¿Tu primera vez?

Cuando una persona se encuentra en el momento de tener sexo por primera vez, es completamente normal que surjan una serie de consideraciones y emociones. Cada persona vive esta experiencia de manera única, y es importante que se sienta cómoda y segura en todo momento. A continuación, se presentan algunas consideraciones que podrían ser relevantes para una persona que está a punto de tener su primera experiencia sexual:

1. Autoconocimiento y consentimiento. Antes de decidir tener relaciones sexuales, es esencial que la persona se conozca a sí misma y esté consciente de lo que desea y lo que no desea. Es importante que se sienta cómoda con su cuerpo y tenga claridad sobre sus límites y sus preferencias. El consentimiento mutuo y explícito es fundamental en cualquier encuentro sexual.

2. Educación sexual. Es recomendable que la persona cuente con información adecuada sobre anatomía, anticoncepción, prevención de enfermedades de transmisión sexual (ETS) y métodos de protección, como el uso de condones. La educación sexual puede ayudar a reducir la ansiedad y a tomar decisiones informadas y responsables.

3. Comunicación con la pareja. Antes de tener relaciones sexuales, es esencial tener una comunicación abierta y honesta con la pareja. Ambos miembros deben compartir sus expectativas, deseos y preocupaciones, además han de estar dispuestos a escucharse y respetarse mutuamente. La comunicación fluida contribuye a crear un ambiente de confianza y confort.

4. Preparación emocional. La primera vez puede generar emociones intensas como nerviosismo, ansiedad o expectativas. Es importante reconocer y aceptar estas emociones, permitiéndose a sí mismo o a sí misma sentir lo que siente. Al hablar con la pareja sobre estas emociones, es posible encontrar apoyo y comprensión mutua.

5. Uso de métodos anticonceptivos y protección. Es fundamental tomar medidas para prevenir embarazos no deseados y la transmisión de ETS. Consultar con un profesional de la salud sobre los métodos anticonceptivos disponibles y utilizarlos correctamente es esencial.

6. Ir a su propio ritmo. Cada persona tiene su propio ritmo y es importante que la persona se sienta libre de establecer los límites y el ritmo que le resulten cómodos. No hay ninguna prisa y el consentimiento debe ser siempre una prioridad.

Recuerda que cada experiencia sexual es personal y única. Es importante que la persona se sienta cómoda, respetada y segura en todo momento. No hay presiones ni expectativas externas que deban guiar esta experiencia. La comunicación, el respeto mutuo y la toma de decisiones informadas son fundamentales para que la primera vez sea una experiencia positiva y significativa.

Texto por: Dr. Xud Zubieta

Ilustración de Miguel Ángel Martín

Stealthing o fingir que sí hay condón

Quitarse el preservativo en medio del acto sexual sin el consentimiento de la otra parte está considerado un delito de abuso sexual. Dicha práctica sexual es denominada stealthing y consiste en la retirada del preservativo durante la relación sexual sin el consentimiento de la otra parte implicada y sin previo aviso. También puede tratarse de hacer creer a la otra persona que habrá preservativo cuando no es así.

El apunte es que el stealthing es una acción voluntaria por parte del sujeto quien está engañando a la otra. Puede ocurrir tanto entre heterosexuales, como en cualquier relación que implique coito. Hay una persona que desea protegerse en las relaciones sexuales y otra que desea sexo “a pelo” aunque sea a escondidas. Otra cosa es la existencia de accidentes durante la penetración, como puede ser que el preservativo se salga o se rompa involuntariamente. El stealthing implica que, durante la relación sexual, no se produce un consenso con respecto a la retirada del preservativo.

Aunque en España no se encuentre tipificado en el Código Penal, ya se han producido algunas sentencias condenatorias de las Audiencias Provinciales, como en Salamanca o Madrid. Al estar considerada una forma de abuso sexual sí se recoge en el Artículo 181 del Código Penal: «El que, sin violencia o intimidación y sin que medie consentimiento, realizare actos que atenten contra la libertad o indemnidad sexual de otra persona, será castigado, como responsable de abuso sexual, con la pena de prisión de uno a tres años o multa de dieciocho a veinticuatro meses»

El stealthing es objetivo de debates jurídicos a nivel mundial. Esta peligrosa práctica sexual fue determinada delito en el caso contra un hombre por la Corte Criminal de Lausana (Suiza), a principios del 2017, por quitarse el preservativo sin consentimiento previo de la pareja. Se consideró un delito de violación al esperar que el otro miembro de la pareja estuviera protegido. En Berlín, Alemania, en 2017, un hombre fue juzgado por el tribunal local a ocho meses de cárcel y una multa de 3000 euros por daños y riesgo a la salud sexual de la víctima. Por otra parte, un hombre fue condenado por la Corte Suprema de Canadá en el 2014  por agresión sexual debido a que pinchó el condón sin conocimiento previo de su pareja para dejarle embarazada.

Como es posible ver, esta “inocente práctica” puede traer serias consecuencias económicas y penales al realizarse sin el consentimiento de la otra parte implicada en la relación sexual. No obstante, además de estas consecuencias, existen otras, que a nivel personal son de suma importancia. Cabe destacar:

  • Embarazos no deseados.
  • Contagio de enfermedades de transmisión sexual.
  • Consecuencias psicológicas para la persona que lo sufre, así como el desarrollo de posibles traumas por abuso sexual. Según La psicóloga clínica Wanda Torres Hernández, este tipo de agresión puede provocar efectos traumáticos y aumentar los niveles de ansiedad y estrés en las víctimas.
  • Desarrollo de un cuadro ansioso-depresivo.
  • Repercusiones negativas en la autoestima y autonomía de la parte perjudicada.
  • Una experiencia traumática que puede afectar la confianza durante las relaciones sexuales.
  • Una fuerte sensación de quedar como una persona estúpida.

Desde el punto de vista psicológico, el stealthing está considerado como un acto de control y dominación sobre la mujer ‒principalmente, pero también sobre personas que asumen el rol receptivo durante el coito‒. Es fruto de la escasa educación sexual con perspectiva de género que se recibe desde la infancia, así como del aprendizaje de los roles sexuales en medios como “el porno”. En éste, la figura dominante suele ser el hombre, mientras que la mujer aparece como el objeto a utilizar para su propia satisfacción. Es irónico que en contextos gays ‒o no heterosexuales‒ se crea una especie de réplica de este modelo, en el que la persona receptiva aguanta “carros y carretas”.

¿Qué puedo hacer si sufro stealthing?

Generalmente, al vivir esto como algo traumático, la persona suele quedar paralizada, confusa, sin saber que hacer o a quién recurrir… Te pedimos que dejes el miedo a un lado, que seas valiente. Así que, en el caso de chicas heterosexuales y que el hombre eyaculara dentro de ti, lo primero que se debe hacer es acudir a tu médico de familia o planificación familiar y pedir la píldora del día después. Allí te explicarán cómo tomarla y qué hacer posteriormente si quieres recurrir a acciones legales. Ve acompañada de algún familiar o amistad cercana que te apoyey acompañe en esa situación. Lo idóneo es que no dejes pasar tiempo y actúes lo más rápido posible. Si te sientes con fuerza, acude a un especista para realizarte una revisión de salud sexual y poder descartar enfermedades de transmisión sexual. Pero, sobre todo, elude sentir culpa o vergüenza, ya que la responsabilidad sobre lo sucedido no es tuya. Existen leyes que te respaldan y que castigan al agresor.

Necesidad de prevención y concienciación.

Existen una gran cantidad de casos y personas que realizan el stealthing por considerar que no estén llevando a cabo un delito. Lo ven como un juego sexual, un acto inocente y así lo hacen ver a las personas con las que lo realizan. Utilizan frases como “no te pongas así, no es para tanto”, “si llego a saber que te enfadarías tanto no lo habría hecho” o “ no seas aburrida, no pasa nada”… Esto lleva a que la víctima se cuestione la importancia que tiene realizarlo y no denunciar, sobre todo por haber consentido establecer una relación sexual con esa persona ‒aunque no se llevara a cabo con el respeto necesario‒. Hay hombres que han hecho de esta práctica su principal parafilia, ya que al conseguir el engaño experimentan un gusto especial. Recientemente, en las redes sociales hemos visto a un joven jactándose de realizar esta práctica sin ser consciente de la gravedad de su conducta.

El arma más poderoso que existe para erradicar este tipo de prácticas tan violentas en el terreno sexual es la educación. Abordar este tema, y muchos otros, con perspectiva de género es fundamental desde la infancia y así dejar de normalizar estas prácticas. Además de informar y concienciar sobre los riesgos y la gravedad de la práctica desde el ámbito psicológico y legal.

Autora: Andrea Bello Pastor. (Psicóloga y Sexóloga Clínica).

Edición literaria: Xud Zubieta-Méndez

Referencias bibliográficas.

El Comercio. “12 meses de prisión por practicar stealthing”.

Stealthing: los riesgos de esta práctica en el sexo. Psicología y Mente.

Parafilias, fetiches y kinks

La sexualidad humana abarca todo un Universo, con un espectro increíblemente amplio de comportamientos. Históricamente, buena parte de dichos comportamientos se han considerado negativas ‒o directamente prohibidas en determinadas sociedades‒. Con el paso del tiempo, hemos experimentado un proceso de liberación, que nos ha permitido expresarnos sexualmente con una libertad creciente. Con esto, han aparecido nuevas ideas y comportamientos. En este artículo deseamos ofrecer una educación en aquellos comportamientos sexuales que se encuentran fuera de lo más “habitual”, si es que eso significa algo hoy en día.

Cuando hablamos de comportamientos sexuales “extraños”, la primera palabra que nos viene a la cabeza es “fetiche”. La definición tradicional ‒no aplicada al ámbito sexual‒ es muy antigua y significa “objeto al que se le atribuye características o poderes sobrenaturales”. La definición de fetichismo sexual no difiere demasiado de ésta, y significa “fijación sexual hacia un objeto inanimado o una parte no genital del cuerpo humano”. Uno de los fetiches más comunes son los pies

Un concepto que se suele confundir a menudo con los fetiches es el de los “kinks”. De forma simple se podría decir que los “kinks” son la versión comportamental de los fetiches. Éstos se definen como el “uso de prácticas, conceptos o fantasías sexuales no convencionales”. Con la normalización de la variabilidad de la sexualidad y la visibilidad creciente que tiene ésta, referirnos a algo como “no convencional” sería un poco complejo. Lo cierto es que la mayor parte de humanos practican sexo de maneras extremadamente similares. De este modo, dentro de la etiqueta “kink” se incluirían prácticas como el “role playing” o el famoso BDSM.

Otro término importante es el de “parafilia”, que se define como “un interés sexual elevado hacia objetos, fantasías, individuos o situaciones atípicas”. Estas atracciones podrían ser una forma patológica de comportamientos sexuales, que ‒en una medida adecuada‒ podrían ser considerados sanos. Por poner un ejemplo clarificador, en el DSM-V, dentro de la sección de “trastornos parafílicos” se incluyen diagnósticos como el masoquismo, el voyeurismo y la pedofilia. Todos sabemos que determinados comportamientos masoquistas ‒como puede ser el gusto porque nos tiren del pelo o nos agarren la garganta‒ son extremadamente comunes en la población general. Por lo que, aunque sea un comportamiento sexual considerado dentro de la etiqueta de parafilia, no alcanzaría a ser un caso clínico ni patológico. De este modo, hay que especificar que para que se pueda diagnosticar cualquiera de estos trastornos es necesario siempre que exista un malestar en la persona que los sufre y se lleve a extremos patológicos. Esto que significa que el objeto sustituye al compañero sexual o tiene más importancia que éste. Dicho último punto es especialmente importante porque, por lo general, cuando una pareja experimenta con fetiches o “kinks”, lo hace para ganar un nivel mayor de intimidad o de placer con la otra persona, en ningún caso para sustituir a la persona.

