Stealthing o fingir que sí hay condón

Quitarse el preservativo en medio del acto sexual sin el consentimiento de la otra parte está considerado un delito de abuso sexual. Dicha práctica sexual es denominada stealthing y consiste en la retirada del preservativo durante la relación sexual sin el consentimiento de la otra parte implicada y sin previo aviso. También puede tratarse de hacer creer a la otra persona que habrá preservativo cuando no es así.

El apunte es que el stealthing es una acción voluntaria por parte del sujeto quien está engañando a la otra. Puede ocurrir tanto entre heterosexuales, como en cualquier relación que implique coito. Hay una persona que desea protegerse en las relaciones sexuales y otra que desea sexo “a pelo” aunque sea a escondidas. Otra cosa es la existencia de accidentes durante la penetración, como puede ser que el preservativo se salga o se rompa involuntariamente. El stealthing implica que, durante la relación sexual, no se produce un consenso con respecto a la retirada del preservativo.

Aunque en España no se encuentre tipificado en el Código Penal, ya se han producido algunas sentencias condenatorias de las Audiencias Provinciales, como en Salamanca o Madrid. Al estar considerada una forma de abuso sexual sí se recoge en el Artículo 181 del Código Penal: «El que, sin violencia o intimidación y sin que medie consentimiento, realizare actos que atenten contra la libertad o indemnidad sexual de otra persona, será castigado, como responsable de abuso sexual, con la pena de prisión de uno a tres años o multa de dieciocho a veinticuatro meses»

El stealthing es objetivo de debates jurídicos a nivel mundial. Esta peligrosa práctica sexual fue determinada delito en el caso contra un hombre por la Corte Criminal de Lausana (Suiza), a principios del 2017, por quitarse el preservativo sin consentimiento previo de la pareja. Se consideró un delito de violación al esperar que el otro miembro de la pareja estuviera protegido. En Berlín, Alemania, en 2017, un hombre fue juzgado por el tribunal local a ocho meses de cárcel y una multa de 3000 euros por daños y riesgo a la salud sexual de la víctima. Por otra parte, un hombre fue condenado por la Corte Suprema de Canadá en el 2014  por agresión sexual debido a que pinchó el condón sin conocimiento previo de su pareja para dejarle embarazada.

Como es posible ver, esta “inocente práctica” puede traer serias consecuencias económicas y penales al realizarse sin el consentimiento de la otra parte implicada en la relación sexual. No obstante, además de estas consecuencias, existen otras, que a nivel personal son de suma importancia. Cabe destacar:

  • Embarazos no deseados.
  • Contagio de enfermedades de transmisión sexual.
  • Consecuencias psicológicas para la persona que lo sufre, así como el desarrollo de posibles traumas por abuso sexual. Según La psicóloga clínica Wanda Torres Hernández, este tipo de agresión puede provocar efectos traumáticos y aumentar los niveles de ansiedad y estrés en las víctimas.
  • Desarrollo de un cuadro ansioso-depresivo.
  • Repercusiones negativas en la autoestima y autonomía de la parte perjudicada.
  • Una experiencia traumática que puede afectar la confianza durante las relaciones sexuales.
  • Una fuerte sensación de quedar como una persona estúpida.

Desde el punto de vista psicológico, el stealthing está considerado como un acto de control y dominación sobre la mujer ‒principalmente, pero también sobre personas que asumen el rol receptivo durante el coito‒. Es fruto de la escasa educación sexual con perspectiva de género que se recibe desde la infancia, así como del aprendizaje de los roles sexuales en medios como “el porno”. En éste, la figura dominante suele ser el hombre, mientras que la mujer aparece como el objeto a utilizar para su propia satisfacción. Es irónico que en contextos gays ‒o no heterosexuales‒ se crea una especie de réplica de este modelo, en el que la persona receptiva aguanta “carros y carretas”.

¿Qué puedo hacer si sufro stealthing?

Generalmente, al vivir esto como algo traumático, la persona suele quedar paralizada, confusa, sin saber que hacer o a quién recurrir… Te pedimos que dejes el miedo a un lado, que seas valiente. Así que, en el caso de chicas heterosexuales y que el hombre eyaculara dentro de ti, lo primero que se debe hacer es acudir a tu médico de familia o planificación familiar y pedir la píldora del día después. Allí te explicarán cómo tomarla y qué hacer posteriormente si quieres recurrir a acciones legales. Ve acompañada de algún familiar o amistad cercana que te apoyey acompañe en esa situación. Lo idóneo es que no dejes pasar tiempo y actúes lo más rápido posible. Si te sientes con fuerza, acude a un especista para realizarte una revisión de salud sexual y poder descartar enfermedades de transmisión sexual. Pero, sobre todo, elude sentir culpa o vergüenza, ya que la responsabilidad sobre lo sucedido no es tuya. Existen leyes que te respaldan y que castigan al agresor.

Necesidad de prevención y concienciación.

Existen una gran cantidad de casos y personas que realizan el stealthing por considerar que no estén llevando a cabo un delito. Lo ven como un juego sexual, un acto inocente y así lo hacen ver a las personas con las que lo realizan. Utilizan frases como “no te pongas así, no es para tanto”, “si llego a saber que te enfadarías tanto no lo habría hecho” o “ no seas aburrida, no pasa nada”… Esto lleva a que la víctima se cuestione la importancia que tiene realizarlo y no denunciar, sobre todo por haber consentido establecer una relación sexual con esa persona ‒aunque no se llevara a cabo con el respeto necesario‒. Hay hombres que han hecho de esta práctica su principal parafilia, ya que al conseguir el engaño experimentan un gusto especial. Recientemente, en las redes sociales hemos visto a un joven jactándose de realizar esta práctica sin ser consciente de la gravedad de su conducta.

El arma más poderoso que existe para erradicar este tipo de prácticas tan violentas en el terreno sexual es la educación. Abordar este tema, y muchos otros, con perspectiva de género es fundamental desde la infancia y así dejar de normalizar estas prácticas. Además de informar y concienciar sobre los riesgos y la gravedad de la práctica desde el ámbito psicológico y legal.

Autora: Andrea Bello Pastor. (Psicóloga y Sexóloga Clínica).

Edición literaria: Xud Zubieta-Méndez

Referencias bibliográficas.

El Comercio. “12 meses de prisión por practicar stealthing”.

Stealthing: los riesgos de esta práctica en el sexo. Psicología y Mente.

Parafilias, fetiches y kinks

La sexualidad humana abarca todo un Universo, con un espectro increíblemente amplio de comportamientos. Históricamente, buena parte de dichos comportamientos se han considerado negativas ‒o directamente prohibidas en determinadas sociedades‒. Con el paso del tiempo, hemos experimentado un proceso de liberación, que nos ha permitido expresarnos sexualmente con una libertad creciente. Con esto, han aparecido nuevas ideas y comportamientos. En este artículo deseamos ofrecer una educación en aquellos comportamientos sexuales que se encuentran fuera de lo más “habitual”, si es que eso significa algo hoy en día.

Cuando hablamos de comportamientos sexuales “extraños”, la primera palabra que nos viene a la cabeza es “fetiche”. La definición tradicional ‒no aplicada al ámbito sexual‒ es muy antigua y significa “objeto al que se le atribuye características o poderes sobrenaturales”. La definición de fetichismo sexual no difiere demasiado de ésta, y significa “fijación sexual hacia un objeto inanimado o una parte no genital del cuerpo humano”. Uno de los fetiches más comunes son los pies

Un concepto que se suele confundir a menudo con los fetiches es el de los “kinks”. De forma simple se podría decir que los “kinks” son la versión comportamental de los fetiches. Éstos se definen como el “uso de prácticas, conceptos o fantasías sexuales no convencionales”. Con la normalización de la variabilidad de la sexualidad y la visibilidad creciente que tiene ésta, referirnos a algo como “no convencional” sería un poco complejo. Lo cierto es que la mayor parte de humanos practican sexo de maneras extremadamente similares. De este modo, dentro de la etiqueta “kink” se incluirían prácticas como el “role playing” o el famoso BDSM.

Otro término importante es el de “parafilia”, que se define como “un interés sexual elevado hacia objetos, fantasías, individuos o situaciones atípicas”. Estas atracciones podrían ser una forma patológica de comportamientos sexuales, que ‒en una medida adecuada‒ podrían ser considerados sanos. Por poner un ejemplo clarificador, en el DSM-V, dentro de la sección de “trastornos parafílicos” se incluyen diagnósticos como el masoquismo, el voyeurismo y la pedofilia. Todos sabemos que determinados comportamientos masoquistas ‒como puede ser el gusto porque nos tiren del pelo o nos agarren la garganta‒ son extremadamente comunes en la población general. Por lo que, aunque sea un comportamiento sexual considerado dentro de la etiqueta de parafilia, no alcanzaría a ser un caso clínico ni patológico. De este modo, hay que especificar que para que se pueda diagnosticar cualquiera de estos trastornos es necesario siempre que exista un malestar en la persona que los sufre y se lleve a extremos patológicos. Esto que significa que el objeto sustituye al compañero sexual o tiene más importancia que éste. Dicho último punto es especialmente importante porque, por lo general, cuando una pareja experimenta con fetiches o “kinks”, lo hace para ganar un nivel mayor de intimidad o de placer con la otra persona, en ningún caso para sustituir a la persona.

Según la Organización Mundial de la Salud, los fetiches ‒y demás comportamientos sexuales no convencionales‒ son algo común y sólo deberían ser considerados patológicos cuando causan malestar o impiden un funcionamiento sexual normal. Por tanto, no hace falta preocuparse, ya que estas etiquetas son meras herramientas de los psicólogos y psiquiatras para facilitar el trabajo y parte de ese impulso irrefrenable humano de clasificarlo todo. En definitiva, lo convencional no existe y la sexualidad es hiper amplia y bella, por lo tanto no tengas miedo a experimentar y a tratar de vivirla al máximo.

Autor: Jorge Valero Sarmiento

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Cambios en el deseo sexual

Todos podemos pasar por etapas de menor interés sexual. Clínicamente, se considera “falta de deseo sexual” cuando el problema se hace persistente y recurrente. En concreto, se manifiesta en la dificultad para iniciar o responder al deseo de actividad sexual en la pareja.

Se le llama deseo sexual inhibido primario cuando la persona nunca ha sentido mucho deseo o interés sexual. Se conoce como deseo sexual generalizado cuando no existe interés sexual hacia ninguna persona ni circunstancia. La situacional se refiere a cuando no aparece interés por la pareja, pero sí por otras personas ‒o por el autoerotismo‒.

A veces, simplemente, hay una discrepancia en los niveles de interés sexual de la pareja, sin que ‒por ello‒ exista deseo sexual inhibido. Por ejemplo, una persona activa sexualmente puede creer que su pareja tiene falta de deseo sencillamente porque no puede seguirle el ritmo.

La queja sobre el deseo sexual es muy común. Una de las causas más frecuentes es el alto grado a que las personas se ven sometidas en su vida cotidiana. Planifican todo ‒menos el disfrute sexual y los ratos de intimidad‒. Cuántas veces la pareja comenta que su vida es tan agotadora que no encuentra el momento.

