos conscientes de la importancia de la comunicación con las parejas sexuales del uso del condón y, en general, de la práctica sexual responsable. Eso no significa que seamos infalibles o que no existan situaciones que escapen a nuestro control. Afortunadamente, desde hace unos años, hay nuevas opciones: la PEP o profilaxis posexposición, así como la PrEP o profilaxis preexposición. Ambas son pastillas que se usan en el tratamiento del VIH, y que mediante su administración pueden prevenir el contagio, aunque la persona haya estado expuesta al virus. La PrEP se usa de forma constante y sirve para personas que mantienen sexo de riesgo con frecuencia ‒como trabajadores sexuales o personas que usan drogas intravenosas‒. La PEP se toma durante las primeras 72 horas después de haber tenido relaciones de riesgo ‒como una pastilla del día después‒. El acceso a la PEP está regulado por los hospitales y, por lo tanto, se debe acudir a urgencias para solicitarla, aunque también es posible acudir a planificación familiar para pedir más información. No es una medida 100% efectiva, no obstante, es una de las mejores armas con las que contamos en la actualidad (2021) para combatir contagios tras una exposición sin protección.

Autor: Jorge Valero Sarmiento (Psicólogo)

Referencias:

https://es.wikipedia.org/wiki/Virus_de_la_inmunodeficiencia_humana#Historiahttps://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/hiv-aids

¿Con qué frecuencia tienes sexo?

A menudo se tiene la idea errónea de que más actividad sexual en la pareja equivale a una mejor relación. Saber si el número de relaciones sexuales que tenemos está dentro de lo normal es algo que un enorme número de personas nos pregunta. Muchas son las parejas que debaten acerca de cuál es la frecuencia “normal” con la que deben mantener relaciones sexuales.

No obstante, no existe una respuesta ni una cifra correcta para esta pregunta, ya que la frecuencia depende de un enorme número de variables o factores. Además, cuando una pareja se mantiene unida en el tiempo, generalmente pasa por un sinfín de etapas y periodos, distintos unos de otros. Sin olvidar que, si cada persona es un mundo, cada pareja es un universo.

En este sentido, en terapia sexológica, resulta obvio que lo más importante es centrarse en la calidad del sexo, del significado que se le otorga, así como la conexión con la otra persona y lo que es mejor para la pareja en su conjunto. En 2017, la revista académica Archives of Sexual Behavior realizó un estudio sobre el comportamiento sexual de la población estadounidense mayores de 18 años.

Para empezar, hay que dejar claro que como parte de un cuestionario presentado a sus usuarios por el Servicio Sanitario, se incluía una pregunta sobre la frecuencia en las relaciones sexuales. La respuesta a esta pregunta reveló que un adulto estadounidense normal y corriente dijeron tener relaciones sexuales un promedio de una vez a la semana o, más concretamente, 54 veces al año.

Si bien es cierto que este es el promedio, ello no significa que exista una regla implícita que nos impone tener que ceñirnos a esta frecuencia. Toda persona debe poder establecer libremente la frecuencia idónea en su actividad sexual. Otra cosa es que se den las condiciones para que ocurra y la opción de la autoestimulación siempre está ahí. Cuando se tiene una relación de pareja o cualquier tipo de compromiso sentimental o sexual es mucho más probable hacer que las condiciones estén presentes. Entonces, esta frecuencia varía mucho en función del momento de la relación en el que se encuentra una pareja. Aquí, la edad y el tiempo se convierten en variables importantes.

“Para gustos, colores”. Depende de cada pareja y sólo puede ser de esa manera, ya que, para lo que a algunos puede parecerles “muy poco”, mientras que a otros puede resultarles “demasiado”.

Llegados a este punto, creo que queda claro que no se puede decir que exista algo que sea “normal”. Más bien, se trata de enfocarlo buscando que sea adecuado para las personas en cuestión.