Según la Organización Mundial de la Salud, los fetiches ‒y demás comportamientos sexuales no convencionales‒ son algo común y sólo deberían ser considerados patológicos cuando causan malestar o impiden un funcionamiento sexual normal. Por tanto, no hace falta preocuparse, ya que estas etiquetas son meras herramientas de los psicólogos y psiquiatras para facilitar el trabajo y parte de ese impulso irrefrenable humano de clasificarlo todo. En definitiva, lo convencional no existe y la sexualidad es hiper amplia y bella, por lo tanto no tengas miedo a experimentar y a tratar de vivirla al máximo.

Autor: Jorge Valero Sarmiento

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Cambios en el deseo sexual

Todos podemos pasar por etapas de menor interés sexual. Clínicamente, se considera “falta de deseo sexual” cuando el problema se hace persistente y recurrente. En concreto, se manifiesta en la dificultad para iniciar o responder al deseo de actividad sexual en la pareja.

Se le llama deseo sexual inhibido primario cuando la persona nunca ha sentido mucho deseo o interés sexual. Se conoce como deseo sexual generalizado cuando no existe interés sexual hacia ninguna persona ni circunstancia. La situacional se refiere a cuando no aparece interés por la pareja, pero sí por otras personas ‒o por el autoerotismo‒.

A veces, simplemente, hay una discrepancia en los niveles de interés sexual de la pareja, sin que ‒por ello‒ exista deseo sexual inhibido. Por ejemplo, una persona activa sexualmente puede creer que su pareja tiene falta de deseo sencillamente porque no puede seguirle el ritmo.

La queja sobre el deseo sexual es muy común. Una de las causas más frecuentes es el alto grado a que las personas se ven sometidas en su vida cotidiana. Planifican todo ‒menos el disfrute sexual y los ratos de intimidad‒. Cuántas veces la pareja comenta que su vida es tan agotadora que no encuentra el momento.

Quienes sufren este problema suelen formular excusas para evitar una relación sexual con su pareja y casi siempre tienen algo pendiente que realizar todavía ‒recoger la cocina, ver un interesantísimo programa en la tele, terminar un trabajo urgente‒. Esa huida puede suponerles un sentimiento de culpa por no responder a un compromiso implícito y los nervios aumentan a medida que se pospone el encuentro sexual. Así, la relación, la relación sexual puede verse como un hecho desagradable y como una temida obligación.

Tradicionalmente, se considera que es la mujer quien tiene problemas de deseo y que el hombre se muestra siempre dispuesto. Sin embargo, en terapia puede apreciarse que no siempre es así, ni mucho menos.

A ti, ¿te resulta difícil encontrar el momento adecuado para las relaciones sexuales con tu pareja?

Autor: Dr. Xud Zubieta-Méndez

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

¿Qué es el Ghosting?

¿Has escuchado alguna vez la frase: “Me dejó en visto y no volví a saber nada más de esta persona”? Seguro que sí. El Ghosting ‒comúnmente conocido como hacer “bomba de humo”‒, es una conducta pasivo-agresiva que se realiza en el escenario de las redes sociales, por parte de alguien a su pareja ‒generalmente‒, o cualquier persona con la que tenga un vínculo emocional.

La persona deja de responder a los mensajes de texto, llamadas, e incluso, puede bloquear a la otra parte en las redes sociales sin explicación previa. De hecho, puede que ocurra sin que haya sucedido algo de peso en la relación para finalizarla. La intencionalidad de dicha conducta es hacer entender a su “crush” o pareja que ya no quiere verle más ‒de una manera cobarde o pasivo-agresiva‒.

Esta actitud ha existido siempre. Sin embargo, las nuevas tecnologías y formas de comunicación o relación ‒mediatizadas por una pantalla‒ han favorecido el “boom” de este fenómeno. La facilidad que nos ofrece Internet de crear vínculos emocionales ‒incluso con personas que no hemos conocido físicamente‒ establecen el escenario perfecto para llevar a cabo esta conducta ‒posiblemente sin un ápice de remordimiento‒.

De acuerdo con un estudio del 2018, realizado por la Universidad de Western Ontario en Canadá, los sectores de población que más recurren al ghosting son los menores de 30 años. Éstos reconocen haber “desaparecido” de una relación amorosa en algún momento de sus vidas de manera repentina y sin dar ninguna explicación.

Se ha comprobado que esta conducta, aparentemente inofensiva, puede generar graves problemas psicológicos a la persona afectada. Entre las primeras repercusiones se encuentran la incertidumbre, la angustia y la culpa. La persona afectada se encuentra ante un escenario impuesto de manera súbita, desconcertante y fuera de su control. Le puede producir una gran sensación de impotencia.

El ser humano, por lo general, no sabe moverse en la incertidumbre. Necesita rellenar los espacios en blanco y el sentimiento de culpa aparece para dar explicación a dicha conducta.  También empiezan a darse comportamientos compulsivos y obsesivos, como revisar las conversaciones diariamente. Se busca una señal que indique qué hemos hecho mal y así culparnos por aspectos insignificantes para dar respuesta a lo ocurrido. Es de esta forma cómo la persona puede entrar en un círculo vicioso que resulta muy peligroso para la autoestima. Entonces, acabamos pidiendo y suplicando un perdón por algo que no hemos hecho, con el único fin de obtener una respuesta. Y, por supuesto, no se obtiene.

Tras esta repentina ruptura, sobreviene un periodo de duelo. Las características del duelo van a depender siempre de cómo haya sido el vínculo establecido con la persona. Así como el tipo de compromiso emocional y personal que se haya adquirido durante la relación. La persona que ha sufrido ghosting puede sentirse despreciada y abandonada por alguien que, de un día a otro, ha decido irse, como si nunca hubiera pertenecido a nuestras vidas. Estos efectos pueden mantenerse a largo plazo, dependiendo de las características emocionales y de apego de la persona. Por eso, es sumamente recomendable pedir ayuda psicológica si no sabemos gestionarlo por nuestra cuenta.

También es frecuente que aparezcan conductas intermitentes ‒o conductas llamadas “migas de pan”‒ por parte de la persona que decide hacer el ghosting. Esto va más allá que el no dar señales de vida sino también el “dar like” a todas las publicaciones, vernos las historias, incluso reaccionar a ellas. Esto resulta aún más desconcertante para la persona que es víctima de ghosting. Toda la energía se vuelca en entender qué ocurre y por qué está actuando así nuestra pareja, fomentando aún más la ansiedad y la dependencia emocional hacia la otra persona.

Sin embargo, no cualquier conducta de lejanía virtual puede ser considerada como ghosting.

No es ghosting:

  • Pedirle un tiempo a tu pareja.
  • No contestar un mensaje de Whatsap en varias horas por estar trabajando u ocupadas.
  • Pedirle a tu pareja o crush ir más despacio.
  • Tener un contacto cero con tu expareja ‒habiendo acordado mutuamente el fin de la relación‒.
  • Bloquear de redes sociales a personas con las que ya no tienes una relación y ambas partes son conocedoras de ello.

¿Cómo debemos gestionar una situación de ghosting?

Cuando el ghosting se proclama como un patrón de interacción en tu relación, debes marcar unos estrictos límites con esa persona.

  • No permitir excusas, tales como “tenía una mala racha”, “no puedo explicarte el por qué me fui”, “nunca más va a suceder, ahora soy otra persona”. Si deseas volver a retomar el contacto, que sea tras una comunicación asertiva y establecer límites coherentes y reales.
  • Dar un ultimátum a nuestra pareja y ser coherentes y consecuentes con ello. Si vuelve a suceder has de dar por finalizada la relación o el vínculo emocional. Acabar con ese juego al que te tiene acostumbrada ya que, si lo permites y perdonas continuamente, volverá a suceder. Entonces será aún más difícil romper el enganche emocional y el bucle en el que nos encontramos. Cuando permites una conducta que es dañina para ti, le estás permitiendo a la otra parte realizarla cuando quiera, ya que no hay consecuencias negativas inmediatas para él o para ella.
  • Contacto cero con esa persona. Si el ghosting forma parte de tu relación y no sabes cómo gestionarlo, pide ayuda profesional. Y, sobre todo, no le ofrezcas la oportunidad de que lo vuelva a hacer. Mantén un contacto cero con esa persona que no hace ningún bien a tu salud emocional ni mental.

Autora: Andrea Bello Pastor (Psicóloga y Sexóloga)

Edición literaria: Dr. Xud Zubieta-Méndez

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias bibliográficas.

https://www.eldiario.es/consumoclaro/cuidarse/ghosting-que-es-peligros_1_1121829.html

Intagram: @maria_esclapez

Youtube: Vanesa Vaumart. Hablemos del Ghosting.

ChemSex Parties

¿Alguna vez has oído hablar del “ChemSex”? Esta práctica consiste en el uso intencionado de drogas para tener relaciones sexuales por un período largo de tiempo.  Se pone en marcha en algunas fiestas privadas ‒que pueden durar varios días seguidos‒, en las que abundan las drogas sintéticas con el único objetivo de tener sexo entre los asistentes. Este término resulta de la combinación de dos palabras inglesas: “chem” ‒haciendo referencia a las drogas‒ y “sex”. En países como Inglaterra es conocido también como P&P ‒party and play‒. Se lleva a cabo sobre todo entre hombres gays de mediana edad.

La fusión entre las drogas y el sexo no es un fenómeno nuevo. Lo que parece que ha cambiado en los últimos años son el tipo de drogas recreativas y el contexto en el que se consumen. Si en etapas anteriores podría destacarse el uso de la cocaína, el alcohol, el cannabis o los Poppers, hoy en día otras sustancias como GHB, metanfetamina y mefedrona están incorporándose poco a poco a este mercado. Éstas son algunas de las drogas que se consumen con fines eróticos. A pesar de la resaca que nos dejan, el riesgo de engancharse y los daños para la salud a largo plazo, las drogas son utilizadas para pasar un buen día en la cama.

¿Y por qué algunas personas prefieren este tipo de excesos con el sexo y drogas?

Los motivos para consumir drogas con fines sexuales son diversos y variados. Intensificar o potenciar el placer del acto se encuentra entre los motivos principales. También podemos encontrar, entre otros, la desinhibición sexual. Así como aguantar físicamente más tiempo con la finalidad de alargar una sesión de sexo. Por otra parte, buscar momentos de intimidad emocional, crear un clima de “buen rollo” con otra persona o acceder a espacios estimulantes sexualmente ‒como, por ejemplo, el sexo en grupo‒. No obstante, también existen motivaciones no ligadas a lo sexual y que resultan ser en la mayoría de casos formas patológicas de solucionar problemas ‒como, por ejemplo, gestionar momentos o situaciones complicadas, una ruptura sentimental, un malestar psicológico personal, baja autoestima, una forma de evadirse de la soledad o de evitar conflictos internos sin resolver.

¿Qué efectos tienen las drogas sobre la respuesta sexual?