Quienes sufren este problema suelen formular excusas para evitar una relación sexual con su pareja y casi siempre tienen algo pendiente que realizar todavía ‒recoger la cocina, ver un interesantísimo programa en la tele, terminar un trabajo urgente‒. Esa huida puede suponerles un sentimiento de culpa por no responder a un compromiso implícito y los nervios aumentan a medida que se pospone el encuentro sexual. Así, la relación, la relación sexual puede verse como un hecho desagradable y como una temida obligación.

Tradicionalmente, se considera que es la mujer quien tiene problemas de deseo y que el hombre se muestra siempre dispuesto. Sin embargo, en terapia puede apreciarse que no siempre es así, ni mucho menos.

A ti, ¿te resulta difícil encontrar el momento adecuado para las relaciones sexuales con tu pareja?

Autor: Dr. Xud Zubieta-Méndez

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

ChemSex Parties

¿Alguna vez has oído hablar del “ChemSex”? Esta práctica consiste en el uso intencionado de drogas para tener relaciones sexuales por un período largo de tiempo.  Se pone en marcha en algunas fiestas privadas ‒que pueden durar varios días seguidos‒, en las que abundan las drogas sintéticas con el único objetivo de tener sexo entre los asistentes. Este término resulta de la combinación de dos palabras inglesas: “chem” ‒haciendo referencia a las drogas‒ y “sex”. En países como Inglaterra es conocido también como P&P ‒party and play‒. Se lleva a cabo sobre todo entre hombres gays de mediana edad.

La fusión entre las drogas y el sexo no es un fenómeno nuevo. Lo que parece que ha cambiado en los últimos años son el tipo de drogas recreativas y el contexto en el que se consumen. Si en etapas anteriores podría destacarse el uso de la cocaína, el alcohol, el cannabis o los Poppers, hoy en día otras sustancias como GHB, metanfetamina y mefedrona están incorporándose poco a poco a este mercado. Éstas son algunas de las drogas que se consumen con fines eróticos. A pesar de la resaca que nos dejan, el riesgo de engancharse y los daños para la salud a largo plazo, las drogas son utilizadas para pasar un buen día en la cama.

¿Y por qué algunas personas prefieren este tipo de excesos con el sexo y drogas?

Los motivos para consumir drogas con fines sexuales son diversos y variados. Intensificar o potenciar el placer del acto se encuentra entre los motivos principales. También podemos encontrar, entre otros, la desinhibición sexual. Así como aguantar físicamente más tiempo con la finalidad de alargar una sesión de sexo. Por otra parte, buscar momentos de intimidad emocional, crear un clima de “buen rollo” con otra persona o acceder a espacios estimulantes sexualmente ‒como, por ejemplo, el sexo en grupo‒. No obstante, también existen motivaciones no ligadas a lo sexual y que resultan ser en la mayoría de casos formas patológicas de solucionar problemas ‒como, por ejemplo, gestionar momentos o situaciones complicadas, una ruptura sentimental, un malestar psicológico personal, baja autoestima, una forma de evadirse de la soledad o de evitar conflictos internos sin resolver.

¿Qué efectos tienen las drogas sobre la respuesta sexual?

Evidentemente, esta fusión explosiva trae consigo uno de los riesgos más peligrosos que encontramos: no utilizar el preservativo. El consumo reduce la percepción de riesgo, y trae como consecuencia posibles enfermedades de transmisión sexual y embarazos. Muchas de estas personas manifiestan actitudes negativas hacia su uso. Frases como “el preservativo corta el rollo” o “no disfruto igual con condón”, reflejan algunas de estas actitudes.

El tipo de consumo constituye una variable fundamental para evaluar el efecto de las drogas para la respuesta sexual. No es lo mismo un consumo fortuito que intermitente, ocasional o habitual. Además, los efectos son diferentes según las drogas que se consuman.  En los efectos iniciales encontramos las principales diferencias ‒relajación o euforia‒, a pesar de que con todas las drogas se facilita la desinhibición. La tendencia predominante es consumir drogas euforizantes, las cuales están ligadas a prácticas sexuales que implican un menor vínculo emocional, como ocurre en las ChemSex Parties.

Los aparentes beneficios de las drogas recreativas esconden en el fondo un dramático fin. Lejos de mejorar la capacidad de seducción o de mejorar la experiencia sexual, la deterioran.

¿Conocías de la existencia del fenómeno “ChemSex”? ¿Alguna vez has practicado sexo bajo los efectos de las drogas? ¿Sabías de sus efectos? ¡Cuéntanos, te leemos!

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Elección de pareja 2.0: Heterosexualidad, bisexualidad…

En caso de que seas mujer heterosexual ¿Alguna vez te has planteado cómo sería tener relaciones sexuales con otra chica? ¿Y en caso de que seas hombre, el probarlo con un chico? Antes que nada y para contextualizar el porqué de este post, soy una mujer, hasta la fecha, heterosexual declarada. Recientemente, en una conversación con un amigo –él es gay– surgió el tema. Me refiero a la importancia de la elección de pareja y de las expectativas a la hora de relacionarnos con otra persona en el ámbito amoroso y sentimental.

En la charla con este amigo, él me comentaba que “al ser gay uno tiene que plantearse una serie de cuestiones que los heterosexuales no necesitamos contemplar, aunque muy probablemente deberíamos”. Entendí que se refería a si realmente nuestras necesidades y expectativas como mujeres –en cuanto a una relación de pareja se refiere– las puede cumplir un hombre. Esto es si tomamos en cuenta la diferencia entre ser un hombre o una mujer y, como tal, lo que se desea en una relación. ¿Qué sucedería si probáramos con una mujer?

Parece que la inmensa mayoría de chicos están “demasiado ocupados” con sus amigos y sus aficiones. Creo que no suelen querer pasar tanto tiempo junto a sus parejas que, curiosamente, es lo que las mujeres –por lo general– buscamos.

Entonces, me surgió la siguiente reflexión, la cual os animo a contemplar. Pensemos exactamente qué nos gusta de los hombres que las mujeres no tienen –más allá de los genitales–. ¿Acaso es el hecho de que ya están empoderados, tal como los pinta Disney?

Retomé esta charla con otras amigas y prácticamente todas estábamos de acuerdo en la dificultad de encontrar a un hombre que pareciera querer lo mismo que nosotras. Es decir, que pudieran satisfacer nuestras necesidades y expectativas sentimentales. Más de una admitió que con una mujer, la relación fluiría mucho mejor –desde la parte emocional a la sexual– porque al ser chicas nos conocemos y sabemos lo que nos va y lo que no. Simplemente, nos entendemos, fluimos y nos complementamos bien. Además, generalmente nosotras solemos ser “más intensas” que ellos. Si profundizamos aún más, llegamos a la conclusión de qué es lo que vemos en un hombre que no apreciamos en una mujer. Bien es cierto que un hombre, por un lado, puede darnos la sensación de seguridad. Con lo cual, me pregunto ¿en qué lugar deja esto a las mujeres? Puede que –por resonancia– sintamos que aparentemente nos atrae más el cuerpo masculino, o es simplemente una cuestión de gustos. Por lo tanto, ¿en qué medida estamos inconscientemente condicionadas por las expectativas de las películas románticas? Rotundamente sí, por vivir en este contexto todas y todos lo estamos. Aceptémoslo ¡Maldito patriarcado!

Me resulta curioso que aún a día de hoy haya personas que cuestionen que la mayor visibilidad social de la orientación bisexual se deba a “una especie de moda”. ¿No será que poco a poco –y gracias al auge del movimiento feminista– las mujeres y hombres nos sentimos cada vez más libres para amar más allá del modelo heterosexual? Abramos la mente, por favor.

De hecho, voy más allá. En un trabajo realizado en la Universidad de Essex, en Inglaterra, se llevó a cabo un estudio en relación a las distintas reacciones de un grupo de hombres y mujeres heterosexuales ante diversos estímulos sexuales. Este estudio constó de dos partes. En la primera, éste se centró en las respuestas genitales de los sujetos a través de autoinformes sobre el grado de masculinidad y feminidad que percibían en ellos mismos –a un nivel consciente–. Posteriormente, se focalizó la atención en la dilatación pupilar ante la presencia de estos estímulos visuales –inconscientemente–. Los resultados fueron reveladores: La respuesta sexual masculina se centró casi exclusivamente en los estímulos de origen femenino. Por contraposición, el 74% de las mujeres reaccionaron, tanto a estímulos femeninos, como a los masculinos. Por ende, pareciere que una gran parte de las mujeres serían bisexuales. ¿Qué te parece?

Evidentemente, por supuesto dependería de qué chica –del mismo modo que no todos los hombres nos atraen–. Ni todas las chicas son mujeres muy “femeninas”, ni todos los chicos son apuestos caballeros muy “varoniles”. En el Universo sexual existe una gran diversidad de personas y personalidades de todos tipos.

¡Atrevámonos a amar y a vivir nuestra sexualidad cómo y con quien nos dé la gana si así somos felices!

Autora: Vanesa Romero Ballester (Psicóloga y Sexóloga).

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias:

Rieger, G., Savin-Williams, R. C., Chivers, M. L. & Bailey, J. M. (2016). Journal of Personality and Social Psychology, 111(2): 265-283

Relaciones por Inercia

¿Cuántos hombres sueñan con la mujer perfecta? ¿Cuántas mujeres sueñan con su príncipe azul? ¿Cuántas personas sueñan con su media naranja? Un alto porcentaje de gente considera que para ser feliz requiere tener una pareja ‒ser especial para alguien‒. Por desgracia, muchas personas prefieren estar emparejadas a pesar de que su relación no les hace felices.

Conocemos a un buen número de parejas que, a pesar de compartir el mismo techo, viven en planetas completamente distintos. Conocemos un caso patológico en el que la pareja tiene dividida la casa por zonas. Hay zonas destinadas o prohibidas para según quién. Tristemente, la soledad suele pesar más cuando se está acompañado ‒debido a las expectativas‒ que cuando no se tiene pareja o se vive literalmente solo.

La ruptura de cualquier relación, por lo general, requiere de un proceso. Incluso en aquellos casos en los que la decisión es aparentemente impetuosa, repentina e impulsiva, en realidad ‒de modo consciente o inconsciente‒, estaba fraguándose desde un tiempo atrás.

Lo cierto es que la mayoría de las personas que se han divorciado suelen confesar ‒una vez que ha transcurrido el tiempo‒ que podrían haber roto dicha relación muchos años antes. De ahí que ahora mismo puede que estés con alguien con quien ya no quieras seguir.

Existen varios indicadores infalibles para saber si tu relación ha terminado. Uno de ellos es «dar por sentado que tu pareja va a estar siempre contigo, aunque no seas meritorio de ello». Crees que siempre estará a tu lado, hagas lo que hagas, lo hagas bien o mal.