Hay que tener en cuenta que la frecuencia también puede verse influenciada por otros factores circunstanciales, por la salud física y emocional… Influyen diversos hábitos, como puede ser el hecho de estar tomando medicación, dependiendo el tipo, así como la ingesta de drogas o sustancias, el desequilibrio hormonal… En un plano emocional pueden influir las pérdidas que se hayan vivido y el punto en el que las personas se puedan encontrar en la elaboración de sus duelos por dichas pérdidas. Igualmente, puede influir la carga de trabajo ‒especialmente si es excesiva‒ y el estrés, los antecedentes traumáticos o los abusos previos, la disminución de la atracción física y la correspondiente falta de intimidad, así como los secretos y la falta de confianza que tienen que ver con las relaciones sexuales, ya que afectan la sensación de intimidad. Resulta de vital importancia identificar estos factores y, si es necesario, intervenir en ellos para lograr que las relaciones sexuales resulten satisfactorias para todas las partes.

En definitiva, es sumamente habitual el tener dudas y el sentir inseguridad creyendo que practicamos poco sexo. No obstante, es importante tener en cuenta que cada persona y cada relación es única. Por lo tanto, cada caso va a tener necesidades diferentes, que van a requerir de distintas soluciones, en el plano sexual también. Siempre que su exceso o falta de sexo no sea ilegal, afecte tu autoestima, perturbe tu relación o tenga consecuencias negativas en tu vida, ¿es necesario preocuparse?

Y tú, ¿alguna vez te has preocupado por la cantidad de relaciones sexuales que tienes? ¿Alguna vez te has sentido juzgado o juzgada por los demás? ¡Cuéntanos tu experiencia al respecto!

Autora: Psicóloga Celeste Martínez Gavidia

Fuentes:

Twenge, J.M., Sherman, R.A. & Wells, B.E. (2017). Declines in Sexual Frequency among American Adults, 1989–2014. Archivrs of Sex Behavior 46, 2389–2401 (2017). https://doi.org/10.1007/s10508-017-0953-1

Weiss, R. (s.f.). How Much Sex Is Healthy? Huffpost.

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Y si hablamos de masturbación

Es martes y María llega a casa a las 18h. Deja la compra encima del banco de la cocina, se quita el abrigo y lo deja sobre la silla. Entonces se da cuenta de que tiene ganas de ir al al baño. Al entrar a casa va muy despistada y no se percata de que la habitación de Carlos ‒su hijo de 15 años‒ está abierta y con la luz encendida. Es un suceso poco corriente, ya que Carlos es un gran jugador de los videojuegos y se pasa horas encerrado en el cuarto, al grado de que puede que no notes ni su presencia. Al acercarse al baño, María nota que la puerta está cerrada y, sin pensar, abre de golpe y encuentra a Carlos sentado en la taza del váter, con el móvil en la mano izquierda y el pene erecto en la derecha. María se queda mirándolo con cara de susto, mientras Carlos le gritaba que se largase del cuarto de baño.

María está preocupada, ya que piensa que masturbarse es algo malo en vez de apreciar que su hijo, como adolescente, empieza a descubrir su cuerpo y su sexualidad.

La masturbación es el acto de darse placer a uno mismo. Sin embargo, el concepto de placer es el que puede darnos problemas. El placer no es nada más y nada menos que la sensación de satisfacción y gozo por hacer algo que nos gusta. Es tan simple como asumir que tenemos experiencias placenteras siempre que nos guste lo que estamos haciendo. Así, la masturbación implica satisfacción, disfrute y deseo hacia uno mismo. Por lo tanto, no solo el masturbarse nos dará placer a nivel genital, pero también es una forma de explorar el cuerpo entero y las sensaciones que éste puede darnos.

