Parafilias, fetiches y kinks

La sexualidad humana abarca todo un Universo, con un espectro increíblemente amplio de comportamientos. Históricamente, buena parte de dichos comportamientos se han considerado negativas ‒o directamente prohibidas en determinadas sociedades‒. Con el paso del tiempo, hemos experimentado un proceso de liberación, que nos ha permitido expresarnos sexualmente con una libertad creciente. Con esto, han aparecido nuevas ideas y comportamientos. En este artículo deseamos ofrecer una educación en aquellos comportamientos sexuales que se encuentran fuera de lo más “habitual”, si es que eso significa algo hoy en día.

Cuando hablamos de comportamientos sexuales “extraños”, la primera palabra que nos viene a la cabeza es “fetiche”. La definición tradicional ‒no aplicada al ámbito sexual‒ es muy antigua y significa “objeto al que se le atribuye características o poderes sobrenaturales”. La definición de fetichismo sexual no difiere demasiado de ésta, y significa “fijación sexual hacia un objeto inanimado o una parte no genital del cuerpo humano”. Uno de los fetiches más comunes son los pies

Un concepto que se suele confundir a menudo con los fetiches es el de los “kinks”. De forma simple se podría decir que los “kinks” son la versión comportamental de los fetiches. Éstos se definen como el “uso de prácticas, conceptos o fantasías sexuales no convencionales”. Con la normalización de la variabilidad de la sexualidad y la visibilidad creciente que tiene ésta, referirnos a algo como “no convencional” sería un poco complejo. Lo cierto es que la mayor parte de humanos practican sexo de maneras extremadamente similares. De este modo, dentro de la etiqueta “kink” se incluirían prácticas como el “role playing” o el famoso BDSM.

Otro término importante es el de “parafilia”, que se define como “un interés sexual elevado hacia objetos, fantasías, individuos o situaciones atípicas”. Estas atracciones podrían ser una forma patológica de comportamientos sexuales, que ‒en una medida adecuada‒ podrían ser considerados sanos. Por poner un ejemplo clarificador, en el DSM-V, dentro de la sección de “trastornos parafílicos” se incluyen diagnósticos como el masoquismo, el voyeurismo y la pedofilia. Todos sabemos que determinados comportamientos masoquistas ‒como puede ser el gusto porque nos tiren del pelo o nos agarren la garganta‒ son extremadamente comunes en la población general. Por lo que, aunque sea un comportamiento sexual considerado dentro de la etiqueta de parafilia, no alcanzaría a ser un caso clínico ni patológico. De este modo, hay que especificar que para que se pueda diagnosticar cualquiera de estos trastornos es necesario siempre que exista un malestar en la persona que los sufre y se lleve a extremos patológicos. Esto que significa que el objeto sustituye al compañero sexual o tiene más importancia que éste. Dicho último punto es especialmente importante porque, por lo general, cuando una pareja experimenta con fetiches o “kinks”, lo hace para ganar un nivel mayor de intimidad o de placer con la otra persona, en ningún caso para sustituir a la persona.

Según la Organización Mundial de la Salud, los fetiches ‒y demás comportamientos sexuales no convencionales‒ son algo común y sólo deberían ser considerados patológicos cuando causan malestar o impiden un funcionamiento sexual normal. Por tanto, no hace falta preocuparse, ya que estas etiquetas son meras herramientas de los psicólogos y psiquiatras para facilitar el trabajo y parte de ese impulso irrefrenable humano de clasificarlo todo. En definitiva, lo convencional no existe y la sexualidad es hiper amplia y bella, por lo tanto no tengas miedo a experimentar y a tratar de vivirla al máximo.

Autor: Jorge Valero Sarmiento

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

¿Qué es el Ghosting?

¿Has escuchado alguna vez la frase: “Me dejó en visto y no volví a saber nada más de esta persona”? Seguro que sí. El Ghosting ‒comúnmente conocido como hacer “bomba de humo”‒, es una conducta pasivo-agresiva que se realiza en el escenario de las redes sociales, por parte de alguien a su pareja ‒generalmente‒, o cualquier persona con la que tenga un vínculo emocional.

La persona deja de responder a los mensajes de texto, llamadas, e incluso, puede bloquear a la otra parte en las redes sociales sin explicación previa. De hecho, puede que ocurra sin que haya sucedido algo de peso en la relación para finalizarla. La intencionalidad de dicha conducta es hacer entender a su “crush” o pareja que ya no quiere verle más ‒de una manera cobarde o pasivo-agresiva‒.

Esta actitud ha existido siempre. Sin embargo, las nuevas tecnologías y formas de comunicación o relación ‒mediatizadas por una pantalla‒ han favorecido el “boom” de este fenómeno. La facilidad que nos ofrece Internet de crear vínculos emocionales ‒incluso con personas que no hemos conocido físicamente‒ establecen el escenario perfecto para llevar a cabo esta conducta ‒posiblemente sin un ápice de remordimiento‒.