Has dejado de concederle un valor especial. Puede que, de hecho, ya no tiene mucho valor para ti. Por eso no la cuidas. Ni la mimas. Ni te lo curras como al principio. En su día te la ligaste. ¡La tuviste que conquistar! Pero, en el momento en que lo conseguiste, poco a poco fue muriendo el romance y el interés.

Que nadie se confunda: la llama de la pasión no decae cuando te casas, sino cuando se deja atrás el noviazgo. Es decir, cuando lenta y casi imperceptiblemente desaparecen cosas como el coqueteo, el galanteo, la seducción, los arrebatos… los besos, el afecto, las caricias, la ternura… Y al apagarse definitivamente, terminas acomodándote a la ley del mínimo esfuerzo. Has sucumbido a la inercia de la monotonía.

Una relación funciona igual que una flor. Si quieres que mantenga sus cualidades, tienes que cuidarla, nutrirla, mimarla… Entonces si, por ejemplo, no la riegas, termina marchitándose. Y en este caso no se puede delegar en ningún tipo de riego automático. ¡Tampoco se puede subcontratar! O tú dirás. Mantener vivo el amor requiere de tu voluntad y de tu compromiso.

Se trata de una actitud que no puede forzarse ni imponerse. Es una decisión personal de cada cual.

Tampoco tiene nada que ver con pasar por un juzgado o por una iglesia. No es un asunto legal ni religioso. Es algo bastante más profundo. A menos que sientas placer y gratitud por compartir tu vida con tu pareja, te será imposible valorarla como se merece. En consecuencia, será inevitable que la acabes perdiendo. La decisión está en tus manos, aunque es cierto que para “bailar tango hacen falta dos”.

Autor: Dr. Xud Zubieta Méndez (Doctor en Psicología y Sexología)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

¿Sexo en los días de regla?

¡La regla! Esa que tantos quebraderos de cabeza y molestias ha ocasionado a muchas de nosotras. Muchas parejas nos preguntan qué está permitido, o no que haya sexo en días de menstruación. Esa que sigue siendo un tema tabú que genera incomodidad, evitamos hablar de ella e incluso, hasta hace poco, se escondía por completo. escondíamos. Cuántas de nosotras nos hemos sentido avergonzadas cuando nos ha bajado… Cuando hemos tenido que comprar toallas higiénicas en el supermercado, o cuando le hemos pedido un tampón a nuestra amiga y lo escondíamos rápidamente. Quizá sentíamos como si estuviésemos llevando a cabo una acción ilegal. Eso, sin hablar de cómo se trataba ‒y se trata‒ junto a las relaciones sexuales. En muchísimas ocasiones en consulta nos han dicho, “No he podido hacer nada porque estaba con la regla” ‒obviamente entre parejas heterosexuales‒.

La educación sobre la menstruación es escasa, tirando a nula. En ninguna etapa educativa se explica mucho más allá de que se trata de una cuestión biológica y que influye en la futura capacidad de ser madre. Por otro lado, están los anuncios, que se limitan a hacernos ver que gracias al uso de equis compresas o tampones podremos hacer ejercicio, saltar, bailar y lucir pantalones blancos ajustados. De hecho, hasta hace unos años, este tipo de anuncios utilizaban líquidos azules para representar la sangre de la menstruación. Asimismo, empleaban frases naif, como, por ejemplo, “¿a qué huelen las nubes?” Ello, para referirse al olor corporal derivado de la mezcla de la menstruación con los materiales de las compresas.

Por ende, no es de extrañar el conflicto que en variadas ocasiones genera juntar el sexo con la menstruación. Cuando se trata de opinar, podemos mencionar dos grupos. El que se siente cómodo con la situación y no encuentra inconveniente alguno en este acto. Por otro lado, hay un grupo que no se siente cómodo y considera prohibido el practicar sexo durante la menstruación.

Además de las opiniones, hay muchas preguntas y mitos sobre el tema. Por ejemplo, una duda habitual es: ¿tener relaciones sexuales cuando tengo la regla es seguro? Debemos aclarar que no hay ningún impedimento médico o ginecológico para tener relaciones sexuales con la menstruación. En esto englobamos, tanto el coito, como el resto de prácticas sexuales. No perjudica ni a la mujer que menstrúa ni a su pareja. De hecho, tener sexo puede mitigar los dolores de la menstruación debido a las endorfinas que liberamos en cada orgasmo.

El quid de la cuestión reside en la mayoría de casos en el rechazo o vergüenza que sienten hombres y mujeres a practicar sexo durante estos días. Ya sea porque lo consideran un tabú, algo sucio, o porque piensan que puede perjudicarles. Es fundamental hablar con tu pareja con naturalidad para llegar a una solución, en caso de que alguno de los dos sea reticente. Alentamos a quien se sientan reticentes a probar para saber si os gusta o no, obviamente sin forzar la situación. Está la opción de usar tampón o copa menstrual, y optar por juegos que no impliquen necesariamente la penetración, por compartir sugerencias.

Algunas mujeres se sienten incómodas en los días de sangrado abundante. Si es así, se puede optar por juegos genitales en la ducha o usar unas esponjas sintéticas  ‒diseñadas exclusivamente para absorber la sangre mientras se tiene sexo‒, pudiendo practicar incluso sexo oral. Estas esponjas se introducen en el interior de la vagina ‒como si de un tampón se tratase‒, y gracias a un pequeño orificio puede ser extraída una vez finalizada la práctica. No nos sirven como método anticonceptivo ni son reutilizables. Tampoco previenen el contraer una enfermedad de transmisión sexual.

La relación del sexo con la regla es una cuestión completamente personal. El deseo de la pareja es un imperativo, y la incomodidad que puede generar hace que sea especialmente relevante la opinión de ella. Si ambas partes se sienten cómodas, ¡pues adelante”. Además, hemos visto que existen productos como las esponjas sintéticas para hacer que estas prácticas resulten más cómodas.

El sexo es placentero en cualquier día del mes, y esto incluye los días de menstruación, así que, ¡aprovechémoslo!

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias

Sánchez Mateo, A. (13 de noviembre, 2018). Por qué el sexo con la regla debería dejar de ser un tabú. La Vanguardia. Recuperado de https://www.lavanguardia.com/vivo/sexo/20181113/452792904589/sexo-regla-tabu-menstruacion.html

Blanco, C. (13 de enero, 2021). Cuando quieres sexo y tienes la regla

El tabú reventado. El País. Recuperado de https://elpais.com/elpais/2021/01/07/mordiscos_y_tacones/1610020063_213637.html

Más mitos sexuales

Los mitos sexuales y de pareja a menudo van de la mano. Se influyen mutuamente y, como se dice en lenguaje coloquial, “hacen la bola más grande”, con las consecuencias negativas que ello conlleva para estas personas. Hace unas semanas hablamos de unos, y ya desde hace tiempo empezamos a hablar de mitos relacionados con el sexo, ahora vamos a mencionar otros de los mitos más habituales.

1. “Las personas con algún tipo de discapacidad intelectual ni forman pareja, ni se casan ni tienen familia”: Falso. Por supuesto que pueden hacerlo. De hecho, es un aspecto vital saludable y muy recomendable para optimizar su desarrollo social y afectivo, así como su autonomía en la vida diaria. Cierto es que, en muchos casos, se necesitará ayuda de los profesionales oportunos, pero en ningún caso supone una barrera para que estas personas puedan disfrutar del derecho a tener una vida familiar plena. La verdadera barrera en este sentido es la sobreprotección existente en estos casos, así como la concepción errónea de que son “niños grandes que no van a saber desenvolverse ni valerse por sí mismos”.

2. “Las personas con discapacidad sólo se emparejan entre ellas”: Tampoco es cierto, por lo que es un mito que depende mucho del círculo social de la persona con discapacidad. Por ejemplo, en una asociación que tenga como miembros a personas con una determinada discapacidad física o psíquica. Si éstos casi no interactúan con otro colectivo, es más fácil que surjan parejas entre ellas por ser su círculo social habitual. En consulta esto lo hemos visto con personas sordas y hemos encontrado que tienden a relacionarse con personas similares. Esto, hasta cierto punto es lógico y comprensible. No obstante, ello no significa que ocurra de igual forma con otros colectivos. De hecho, con frecuencia hay parejas donde uno de los miembros posee algún tipo de discapacidad y el otro es neurotípico. Son las llamadas “parejas mixtas”.

3. “Las personas con discapacidad intelectual son siempre heterosexuales”: Es obviamente falso. Como seres sexuados sienten deseo sexual hacia sus semejantes. Ahora bien, esto no implica que necesariamente tengan que ser del sexo opuesto. Cualquier persona, tenga o no discapacidad intelectual, puede perfectamente situarse en una orientación sexual heterosexual, homosexual, bisexual, trans o lo que sea.

4. “Una relación entre una persona neurotípica y una persona con discapacidad física o psíquica implica dependencia absoluta”: También es falso. Es un error dar por hecho que una persona que posea una discapacidad física o psíquica va a depender totalmente de su pareja. Gracias a la labor de los diferentes profesionales relacionados, estas personas pueden ser independientes y llevar una vida lo más plena posible. No podemos achacar las ayudas puntuales al equivocado “me necesita para todo”.

5. “Si una pareja con discapacidad psíquica tiene hijos, la transmitirán genéticamente”: No es necesariamente cierto. Hay discapacidades que, efectivamente, tienen un factor hereditario a considerar, pero también hay otras en las que esto no se produce. La generalización en este caso es un error que puede llevar a privar a muchas personas de la ilusión de ser madres o padres.

Como se puede ver, es increíble la cantidad de ideas equivocadas que la sociedad es capaz de crear y atribuir a un colectivo determinado de personas, así como el daño que ello provoca cuando se asumen de ese modo.

Insistimos en el papel fundamental que tienen la educación sexo-afectiva y los profesionales encargados de impartirla. A través de este tipo de textos no sólo nos dirigimos a las personas con discapacidad, sino al conjunto de la sociedad en general. Puesto que todos y todas formamos parte de ella y podemos contribuir a que se viva de la mejor manera posible.

Además, es importante recordar que el derecho a la sexualidad y a la afectividad es algo inherente al ser humano. ¿Por qué no vivir y disfrutar plenamente de ello, más que estar centrándonos constantemente en nuestras diferencias? Ya sabemos que para gustos, colores

Autora: Alba Muñoz Fernández (Psicóloga y Sexóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Para romper años de silencio

Las organizaciones de protección a la infancia llevaban años reclamando lo que está a punto de ser una realidad. Se aprueba en España una ley histórica a nivel mundial para proteger a la infancia. Ya es un hecho que muy pronto habrá miles y miles de personas que podrán resarcirse con su pasado. Esta ley extiende el plazo de prescripción de delitos de pederastia e incorpora un amplio conjunto de medidas de prevención del abuso y el maltrato infantil.

Es posible que para mucha gente no quede clara la importancia de esta ley en cuanto a sus implicaciones, además de ser una ley pionera a nivel mundial. Sitúa a España en el candelabro en cuanto a medidas de protección a la infancia ‒aumentando sus derechos‒ y lo convierte en un país sumamente avanzado.