De hecho, uno de los grandes inconvenientes de cómo se concibe aún la masturbación, sobre todo en el caso de los chicos, es el tiempo que utilizan para darse placer. Lo común es querer tener una excitación rápida, para así tener un orgasmo veloz y evitar que nos “pillen con las manos en la masa”. La adolescencia es el periodo donde, si no aportamos intimidad a los adolescentes, creamos hábitos que fomentan la rapidez. Creamos un tabú en torno a la masturbación, ya que se entiende que debe hacerse siempre a escondidas y sin que nadie lo sepa. Muchas veces la negación de la masturbación ‒o la creencia negativista de las religiones‒ es un buen ejemplo de aspectos que van a influir en esa futura sexualidad. Con velocidad se convierte en el caldo de cultivo de la eyaculación precoz.

Según Sanz, F. & Sau, V. (1997), en el caso de las mujeres, durante su proceso evolutivo socialmente se les reprime el encuentro con sus genitales. Si se refuerza ese “no-contacto” con valoraciones positivas de su rol de mujer: la feminidad entendida como “no-deseo sexual y el desarrollo de otras áreas más espirituales de la personalidad”. No obstante, a medida que se desarrolla un mapa erótico se producen interconexiones corporales que permiten sentir los genitales a través de la estimulación de cualquier parte del cuerpo, y sobre todo cuando existe deseo erótico. El desconocimiento vaginal está en el mundo de las niñas y cuesta trabajo encontrar una terminología para denominarla en palabras populares. Además, las mujeres han relacionado inconscientemente la genitalidad con la relación de poder del varón. Se han recibido mensajes de otras mujeres e incluso de hombres ‒personas que parecían entender sobre la materia‒, tales como: “que no se aprovechen de ti”, “todos los hombres quieren lo mismo”, “cuando sacan lo que quieren te dejan”, “los hombres buscan a chicas alegres para divertirse y a serias para mantener una relación estable”, “¡Hazte valer!” … Es decir, estos mensajes les transmiten a las niñas que, si se permiten a sí mismas tener relaciones sexuales o masturbarse, las tacharan de mujeres fáciles, las van a despreciar e incluso las van a abandonar afectivamente. Así, el mensaje de si se tiene la “vagina abierta” o “cerrada” adquiere también simbolismo de poder como contrapartida al poder del varón.

A diferencia de los hombres, que precisan de un tiempo de recuperación para poder volver a tener una erección fuerte, las mujeres somos multiorgásmicas. Es decir, que con práctica y autoconocimiento del propio cuerpo, podemos llegar a darnos tanto placer sexual como queramos. Cuanto más te explores, cuanto más experimentada seas, cuanto más te conozcas, cuanto más placer sepas darte a ti misma, conseguirás tener una satisfacción mucho mayor en las relaciones sexuales… Tendrás unos niveles de estrés menores, ayuda con los dolores menstruales,  así como a mantener una buena salud.

De hecho, en las mujeres se recomienda tener cuantos más orgasmos al día mejor, pues las mujeres a diferencia de los hombres, funcionamos de diferente forma. A más vida sexual tengamos las mujeres, mayores deseos aparecerán también, luego entonces es beneficioso para el deseo sexual.

Para aquellas mujeres que quieran empezar a disfrutar de la sexualidad en su vida, dejamos a continuación un ejercicio muy útil que nos sirve como inicio del autoconocimiento sexual:

  • En primer lugar, desnúdate, coge un espejo y colócalo entre tus piernas. Puedes colocarlo en el suelo y colocarte encima de él de cuclillas o acomodarte en una silla o cama para verlo más de cerca y aprender cuáles y cómo son tus genitales.

Dejamos por aquí una imagen que ayuda a encontrar cada parte de tus genitales. Recuerda, cada persona tiene sus genitales, los cuales son únicos y diferentes al del resto, pero todos tenemos los mismos órganos sexuales.

Y tú, ¿te masturbas? ¿Te das tiempo para darte placer? ¿Conoces tus deseos y necesidades sexuales? ¿Te permites darte tiempo para conocerte?