De acuerdo con un estudio del 2018, realizado por la Universidad de Western Ontario en Canadá, los sectores de población que más recurren al ghosting son los menores de 30 años. Éstos reconocen haber “desaparecido” de una relación amorosa en algún momento de sus vidas de manera repentina y sin dar ninguna explicación.

Se ha comprobado que esta conducta, aparentemente inofensiva, puede generar graves problemas psicológicos a la persona afectada. Entre las primeras repercusiones se encuentran la incertidumbre, la angustia y la culpa. La persona afectada se encuentra ante un escenario impuesto de manera súbita, desconcertante y fuera de su control. Le puede producir una gran sensación de impotencia.

El ser humano, por lo general, no sabe moverse en la incertidumbre. Necesita rellenar los espacios en blanco y el sentimiento de culpa aparece para dar explicación a dicha conducta.  También empiezan a darse comportamientos compulsivos y obsesivos, como revisar las conversaciones diariamente. Se busca una señal que indique qué hemos hecho mal y así culparnos por aspectos insignificantes para dar respuesta a lo ocurrido. Es de esta forma cómo la persona puede entrar en un círculo vicioso que resulta muy peligroso para la autoestima. Entonces, acabamos pidiendo y suplicando un perdón por algo que no hemos hecho, con el único fin de obtener una respuesta. Y, por supuesto, no se obtiene.

Tras esta repentina ruptura, sobreviene un periodo de duelo. Las características del duelo van a depender siempre de cómo haya sido el vínculo establecido con la persona. Así como el tipo de compromiso emocional y personal que se haya adquirido durante la relación. La persona que ha sufrido ghosting puede sentirse despreciada y abandonada por alguien que, de un día a otro, ha decido irse, como si nunca hubiera pertenecido a nuestras vidas. Estos efectos pueden mantenerse a largo plazo, dependiendo de las características emocionales y de apego de la persona. Por eso, es sumamente recomendable pedir ayuda psicológica si no sabemos gestionarlo por nuestra cuenta.

También es frecuente que aparezcan conductas intermitentes ‒o conductas llamadas “migas de pan”‒ por parte de la persona que decide hacer el ghosting. Esto va más allá que el no dar señales de vida sino también el “dar like” a todas las publicaciones, vernos las historias, incluso reaccionar a ellas. Esto resulta aún más desconcertante para la persona que es víctima de ghosting. Toda la energía se vuelca en entender qué ocurre y por qué está actuando así nuestra pareja, fomentando aún más la ansiedad y la dependencia emocional hacia la otra persona.

Sin embargo, no cualquier conducta de lejanía virtual puede ser considerada como ghosting.

No es ghosting:

  • Pedirle un tiempo a tu pareja.
  • No contestar un mensaje de Whatsap en varias horas por estar trabajando u ocupadas.
  • Pedirle a tu pareja o crush ir más despacio.
  • Tener un contacto cero con tu expareja ‒habiendo acordado mutuamente el fin de la relación‒.
  • Bloquear de redes sociales a personas con las que ya no tienes una relación y ambas partes son conocedoras de ello.

¿Cómo debemos gestionar una situación de ghosting?

Cuando el ghosting se proclama como un patrón de interacción en tu relación, debes marcar unos estrictos límites con esa persona.

  • No permitir excusas, tales como “tenía una mala racha”, “no puedo explicarte el por qué me fui”, “nunca más va a suceder, ahora soy otra persona”. Si deseas volver a retomar el contacto, que sea tras una comunicación asertiva y establecer límites coherentes y reales.
  • Dar un ultimátum a nuestra pareja y ser coherentes y consecuentes con ello. Si vuelve a suceder has de dar por finalizada la relación o el vínculo emocional. Acabar con ese juego al que te tiene acostumbrada ya que, si lo permites y perdonas continuamente, volverá a suceder. Entonces será aún más difícil romper el enganche emocional y el bucle en el que nos encontramos. Cuando permites una conducta que es dañina para ti, le estás permitiendo a la otra parte realizarla cuando quiera, ya que no hay consecuencias negativas inmediatas para él o para ella.
  • Contacto cero con esa persona. Si el ghosting forma parte de tu relación y no sabes cómo gestionarlo, pide ayuda profesional. Y, sobre todo, no le ofrezcas la oportunidad de que lo vuelva a hacer. Mantén un contacto cero con esa persona que no hace ningún bien a tu salud emocional ni mental.

Autora: Andrea Bello Pastor (Psicóloga y Sexóloga)

Edición literaria: Dr. Xud Zubieta-Méndez

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias bibliográficas.

https://www.eldiario.es/consumoclaro/cuidarse/ghosting-que-es-peligros_1_1121829.html

Intagram: @maria_esclapez

Youtube: Vanesa Vaumart. Hablemos del Ghosting.