En 2019, se registraron más de 40 mil delitos contra menores de edad, según datos del Ministerio del Interior español, que tomó como base denuncias y actuaciones policiales. De éstas, cerca de la mitad tuvieron como víctimas a un menor o una persona adolescente. Sin embargo, estamos seguros de que estos datos tan sólo muestran la punta del iceberg. Existen indicios de que la inmensa mayoría de casos no llegan a denunciarse ni siquiera a revelarse. Para muchas víctimas, sus abusos fueron secretos que se llevaron a la tumba.

Aunque es una ley que abarca una serie de aspectos relacionados con la protección a la infancia y a la adolescencia, consideramos que destaca principalmente la generosa prórroga en la prescripción del delito. Antes el tiempo de prescripción empezaba a contar a los 18 años. En la actualidad, casi se ha duplicado y se estipulan los 35 años como el punto de inicio de la cuenta atrás. De hecho, se pretende llegar a un punto en el que este tipo de delitos no prescriban nunca.

A título personal, puedo decir que fui víctima de abuso sexual infantil reiteradamente por parte de un primo segundo nueve años mayor que yo. A día de hoy, sólo tengo derecho a contarlo, pero nunca he tenido la oportunidad de denunciarlo, que es justo lo que me hubiera gustado hacer. Como víctima infantil puedo entender perfectamente las razones por las que generalmente alguien tarda en denunciar ese tipo de abusos.

En este sentido, un nombre alternativo a esta nueva ley es “Ley Rhodes” y esto se debe a la iniciativa y enorme implicación del pianista virtuoso ‒ originalmente británico, naturalizado español‒, James Rhodes. A decir verdad, hace varios años, Jordi Evole entrevistó al pianista y éste contó de una forma sumamente clara la forma en que vivió las repetidas situaciones de abuso sexual infantil que sufrió por parte de los curas de su colegio británico.

Su testamento, para mí, es el más claro que jamás he oído y en el que explica perfectamente cómo, a través de la disociación, pudo sobrevivir el trauma producido repetidamente. La disociación es un mecanismo de defensa, por medio del cual, la mente abandona el cuerpo y no vive de forma consciente el daño y el dolor que se está sufriendo. El problema surge cuando la persona se habitúa a disociar y en ocasiones pierde el control de cuándo disocia y cuándo no. El relato de James Rhodes, en mi experiencia, representa la vivencia más clara y mejor explicada que jamás he escuchado sobre el abuso sexual infantil y la disociación.

De ahí que me parece un digno impulsor y representante de dicha ley. A lo largo de los siglos, la violencia contra la infancia no sólo se ha relativizado, sino que se ha silenciado. Esto puede considerarse un crimen, realmente. Esta nueva norma tiene la finalidad de producir un cambio de paradigma. Tal como en su día ocurrió con la ley de violencia de género. Su objetivo es garantizar los derechos de los niños y adolescentes frente a cualquier forma de violencia. Una cuestión importante acerca de esta ley es que aborda de una forma exhaustiva, por ejemplo, desde el castigo físico hasta la violencia sexual o el ciberacoso. Asimismo, presenta medidas para la sensibilización, la detección, la protección y la reparación de las víctimas.

La idea es que de este modo se ponga fin a la tan acostumbrada impunidad, muchas veces debido al silencio de la víctima, de cualquier delito grave con algún menor. La pederastia es el delito que destaca, especialmente por la ampliación en los plazos de prescripción. Ahora, el tiempo del que dispondrá la víctima para denunciar comenzará a contarse cuando cumpla los 35 años, en contraste con los 18 actuales. Ello significa que el o los delitos no caducarán hasta que la víctima tenga al menos 40 años, y los casos graves podrán ser denunciados hasta la edad de los 55 años.

Otro aspecto a destacar tiene que ver con el hecho de que la víctima sólo tendrá que declarar una sola vez. Con esta medida se pretende evitar que la víctima tenga que revivir el trauma de los abusos, con la vergüenza y culpa que son tan comunes en las víctimas en general. Asimismo, se subrayan medidas que se centran en la prevención de este tipo de delitos, lo cual es fundamental.

Noemí Pereda ‒profesora de Victimología en la Universidad de Barcelona‒, añade: “Está muy bien como punto de partida. Pero lo que necesitamos ahora es que haya la dotación presupuestaria para poner en marcha todo lo que la ley dicta como lo que sería ideal. Y un plan plurianual para desarrollar las medidas necesarias: hay que ver cuándo, cómo y sobre todo con qué recursos se van a llevar a cabo”. Obviamente, es crucial contar con el presupuesto necesario, de lo contrario se convertiría en una ley vacía.

Esta nueva ley incluye otros importantes aspectos que revisaremos en futuros posts.

¿Qué opinas de esta nueva ley? ¿Conoces a víctimas de abuso sexual infantil que hayan revelado los abusos? De ser así, ¿han tardado hacerlo? ¿Por qué crees que es así?

Autor: Dr. Xud Zubieta Méndez

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias:

Zubieta-Méndez, X. & Montiel, I. (2016). Factores inhibidores del abuso sexual infantil. Journal of Victimology.

Páginas web:

https://elpais.com/sociedad/2021-04-15/las-claves-de-una-ley-que-amplia-el-plazo-de-prescripcion-de-la-pederastia-y-refuerza-que-los-ninos-sean-escuchados.html

https://elpais.com/sociedad/2021-04-15/el-congreso-aprueba-una-ley-pionera-que-protege-a-la-infancia-frente-a-la-violencia.html

https://www.unicef.es/noticia/nueva-ley-de-proteccion-de-la-infancia-6-aspectos-destacar

https://theconversation.com/las-10-novedades-de-la-nueva-ley-de-proteccion-integral-a-la-infancia-y-la-adolescencia-frente-a-la-violencia-159108

https://www.senner.store/checkout/106415-JFY02764/thank_you

¿Miedo al placer o falta de deseo?

¿Habías escuchado alguna vez el término “hedonofobia”? Lo más seguro es que no, pero probablemente te habrás topado con alguien ‒o tú mismo‒ que experimente un miedo irracional a sentir placer. Actualmente, demasiados miedos, fobias y ascos se encuentran implantados en la sociedad, infundados por la excesiva idea de control, perfeccionismo y prejuicios existentes. Todo esto, favorece la aparición de más y nuevos casos de miedos asociados al sexo, pudiendo incluso dar lugar a la aparición de enfermedades o somatizaciones de difícil diagnóstico.

Vivimos en una sociedad democrática donde, años atrás, los avances legales conseguidos en materia sexual parecían inalcanzables. Sin embargo, dichos avances pueden desaparecer en cualquier momento. Se podría pensar que la variabilidad en la expresión de la sexualidad está garantizada en las actitudes negativas, tales como la homofobia, transfobia, bifobia … No obstante, estas expresiones siguen presentes en nuestra sociedad.

El miedoy la ignorancia humana ‒alimentados por la escasez de educación sexual‒ han sido instrumentos limitantes en el comportamiento y expresión de la sexualidad.

Tal y como señala Pedro Villegas, médico de familia y sexólogo clínico hoy en día existe una tendencia hacía el autodiagnóstico mediante la búsqueda de información en Internet ‒o, más bien, desinformación‒ y tras ello una mayor inclinación a la autoterapia o intento de auto psicoanalizarse. No obstante, desde un punto de vista sexológico, este miedo al placer puede dividirse en varios tipos.

  1. Fobia real al sexo o a cualquier manifestación que forma parte de la sexualidad humana ‒caricias, masturbación, erotismo, coito…‒. Estas fobias pueden convertirse en trastornos y tornarse en miedos irracionales.
  2. Falta de deseo sexual o deseo sexual hipoactivo, siendo esta disfunción uno de los motivos de consulta más frecuentes en terapia sexual y de pareja, así como los más complejos. Hace referencia a “la ausencia de deseo o a la disminución de fantasías relacionados con la actividad sexual, de forma persistente o recurrente y provocando malestar acusado o dificultades de relación interpersonal”, según nos dice el DSM-IV.

Una de las posibles causas de este miedo es la búsqueda de la perfección en el ámbito sexual. La falta de información sexual en la escuela y en el hogar sumado a la sobreinformación en las redes sociales muchas veces sesgada, y al pronto consumo de la pornografía. En otras ocasiones ya hemos hablado de que mucho en el porno es ficción. No se muestra una sexualidad real que, si se toma como referencia, puede generar verdaderos cuadros de pánico. Se lleva a un extremo la idea de no poder cumplir dichos cánones sexuales o, simplemente, por “no estar a la altura de la situación”.

En cualquier caso, resulta preciso dejar claro que el deseo sexual inhibido es la disfunción sexual más compleja que se puede encontrar en el día a día de la consulta sexológica ‒más allá de parafilias peculiares y minoritarias‒. Muchas veces es para los pacientes una especie de cajón de sastre al que refieren cuando no tienen ni idea de la conflictiva existente en la dinámica de la pareja. Resistámonos a la tentación de simplificar problemas como la falta de deseo sexual.

Cabe distinguir entre casos de desinterés sexual o un grado más avanzado de éste, que podría corresponder a una aversión al sexo. Todas las personas podemos haber experimentado una pérdida en nuestro interés sexual, muchas veces afectados por estrés familiar o personal. O simplemente porque nuestra implicación en el terreno sexual puede variar. Asimismo, es importante percatarse de cuándo este desinterés genera miedo o rechazo en todos los aspectos sexuales. Es decir, miedo a la intimidad, a la intensidad de los sentimientos, a sentirse vulnerable o a sentirse atraídos sexualmente por alguien, entonces, muy probablemente, haya llegado la hora de acudir a un especialista que nos ayude a entenderlo y solucionarlo.

Desde la sexología, reivindicamos una mayor ymejor educación sexual para poder destruir todos los prejuicios, miedos infundados y fobias producidas por la desinformación, para algún día conseguir que las palabras “miedo” y “placer” dejen de estar estrechamente relacionadas.

Autora: Andrea Bello Pastor. (Psicóloga y Sexóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias bibliográficas:

Cabello, Francisco. Manual de sexología y terapia sexual. Apuntes de un máster.

Puch Blanco, Amparo (2016). Miedo al sexo.

Carpallo, Silvia C. (2018). La anorexia sexual, el miedo al sexo que han alimentado la educación y la pornografía.

La pretendida transgresión del movimiento postporno

Es1989 en Nueva York. En el escenario del Teatro Harmony se encuentra una mujer con lencería de encaje recostada en un sillón con las piernas abiertas. Se introduce un espéculo dentro de su vagina e invita a los espectadores a observar con una linterna. “Asómense y verán que no tiene dientes”, decía riendo.

Hablamos del espectáculo “’Public cérvix announcement” de Annie Sprinkle, considerada la precursora del así denominado postporno. Proponía esta performance con la finalidad de parodiar los mitos y el secretismo que han rodeado a los genitales de las mujeres, animándolas de esta forma a explorar sus vaginas. Indignada con la industria del porno comercial ‒en la que había trabajado como actriz‒, pasó a dirigir sus propias creaciones audiovisuales y a organizar espectáculos en los que se desarrolla como artista y activista feminista.