Autora: Lucía Muñoz Soler (Psicóloga y sexóloga)

Referencias:

Sanz, F., & Sau, V. (1997). Psicoerotismo femenino y masculino: Para unas relaciones placenteras, autónomas y justas. Kairós.

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El secreto está en la elección de pareja

Si hay una cosa que he aprendido y tengo clara como terapeuta de parejas es que el secreto está en la elección de quien va a ser tu pareja. En ocasiones, me entristece ver que muchas personas están más preocupadas por conseguir pareja, que por asegurarse de que la elección sea sensata y adecuada. Primero se percatan de que desean tener una pareja y luego intentan conseguir que alguien ocupe ese lugar, dando más importancia al hecho de tener pareja que a quién será ésta.

Vivimos en una cultura que idealiza el hecho de tener pareja y se crea la idea de que sin pareja no se puede ser feliz, alcanzar la plenitud y envejecer plácidamente. Esto crea una serie de presiones que hacen que el autoengaño ‒tan propio y común del ser humano‒ se centre en mantener nuestra relación de pareja.

La terapia de pareja puede ser sumamente útil y eficaz para conseguir una relación sana y equilibrada. También es cierto que a veces es muy sorprendente ver que determinadas personas terminan juntas y, debido a que, ya de entrada, la elección de pareja no ha sido adecuada, sufren desavenencias continuas.

Es así que el tema de la elección de pareja es fundamental en las posibilidades de éxito que se va a tener. Me gustaría ofrecer una parte importante de mi experiencia en este aspecto y compartir algunas ideas que pueden resultar de interés general.

¿Cómo ha de ser nuestra pareja? Creo que una de las primeras cuestiones tiene que ver con la compatibilidad y el estilo de la relación. Si desde el principio notas que tienes muy pocas cosas en común con la otra persona, o que el estilo pretendido para la relación es muy distinto, está claro que empiezas con mal pie.

En mi experiencia, es crucial para el devenir de la pareja que los miembros en la relación tengan principios y valores en común. Por dar un ejemplo, una persona que da mucha importancia a la verdad y a la honestidad lo pasará mal con otra persona que tienda mucho al engaño y la mentira. En el fondo, estos dos son lo mismo. La información nos da la oportunidad de decidir y alguien que la oculta, aunque sea parcialmente, intenta manipular.

Es así que, a partir de estos valores, ha de realizarse la elección. Una persona que se preocupe por este artículo es probable que sea alguien que se interesa por hacer las cosas bien. Es así que, si somos personas preocupadas por conocernos mejor, crecer y desarrollarnos, es probable que necesitemos como pareja a alguien que esté dispuesta a seguir creciendo. ¡Cuántas veces me he encontrado con este problema! Generalmente, son parejas que iniciaron su relación siendo muy jóvenes. Con el tiempo se ve que, o van creciendo en direcciones distintas, o mientras un miembro crece, el otro no lo hace. Terminan completamente desfasados y en puntos distintos.

Otros aspectos que me parecen de gran importancia son la empatía y la comunicación. Podemos plantear que la comunicación es el vehículo para conocer mejor a la otra persona y para profundizar en la relación. Al mismo tiempo es una forma de autoconocimiento y de acercamiento. Puesto que la empatía es la habilidad de ponernos en la piel de la otra persona, a través de la comunicación podemos aprender a generar más empatía. La empatía garantizaría que habrá apoyo.

Además, para comunicar hay que saber escuchar y explicar la experiencia de ser uno mismo. Primero, debemos ser capaces de comunicarnos con nuestra propia persona y así conocer mejor nuestros procesos interiores. Cabe mencionar que la comunicación es uno de los aspectos que más difíciles pueden parecer a los miembros de una pareja en general.

Obviamente, según el grado de compatibilidad, debemos prestar atención a cómo nuestra posible pareja va a responder a situaciones límite, en caso de que se llegará a éstas. ¿Cómo responde a los problemas en general? ¿Es una persona resolutiva, responsable, consecuente? ¿O te deja toda la carga y la responsabilidad para resolver el problema?