Evidentemente, esta fusión explosiva trae consigo uno de los riesgos más peligrosos que encontramos: no utilizar el preservativo. El consumo reduce la percepción de riesgo, y trae como consecuencia posibles enfermedades de transmisión sexual y embarazos. Muchas de estas personas manifiestan actitudes negativas hacia su uso. Frases como “el preservativo corta el rollo” o “no disfruto igual con condón”, reflejan algunas de estas actitudes.

El tipo de consumo constituye una variable fundamental para evaluar el efecto de las drogas para la respuesta sexual. No es lo mismo un consumo fortuito que intermitente, ocasional o habitual. Además, los efectos son diferentes según las drogas que se consuman.  En los efectos iniciales encontramos las principales diferencias ‒relajación o euforia‒, a pesar de que con todas las drogas se facilita la desinhibición. La tendencia predominante es consumir drogas euforizantes, las cuales están ligadas a prácticas sexuales que implican un menor vínculo emocional, como ocurre en las ChemSex Parties.

Los aparentes beneficios de las drogas recreativas esconden en el fondo un dramático fin. Lejos de mejorar la capacidad de seducción o de mejorar la experiencia sexual, la deterioran.

¿Conocías de la existencia del fenómeno “ChemSex”? ¿Alguna vez has practicado sexo bajo los efectos de las drogas? ¿Sabías de sus efectos? ¡Cuéntanos, te leemos!

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

¿Puede ser tu pareja un o una sociópata?

Hay relaciones de pareja en las que se producen conductas disfuncionales entre ambos miembros que pueden ser atribuibles a lo que conocemos como “relación tóxica” ‒peleas y reconciliaciones constantes, comunicación pobre, desprecio mutuo, reciprocidad negativa, manipulación emocional, chantaje, mentiras…‒. Es un maltrato psicológico constante que va destruyendo la relación, en el que ambas partes salen perdiendo.

¿Qué ocurre cuando esas conductas dañinas vienen dadas sólo por uno de los dos miembros de la pareja y el otro se limita a sufrirlas? ¿Es una relación tóxica más “light”, o acaso se esconde algo peor? Lo más probable es que se trate de una personalidad sociopática. En el lenguaje popular se confunde el término “psicópata” con sociópata, pero las personas profesionales de la psicología tenemos clara la diferencia. Un psicópata es una persona que tiene un daño orgánico que le imposibilita empatizar con otros y para llegar a sus fines es capaz de pasar por encima de quien sea. Un sociópata tiene un comportamiento similar, pero es totalmente aprendido, no por un defecto orgánico o fisiológico. Esto significa que el segundo es susceptible de cambio y el primero no puede cambiar.

Al pensar en un psicópata, lo concebimos con la idea del “criminal con perfil de asesino en serie y que puede o no estar en la cárcel.” Digamos que éste es un estereotipo y tampoco se toma en cuenta la diferencia que acabamos de explicar. Es muchísimo más probable encontrar sociópatas que psicópatas por mucho que la gente ignore la diferencia entre uno y otro.

La realidad es que convivimos con un gran número de sociópatas sin saberlo. Son personas con unos rasgos característicos que les permiten camuflarse a la perfección en la sociedad, ofreciendo una imagen totalmente distinta a cómo son verdaderamente. Pueden parecer bellísimas personas, ciudadanos ejemplares, y ostentar cargos importantes. De hecho, es esto lo habitual debido a la facilidad para encontrar personas de las que aprovecharse ‒es una característica fundamental‒. No obstante, tras esa fachada de alma cándida y piadosa se esconden rasgos potencialmente muy dañinos.

Por lo tanto, un sociópata es peligroso en todos los ámbitos nuestra vida ‒emocional, sexual, social, económico…‒, pero la experiencia puede mucho más terrible si resulta que nuestra pareja tiene un comportamiento sociopático. 

La pareja llega a convertirse en nuestra prioridad. Es la persona con quien compartimos nuestra vida y, por ende, probablemente es nuestro apoyo principal. Precisamente por eso, la víctima puede llegar a ser tan vulnerable. El poder del “amor” que cree sentir hacia esa persona ‒mientras que, en realidad, lo único que quiere es aprovecharse de ella‒, para después abandonarla y buscar a su siguiente víctima. Las secuelas ‒sobre todo las emocionales‒ pueden ser devastadoras para la persona.

Aunque es algo que se puede superar con la ayuda adecuada, es mucho mejor tener la suficiente honestidad con nuestra persona para conseguir terminar los círculos tóxicos y viciosos. Es importante saber que, generalmente, hay algo que no termina de cuadrarnos, pero inconscientemente preferimos ignorarlo. Podemos protegernos de este tipo de personas mediante la honestidad con nuestra propia persona. Sólo así seremos capaces de detectar algunas de las señales que emiten y que nos alertarán del peligro. Según Piñuel ‒2015‒, algunos ejemplos de las señales pueden ser los siguientes:

Enseguida te considera su “alma gemela”. Su táctica es mostrarse según lo que percibe que buscas. Así, puede ser el perfecto oyente mientras absorbe todo lo que dices para después reproducírtelo y que creas que, casualmente hay una enorme compatibilidad.

Te colma de amor al inicio. Se desvive por ti al principio mediante todo tipo de atenciones ‒sexo, regalos, mensajes, citas, halagos‒. Consigue entrar rápidamente en tu círculo social, ganándose tu plena confianza.

Carece totalmente de empatía. No es la imagen que ofrece, pero, en el fondo, es una persona que no se inmuta ante el sufrimiento ajeno, incluido el tuyo. Si te hace daño de alguna manera le da exactamente igual, aunque no lo muestre.

Domina la farsa emocional. Si necesita manipularte para conseguir algún fin, no se corta y representa el papel de «persona con sentimientos». No obstante, su lenguaje corporal no es coherente con el verbal.

Puede aburrirse de las cosas con mucha facilidad. No les duran mucho tiempo los trabajos, los hobbies, e incluso las parejas.

Miente más de lo que imaginabas. La cantidad de mentiras que es capaz de decir y de inventar es ilimitada. Siempre sin ningún remordimiento.

Es una sanguijuela. Se aprovecha de quien se lo permite en todos los aspectos ‒emocional, social, profesional y económico‒. Sólo tú pareces aportar a la relación, mientras que su inversión es mucho menor, en realidad.

Muestra poca responsabilidad. Manipula la situación para que parezca que la responsabilidad ‒sobre todo de lo negativo‒ en realidad es tuya, llegando incluso a «perdonarte» por ello.

Victimismo exacerbado. Se presenta como víctima de sus ex parejas y, cuando se cansa de ti y comienza a devaluarte.

Sólo tú pareces ver quién es en realidad: Es un encanto y una maravilla de cara a los demás, pero con el tiempo descubres su verdadera personalidad dañina. Llegas incluso a dudar de tus propias percepciones sobre tu pareja porque pareces ser la única persona que lo piensa, alargando así la relación.

¿Y tú, conoces alguna persona con estos rasgos? ¿Has pasado por algo así o conoces alguna relación de este tipo? 

Autora: Alba Muñoz Fernández (Psicóloga y sexóloga)

Edición literaria: Dr. Xud Zubieta-Méndez

Créditos de la imagen: Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Sapiosexualidad o atracción por la inteligencia

“Le conocí hace unos meses, pero nunca pensé que pudiésemos ser algo más que amigos. Nunca fue mi prototipo físicamente, hasta que empezamos a quedar más y nos conocimos mejor. Siento que hemos conectado de alguna forma que no termino de entender, y cada vez me atrae más”. ¿Te suena esta situación?

Las causas que definen nuestros gustos a la hora de sentirnos atraídos por alguien son variadas. Desde elementos culturales y modelos educativos hasta nuestras propias experiencias. Todo esto va a crear un mapa mental que será determinante para desencadenar la química de la atracción o el enamoramiento.

Existen varias formas de sentirse atraídos por una persona. El concepto de la sapiosexualidad se utiliza para referirnos al hecho de sentir atracción sexual y deseo por la inteligencia o por las cualidades morales de una persona. Encuentra en el intelecto de su pareja sexual su rasgo más atrayente. Aunque este concepto se ha popularizado en los últimos años, no es algo nuevo, ya que siempre ha existido y ha estado presente en nuestras vidas.

El sapiosexual se siente estimulado o desafiado por la manera de pensar del otro. Estas personas muestran una necesidad más intelectual, buscan estimulación y originalidad a través de las conversaciones, se sienten enriquecidos con los nuevos conocimientos compartidos y obtienen así seguridad, estabilidad y cierta admiración. Puede ser que, de forma inconsciente, crean que alguien que te puede estimular intelectualmente, también te dará más seguridad y estabilidad. El sapiosexual, aunque prioriza o siente mayor atracción por el intelecto, también tiene en cuenta otros aspectos, como el físico o la personalidad.

Cuando hablamos de inteligencia creemos que tiene que ver exclusivamente con el conocimiento general y la cultura, pero lo cierto es que existen muchos tipos de inteligencias. Las investigaciones realizadas confirman la existencia de áreas en el cerebro humano que corresponden a ciertos espacios de conocimiento, áreas diferentes y relativamente independientes entre sí.

Por ejemplo, la inteligencia emocional está relacionada con la gestión y expresión de las emociones y los sentimientos. También está la inteligencia intrapersonal, que es aquella que distingue a quienes se conocen mejor a sí mismos, les gusta trabajar de manera autónoma, establecen metas y saben cuáles son sus puntos fuertes y débiles. O la inteligencia interpersonal, que es aquella observable en las interrelaciones y que es común entre las personas que se les da bien conversar, conocer gente nueva, ayudar a los demás o trabajar en equipo. Por lo tanto, cualquiera de los diferentes tipos de inteligencias que existen pueden despertar el deseo sexualentre nosotros y acercarnos a la sapiosexualidad.

Aunque este término se aplica a ambos sexos, hay más mujeres que se podrían definir como sapiosexuales que hombres. Existe una teoría de la psiquiatra Anjali Chhabria, que dice que “este cambio se debe a la evolución de las relaciones humanas, antes las mujeres buscaban protección, pero ahora que también han salido al mundo laboral, buscan otros estimulantes como puede ser la inteligencia”.

Sin embargo, ¿existen peligros en este tipo de atracción? Es importante resaltar que algunas personas que padecen baja autoestima, que son inseguras o que tienen un estilo dubitativo, pueden llegar a sentirse atraídos por este tipo de personas. El estar con ellas les reporta mayor seguridad. Pero esta admiración hacia la inteligencia del otro puede llevarlea idealizarlo y generar dependencia, creando así una relación asimétrica y perjudicial para la persona.

En una sociedad donde la tecnología y las redes sociales están en primer plano, este tipo de atracciones son cada vez más evidentes. Ahora nos conocemos a través de la palabra escrita y seducimos a través de mensajes.

En cualquier caso, sigue siendo un grupo poco conocido, contando con escasos estudios al respecto. ¿La atracción y el deseo por la inteligencia y las cualidades morales es poco común, o es que faltan más investigaciones para que salgan a la luz este tipo de personas?

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme basada en una imagen de Miguel Ángel Martí

Referencias:

Cover, R. (2018). Emergent Identities New Sexualities, Genders and Relationships in a Digital Era. Londres: Routledge.

Domenech, A. (2015). Sapiosexual, la excitación erótica del cerebro. La Vanguardia.

Gignac, G. E., Darbyshire, J., & Ooi, M. (2018). Some people are attracted sexually to intelligence: A psychometric evaluation of sapiosexuality. Intelligence, 66, 98-111.