¿En qué consiste el denominado “postporno”? Se trata de un movimiento artístico y político que busca reformular el mundo del porno. Lo hace transgrediendo los convencionalismos de la pornografía machista e intentando generar otro tipo de mirada hacia el sexo. Todo ello, sin renegar del estímulo sexual que producen los contenidos audiovisuales. Aquellas personas ignoradas por el porno convencional, toman las riendas y se graban expresando su sexualidad, transformándose en protagonistas con un guion que ellas mismas deciden. Los cuerpos que la industria del porno excluye o denigra se convierten en creadores y protagonistas. Las mujeres, las minorías sexuales, los cuerpos no-blancos o discapacitados, los transexuales, intersexuales y transgénero serían ejemplos de las personas que conforman este movimiento.

La industria del porno comercial presenta patrones sumamente estereotipados y repetitivos. Chicas jóvenes, exuberantes, cuidadosa y pulcramente depiladas. Acompañada generalmente de por lo menos un varón bien dotado ‒de quien solemos ver muy poco más allá de su espalda, brazos y genitales‒. Si bien es cierto que en las plataformas pornográficas podemos encontrar una gran variedad de géneros distintos, en la mayoría de los casos las prácticas sexuales que realizan son más o menos las mismas. Es decir, sexo oral por parte de ella, sexo anal y vaginal, y derivaciones del mismo, incluyendo dobles penetraciones como algo prácticamente habitual. Por el contrario, en las producciones del “movimiento postporno”, ocurren escenas distintas. En éstas, ya sea en directo ‒mediante performances‒ o a través de plataformas online, vemos cuerpos ‒que no suelen encajar en el estereotipo de belleza actual‒ llevando a cabo otro tipo de prácticas.

Un ejemplo de este movimiento lo podemos ver de la mano del artista trans Lazlo Pearlman, donde en una de sus más conocidas performances, desconcierta al público haciendo un striptease en el que termina mostrando su vulva. En la película “Fake Orgasm”, aparece tumbado sobre una cama completamente desnudo, mientras una serie de personas lo observan y le hacen preguntas sobre su cuerpo, identidad y su sexualidad. Pearlman utiliza su cuerpo como espejo para que el público sea consciente de sus prejuicios. Esta película explora la sexualidad a través de situaciones que rozan lo absurdo y analiza la dificultad de la sociedad para aceptar las propuestas ajenas al paradigma binario hombre-mujer.

Sin embargo, el postporno no sólo da visibilidad a aquellos cuerpos que desafían las normas de género o sexuales. Otro colectivo en el que se centra es el de las personas con diversidad funcional. Un ejemplo de esto lo vemos en el documental “Yes, we fuck!”, una producción que quiere abordar la sexualidad en personas con diversidades física, intelectual…, donde la gente participa, dialoga y, sobre todo, cuestiona temas vinculados al cuerpo y a la sexualidad. En este documental podemos ver ‒entre otros ejemplos‒ el relato de la primera experiencia con el BDSM de Oriol, un hombre con parálisis cerebral. O a Mertxe, una mujer ciega que asiste a un taller de orgasmos vaginales impartido por un chico trans.

Aunque puede parecer contradictorio, el objetivo del “movimiento postporno” no siempre es que el público se masturbe y tenga un orgasmo a fuerza de imágenes sexuales explícitas. No, más bien, es cuestionar y poner sobre la mesa el debate acerca del sistema heteronormativo y patriarcal en el que todos nos encontramos. Este movimiento busca acercarnos a la posibilidad de ver y de ser parte de contenidos provocativos, no sólo con fines masturbatorios, sino también y principalmente políticos.

El problema viene cuando nos preguntamos qué buscan generalmente las o los usuarios más asiduos del porno. Es improbable que se contenten con sesiones lúdicas sin masturbación o sin eyacular<

Cuéntanos, ¿habías escuchado hablar de este movimiento? ¿Qué opinas de estas performances tan controvertidas? ¡Te leemos!

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias

Barros, G., Eksztain, M., Inda, N., Makintach, A., & Moscona, S. (2016). Postporno,¿ polisexualidad? Comentarios y reflexiones. Psicoanálisis, 38(1), 41-52.

Centeno, A.  & De la Morena, R. (2015). Yes, we fuck! [Vídeo]. Disponible en: https://vimeo.com/123177395

Melero, A. L. (2018). Procedimientos escénicos de deconstrucción de género. ACOTACIONES. Investigación y Creación Teatral, (41).

Romero Baamonde, M. (2019). Escena posporno. Desbordes disciplinarios en las prácticas artísticas pospornográficas.

Smiraglia, R. (2015). Sexualidades de (s) generadas: Algunos apuntes sobre el postporno. imagofagia, (6).

Vendetta, L. (19 de mayo, 2015). Donde las mujeres trans no están: su lenta inclusión en el porno feminista y queer. Recuperado de https://www.pikaramagazine.com/2015/05/donde-las-mujeres-trans-no-estan-su-lenta-inclusion-en-el-porno-feminista-y-queer/

¿Cómo eyaculan las mujeres?

La sexualidad femenina, en general, se ha observado siempre desde una perspectiva patriarcal. El papel de la mujer quedaba relegado a dar placer y contribuir al objetivo de la relación sexual: el coito y la consecución de la eyaculación masculina –fines reproductivos-. Por ello, la eyaculación femenina ha sido una de las experiencias más desconocidas de la sexualidad, comenzando recientemente los estudios al respecto.

En este sentido, se han descubierto dos respuestas fisiológicas importantes en relación a los fluidos de las mujeres durante la excitación sexual y el orgasmo: eyaculación femenina y squirting. En la comunidad científica ha habido cierta confusión entre ambos fenómenos debido a su composición y a que se expulsan por conductos estrechamente relacionados ‒a veces, incluso, por el mismo‒.

Lo que se conoce como squirting consiste en la expulsión de orina diluida ‒es como agua clara sin oler a orina‒ durante la actividad sexual y el orgasmo. La cantidad que se expulsa depende del grado de excitación alcanzada. Al expulsarse a través del meato urinario ‒o uretra‒, la mujer puede tener la sensación de orinarse. Esto, sumado al desconocimiento acerca del tema, hace que sientan vergüenza y repriman esta respuesta sexual en lugar de relajamiento y disfrute. Si se tratase de orina, el líquido tendría un color más oscuro y el olor característico correspondiente.

Por su parte, la eyaculación femenina consiste en un líquido más espeso y blanquecino que se segrega de manera involuntaria en las glándulas de Skene ‒conocidas también como “próstata femenina”, dada su similitud con la próstata masculina‒ antes o durante el orgasmo. Cuando se estimula profundamente el clítoris, estas glándulas expulsan el fluido a través de los orificios que se encuentran ramificados alrededor de la uretra. De hecho, la confusión que mencionábamos anteriormente entre ambos fenómenos viene de que, a veces, en el squirting puede estar presente también una pequeña cantidad de este fluido eyaculatorio.

Un factor que parece favorecer estas respuestas sexuales en la mujer es la estimulación del famoso “punto G”, ya que se encontraría ubicado en una zona de la pared vaginal que conecta estrechamente con las glándulas de Skene. Sin embargo, sigue faltando información al respecto que lo confirme, dada la polémica sobre su ubicación exacta en la anatomía femenina. Aunque, hasta la fecha, muchos estudios suelen coincidir en que se encuentra en la zona clitoriana.

En general, estas respuestas sexuales no están lo suficientemente normalizadaspor varios motivos. En primer lugar, hay muchas mujeres que eyaculan, pero no son conscientes de ello.

Esto se debe a que no es tan visible como en el hombre por 3 motivos:

1. La cantidad que se expulsa puede ser mínima.

2. No se produce impulsada y proyectada por la contracción de un músculo, como ocurre con el pene.

3. En ocasiones, el fluido eyaculatorio se retrotrae a la vejiga y es expulsado más tarde con la micción.

En segundo lugar, falta consenso entre los propios científicos en cuanto a la legitimidad de la existencia de la eyaculación en la mujer. Algunos opinan que se trata de un fluido expulsado como consecuencia de que la mujer padezca incontinencia urinaria. Otros opinan que se trata de un fluido eyectado a causa de la excitación sexual y diferente a la lubricación vaginal. Además, en su composición observaron similitudes con el esperma masculino: presencia de fosfatasa ácida prostática o FAP ‒una enzima presente en el semen masculino que favorece la movilidad del esperma‒ y fructosa ‒un tipo de azúcar que también se halla en el semen cuyo papel es dotar de energía al esperma‒.

Por último, la desinformación y concepción social actual sobre este tema genera confusión entre las propias mujeres. Por un lado, el porno es una fuente habitual de información que da lugar a un concepto distorsionado de estas respuestas sexuales. La imagen que ofrecen es de algo necesario –casi obligatorio- para disfrutar plenamente del sexo, fácil de conseguir y con eyaculaciones espectaculares y muy visibles, casi como las masculinas. Todo esto genera en las  mujeres expectativas que no se cumplen tan fielmente, llegando a crear malestar y dudas sobre su capacidad sexual.

Por otro lado, la desinformación es tan elevada que, cuando una mujer experimenta la eyaculación o el squirting, piensan que se orinan mientras tienen sexo con su pareja. El sentimiento de vergüenza junto con la preocupación por si fuese síntoma de un principio de incontinencia, provocan tal grado de estrés psicológico que puede acabar afectando a la respuesta sexual, Y a la larga, a su propia autoestima.

Podemos concluir que, tanto la eyaculación femenina como el squirting, son respuestas sexuales totalmente normales en las mujeres. La ventaja de favorecer su conocimiento y aceptación social es que puede contribuir a un mayor disfrute del sexo, sin temor ni a reprimir ni a dudar de la propia capacidad sexual. Si una mujer que está teniendo sexo es capaz de percibir y distinguir que está teniendo alguna de estas experiencias ‒o ambas‒, lo mejor que puede hacer es relajarse y dejarse llevar para disfrutar plenamente.

Porque nosotras lo valemos.

Autora: Alba Muñoz Fernández (Psicóloga y sexóloga)

Créditos de la imagen; María Ciocnadi y Emedièfeme

Free the Nipple

¿Alguna vez te has preguntado por qué socialmente los pezones femeninos son percibidos como libidinosos, lascivos y obscenos, pero los masculinos están vistos con buenos ojos?

Como mínimo, resulta curioso y llama la atención la doble moral que prohíbe y estipula como un tabú la visibilidad del cuerpo humano con total naturalidad. Incluso lanzando el mensaje de que la exhibición pública de los senos y los genitales es un acto sucio, pecaminoso y hasta desagradable. Realmente esta idea refleja un tipo de violencia directa hacia la libertad y la sexualidad de las personas ‒y, concretamente, hacia el cuerpo de la mujer‒. En relación a este punto, aún a día de hoy, existe el tabú y la estigmatización generada sobre de las mujeres que dan de mamar en público. ¿Qué puede tener de sexual y escandaloso ver a una madre alimentar a su bebé? ¡Por favor, más sensatez y menos mojigatería y conservadurismo!