Es muy difícil encontrar a una persona que nos satisfaga en cada ámbito y en todas nuestras necesidades. Afortunadamente, el mundo es muy grande y es probable que a nuestro alrededor podamos formar amistades que nos ayuden a cubrir ciertas necesidades, propias de determinados ámbitos. Esto nos lleva al tema del estilo y hay quienes desean un estilo de apego y dependencia muy estrecha. También hay quienes son totalmente desapegados y hasta parece que van por libre. Tanto en este aspecto, como en cualquier otro, ha de ser posible crear un equilibrio entre el estilo o los deseos de un miembro y los del otro.

El tema del equilibrio es algo que generalmente se tiene que trabajar en algunos aspectos, pero la práctica va facilitándolo. Creo que lo sano para una persona adulta es haber llegado a un punto de independencia y autonomía. Una persona muy independiente se va a sentir asfixiada en una relación con alguien que tiene un estilo o necesidades de fuerte dependencia. Cualquier persona sana y con sentido común se dará cuenta de que hay momentos para compartir y otros que son y han de ser parcelas privadas.

De hecho, no está por demás decir que una de las claves para mantener viva la chispa de la relación está en el misterio. Si lo sabemos todo sobre nuestra pareja es probable que perdamos interés en ella ‒que es un tema que he abordado en otros artículos‒.

Para terminar, simplemente quiero mencionar que es bastante positivo que ambos miembros en la relación sean capaces de compartir y de vivir sus propias experiencias. Y tener sueños, ilusiones y cosas que nos apasionan, ya que esto nos ayuda mantener viva la relación también.

Casi he terminado y no he mencionado el aspecto sexual. La comunicación expresando lo que nos gusta o no es necesaria para contar con una vida sexual satisfactoria. Asimismo, debe ser similar la importancia que se dé a ello por parte de los miembros de la pareja. De no ser así, se empieza a abrir la puerta a las infidelidades. Igualmente, tiene que haber un consenso con respecto al hecho de que se desee una relación monógama o no.

Para profundizar en cualquier relación el paso del tiempo. Considero que la paciencia es una cualidad necesaria y que hay que desarrollar ‒si no se tiene en suficiente medida‒ para que una relación tenga posibilidades de mantenerse en el tiempo.

Dicen que encontrar a tu media naranja tiene una probabilidad similar a sacarte el premio gordo de la lotería, literalmente. No es imposible, pero la probabilidad es muy baja. En mi opinión, dicha probabilidad aumenta dependiendo de los aspectos antes explicados y es por ello que con frecuencia la terapia de parejas puede resultar muy útil.

Autor: Dr. Xud Zubieta-Méndez

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Tabúes y comunicación en la pareja

Si preguntaran a cada persona acerca del tipo de educación sexual que hemos recibido, la mayoría de nosotros coincidiríamos en lo escasa y deficiente que ésta ha sido, independientemente de nuestra identidad sexual. Algunas personas incluso afirmarían no haber recibido ningún tipo de educación, pero el simple hecho de que un silencio responda a una pregunta que hagamos sobre el ámbito sexual, conforma una educación sexual negativa. Esto hace que aprendamos a asociar el sexo ‒y todo lo que tiene que ver con ello‒ con miedos, mitos y tabúes.

Los miedos debido a que si, por suerte hemos recibido alguna charla educativa, se habrá basado principalmente en prevenir ETS y evitar embarazados no deseados. Los mitos porque nos retroalimentamos con nuestros iguales respondiendo a cuestiones sexuales desde la exageración y la incredulidad ‒“puedes quedarte embarazada si tu pareja termina en tu boca”‒.  Y los tabúes porque la visión tradicional del sexo en muchos hogares no permite ciertas prácticas al considerarlas “sucias” o propias de personas “no respetables”.