Palabras clave: sapiosexualidad, inteligencias, intelecto, atracción, pareja.

¿Síndrome de Medea o Violencia Vicaria?

El Síndrome de Medea se refiere a cuando un progenitor asesina a uno de sus hijos o hijas para hacer daño al otro progenitor. En las noticias acaba de saltar un caso que ha causado conmoción en España. Ha aparecido “Olivia” muerta ‒la mayor de las dos niñas que se creía que había sido secuestrada, junto a su hermana pequeña, por su padre‒. ¿Se trata de violencia machista? Sí, inequívocamente. En el caso de ser el padre quien comete semejante atrocidad, se le denomina “Violencia Vicaria”, que es una vertiente de la “Violencia de Género”.

Las estadísticas indican que son cada vez más las parejas que se divorcian o separan. Esto nos puede parecer natural en los tiempos que vivimos. En mi opinión, la gente se empareja con demasiada facilidad. Quizás por la incapacidad que muchas personas tienen a la hora de disfrutar de su propia compañía y así tener una vida plena, sin la necesidad de una pareja. Es verdad también que al tener hijos o hijas no siempre se piensa en lo que implica dicha responsabilidad o no se tiene madurez para la crianza de ellos o ellas.

Asimismo, seguimos viviendo en un mundo mayoritariamente machista. Es así que un sinfín de mujeres creen cumplir su sueño al establecer una relación de pareja con quien consideran que es su “príncipe azul”. Sin embargo, por lo que nos dicen las estadísticas, a menudo se equivocan y éste “les sale rana”. Tenemos entendido que encontrar a la “pareja ideal” es equivalente a sacarse el premio gordo de la lotería, en cuanto a probabilidades se refiere.

En lo que va del 2020, en España han muerto asesinadas dieciocho mujeres en las manos de sus parejas. La última ha sido una chica andaluza de 17 años que llevaba seis años con su novio, y con quien tenía un hijo de un año. No sólo la asesinó porque lo dejó, sino que la descuartizo y se deshizo de los restos. Un horror digno de una enorme crueldad y de un tremendo sadismo.

¿Qué podemos hacer para prevenir este tipo de asesinatos? Desde mi perspectiva profesional, tengo clara la gran necesidad que existe de educar a la gente, desde la infancia y a lo largo de la vida. Hemos visto casos de hombres octogenarias que matan a su esposa.

En consulta, con frecuencia, explico que uno de los mayores refuerzos positivos para una persona ‒especialmente para un hombre machista‒ es que le presten atención. Tan importante es que, cuando por cualquier razón se la retiran, es capaz de matar. Sí, has leído bien. Algo tan simple como recibir atención o dejar de recibirla puede producir un homicidio, muchas veces desalmado.

Aunque los partidos de ultraderecha niegan su existencia, la gente en general reconocemos que la Violencia de Género es una lacra lamentable. Sólo desaparecerá con educación y con conciencia de lo que implica. Negar su existencia es un despropósito e incluso una complicidad del delito.

Como estamos pudiendo ver estos días, dicha violencia tiene una variedad de vertientes. Éstas van, desde el daño físico ‒que es la más evidente‒, hasta las más sutiles formas de maltrato psicológico.

La Violencia Vicaria mezcla el maltrato físico, con el maltrato psicológico para producir un daño permanente ‒algo que no puede cambiar y puede ser irreparable‒, como asesinar a los propios hijos o hijas. Una persona que es capaz de lo que hemos visto en el caso del secuestro y homicidio de Anna y Olivia, muy probablemente, padece un trastorno sádico-narcisista. Se trata de una persona que no puede aceptar que su pareja lo rechace e intente rehacer su vida. No ha sido capaz de aceptar que Beatriz tuviera una nueva pareja y que lo hubiera dejado. Una persona así no fue educada a tolerar la frustración. Probablemente tuvo una educación muy permisiva y una crianza que alentó el egoísmo.

A día de hoy, sabemos que existían indicios de maltrato y que Beatriz ‒la madre‒, aunque lo denunció por ello, casi enseguida retiró la denuncia. ¿Por qué? Quizás por pensar que era cruel denunciar al padre de sus hijas. Permite, por no sabemos qué razones, que su conducta no tenga consecuencias. Los psicólogos creemos que un hombre que maltrata a su pareja es proclive a maltratar a sus hijos e hijas también.

Es necesario un trabajo dirigido a todas las partes que han tenido una responsabilidad en esta tragedia. Desde las instituciones, hasta las partes directamente implicadas. Creemos que cualquier persona debería poder denunciar un maltrato, aunque no sea a su persona y, así, alertar a las autoridades competentes para que intervengan. Se requiere educación y medios para que las mujeres puedan denunciar y abandonar a sus parejas maltratadoras, sin el riesgo de sufrir un mayor daño.

Estamos de duelo, especialmente porque como sociedad hemos fallado. Necesitamos abrir los ojos de una vez, educar y seguir creando una conciencia que nos acerque cada vez más a la igualdad. Hemos de conseguir que ésa sea la conciencia colectiva. Necesitamos realizar un intenso trabajo en educar desde edades muy tempranas en la inteligencia emocional.

Recordamos que en España puedes marcar el número de teléfono 016 para denunciar que estás sufriendo maltrato o violencia de género. Esto es posible sin que la llamada quede reflejada en la factura.

Nos gustaría conocer tus ideas sobre formas en que se pueden evitar la Violencia de Género en todas sus vertientes. ¿Cómo podemos cada cual poner nuestro granito de arena? ¿Te encuentras en situación de riesgo? ¿Cómo te podemos ayudarte?

Autor: Dr. Xud Zubieta-Méndez

Créditos de la imagen; Xud Zubieta

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Oda al Lenguaje Sexual

Hay muchos tabúes en cuanto al sexo en general y, sin embargo, la forma en la que nos referimos al hecho de tener relaciones sexuales parece estar siempre fuera de esa norma. Es muy habitual que, en contextos informales, utilicemos eufemismos, palabras o expresiones de lo más variopintas y diversas. A veces porque nos da vergüenza decir “follar” o “tener sexo”, y pensamos que un sinónimo va a sonar mejor, y otras veces simplemente porque resulta más divertido.

En España, las expresiones más conocidas y utilizadas son “echar un polvo”, “echar un quiqui”, “poner mirando a Cuenca”, y “echar una canita al aire”. No obstante, ¿sabes de dónde viene cada una de ellas?  

            1. “Echar un polvo”: Esta expresión parece tener su origen entre los siglos XVIII y XIX. En esa época era común entre las clases altas consumir un tipo de tabaco en polvo llamado “rapé”, que se esnifaba. Esto provocaba de inmediato unos fuertes estornudos que resultaban molestos y se consideraban de mala educación en público. Por este motivo, los consumidores de este tabaco se retiraban a otras estancias privadas cuando querían “echarse unos polvos” a la nariz. Esto comenzó con el tiempo a servir también de excusa para tener fugaces y furtivos encuentros sexuales, dando origen a un significado sexual.

Otra teoría con la que se especula es que esta expresión tiene su origen en la famosa frase litúrgica latina “Memento homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris” –“Recuerda hombre, que polvo eres y al polvo regresarás”–, que se popularizó con el tiempo en “Polvo somos, del polvo venimos y en polvo nos convertiremos”. El doble sentido de la época se encargó de hacer el resto.

            2. “Echar un quiqui”: esta expresión la usamos para referirnos a una relación sexual improvisada y rápida, y su origen es anglosajón. En inglés se usa el término “quickie” –significa “rapidito” y evolucionó del adverbio “quicky”, que significa “rápidamente”- para referirse a un acto sexual de pocos minutos de duración. En nuestra lengua se castellanizó a la palabra “quiqui» o «kiki». Una curiosidad sobre esta palabra inglesa es que, en esa lengua, también se usa el la frase “Have a quicky”, pero no tiene connotaciones sexuales. En este sentido se hace referencia a realizar cualquier actividad en poco tiempo.

     3. “Poner mirando a Cuenca”: Ésta es una expresión muy española, dado el lugar del que se hace gala en ella y lo extendida que está en nuestro país –y hace algún tiempo, también fuera de él–. Existen dos teorías acerca de su origen. La primera de ellas hace referencia al rezo en dirección a la Meca que practican los musulmanes, en el que adoptan una posición muy similar a la postura sexual conocida como “el perrito” o “a cuatro patas”. Si trazamos una línea recta desde Madrid hasta la Meca, veremos que la primera ciudad que encontramos en ese recorrido es Cuenca.

La segunda teoría tiene su origen en torno al año 1490, durante el reinado de Juana la Loca y Felipe el Hermoso en España. Esta pareja es muy conocida en la Historia por las múltiples infidelidades que Felipe cometió en su matrimonio. Así como los terribles celos que esto provocaba en su esposa Juana, conduciéndola supuestamente a la locura que le valió el sobrenombre. En aquel entonces, la corte real se situaba en Toledo, emplazamiento que resultó ideal para el deseo de Felipe. Quería construir una torre que hiciera las veces de observatorio astronómico, desde el que pudiera ver el resto de ciudades de su reino. Este lugar comenzó a ser perfecto para sus encuentros extramaritales sin que su esposa sospechase. Así, cada vez que acudía allí con alguna mujer comentaba, “Voy a poner a la dama mirando a Cuenca”. Los guardias reales que les acompañaban y se encargaban de vigilar durante el tiempo que estuvieran allí, eran conocedores del uso y disfrute que en realidad hacía el rey Felipe de ese lugar. Así, comenzaron a usar la misma expresión de su soberano cuando visitaban los burdeles de Castilla. Fue entonces que se extendió con el tiempo a otros lugares y se afianzó en la cultura popular.

4. “Echar una canita al aire”: esta expresión se comenzó utilizando para referirse únicamente a hacer algo que, según la cultura social, no era propio de la edad que tenemos en ese momento, como un anhelo de rejuvenecer por un rato. Se basaba en el hecho de, literalmente, quitarse una cana del cabello y lanzarla por ahí, como símbolo de rechazo a envejecer. Sin embargo, la connotación sexual ha ido ganando peso a lo largo de los años. Esto se debe a que muchos de los actos de sentirse joven consistían en personas casadas que buscaban tener sexo con alguien de menor edad. Por ello, hoy en día también es muy usada para referirnos a cometer una infidelidad.

¿Tú conocías estas expresiones? ¿Las utilizas a menudo o las escuchas en tu entorno social? ¿Conoces alguna otra diferente?

Autora: Alba Muñoz Fernández (Psicóloga y sexóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Elección de pareja 2.0: Heterosexualidad, bisexualidad…

En caso de que seas mujer heterosexual ¿Alguna vez te has planteado cómo sería tener relaciones sexuales con otra chica? ¿Y en caso de que seas hombre, el probarlo con un chico? Antes que nada y para contextualizar el porqué de este post, soy una mujer, hasta la fecha, heterosexual declarada. Recientemente, en una conversación con un amigo –él es gay– surgió el tema. Me refiero a la importancia de la elección de pareja y de las expectativas a la hora de relacionarnos con otra persona en el ámbito amoroso y sentimental.

En la charla con este amigo, él me comentaba que “al ser gay uno tiene que plantearse una serie de cuestiones que los heterosexuales no necesitamos contemplar, aunque muy probablemente deberíamos”. Entendí que se refería a si realmente nuestras necesidades y expectativas como mujeres –en cuanto a una relación de pareja se refiere– las puede cumplir un hombre. Esto es si tomamos en cuenta la diferencia entre ser un hombre o una mujer y, como tal, lo que se desea en una relación. ¿Qué sucedería si probáramos con una mujer?