Resulta paradójica la normalización de una escena cargada de violencia –típico de las películas de Saw, por ejemplo–, pero no así todo aquello relacionado con la visibilidad del cuerpo humano “como dios nos trajo al mundo”. No hay por dónde abordar ese razonamiento. Desde luego, el legado judeocristiano y puritano en el que tanto los hombres como las mujeres estamos inmersas e inmersos se ha encargado de tener bien controladas, sumisas y calladas a las mujeres, de forma especial. No sea que caigamos en el “libertinaje”, por favor. ¡Cuánto daño ha hecho el patriarcado!

En este punto nace el movimiento Free the Nipple (o “liberen el pezón”, en español).

Con el auge de las redes sociales el movimiento feminista gracias ha ganado mucha fuerza. La conciencia acerca de la situación de discriminación y violencia que vive la mujer hacia su cuerpo, su sexualidad y su persona por el mero hecho de ser mujer es cada día más evidente. La población comenzó a despertar y en el año 2013, Lina Esco dijo “¡basta!”. Esta joven es conocida como la pionera del movimiento Free The Nipple, cuyo objetivo es lograr la equidad social a través del empoderamiento, la igualdad y la libertad de las mujeres y, por resonancia, de los hombres.

Este movimiento adquirió especial relevancia tras la censura en diversas redes sociales ‒como Facebook, Instagram o Tik Tok…‒ de imágenes donde aparecían pezones femeninos, explícitamente. El enfado y la crítica social se hizo viral a través del hashtag #FreeTheNipple, el cual cada vez está adquiriendo un mayor eco. Lo mismo ocurre con el desafío de las leyes que rigen esta prohibición a través del lema, “Mi cuerpo, mis normas” y “No es No”. Este último está relacionado con el consentimiento explícito a la hora de mantener relaciones sexuales. Paralelamente. existe un movimiento llamado “Don’t Delete Art” ‒no elimines mi arte, en español‒ que denuncia la censura y “desaparición” de imágenes, dibujos o creaciones artísticas de “desnudos” realizadas por los propios autores, con la finalidad de difundirlas y dar a conocer su trabajo.

En los países escandinavos, concretamente en Noruega, la realidad social es bien distinta. Existe un programa de televisión muy transgresor en el que se imparte educación afectivo sexual a niños y niñas del país. En el formato propuesto aparecen cuerpos de hombres y mujeres completamente desnudos, como modelos reales ‒en lugar de imágenes ficticias a la hora de realizar las charlas‒. Evidentemente no se les ven los rostros para proteger sus identidades, algo que aquí todavía sería impensable. En esta misma línea se encuentra la ya conocida y polémica idea de imponer un “veto parental” –un tema en sí mismo e interesante que se abordará en otro post–.

Aún a día de hoy queda un largo trecho por recorrer en España y en muchos lugares del planeta. La sociedad necesita adaptarse y prepararse para un mundo contemporáneo que avanza cada vez más rápido, a través de una buena educación y muchísima pedagogía.

¿Estarías a favor de que se emitieran talleres de educación con una perspectiva afectivo sexual en la televisión pública, siguiendo el modelo propuesto en Noruega? ¿Qué opinas de la censura en redes sociales de la desnudez humana? ¿Crees que las pautas comunitarias de las redes sociales son demasiado restrictivas?

Autora: Vanesa Romero Ballester (Psicóloga y Sexóloga)

Créditos de la imagen; María Ciocnadi y Emedièfeme

Fuentes: Benavent, I. (2020). Una campaña para liberar los pezones en Instagram. https://irebenavent.com/normalizar-pezones-en-instagram/

García C. (2021). El Arte que censuran las redes sociales. La razón, https://www.larazon.es/cultura/20210201/3f2e2ysqvfas7l6ri5f52sjdjm.html

#FreeTheNipple #Censura #Feminismo #EmpoderamientoFemenino #Pezón #Pezones

El impacto del Satisfyer

Es muy probable que hayas oído hablar ‒o que conozcas de primera mano‒ de lo que es el “Satisfyer”, el juguete sexual que ha revolucionado el sector de los juguetes eróticos. Un succionador de clítoris que ha conseguido que las mujeres sientan una imperiosa necesidad de contar la experiencia que acaban de vivir. Su éxito reside en una poderosa campaña publicitaria y en su capacidad para centrarse en el clítoris, diferenciándose así de otros juguetes eróticos los cuales se limitan a simular la penetración.

La cuestión es, ¿acaso su fama es merecida? La respuesta es sí, pero con matices. No podemos negar que una de los motivos por los que se ha popularizado con tanta rapidez es que, según la marca, las opiniones y los comentarios online la mayoría de las mujeres que lo utilizan alcanzan el orgasmo. Y no solo eso, sino que además lo hacen en un tiempo récord.

El succionador está diseñado para ser utilizado únicamente en el clítoris, lo que podría parecer a priori un contra, puede ser en realidad, una ventaja. Desmiente categóricamente el mito de que la penetración es un requisito indispensable para alcanzar el clímax y centra toda su atención en el clítoris. Recordemos que es un órgano que durante años ha sido invisibilizado, y cuya única función es la de proporcionar placer. Son muchas las mujeres que alcanzan el orgasmo estimulando el clítoris, por lo que podemos decir que estos nuevos succionadores rompen una lanza a favor de su empoderamiento sexual. Normalizan el hablar de la masturbación y destruyen tabúes sexuales.

Este juguete erótico funciona generando una sensación de vacío y palpitaciones sobre el clítoris. Para ello utiliza un sistema de ondas expansivas y pulsaciones de aire. No hay roce directo con la piel, por lo que el clítoris no sufre. Durante la excitación, el clítoris se vuelve especialmente sensible y muchas mujeres llegan a un punto en el que el roce ‒o presión en esa zona‒ pasa a resultarles molesto o doloroso.

Otra ventaja que también podemos encontrar es que invita a las mujeres a explorar su propio cuerpo. Sabemos que esto no es una ventaja exclusiva del succionador, ya que es algo que ya podemos conseguir con la masturbación manual y con otros juguetes, pero no deja de ser un aspecto positivo. La realidad es que son muchas las mujeres que no conocen suficientemente bien sus genitales ni su respuesta sexual. La especificidad de este juguete requiere que tengamos muy bien localizado nuestro clítoris, de forma que favorece que nos miremos, toquemos y, en definitiva, nos conozcamos.

Sabiendo todo esto, ¿qué inconvenientes puede tener el “Satisfyer”? Que no cunda el pánico, sólo vamos a resaltar algunos aspectos a tener en cuenta. En cuanto a su funcionalidad, no le podemos poner ningún “pero”, este juguete sexual ha demostrado que consigue su objetivo: el orgasmo. No obstante, ha impulsado la fiebre del fast-orgasm, donde parece que lo único importante del sexo es el clímax o gran final. La sociedad de las prisas y la productividad han llegado a nuestra vida sexual. Según usuarias que poseen este juguete, basta con dos minutos para alcanzar el clímax, proporcionando orgasmos con una economía de tiempo sorprendente. A priori, parece que está muy bien, pero… ¿estamos convirtiendo el sexo en comida rápida?

Este empeño por ponerle un temporizador al sexo puede llegar a ser contraproducente. En el caso del varón se parecería a los problemas relacionados con la eyaculación precoz. Por un lado, como hemos comentado, hace pensar que el objetivo del sexo es únicamente alcanzar el orgasmo. Y, por otro lado, puede crear malestar en quien no consiga alcanzar un orgasmo dentro del estándar de los dos minutos. Centrarnos exclusivamente en el orgasmo puede hacer que perdamos por el camino oportunidades de disfrute, de autoconocimiento y de crecimiento sexual. Es importante saber que el sexo es amplio y que hay mil formas de disfrutarlo. Eso sin mencionar que en pareja lo ideal es tener tiempos parecidos para llegar al orgasmo.

A pesar de estos matices, el Satisfyer ha llegado con la intención de quedarse. Debemos verlo como lo que es, un complemento más, y no como un sustituto del sexo. Megwyn White, directora de Educación de Satisfyer declaraba: «Todo el mundo merece tener acceso al placer». No le podemos quitar la razón, esta novedad ha hecho disfrutar a muchas mujeres, y ha contribuido a que la sexualidad femenina salga a la luz. Han situado el orgasmo y el placer femenino en el puesto que se merece.

Y eso amigas y amigos, es maravilloso.

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Créditos de la imagen; María Ciocnadi y Emedièfeme

Bibliografía

Gómez, S. (2021). Entrevista: Megwyn White, directora de Educación de Satisfyer: «Todo el mundo merece tener acceso al placer». Diario de Sevilla.

Moyano Delgado, A. (2020). Lanzamiento de productos de éxito: el caso Satisfyer.

Raffio, V. (2019). La invención del orgasmo instantáneo. El Periódico.

Reinés, E. (2020). El Satisfyer, icono de la revolución sexual femenina. EFE Salud. https://www.efesalud.com/satisfayer-icono-revolucionsexual-femenina/

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Donjuanismo

El término Donjuanismo es socialmente reconocido y aplicado al comportamiento de algunos hombres respecto a la conquista de las mujeres. Buscan enamorarlas, seducirlas, engañarlas y una vez conseguido su objetivo, las abandonan con el solo deseo de coleccionarlas como una especie de trofeo que ha ganado en una competencia de caza.

Los donjuanes buscan la “virginidad”, la “pureza en las mujeres” y, una vez que cumplen su propósito, se aburren, las desprecian y salen en busca de otra conquista. Para el “Don Juan” toda mujer es un reto, usa su poder con toda clase de artimañas, técnicas de seducción y mentiras para obtener a la mujer que desea. Un hombre con personalidad de Don Juan no puede tener relaciones duraderas, profundas, sino formas de relaciones superficiales.

El término “Don Juan” es una creación de la Literatura Universal. Desde la Edad Media ‒y aún mucho antes desde las épocas de la Grecia Antigua‒, ya algunos dioses ‒y especialmente Zeus‒, podrían aspirar sin dificultad al título de “Don Juan”. En las aventuras amorosas del padre de los dioses, como en la vida del caballero de Sevilla de Tirso de Molina, se encuentran raptos, violaciones, seducciones… Pero fueron necesarios los siglos de moralismo cristiano para transformar los inocentes excesos sensuales del dios griego en las hazañas amorosas de un noble que causa tales estragos en el terreno del amor ‒El Burlador de Sevilla‒. Fue precisamente en el ambiente árido, represivo y severo de la Corte española, en donde se cernía la pesadilla de la Inquisición, ahí aparece esta idea como contraparte del estereotipo de la etiqueta y la sensualidad reprimida.

Desde la aparición del mito de Don Juan, esta figura se ha instalado en el pensamiento y en el sentimiento de nuestra cultura occidental, en donde el donjuanismo se plantea como una relación entre sexos que otorga al varón una superioridad desconsiderada sobre la mujer. Desde la infancia, este modelo de conducta es reafirmado en los varones debido al estereotipo de masculinidad que todavía prevalece. «Mientras más parejas sexuales establece, más hombre se le considera».