Esta desinformación no solo se circunscribe al ámbito sexual con parejas, sino también a la forma de relacionarnos con nuestros genitales y cuerpo sexuado. Lo que provoca esto ‒entre otras consecuencias‒ es que con el tiempo se pueda sufrir algún tipo de disfunción sexual, como dolor en la penetración, dificultades con la excitación y el orgasmo, o problemas de inseguridad y autoestima ‒traducido en un pobre autocuidado íntimo y físico‒.

Es posible que a un gran número de parejas les cueste esfuerzo expresar y abordar un tema tan difícil como es la insatisfacción sexual. Muchos expertos coinciden en que la incorporación de nuevos escenarios, juegos eróticos o posturas puede resultar vergonzoso o inoportuno, especialmente para aquellas parejas con un patrón sexual muy rígido. Sin embargo, si la vivencia es de una necesidad sexual frustrada, es importante que nos expresemos respetuosa y asertivamente con nuestra pareja. En ningún caso ayuda expresarlo como forma de crítica o reproche. Así será más fácil que logremos abrir el camino para una correcta complementación.

Si somos capaces de olvidar todas esas prohibiciones que, de forma inconsciente y tradicional, nos han inculcado desde la infancia, conseguiremos vivir una sexualidad más despreocupada, tranquila y ‒sobre todo‒ satisfactoria. Todas las opciones ‒salvo que generen daños a terceras personas‒ son válidas siempre y cuando los miembros que conformen una relación estén de acuerdo. Los estilos de sexualidad no son ni mejores ni peores, ni buenos ni malos. Por lo tanto, el querer imponer a nuestra pareja una práctica que no desea hacer por los prejuicios que tenga, no es la mejor manera de llegar a un acuerdo. Escucha y comprende el por qué de esta negación para que, a través de un clima empático y confortante, se pueda hacer frente ‒tanto a nivel individual como de pareja‒ a todos los miedos que frenan vuestra sexualidad.

Un último aspecto a destacar es que NO debemos confundir la esfera íntima con los “temas tabú” Es decir, cuestiones como las de indagar sobre el número de parejas sexuales que nuestra pareja ha tenido, o querer conocer las prácticas que realizaba con otras personas o contextos, así como desear saber detalles y otros aspectos sobre la sexualidad de nuestra pareja no es un tema obligatorio. No debemos sentir una obligación a contar nuestro pasado sexual con todo lujo de detalles. La comunicación es importante, pero no cuando invadimos la privacidad de nuestra pareja y otra persona.

Andrea Bello (Psicóloga y sexóloga)

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Madres de alquiler vs vientres subrogados

Recientemente salió a la luz la disputa entre el cantante Miguel Bosé y su expareja, el escultor Nacho Palau debido a una inusual situación a la hora de crear a su familia. Tienen grandes discrepancias sobre la filiación de sus cuatro hijos. El quid de la cuestión es que estos cuatro críos fueron concebidos mediante gestación subrogada en Estados Unidos de América, ya que España no lo permite. Presuntamente, dos de los pequeños llevan el ADN de Bosé y los otros dos el de Palau. El cantante insiste en que los 4 menores no sean considerados hermanos legalmente, mientras que Palau pide que sus cuatro hijos se eduquen en igualdad de condiciones, dado que ambos progenitores llegaron al acuerdo de crear una familia de estas características, por delante de los tiempos legales que les ha tocado vivir. Con respecto a nuevos modelos de familias, éste es sólo de uno de los cuantiosos ejemplos que podemos encontrar.

En muchos países ‒aún en la actualidad‒ las parejas homoparentales topan con una infinidad de dificultades para ser reconocidas legalmente como una familia. Por ende, para iniciar un proceso de adopción, en ocasiones se ven en la tesitura de tener que ocultar su orientación sexual y si la explicitan y se la conceden lo hacen solamente a uno de ambos cónyuges. En este punto se plantean la opción contratar una madre o vientre de alquiler.