Parece que la inmensa mayoría de chicos están “demasiado ocupados” con sus amigos y sus aficiones. Creo que no suelen querer pasar tanto tiempo junto a sus parejas que, curiosamente, es lo que las mujeres –por lo general– buscamos.

Entonces, me surgió la siguiente reflexión, la cual os animo a contemplar. Pensemos exactamente qué nos gusta de los hombres que las mujeres no tienen –más allá de los genitales–. ¿Acaso es el hecho de que ya están empoderados, tal como los pinta Disney?

Retomé esta charla con otras amigas y prácticamente todas estábamos de acuerdo en la dificultad de encontrar a un hombre que pareciera querer lo mismo que nosotras. Es decir, que pudieran satisfacer nuestras necesidades y expectativas sentimentales. Más de una admitió que con una mujer, la relación fluiría mucho mejor –desde la parte emocional a la sexual– porque al ser chicas nos conocemos y sabemos lo que nos va y lo que no. Simplemente, nos entendemos, fluimos y nos complementamos bien. Además, generalmente nosotras solemos ser “más intensas” que ellos. Si profundizamos aún más, llegamos a la conclusión de qué es lo que vemos en un hombre que no apreciamos en una mujer. Bien es cierto que un hombre, por un lado, puede darnos la sensación de seguridad. Con lo cual, me pregunto ¿en qué lugar deja esto a las mujeres? Puede que –por resonancia– sintamos que aparentemente nos atrae más el cuerpo masculino, o es simplemente una cuestión de gustos. Por lo tanto, ¿en qué medida estamos inconscientemente condicionadas por las expectativas de las películas románticas? Rotundamente sí, por vivir en este contexto todas y todos lo estamos. Aceptémoslo ¡Maldito patriarcado!

Me resulta curioso que aún a día de hoy haya personas que cuestionen que la mayor visibilidad social de la orientación bisexual se deba a “una especie de moda”. ¿No será que poco a poco –y gracias al auge del movimiento feminista– las mujeres y hombres nos sentimos cada vez más libres para amar más allá del modelo heterosexual? Abramos la mente, por favor.

De hecho, voy más allá. En un trabajo realizado en la Universidad de Essex, en Inglaterra, se llevó a cabo un estudio en relación a las distintas reacciones de un grupo de hombres y mujeres heterosexuales ante diversos estímulos sexuales. Este estudio constó de dos partes. En la primera, éste se centró en las respuestas genitales de los sujetos a través de autoinformes sobre el grado de masculinidad y feminidad que percibían en ellos mismos –a un nivel consciente–. Posteriormente, se focalizó la atención en la dilatación pupilar ante la presencia de estos estímulos visuales –inconscientemente–. Los resultados fueron reveladores: La respuesta sexual masculina se centró casi exclusivamente en los estímulos de origen femenino. Por contraposición, el 74% de las mujeres reaccionaron, tanto a estímulos femeninos, como a los masculinos. Por ende, pareciere que una gran parte de las mujeres serían bisexuales. ¿Qué te parece?

Evidentemente, por supuesto dependería de qué chica –del mismo modo que no todos los hombres nos atraen–. Ni todas las chicas son mujeres muy “femeninas”, ni todos los chicos son apuestos caballeros muy “varoniles”. En el Universo sexual existe una gran diversidad de personas y personalidades de todos tipos.

¡Atrevámonos a amar y a vivir nuestra sexualidad cómo y con quien nos dé la gana si así somos felices!

Autora: Vanesa Romero Ballester (Psicóloga y Sexóloga).

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias:

Rieger, G., Savin-Williams, R. C., Chivers, M. L. & Bailey, J. M. (2016). Journal of Personality and Social Psychology, 111(2): 265-283

Todo lo que debes saber sobre el Sexting

El advenimiento de Internet, la revolución tecnológica y su consiguiente facilidad para difundir contenido han favorecido la aparición de nuevos hábitos de conducta, entre los que se encuentra el «sexting». Este término procede de usar las palabras «sex» o sexo y «texting» o envío de mensajes. Consiste en enviar mensajes, fotos o videos de contenido erótico y sexual a través del móvil, mediante aplicaciones de mensajería, redes sociales u otro tipo de herramienta de comunicación entre usuarios o usuarias que consienten ‒o no‒ en ello.

En un principio, eran sólo mensajes SMS, pero con el continuo desarrollo de los móviles, se pasó a las fotografías y los videos a través de aplicaciones como WhatsApp o Instagram. Además, el uso del sexting está experimentando un continuo aumento, especialmente con la nueva situación por la COVID-19. Ya que nos hemos visto obligados a permanecer más tiempo en casa, relacionarnos a distancia y se nos ha privado de las libertades que teníamos antes. Esto nos ha llevado a un incrementado en el uso de internet y redes sociales, y como consecuencia, a un aumento en este tipo de prácticas.  

Cuando las relaciones de pareja son a distancia, el «sexting» se convierte en una buena opción para mantener la “chispa” de la relación. Es una de las prácticas más comunes en la actualidad para “subir grados” entre personas que se están conociendo o en pareja. Ello con la idea de llevar a cabo relaciones sexuales cuando la distancia es un impedimento. También por placer o simplemente por salir de la rutina. Se suele llevar a cabo de manera íntima, entre dos personas, aunque pueda llegar a manos de muchas otras personas si no se respeta esa intimidad. Desgraciadamente, esto es bastante habitual, de ahí su mala fama. Incluso el sexting en pareja puede salir mal, ya que la propia pareja o los ex no siempre respetan las fotos eróticas de las personas que tanto quieren o quisieron. 

Lo que tendría que ser un juego divertido y placentero puede convertirse en un drama si no conocemos los riesgos a los que nos exponemos. Ser conscientes de esto nos ayuda a decidir si queremos realizar esta práctica, y de ser así, con quién, cómo y cuándo.

¿Cuáles son los riesgos?

  • Contenidos Viralizados. Una vez enviamos una foto o video a través del móvil, corremos el riesgo de que acabe en las manos equivocadas. Son muchos los casos en los que se ha terminado difundiendo o reenviando el contenido erótico. Lo que debería ser algo íntimo, acaba en las manos de otras personas.
  • Riesgo de «Sextorsión». Aquellas personas que reciben este contenido pueden acabar amenazando con reenviarlo a cambio de un beneficio como, por ejemplo, cobrar dinero o seguir recibiendo contenido tras una ruptura.
  • La edad como factor de riesgo. Los menores de edad, en concreto los adolescentes, pueden construir una imagen distorsionada de la sexualidad, además de asumir riesgos innecesarios. En estas edades, podemos sentirnos presionados por enviar desnudos para sentir aceptación y cariño, o contenidos que pueden llegar a ocasionar catastróficas consecuencias.
  • Online Grooming. Probablemente de los más peligrosos. Implican a un adulto que se pone en contacto con un niño, niña o adolescente con el fin de ganarse poco a poco su confianza. Ello para luego establecer vínculos sexuales, que implican el envío de mensajes, fotografías, vídeos y en los casos más graves, encuentros directos.  Además, la persona adulta se suele hacer pasar por menor, adaptando el lenguaje a la edad de la víctima.

¿Cuáles son sus beneficios?

No todo lo que rodea al sexting es necesariamente negativo. Si se utiliza de manera correcta esta práctica puede tener una faceta divertida, entre las que encontramos las siguientes.

  • Puede mejorar la confianza entre la pareja y el vínculo. Enviar este tipo de contenido implica depositar una gran confianza en el receptor y nos permite conocer a nivel erótico a la persona. Ves de qué forma se comunica y se relaciona contigo a nivel sexual.
  • Estimula la originalidad y el juego erótico. Este tipo de prácticas puede dar rienda suelta a la creatividad de la relación, dando salida a prácticas sexuales rutinarias y favoreciendo los preliminares.
  • Mantiene el sexo en las relaciones a distancia. En el caso de las relaciones a distancia, mantener la chispa puede verse facilitado gracias a la comunicación online, siendo relevante también una comunicación más erótica.

¿Has decidido practicar sexting?, ¿cómo puedo hacerlo con menos riesgos?

  • Asegúrate de que lo haces sin precipitación y conociendo los riesgos. Además, tu decisión ha de ser tomada sin presiones de otros.
  • Valora si la persona receptora merece tu confianza y si está preparada para proteger tu intimidad. Verifica bien qué y a quién envías antes de pulsar.
  • Asegúrate de que la persona receptora desea tener tu mensaje y cuenta con aviso previo para que no resulte problemático o incómodo.
  • Excluye partes del contenido a enviar que puedan ayudar a conocer tu identidad (cara, objetos personales, marcas corporales…)
  • Evita redes con wifi público durante el envío y pide a quien se la envías que haga lo mismo.
  • Elimina las pruebas del móvil, las fotos o vídeos íntimos. Solicita a quien se las envías que haga lo mismo.
  • Firma un consentimiento para que en caso de ruptura el material se destruya.

La finalidad es la búsqueda del placer y la diversión en un contexto erótico, pero desde la libertad y con cabeza.

¿Has realizado sexting alguna vez? ¿Has tenido problemas por hacerlo? ¿Conocías sus riesgos? ¡Cuéntanos!

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias

Agustina, J. R., & Juan, I. M. (2017). Sexting en adolescentes: nuevos retos médico-legales. Revista española de medicina legal: órgano de la Asociación Nacional de Médicos Forenses43(1), 43-44.

Caldera, M. I. F., Hernández, M. G., & Cuenca, A. B. R. (2013). Sexting: Nuevos usos de la tecnología y la sexualidad en adolescentes. International Journal of Developmental and Educational Psychology1(1), 521-533.

Whittle, H., Hamilton-Giachritsis, C., Beech, A., & Collings, G. (2013). A review of online grooming: Characteristics and concerns. Aggression and violent behavior18(1), 62-70.

Relaciones por Inercia

¿Cuántos hombres sueñan con la mujer perfecta? ¿Cuántas mujeres sueñan con su príncipe azul? ¿Cuántas personas sueñan con su media naranja? Un alto porcentaje de gente considera que para ser feliz requiere tener una pareja ‒ser especial para alguien‒. Por desgracia, muchas personas prefieren estar emparejadas a pesar de que su relación no les hace felices.

Conocemos a un buen número de parejas que, a pesar de compartir el mismo techo, viven en planetas completamente distintos. Conocemos un caso patológico en el que la pareja tiene dividida la casa por zonas. Hay zonas destinadas o prohibidas para según quién. Tristemente, la soledad suele pesar más cuando se está acompañado ‒debido a las expectativas‒ que cuando no se tiene pareja o se vive literalmente solo.

La ruptura de cualquier relación, por lo general, requiere de un proceso. Incluso en aquellos casos en los que la decisión es aparentemente impetuosa, repentina e impulsiva, en realidad ‒de modo consciente o inconsciente‒, estaba fraguándose desde un tiempo atrás.

Lo cierto es que la mayoría de las personas que se han divorciado suelen confesar ‒una vez que ha transcurrido el tiempo‒ que podrían haber roto dicha relación muchos años antes. De ahí que ahora mismo puede que estés con alguien con quien ya no quieras seguir.