Por eso es importante la educación en el hogar acerca de este aspecto en los jóvenes. Es fundamental ya que precisamente en la etapa de la adolescencia es cuando se define la identidad en todos los sentidos, incluida la sexual. Un varón con una clara identidad de género muy difícilmente sería un “Don Juan”. En realidad, los hombres que son “donjuanes” hasta el final de sus vidas, lo son porque siempre conservan los rasgos de esa indeterminación juvenil.

En algunos hogares donde hay varios jóvenes es frecuente ver cómo el juicio del padre sobre la conducta de uno de sus hijos varones ‒y aún el de la madre‒ es favorable y estimula la actitud de éstos hacia la relación con muchas. Incluso celebrando, en algunos casos, la promiscuidad, como una reafirmación de la hombría del joven. Socialmente, el joven que tiene éxito con las mujeres es más aceptado en los grupos ‒incluso de mujeres‒ que aquel que es tímido o muy parco en la conquista del amor del sexo opuesto. Una característica muy notable de los donjuanes es su incapacidad para amar: son anarquistas del amor. Ignoran la felicidad, la virtud, la honestidad… Consideran válida cualquier arma para conquistar. Los sentimientos de la otra persona no son tenidos en cuenta. Sólo les interesa el “instante de placer” y el “triunfo permanente” sobre la mujer a la que someten, así como sobre el marido o el novio que logran burlar.

El hombre con personalidad de Don Juan concibe el amor como algo deportivo, pasajero. Ve en éste una competencia permanente y compite con otros hombres para ver quien logra conquistar el mayor número de mujeres. Uno de los conceptos de la teoría psicoanalítica postula que, en los individuos con personalidad de Don Juan, podría hallarse una homosexualidad latente, debido a su alto contenido de narcisismo en su personalidad. En la consulta se ha confirmado que en el fondo hay un temor inconsciente hacia sus impulsos homosexuales.

Es posible es que este estilo seductor sea una verdadera compulsión, se vuelven adictos a la conquista, en un intento por experimentar seguridad y confianza, que se convierte en un estilo de vida, sin el cual se les hace imposible vivir.

El Don Juan cree estar enamorado, pero su sentimiento es transitorio y de allí, podemos deducir que nunca lo está. Se convierte en un deseo platónico, nunca en un amor verdadero. Platón decía que uno siempre desea lo que no tiene. Esto le sucede al individuo con características de Don Juan. Justo en aquel momento que conquista aquello que tanto deseaba ‒de inmediato‒ pierde su interés. En caso de que la mujer se enamore de él, pierde el deseo e interés por la mujer y la abandona. Muchas veces sin haber tenido relaciones intimas, en el momento que él se da cuenta de que ella lo desea, ya consiguió su triunfo y pierde el interés. Pero en caso de que él ponga los ojos en una mujer y esta no ceda, allí es donde no se dará por vencido, y se vale de todos sus poderes de conquista hasta lograr tener el triunfo sobre ésta.

El Don Juan tiene una característica importante, sabe cómo llegar a la mujer, cuándo halagarla, es capaz de intuir las necesidades o carencias de su víctima. Podríamos ver en ellos una conducta fóbica, ésta es una forma de defenderse de los contactos afectivos duraderos.

Hay que tener en cuenta a individuos de 40 a 55 años que han sido Donjuanes, muchos de ellos a pesar de estar bien maduros siguen viviendo con sus madres, lo que nos demuestra la interpretación edípica del Donjuanismo. Las crisis que tienen alrededor de los 50, nos muestra su insatisfacción. A esa edad se dan cuenta de que sus amigos están casados, con hijos y para ellos es difícil disfrutar de la compañía femenina como cuando tenían 25 años.

Es en estos momentos, que muchos acuden a la consulta profesional. Los más inteligentes quieren que se les oriente a formar una familia, se sienten muy apresurados por todo el tiempo perdido y quieren una ayuda, para poder llevar una vida sana. Muchos tienen unos niveles de autoestima bajos. Otros buscan terapia, paradójicamente, con el fin de que se les ayude a continuar con su vida de conquistas.

El Donjuanismo pertenece al Trastorno Histriónico de la Personalidad y se presenta en hombres o mujeres, tanto solteros como en casados. No toda persona que tenga muchos amantes padece este trastorno. Para tenerlo hay que reunir los criterios diagnósticos del Trastorno Histriónico de la Personalidad. Las personas que sufren este trastorno poseen un patrón en general de una excesiva emotividad y una búsqueda permanente de atención, que comienza al principio de la edad adulta. Tenemos los siguientes indicadores, según el DMSV, y han de estar presentes cinco o más de ellos:

1. No se siente cómodo en las situaciones en las que no es el centro de atención.
2. La interacción con los demás suele estar caracterizada por un comportamiento sexualmente seductor o provocador.
3. Muestra una expresión emocional superficial y rápidamente cambiante.
4. Utiliza permanentemente el aspecto físico para llamar la atención sobre sí mismo.
5. Tiene una forma de hablar excesivamente subjetiva y carente de matices.
6. Muestra autodramatización, teatralidad y exagerada expresión emocional.
7. Es sugestionable, por ejemplo, fácilmente influenciable por los demás o por las circunstancias.
8. Considera sus relaciones más íntimas de lo que son en realidad.

Autor: Xud Zubieta (Doctor en Psicología y sexólogo)

Créditos de la imagen; María Ciocnadi y Emedièfeme

Sexo, sexualidad y redes sociales

En otoño del 2019 tuve la oportunidad de hacer una presentación sobre el tema de las redes sociales, desde la perspectiva de la sexualidad. El vídeo que podéis ver a continuación forma parte de una serie de sesiones clínicas organizadas por el Instituto Superior de Estudios Psicológicos, ISEP, en el cual soy profesor sobre todo en los cursos de máster en sexología y terapia de pareja,

No sólo espero que te guste, sino que además nos lo hagas saber y nos dejes tus comentarios.

La presentación hace una retrospectiva que parte del advenimiento de Internet, la increíble proliferación en la utilización de las nuevas tecnologías. Proporciona datos, estadísticas e información que ayudan a tener una idea más clara de los peligros que la red representa, al tiempo que muestra la forma en que se pueden disminuir dichos riesgos. Por otra parte, incide en los beneficios y aspectos positivos de la utilización de Internet y alienta a los padres, madres, profesores y profesoras, así como como personas que fungen como educadoras con respecto a las personitas que enseña. Se formulan una serie de pautas que permiten saber de qué forma proteger a los niñas y niñas, alentándolos a utilizar Internet adecuadamente y sacarle el mayor provecho posible.

Queda claro que es una situación más en la que el doctor Xud Zubieta presenta claramente un tema de actualidad de forma que pregunta y responde una serie de cuestiones de gran utilidad en el ámbito educativo, familiar y virtual.

Créditos de la imagen; María Ciocnadi y Emedièfeme

Mitos sexuales y discapacidad

            Coexistimos con multitud de mitos acerca de todos los aspectos de nuestra vida ‒salud, alimentación, trabajo, género, economía…‒, muchos de los cuales condicionan enormemente y de forma negativa nuestro modo de pensar y actuar. A veces sin que seamos realmente conscientes de ello.

            La sexualidad no iba a ser menos al constituir uno de los temas con más cantidad de mitos y tabúes. De hecho, muchos de los problemas que se ven en terapia sexual y de pareja tienen algún que otro mito presente. Generalmente, el mito en cuestión origina y mantiene una conducta disfuncional que alimenta dicho problema, siendo entonces necesaria la reestructuración cognitiva de estas creencias.

            Sin embargo, si ahondamos todavía más en los mitos sobre la sexualidad, descubriremos que ‒por desgracia‒ donde más arraigados están es en diversas situaciones relacionas con la discapacidad física o psíquica.

Veamos algunos de los más habituales:

            1. “A las personas discapacitadas no les interesa el sexo, son asexuadas”; FALSO. El cuerpo de una persona con discapacidad física ‒por ejemplo, personas con miembros amputados‒, personas con discapacidad intelectual ‒como pueden ser algunos casos asociados al Trastorno del Espectro Autista o TEA‒ responde a la necesidad sexual igual que lo hace el de una persona neurotípica. Esto se debe a una condición de vida inherente al ser humano. Al igual que las personas neurotípicas, estas personas también tienen intereses, deseos, necesidades de vínculos afectivo-sexuales y de sentirse atractivos y deseados por otras personas.

            2. “No se puede realizar educación sexual con la mayoría de personas con discapacidad física o psíquica”: FALSO. Es, de hecho, más necesaria todavía una educación sexual adecuada para personas con discapacidad ‒sobre todo en casos de discapacidad intelectual y algunos asociados al TEA), ya que, a pesar de sus posibles limitaciones, pueden asimilarla y aplicarla perfectamente a su vida cotidiana. Es así que pueden tener una experiencia sexual de calidad. El error más común está en reducir la educación sexual a la prevención de Enfermedades de Transmisión Sexual o ETS y de embarazos no planificados, olvidando con frecuencia a las personas no normo-típicas.

            3. “Las personas con discapacidad no son atractivas y, por lo tanto, no pueden proporcionar placer”: FALSO. Que muchas personas con discapacidad no encajen en los cánones de belleza que nuestra sociedad impone constantemente, no quiere decir que no puedan resultar atractivas para nadie. Este proceso no depende solamente del aspecto físico. Ni tampoco así la capacidad de dar y recibir placer. Este tipo de mito está más extendido en personas con rasgos físicos concretos como, por ejemplo, el síndrome de Down, en personas con prótesis en alguno o varios de sus miembros, individuos con labio leporino, síndrome de Prader-Willi…

            4. “Las personas con discapacidad no son capaces de controlar su sexualidad y representan un peligro para el resto”: FALSO. Evidentemente, al ser seres sexuados como cualquier persona, sienten sus impulsos sexuales de igual manera. Si no se les ayuda a conocerlos, comprenderlos y controlarlos, no pueden saber distinguir entre expresiones de afecto y prácticas sexuales, ni tampoco cuáles se pueden dar en público y cuáles deben ocurrir en privado. Esto es especialmente importante en personas con discapacidad intelectual.

            Por supuesto, en nuestra cultura existen muchas más mitos y creencias erróneas acerca de la sexualidad. Todas ellas crean con frecuencia una barrera demasiado grande para ser ignorada por los profesionales que pueden ayudar a reducirla, como son psicólogos, sexólogos, maestros de educación especial, sanitarios… Esta labor es muy importante ya que, como seres humanos, todos necesitamos y tenemos derecho a sentir y disfrutar sin trabas nuestra sexualidad.

Autora: Alba Muñoz Fernández (Psicóloga y Sexóloga)

Créditos de la imagen; María Ciocnadi y Emedièfeme

¡Aquí te pillo, aquí te mato!