El debate de la gestación subrogada se encuentra en un bucle que sigue generando una enorme controversia en nuestra sociedad, especialmente dentro del feminismo. Tanto es así que ‒a mi juicio‒ corremos el peligro de caer en una posición negacionista y algo absolutista en relación a la libertad de elección de la mujer respecto a qué hacer con su cuerpo.

Evidentemente los embarazos subrogados no deberían ‒en ningún caso‒ legislarse en casos de abuso, explotación o trata, pero tampoco podemos dar la espalda a las mujeres que libremente y de forma altruista puedan estar de acuerdo en gestar para otras personas sin ánimo de lucro. Recordemos que el consentimiento lo es todo. Esto ya ocurre y está legislado así en el Reino Unido. Tal vez, lo que para muchas personas resulta impensable para otras no lo es. Ay, ¡cuántas cosas parecían anti–naturales hace pocos años! ¿Realmente tenemos toda la información o solamente conocemos una pequeña parte? Abro debate.

Bien es cierto que en algunos países en desarrollo existen las llamadas “granjas de mujeres” donde las mafias trafican con los vientres de mujeres que, claramente, se encuentran en una situación precaria. Éstas son inseminadas con los embriones de familias adineradas para posteriormente entregar el bebé a “sus padres” cuando nazca. Por supuesto, estos casos tienen que ser denunciados, pero considero un error generalizarla a todas las demás. ¿Qué hay del deseo de las parejas de hombres gays de ser padres? Recordemos que, en España, aunque la adopción se permite, no hay niños para ser adoptados y muchos otros países no ofrecen esta opción a hombres solos ni a parejas de hombres gays. Por lo tanto, no puede ésta considerarse una opción realista por mucho que haya grupos de gente que insista en esta opción, como si se tratara de una posibilidad real. Evidentemente, para un hombre gay ser es un deseo y no una necesidad, pero si alguna mujer estuviera dispuesta a ser madre altruistamente, ¿les negaríamos este deseo? No todas las parejas tienen el poder adquisitivo que tiene Bosé… Cabe mencionar que el sistema sanitario español hasta hace no mucho tiempo permitía y subvencionaba la reproducción asistida en casos de mujeres solteras ‒lesbianas o no‒ o a parejas de lesbianas que deseaban formar una familia. Algo que para los hombres obviamente no es una opción porque dependen de un vientre para conseguirlo.

Tengo que admitir que como mujer ‒y como feminista‒ me ha generado sentimientos contradictorios ‒y en parte todavía ocurre‒. Aun así, considero y sugiero que lo más sensato es que abramos nuestra perspectiva y conozcamos los distintos puntos de vista por parte de diversas mujeres que hayan vivido o estarían dispuestas a vivir esta experiencia.

¿Estarías a favor de abrir un debate entre la gestación subrogada versus los vientres de alquiler? ¿Consideras que ambos términos son sinónimos? ¿Cuál es tu postura en el caso de que la mujer decidiera libremente ‒sin estar coaccionada por un negocio sin escrúpulos que la sometiera y se aprovechara de una posible situación extrema, como la pobreza‒ ser madre subrogada de una forma totalmente altruista? ¿Has conocido a alguna mujer que haya sido madre subrogada de forma altruista o se lo haya planteado? ¿En tu caso personal lo has hecho? ¿Lo harías? ¿Qué solución realista tienen los hombres gays para formar una familia?

Autora: Vanesa Romero Ballester (Psicóloga y Sexóloga)

Fuentes: https://www.lavanguardia.com/gente/20201019/484166854303/juicio-bose-palau-filiacion-hijos-gemelos.html

https://www.eldiario.es/opinion/tribuna-abierta/vientres-alquiler-gestacion-subrogada_129_3298066.htmlhttps://www.redalyc.org/jatsRepo/2738/273860963020/html/index.html

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