Existen varios indicadores infalibles para saber si tu relación ha terminado. Uno de ellos es «dar por sentado que tu pareja va a estar siempre contigo, aunque no seas meritorio de ello». Crees que siempre estará a tu lado, hagas lo que hagas, lo hagas bien o mal.

Has dejado de concederle un valor especial. Puede que, de hecho, ya no tiene mucho valor para ti. Por eso no la cuidas. Ni la mimas. Ni te lo curras como al principio. En su día te la ligaste. ¡La tuviste que conquistar! Pero, en el momento en que lo conseguiste, poco a poco fue muriendo el romance y el interés.

Que nadie se confunda: la llama de la pasión no decae cuando te casas, sino cuando se deja atrás el noviazgo. Es decir, cuando lenta y casi imperceptiblemente desaparecen cosas como el coqueteo, el galanteo, la seducción, los arrebatos… los besos, el afecto, las caricias, la ternura… Y al apagarse definitivamente, terminas acomodándote a la ley del mínimo esfuerzo. Has sucumbido a la inercia de la monotonía.

Una relación funciona igual que una flor. Si quieres que mantenga sus cualidades, tienes que cuidarla, nutrirla, mimarla… Entonces si, por ejemplo, no la riegas, termina marchitándose. Y en este caso no se puede delegar en ningún tipo de riego automático. ¡Tampoco se puede subcontratar! O tú dirás. Mantener vivo el amor requiere de tu voluntad y de tu compromiso.

Se trata de una actitud que no puede forzarse ni imponerse. Es una decisión personal de cada cual.

Tampoco tiene nada que ver con pasar por un juzgado o por una iglesia. No es un asunto legal ni religioso. Es algo bastante más profundo. A menos que sientas placer y gratitud por compartir tu vida con tu pareja, te será imposible valorarla como se merece. En consecuencia, será inevitable que la acabes perdiendo. La decisión está en tus manos, aunque es cierto que para “bailar tango hacen falta dos”.

Autor: Dr. Xud Zubieta Méndez (Doctor en Psicología y Sexología)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

¿Sexo en los días de regla?

¡La regla! Esa que tantos quebraderos de cabeza y molestias ha ocasionado a muchas de nosotras. Muchas parejas nos preguntan qué está permitido, o no que haya sexo en días de menstruación. Esa que sigue siendo un tema tabú que genera incomodidad, evitamos hablar de ella e incluso, hasta hace poco, se escondía por completo. escondíamos. Cuántas de nosotras nos hemos sentido avergonzadas cuando nos ha bajado… Cuando hemos tenido que comprar toallas higiénicas en el supermercado, o cuando le hemos pedido un tampón a nuestra amiga y lo escondíamos rápidamente. Quizá sentíamos como si estuviésemos llevando a cabo una acción ilegal. Eso, sin hablar de cómo se trataba ‒y se trata‒ junto a las relaciones sexuales. En muchísimas ocasiones en consulta nos han dicho, “No he podido hacer nada porque estaba con la regla” ‒obviamente entre parejas heterosexuales‒.

La educación sobre la menstruación es escasa, tirando a nula. En ninguna etapa educativa se explica mucho más allá de que se trata de una cuestión biológica y que influye en la futura capacidad de ser madre. Por otro lado, están los anuncios, que se limitan a hacernos ver que gracias al uso de equis compresas o tampones podremos hacer ejercicio, saltar, bailar y lucir pantalones blancos ajustados. De hecho, hasta hace unos años, este tipo de anuncios utilizaban líquidos azules para representar la sangre de la menstruación. Asimismo, empleaban frases naif, como, por ejemplo, “¿a qué huelen las nubes?” Ello, para referirse al olor corporal derivado de la mezcla de la menstruación con los materiales de las compresas.

Por ende, no es de extrañar el conflicto que en variadas ocasiones genera juntar el sexo con la menstruación. Cuando se trata de opinar, podemos mencionar dos grupos. El que se siente cómodo con la situación y no encuentra inconveniente alguno en este acto. Por otro lado, hay un grupo que no se siente cómodo y considera prohibido el practicar sexo durante la menstruación.

Además de las opiniones, hay muchas preguntas y mitos sobre el tema. Por ejemplo, una duda habitual es: ¿tener relaciones sexuales cuando tengo la regla es seguro? Debemos aclarar que no hay ningún impedimento médico o ginecológico para tener relaciones sexuales con la menstruación. En esto englobamos, tanto el coito, como el resto de prácticas sexuales. No perjudica ni a la mujer que menstrúa ni a su pareja. De hecho, tener sexo puede mitigar los dolores de la menstruación debido a las endorfinas que liberamos en cada orgasmo.

El quid de la cuestión reside en la mayoría de casos en el rechazo o vergüenza que sienten hombres y mujeres a practicar sexo durante estos días. Ya sea porque lo consideran un tabú, algo sucio, o porque piensan que puede perjudicarles. Es fundamental hablar con tu pareja con naturalidad para llegar a una solución, en caso de que alguno de los dos sea reticente. Alentamos a quien se sientan reticentes a probar para saber si os gusta o no, obviamente sin forzar la situación. Está la opción de usar tampón o copa menstrual, y optar por juegos que no impliquen necesariamente la penetración, por compartir sugerencias.

Algunas mujeres se sienten incómodas en los días de sangrado abundante. Si es así, se puede optar por juegos genitales en la ducha o usar unas esponjas sintéticas  ‒diseñadas exclusivamente para absorber la sangre mientras se tiene sexo‒, pudiendo practicar incluso sexo oral. Estas esponjas se introducen en el interior de la vagina ‒como si de un tampón se tratase‒, y gracias a un pequeño orificio puede ser extraída una vez finalizada la práctica. No nos sirven como método anticonceptivo ni son reutilizables. Tampoco previenen el contraer una enfermedad de transmisión sexual.

La relación del sexo con la regla es una cuestión completamente personal. El deseo de la pareja es un imperativo, y la incomodidad que puede generar hace que sea especialmente relevante la opinión de ella. Si ambas partes se sienten cómodas, ¡pues adelante”. Además, hemos visto que existen productos como las esponjas sintéticas para hacer que estas prácticas resulten más cómodas.

El sexo es placentero en cualquier día del mes, y esto incluye los días de menstruación, así que, ¡aprovechémoslo!

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias

Sánchez Mateo, A. (13 de noviembre, 2018). Por qué el sexo con la regla debería dejar de ser un tabú. La Vanguardia. Recuperado de https://www.lavanguardia.com/vivo/sexo/20181113/452792904589/sexo-regla-tabu-menstruacion.html

Blanco, C. (13 de enero, 2021). Cuando quieres sexo y tienes la regla

El tabú reventado. El País. Recuperado de https://elpais.com/elpais/2021/01/07/mordiscos_y_tacones/1610020063_213637.html

Cuál es la diferencia entre «sexo» y «género»

Actualmente los temas sobre género están dando mucho que hablar, especialmente en lo que respecta a las personas trans. Por suerte hemos avanzado mucho y cada vez estas personas tienen más visibilidad y aceptación. Sin embargo, sigue habiendo muchos prejuicios hacia ellas, resultado principalmente de la incomprensión. Es labor de los trabajadores de la salud informar y guiar al público general para que estas personas puedan ser totalmente comprendidas y aceptadas. El objetivo de este artículo es conseguir facilitar la comprensión del tema especialmente para quiénes tengan dificultades en entender y empatizar con las personas trans.

La RAE define “sexo” como “condición orgánica, masculina o femenina, de los animales y las plantas”. “Género” es definido como “grupo al que pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido este desde un punto de vista sociocultural en lugar de exclusivamente biológico”. La diferencia está clara, el género no se atribuye exclusivamente al sexo, sino que se entiende como un constructo social. Dicho constructo engloba los conceptos de feminidad y masculinidad compartidos por un conjunto de personas. De este modo, el género es algo subjetivo que cada persona puede vivir o entender de forma distinta. Es a esto a lo que llamamos “identidad de género”.

Aunque parezca que esta rotura de la visión tradicional del género como masculino y femenino es algo novedoso, no lo es en absoluto. Desde la antigüedad han existido culturas que no realizaban esta división, como por ejemplo los “Fa’afafine”, un tercer género que existe en la cultura samoana, compuesto de personas que son anatómicamente masculinas, pero visten y se comportan de un modo considerado femenino. Aunque no es el único ejemplo, en México existe la cultura “Muxe”, que es una manifestación esto mismo. Ambos ejemplos bastan para ilustrar que la concepción del género y su identificación con el sexo no es algo universal.

Las personas no binarias o “genderqueer” pertenecen a un espectro de identidades de género que no son exclusivamente ni femeninas ni masculinas. Estas identidades pueden ser incluidas bajo la categoría de transgénero dado que mucha gente no binaria se identifica con un género distinto a su sexo asignado. Las personas no binarias puede que no se identifiquen con ningún género, con dos o tres, con un tercer género. O pueden fluir entre géneros, lo cual se denomina “genderfluid”.

Las personas transgénero presentan una identidad de género o expresión de género que difiere del sexo que les fue asignado al nacer. Si estas personas deciden hacer la transición a través de intervenciones médicas, entonces pueden identificarse como transexuales. Estos dos grupos de personas experimentan disforia de género, que se define como “un malestar significativo que la persona sufre por no haber concordancia entre su identidad de género y el sexo que les fue asignado al nacer”.

Actualmente, existe mucha discusión con respecto al carácter patológico de la disforia de género. No obstante, hay un acuerdo mayoritario en la comunidad profesional sobre lo perjudicial que es estigmatizar estos conceptos con etiquetas de trastorno o de enfermedad. Muchos grupos están luchando por aceptar la disforia como una variación normal de los seres humanos y así centrarnos en romper las nociones de género que tiene la sociedad y ayudar a las personas trans a llevar vidas más satisfactorias.

¿Cuál es tu experiencia sobre este tema?

Autor: Sergio Sarmiento Valero (Psicólogo)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Más mitos sexuales

Los mitos sexuales y de pareja a menudo van de la mano. Se influyen mutuamente y, como se dice en lenguaje coloquial, “hacen la bola más grande”, con las consecuencias negativas que ello conlleva para estas personas. Hace unas semanas hablamos de unos, y ya desde hace tiempo empezamos a hablar de mitos relacionados con el sexo, ahora vamos a mencionar otros de los mitos más habituales.

1. “Las personas con algún tipo de discapacidad intelectual ni forman pareja, ni se casan ni tienen familia”: Falso. Por supuesto que pueden hacerlo. De hecho, es un aspecto vital saludable y muy recomendable para optimizar su desarrollo social y afectivo, así como su autonomía en la vida diaria. Cierto es que, en muchos casos, se necesitará ayuda de los profesionales oportunos, pero en ningún caso supone una barrera para que estas personas puedan disfrutar del derecho a tener una vida familiar plena. La verdadera barrera en este sentido es la sobreprotección existente en estos casos, así como la concepción errónea de que son “niños grandes que no van a saber desenvolverse ni valerse por sí mismos”.

2. “Las personas con discapacidad sólo se emparejan entre ellas”: Tampoco es cierto, por lo que es un mito que depende mucho del círculo social de la persona con discapacidad. Por ejemplo, en una asociación que tenga como miembros a personas con una determinada discapacidad física o psíquica. Si éstos casi no interactúan con otro colectivo, es más fácil que surjan parejas entre ellas por ser su círculo social habitual. En consulta esto lo hemos visto con personas sordas y hemos encontrado que tienden a relacionarse con personas similares. Esto, hasta cierto punto es lógico y comprensible. No obstante, ello no significa que ocurra de igual forma con otros colectivos. De hecho, con frecuencia hay parejas donde uno de los miembros posee algún tipo de discapacidad y el otro es neurotípico. Son las llamadas “parejas mixtas”.

3. “Las personas con discapacidad intelectual son siempre heterosexuales”: Es obviamente falso. Como seres sexuados sienten deseo sexual hacia sus semejantes. Ahora bien, esto no implica que necesariamente tengan que ser del sexo opuesto. Cualquier persona, tenga o no discapacidad intelectual, puede perfectamente situarse en una orientación sexual heterosexual, homosexual, bisexual, trans o lo que sea.

4. “Una relación entre una persona neurotípica y una persona con discapacidad física o psíquica implica dependencia absoluta”: También es falso. Es un error dar por hecho que una persona que posea una discapacidad física o psíquica va a depender totalmente de su pareja. Gracias a la labor de los diferentes profesionales relacionados, estas personas pueden ser independientes y llevar una vida lo más plena posible. No podemos achacar las ayudas puntuales al equivocado “me necesita para todo”.

5. “Si una pareja con discapacidad psíquica tiene hijos, la transmitirán genéticamente”: No es necesariamente cierto. Hay discapacidades que, efectivamente, tienen un factor hereditario a considerar, pero también hay otras en las que esto no se produce. La generalización en este caso es un error que puede llevar a privar a muchas personas de la ilusión de ser madres o padres.

Como se puede ver, es increíble la cantidad de ideas equivocadas que la sociedad es capaz de crear y atribuir a un colectivo determinado de personas, así como el daño que ello provoca cuando se asumen de ese modo.

Insistimos en el papel fundamental que tienen la educación sexo-afectiva y los profesionales encargados de impartirla. A través de este tipo de textos no sólo nos dirigimos a las personas con discapacidad, sino al conjunto de la sociedad en general. Puesto que todos y todas formamos parte de ella y podemos contribuir a que se viva de la mejor manera posible.

Además, es importante recordar que el derecho a la sexualidad y a la afectividad es algo inherente al ser humano. ¿Por qué no vivir y disfrutar plenamente de ello, más que estar centrándonos constantemente en nuestras diferencias? Ya sabemos que para gustos, colores

Autora: Alba Muñoz Fernández (Psicóloga y Sexóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Para romper años de silencio

Las organizaciones de protección a la infancia llevaban años reclamando lo que está a punto de ser una realidad. Se aprueba en España una ley histórica a nivel mundial para proteger a la infancia. Ya es un hecho que muy pronto habrá miles y miles de personas que podrán resarcirse con su pasado. Esta ley extiende el plazo de prescripción de delitos de pederastia e incorpora un amplio conjunto de medidas de prevención del abuso y el maltrato infantil.

Es posible que para mucha gente no quede clara la importancia de esta ley en cuanto a sus implicaciones, además de ser una ley pionera a nivel mundial. Sitúa a España en el candelabro en cuanto a medidas de protección a la infancia ‒aumentando sus derechos‒ y lo convierte en un país sumamente avanzado.

En 2019, se registraron más de 40 mil delitos contra menores de edad, según datos del Ministerio del Interior español, que tomó como base denuncias y actuaciones policiales. De éstas, cerca de la mitad tuvieron como víctimas a un menor o una persona adolescente. Sin embargo, estamos seguros de que estos datos tan sólo muestran la punta del iceberg. Existen indicios de que la inmensa mayoría de casos no llegan a denunciarse ni siquiera a revelarse. Para muchas víctimas, sus abusos fueron secretos que se llevaron a la tumba.

Aunque es una ley que abarca una serie de aspectos relacionados con la protección a la infancia y a la adolescencia, consideramos que destaca principalmente la generosa prórroga en la prescripción del delito. Antes el tiempo de prescripción empezaba a contar a los 18 años. En la actualidad, casi se ha duplicado y se estipulan los 35 años como el punto de inicio de la cuenta atrás. De hecho, se pretende llegar a un punto en el que este tipo de delitos no prescriban nunca.

A título personal, puedo decir que fui víctima de abuso sexual infantil reiteradamente por parte de un primo segundo nueve años mayor que yo. A día de hoy, sólo tengo derecho a contarlo, pero nunca he tenido la oportunidad de denunciarlo, que es justo lo que me hubiera gustado hacer. Como víctima infantil puedo entender perfectamente las razones por las que generalmente alguien tarda en denunciar ese tipo de abusos.

En este sentido, un nombre alternativo a esta nueva ley es “Ley Rhodes” y esto se debe a la iniciativa y enorme implicación del pianista virtuoso ‒ originalmente británico, naturalizado español‒, James Rhodes. A decir verdad, hace varios años, Jordi Evole entrevistó al pianista y éste contó de una forma sumamente clara la forma en que vivió las repetidas situaciones de abuso sexual infantil que sufrió por parte de los curas de su colegio británico.

Su testamento, para mí, es el más claro que jamás he oído y en el que explica perfectamente cómo, a través de la disociación, pudo sobrevivir el trauma producido repetidamente. La disociación es un mecanismo de defensa, por medio del cual, la mente abandona el cuerpo y no vive de forma consciente el daño y el dolor que se está sufriendo. El problema surge cuando la persona se habitúa a disociar y en ocasiones pierde el control de cuándo disocia y cuándo no. El relato de James Rhodes, en mi experiencia, representa la vivencia más clara y mejor explicada que jamás he escuchado sobre el abuso sexual infantil y la disociación.

De ahí que me parece un digno impulsor y representante de dicha ley. A lo largo de los siglos, la violencia contra la infancia no sólo se ha relativizado, sino que se ha silenciado. Esto puede considerarse un crimen, realmente. Esta nueva norma tiene la finalidad de producir un cambio de paradigma. Tal como en su día ocurrió con la ley de violencia de género. Su objetivo es garantizar los derechos de los niños y adolescentes frente a cualquier forma de violencia. Una cuestión importante acerca de esta ley es que aborda de una forma exhaustiva, por ejemplo, desde el castigo físico hasta la violencia sexual o el ciberacoso. Asimismo, presenta medidas para la sensibilización, la detección, la protección y la reparación de las víctimas.

La idea es que de este modo se ponga fin a la tan acostumbrada impunidad, muchas veces debido al silencio de la víctima, de cualquier delito grave con algún menor. La pederastia es el delito que destaca, especialmente por la ampliación en los plazos de prescripción. Ahora, el tiempo del que dispondrá la víctima para denunciar comenzará a contarse cuando cumpla los 35 años, en contraste con los 18 actuales. Ello significa que el o los delitos no caducarán hasta que la víctima tenga al menos 40 años, y los casos graves podrán ser denunciados hasta la edad de los 55 años.

Otro aspecto a destacar tiene que ver con el hecho de que la víctima sólo tendrá que declarar una sola vez. Con esta medida se pretende evitar que la víctima tenga que revivir el trauma de los abusos, con la vergüenza y culpa que son tan comunes en las víctimas en general. Asimismo, se subrayan medidas que se centran en la prevención de este tipo de delitos, lo cual es fundamental.

Noemí Pereda ‒profesora de Victimología en la Universidad de Barcelona‒, añade: “Está muy bien como punto de partida. Pero lo que necesitamos ahora es que haya la dotación presupuestaria para poner en marcha todo lo que la ley dicta como lo que sería ideal. Y un plan plurianual para desarrollar las medidas necesarias: hay que ver cuándo, cómo y sobre todo con qué recursos se van a llevar a cabo”. Obviamente, es crucial contar con el presupuesto necesario, de lo contrario se convertiría en una ley vacía.

Esta nueva ley incluye otros importantes aspectos que revisaremos en futuros posts.

¿Qué opinas de esta nueva ley? ¿Conoces a víctimas de abuso sexual infantil que hayan revelado los abusos? De ser así, ¿han tardado hacerlo? ¿Por qué crees que es así?

Autor: Dr. Xud Zubieta Méndez

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias:

Zubieta-Méndez, X. & Montiel, I. (2016). Factores inhibidores del abuso sexual infantil. Journal of Victimology.

Páginas web:

https://elpais.com/sociedad/2021-04-15/las-claves-de-una-ley-que-amplia-el-plazo-de-prescripcion-de-la-pederastia-y-refuerza-que-los-ninos-sean-escuchados.html

https://elpais.com/sociedad/2021-04-15/el-congreso-aprueba-una-ley-pionera-que-protege-a-la-infancia-frente-a-la-violencia.html

https://www.unicef.es/noticia/nueva-ley-de-proteccion-de-la-infancia-6-aspectos-destacar

https://theconversation.com/las-10-novedades-de-la-nueva-ley-de-proteccion-integral-a-la-infancia-y-la-adolescencia-frente-a-la-violencia-159108

https://www.senner.store/checkout/106415-JFY02764/thank_you

¿Miedo al placer o falta de deseo?

¿Habías escuchado alguna vez el término “hedonofobia”? Lo más seguro es que no, pero probablemente te habrás topado con alguien ‒o tú mismo‒ que experimente un miedo irracional a sentir placer. Actualmente, demasiados miedos, fobias y ascos se encuentran implantados en la sociedad, infundados por la excesiva idea de control, perfeccionismo y prejuicios existentes. Todo esto, favorece la aparición de más y nuevos casos de miedos asociados al sexo, pudiendo incluso dar lugar a la aparición de enfermedades o somatizaciones de difícil diagnóstico.

Vivimos en una sociedad democrática donde, años atrás, los avances legales conseguidos en materia sexual parecían inalcanzables. Sin embargo, dichos avances pueden desaparecer en cualquier momento. Se podría pensar que la variabilidad en la expresión de la sexualidad está garantizada en las actitudes negativas, tales como la homofobia, transfobia, bifobia … No obstante, estas expresiones siguen presentes en nuestra sociedad.

El miedoy la ignorancia humana ‒alimentados por la escasez de educación sexual‒ han sido instrumentos limitantes en el comportamiento y expresión de la sexualidad.

Tal y como señala Pedro Villegas, médico de familia y sexólogo clínico hoy en día existe una tendencia hacía el autodiagnóstico mediante la búsqueda de información en Internet ‒o, más bien, desinformación‒ y tras ello una mayor inclinación a la autoterapia o intento de auto psicoanalizarse. No obstante, desde un punto de vista sexológico, este miedo al placer puede dividirse en varios tipos.

  1. Fobia real al sexo o a cualquier manifestación que forma parte de la sexualidad humana ‒caricias, masturbación, erotismo, coito…‒. Estas fobias pueden convertirse en trastornos y tornarse en miedos irracionales.
  2. Falta de deseo sexual o deseo sexual hipoactivo, siendo esta disfunción uno de los motivos de consulta más frecuentes en terapia sexual y de pareja, así como los más complejos. Hace referencia a “la ausencia de deseo o a la disminución de fantasías relacionados con la actividad sexual, de forma persistente o recurrente y provocando malestar acusado o dificultades de relación interpersonal”, según nos dice el DSM-IV.

Una de las posibles causas de este miedo es la búsqueda de la perfección en el ámbito sexual. La falta de información sexual en la escuela y en el hogar sumado a la sobreinformación en las redes sociales muchas veces sesgada, y al pronto consumo de la pornografía. En otras ocasiones ya hemos hablado de que mucho en el porno es ficción. No se muestra una sexualidad real que, si se toma como referencia, puede generar verdaderos cuadros de pánico. Se lleva a un extremo la idea de no poder cumplir dichos cánones sexuales o, simplemente, por “no estar a la altura de la situación”.

En cualquier caso, resulta preciso dejar claro que el deseo sexual inhibido es la disfunción sexual más compleja que se puede encontrar en el día a día de la consulta sexológica ‒más allá de parafilias peculiares y minoritarias‒. Muchas veces es para los pacientes una especie de cajón de sastre al que refieren cuando no tienen ni idea de la conflictiva existente en la dinámica de la pareja. Resistámonos a la tentación de simplificar problemas como la falta de deseo sexual.

Cabe distinguir entre casos de desinterés sexual o un grado más avanzado de éste, que podría corresponder a una aversión al sexo. Todas las personas podemos haber experimentado una pérdida en nuestro interés sexual, muchas veces afectados por estrés familiar o personal. O simplemente porque nuestra implicación en el terreno sexual puede variar. Asimismo, es importante percatarse de cuándo este desinterés genera miedo o rechazo en todos los aspectos sexuales. Es decir, miedo a la intimidad, a la intensidad de los sentimientos, a sentirse vulnerable o a sentirse atraídos sexualmente por alguien, entonces, muy probablemente, haya llegado la hora de acudir a un especialista que nos ayude a entenderlo y solucionarlo.

Desde la sexología, reivindicamos una mayor ymejor educación sexual para poder destruir todos los prejuicios, miedos infundados y fobias producidas por la desinformación, para algún día conseguir que las palabras “miedo” y “placer” dejen de estar estrechamente relacionadas.

Autora: Andrea Bello Pastor. (Psicóloga y Sexóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias bibliográficas:

Cabello, Francisco. Manual de sexología y terapia sexual. Apuntes de un máster.

Puch Blanco, Amparo (2016). Miedo al sexo.

Carpallo, Silvia C. (2018). La anorexia sexual, el miedo al sexo que han alimentado la educación y la pornografía.

La pretendida transgresión del movimiento postporno

Es1989 en Nueva York. En el escenario del Teatro Harmony se encuentra una mujer con lencería de encaje recostada en un sillón con las piernas abiertas. Se introduce un espéculo dentro de su vagina e invita a los espectadores a observar con una linterna. “Asómense y verán que no tiene dientes”, decía riendo.

Hablamos del espectáculo “’Public cérvix announcement” de Annie Sprinkle, considerada la precursora del así denominado postporno. Proponía esta performance con la finalidad de parodiar los mitos y el secretismo que han rodeado a los genitales de las mujeres, animándolas de esta forma a explorar sus vaginas. Indignada con la industria del porno comercial ‒en la que había trabajado como actriz‒, pasó a dirigir sus propias creaciones audiovisuales y a organizar espectáculos en los que se desarrolla como artista y activista feminista.

¿En qué consiste el denominado “postporno”? Se trata de un movimiento artístico y político que busca reformular el mundo del porno. Lo hace transgrediendo los convencionalismos de la pornografía machista e intentando generar otro tipo de mirada hacia el sexo. Todo ello, sin renegar del estímulo sexual que producen los contenidos audiovisuales. Aquellas personas ignoradas por el porno convencional, toman las riendas y se graban expresando su sexualidad, transformándose en protagonistas con un guion que ellas mismas deciden. Los cuerpos que la industria del porno excluye o denigra se convierten en creadores y protagonistas. Las mujeres, las minorías sexuales, los cuerpos no-blancos o discapacitados, los transexuales, intersexuales y transgénero serían ejemplos de las personas que conforman este movimiento.

La industria del porno comercial presenta patrones sumamente estereotipados y repetitivos. Chicas jóvenes, exuberantes, cuidadosa y pulcramente depiladas. Acompañada generalmente de por lo menos un varón bien dotado ‒de quien solemos ver muy poco más allá de su espalda, brazos y genitales‒. Si bien es cierto que en las plataformas pornográficas podemos encontrar una gran variedad de géneros distintos, en la mayoría de los casos las prácticas sexuales que realizan son más o menos las mismas. Es decir, sexo oral por parte de ella, sexo anal y vaginal, y derivaciones del mismo, incluyendo dobles penetraciones como algo prácticamente habitual. Por el contrario, en las producciones del “movimiento postporno”, ocurren escenas distintas. En éstas, ya sea en directo ‒mediante performances‒ o a través de plataformas online, vemos cuerpos ‒que no suelen encajar en el estereotipo de belleza actual‒ llevando a cabo otro tipo de prácticas.

Un ejemplo de este movimiento lo podemos ver de la mano del artista trans Lazlo Pearlman, donde en una de sus más conocidas performances, desconcierta al público haciendo un striptease en el que termina mostrando su vulva. En la película “Fake Orgasm”, aparece tumbado sobre una cama completamente desnudo, mientras una serie de personas lo observan y le hacen preguntas sobre su cuerpo, identidad y su sexualidad. Pearlman utiliza su cuerpo como espejo para que el público sea consciente de sus prejuicios. Esta película explora la sexualidad a través de situaciones que rozan lo absurdo y analiza la dificultad de la sociedad para aceptar las propuestas ajenas al paradigma binario hombre-mujer.

Sin embargo, el postporno no sólo da visibilidad a aquellos cuerpos que desafían las normas de género o sexuales. Otro colectivo en el que se centra es el de las personas con diversidad funcional. Un ejemplo de esto lo vemos en el documental “Yes, we fuck!”, una producción que quiere abordar la sexualidad en personas con diversidades física, intelectual…, donde la gente participa, dialoga y, sobre todo, cuestiona temas vinculados al cuerpo y a la sexualidad. En este documental podemos ver ‒entre otros ejemplos‒ el relato de la primera experiencia con el BDSM de Oriol, un hombre con parálisis cerebral. O a Mertxe, una mujer ciega que asiste a un taller de orgasmos vaginales impartido por un chico trans.

Aunque puede parecer contradictorio, el objetivo del “movimiento postporno” no siempre es que el público se masturbe y tenga un orgasmo a fuerza de imágenes sexuales explícitas. No, más bien, es cuestionar y poner sobre la mesa el debate acerca del sistema heteronormativo y patriarcal en el que todos nos encontramos. Este movimiento busca acercarnos a la posibilidad de ver y de ser parte de contenidos provocativos, no sólo con fines masturbatorios, sino también y principalmente políticos.

El problema viene cuando nos preguntamos qué buscan generalmente las o los usuarios más asiduos del porno. Es improbable que se contenten con sesiones lúdicas sin masturbación o sin eyacular<

Cuéntanos, ¿habías escuchado hablar de este movimiento? ¿Qué opinas de estas performances tan controvertidas? ¡Te leemos!

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias

Barros, G., Eksztain, M., Inda, N., Makintach, A., & Moscona, S. (2016). Postporno,¿ polisexualidad? Comentarios y reflexiones. Psicoanálisis, 38(1), 41-52.

Centeno, A.  & De la Morena, R. (2015). Yes, we fuck! [Vídeo]. Disponible en: https://vimeo.com/123177395

Melero, A. L. (2018). Procedimientos escénicos de deconstrucción de género. ACOTACIONES. Investigación y Creación Teatral, (41).

Romero Baamonde, M. (2019). Escena posporno. Desbordes disciplinarios en las prácticas artísticas pospornográficas.

Smiraglia, R. (2015). Sexualidades de (s) generadas: Algunos apuntes sobre el postporno. imagofagia, (6).

Vendetta, L. (19 de mayo, 2015). Donde las mujeres trans no están: su lenta inclusión en el porno feminista y queer. Recuperado de https://www.pikaramagazine.com/2015/05/donde-las-mujeres-trans-no-estan-su-lenta-inclusion-en-el-porno-feminista-y-queer/

Y un día la OMS aceptó que no sólo los heterosexuales eran “normales”

A mediados del siglo XX, la concepción patológica de la homosexualidad se mantuvo merced a un grupo de nuevos psicoanalistas. Su visión tuvo un fuerte impacto durante un tiempo.

Consecuentemente, cuando la APA publicó su primer manual diagnóstico ‒DSM‒ en 1952, éste clasificaba la homosexualidad como una “perturbación sociopática de la personalidad” y ‒en su segunda edición‒ como una “desviación sexual”.

Mientras los psiquiatras, médicos y psicólogos trataban de curar la homosexualidad, los investigadores sexológicos de mediados del siglo XX estudiaron a un grupo de individuos de un espectro más amplio, que no incluyese exclusivamente a sujetos de investigación que ya eran pacientes.

La investigación más importante en este respecto fue la liderada por el brillante Alfred Kinsey ‒te recomendamos la película sobre él‒. En los famosos Informes Kinsey, en los que se encuestó a miles de personas que no eran pacientes psiquiátricos, se encontró que la homosexualidad era mucho más común de lo que se pensaba, aproximadamente un 10% ‒aunque ahora se cree que está entre un 1% y 4%‒. Los estudios de Ford y Beach sobre comportamientos en diversas culturas y animales también ayudaron a refutar la idea de la comunidad psiquiátrica de que la homosexualidad era poco común y de que no se encontraba regularmente en la naturaleza. Finalmente, el estudio de Evelyn Hooker, en el que comparaba resultados en tests de 30 hombres gays y 30 hombres heterosexuales, refutó la creencia psiquiátrica de que los hombres gays presentaban perturbaciones mentales severas.

La psiquiatría americana mayormente ignoró la creciente cantidad de investigación sobre sexo e incluso mostró extrema hostilidad hacia los resultados que contradijesen sus propias teorías. Varios factores tanto dentro como fuera de la American Psychology Association ‒APA‒ colaboraron en la reconceptualización de la homosexualidad en el DSM: la investigación, el creciente movimiento anti psiquiátrico, el activismo gay y los cambios generacionales en la composición de la APA y del psicoanálisis, entre otros.

Las protestas consiguieron captar la atención de la APA, la cual comenzó a mobilizarse internamente con paneles educativos y discusión. Esta discusión tuvo su punto álgido en la reunión anual de la APA de 1973 en la que se llevó a cabo un debate sobre si la homosexualidad debía permanecer en la nomenclatura de la APA. Este debate dio paso también a una discusión sobre lo que se consideraba un trastorno mental. Robert Spitzer, que lideraba un subcomité que investigaba este tema, revisó las características de los trastornos mentales. Él se dio cuenta de que, exceptuando la homosexualidad y algunas de las otras “desviaciones sexuales”, todos causaban un malestar subjetivo significativo, o estaban asociados con un alguna deficiencia en el funcionamiento social. De este modo, al llegar a esta nueva definición de trastorno mental, el comité acordó que la homosexualidad no era uno. Finalmente, tras una votación en diciembre de 1973, se eliminó la homosexualidad del DSM.

Este proceso, aún tan reciente, nos muestra cómo la comunidad científica debe revisar constantemente sus ideas y jamás estancarse. Ahora mismo la disforia de género y los temas sobre personas trans está pasando por el mismo proceso, y de nuevo debemos velar por no caer en el sobrediagnóstico y ser conscientes del impacto del estigma que la categoría de trastorno mental tiene en la vida de muchas personas.

Autor: Jorge Valero Sarmiento (Psicólogo)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias:Drescher J. (2015). Out of DSM: Depathologizing Homosexuality. Behavioral sciences (Basel, Switzerland), 5(4), 565–575. https://doi.org/10.3390/bs5040565