Pocos placeres hay en esta vida tan grandes como el practicar sexo, especialmente cuando lo hacemos de forma tranquila, relajada, es decir, sin prisas ‒explayándonos en todas esas caricias, posturas y demás prácticas que nos apetezca realizar‒. Aunque lo cierto es que no siempre podemos dedicarnos a ello tanto como nos gustaría en un momento determinado, o incluso puede que no encontremos la ocasión…

            El ritmo de vida tan frenético que llevamos hoy en día influye en nuestra vida sexual. Es lamentable que el tiempo que tenemos para dedicarle a este aspecto tan importante de nuestras vidas fluctúa en función de nuestro ritmo de vida, cosa que no ocurre sólo con el sexo sino también con otras actividades ‒por ejemplo, comer, hacer deporte, dormir…‒.

            Parece que lo ideal es encontrar un momento en el que poder disfrutar de una sesión de sexo sin estar pendientes del reloj. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando no es así? ¿Podemos permitirnos dejarnos llevar por el deseo en un momento dado en el que no lo hubiéramos planificado? En un momento en que ni siquiera nos ha pasado por la cabeza, e incluso cuando sólo disponemos de unos pocos minutos… ¿Se puede disfrutar igual?

            La respuesta a ambas cuestiones es “sí”. Podemos tener una sesión de sexo prolongada que incluya todo lo que queramos ‒un masaje inicial, besos sugerentes, caricias y demás preliminares que nos lleven finalmente al orgasmo, con o sin coito‒, incluida una buena siesta post-sexo. O, por otro lado, esa misma sesión de sexo puede ser tan sólo de unos minutos y en la que vayamos al grano ‒sin apenas o ningún preliminar‒. Es decir, buscando directamente el orgasmo. Y esto último puede darse bien por falta de tiempo, o bien por una excitación tan repentina e intensa que nos induce a la imperiosa necesidad de obtener placer. Esto se conoce como “quiqui”, “un aquí te pillo, aquí te mato”, o “un rapidito”.

            Sin embargo, esto tiene un matiz importante: no es saludable a largo plazo reducir nuestra actividad sexual a un único tipo de práctica. Esto puede resultar limitante e incluso monótono, y generar aspectos que acaban dañando nuestro placer y ‒posiblemente‒ la relación de pareja. Lo ideal y recomendable es alternar la fugacidad de esos encuentros espontáneos y breves, con otros de mayor duración y variedad. Y, sobre todo, disfrutarlo mucho.

¿Son variadas tus prácticas sexuales o te decantas más por uno de estos dos tipos? ¿Crees que el tiempo es enemigo del sexo? ¿Cómo es para ti una sesión ideal de sexo?

Autora: Alba Muñoz Fernández (Psicóloga y sexóloga)

Asertividad Sexual

Seguramente has oído hablar sobre la importancia de tener una buena comunicación en tus relaciones y de expresarte de forma asertiva. No obstante, ¿y en el sexo?, ¿alguna vez te has sentido incómodo diciéndole a tu pareja lo que quieres o no quieres en la cama? ¿Te ha dado miedo o vergüenza decir “no”? ¿Alguna vez has fingido placer cuando en realidad no lo estabas sintiendo? En caso de haber contestado “sí” a alguna de estas preguntas, posiblemente no estés siendo una persona sexualmente asertiva.

Primero que nada, debemos dejar claro qué significa “ser asertivo” o “la asertividad”. Como estrategia y estilo de comunicación, la asertividad se diferencia y se sitúa en un punto intermedio entre otras dos conductas polares: la agresividad y la pasividad (o no asertividad). La asertividad es una conducta de las personas, un comportamiento. Suele definirse como un “comportamiento comunicacional maduro en el cual la persona manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos. Esto es, en lugar de agredir, manipular o someterse a la voluntad de otras personas”. Se trata de un punto de equilibrio entre uno y la otra u otras personas.

¿Cómo es una persona sexualmente asertiva?

Al centrarnos en el ámbito sexológico, encontramos la asertividad sexual, que consiste en saber mostrar comportamientos asertivos en un contexto erótico o sexual. Una persona sexualmente asertiva es capaz de expresar sus deseos, pensamientos, gustos y fantasías sexuales a su pareja, con confianza, libertad y corrección.  No significa dar rienda suelta a la sinceridad, sin que nos importe caer en una conducta dominante o agresiva. Es comunicar lo que siente de manera equilibrada, dejando fuera adjetivos que descalifiquen a la otra persona y buscando consensuar.

Saber decir no también forma parte de la asertividad sexual y las habilidades sociales. Muchas personas terminan llevando a cabo prácticas sexuales que no desean, especialmente las más jóvenes, ya sea porque les sabe mal, por vergüenza o porque no saben cómo decir «no». Normalmente, uno insiste demasiado y el otro finalmente sucumbe, situación que puede ocurrir tanto teniendo pareja estable, como no teniéndola. Algunas personas creen erróneamente que por el hecho de tener pareja, pueden practicar sexo cuando quieran, independientemente de que la otra pareja no quiera. Obviamente, eso no es asertividad sexual sino abuso.

Es común caer en el error de pensar que nuestra pareja sexual debe saber ‒o tener una intuición‒ sobre qué repertorio debe ejecutar para crear intimidad y actividad sexual satisfactoria. La realidad es que nadie puede leer o adivinar nuestros pensamientos. Por supuesto, en algunas situaciones o experiencias todo fluye y la comunicación es casi «perfecta», pero no ocurre en la mayoría de casos.

¿A qué se debe que las personas no seamos capaces de expresar una opinión contraria o de pedir de forma clara lo que nos apetece sexualmente? La falta de asertividad puede deberse a varias razones, empezando por una falta de suficiente autoconocimiento y autoengaño. Deseamos ampliar nuestro engaño para que otras personas nos vean como nos vemos, Otras de las principales razones son la educación y los valores culturales recibidos.

Culturalmente, creemos que los hombres son los que han de desempeñar un papel más dominante en el sexo y expresar más abiertamente sus deseos de cualquier tipo. Por otro lado, durante muchos años, las mujeres han vivido una vida sexual más represiva, con un rol más pasivo. A lo largo de la historia, se ha condicionado a la mujer para complacer al varón, para ser incapaz de sentir el mismo deseo sexual, su orgasmo es opcional y debe esperar a ser seducida. En pleno siglo XXI estas costumbres aún se conservan en bastantes ámbitos y llevan a muchas mujeres a perder la confianza sexual principalmente por condicionamiento: vergüenza o pudor.

Es de suma importancia trabajar en esta asertividad, ya que puede conducir a que las mujeres recuperen el control de su propio comportamiento sexual, a que sea consciente de su derecho a asumir un rol activo en el sexo. Del mismo modo, también permite que los hombres se deshagan del estereotipo masculino que les “obliga” a llevar la voz cantante y a tener siempre un alto apetito sexual.

Si nos encontramos ante una falta de educación sexual, es probable que la persona no cuente con todos los recursos disponibles para decidir sobre temas tan importantes como métodos de protección ante enfermedades de transmisión sexual, prevención de embarazos no deseados.

En definitiva, sabemos que la asertividad sexual funciona como un factor de protección, especialmente ante experiencias de abuso sexual y ante conductas sexuales de riesgo. Pero, además de las cuestiones relacionadas con la salud sexual, la asertividad también fomenta los contactos eróticos positivos. Tiene que ver con nuestro derecho a tomar decisiones y a ejercer control sobre nuestro propio cuerpo y nuestro placer.

La finalidad del sexo no es otro que sentir placer, disfrutar, y por ello no hay que dudar en decir “no” ni en pedir aquello que sí nos gusta. De esta manera, cuando existe una comunicación asertiva, los dos miembros de la relación son capaces de expresarse con total libertad, tomando conciencia de las necesidades del otro sin olvidar las suyas propias.

Autora: Psicóloga Celeste Martínez Gavidia

Referencias

Castanyer, O. (2019). (5ª Ed.) Aplicaciones de la asertividad. Editorial Desclée De Brouwer, Bilbao.

Gaeta, L. y Galvanovskis, A. (2009). Asertividad: un análisis teórico-empírico. Enseñanza e investigación en psicología, 14(2): 403-425.

Santos-Iglesias, P., & Sierra, J. C. (2010). El papel de la asertividad sexual en la sexualidad humana: una revisión sistemática. International Journal of Clinical and Health Psychology, 10(3), 553-577.

Santos-Iglesias, P. (2012). Asertividad sexual: análisis de variables relacionadas e implicaciones clínicas. Tesis doctoral. Universidad de Granada, Granada.

¿Con qué frecuencia tienes sexo?

A menudo se tiene la idea errónea de que más actividad sexual en la pareja equivale a una mejor relación. Saber si el número de relaciones sexuales que tenemos está dentro de lo normal es algo que un enorme número de personas nos pregunta. Muchas son las parejas que debaten acerca de cuál es la frecuencia “normal” con la que deben mantener relaciones sexuales.

No obstante, no existe una respuesta ni una cifra correcta para esta pregunta, ya que la frecuencia depende de un enorme número de variables o factores. Además, cuando una pareja se mantiene unida en el tiempo, generalmente pasa por un sinfín de etapas y periodos, distintos unos de otros. Sin olvidar que, si cada persona es un mundo, cada pareja es un universo.

En este sentido, en terapia sexológica, resulta obvio que lo más importante es centrarse en la calidad del sexo, del significado que se le otorga, así como la conexión con la otra persona y lo que es mejor para la pareja en su conjunto. En 2017, la revista académica Archives of Sexual Behavior realizó un estudio sobre el comportamiento sexual de la población estadounidense mayores de 18 años.

Para empezar, hay que dejar claro que como parte de un cuestionario presentado a sus usuarios por el Servicio Sanitario, se incluía una pregunta sobre la frecuencia en las relaciones sexuales. La respuesta a esta pregunta reveló que un adulto estadounidense normal y corriente dijeron tener relaciones sexuales un promedio de una vez a la semana o, más concretamente, 54 veces al año.

Si bien es cierto que este es el promedio, ello no significa que exista una regla implícita que nos impone tener que ceñirnos a esta frecuencia. Toda persona debe poder establecer libremente la frecuencia idónea en su actividad sexual. Otra cosa es que se den las condiciones para que ocurra y la opción de la autoestimulación siempre está ahí. Cuando se tiene una relación de pareja o cualquier tipo de compromiso sentimental o sexual es mucho más probable hacer que las condiciones estén presentes. Entonces, esta frecuencia varía mucho en función del momento de la relación en el que se encuentra una pareja. Aquí, la edad y el tiempo se convierten en variables importantes.

“Para gustos, colores”. Depende de cada pareja y sólo puede ser de esa manera, ya que, para lo que a algunos puede parecerles “muy poco”, mientras que a otros puede resultarles “demasiado”.

Llegados a este punto, creo que queda claro que no se puede decir que exista algo que sea “normal”. Más bien, se trata de enfocarlo buscando que sea adecuado para las personas en cuestión.

Hay que tener en cuenta que la frecuencia también puede verse influenciada por otros factores circunstanciales, por la salud física y emocional… Influyen diversos hábitos, como puede ser el hecho de estar tomando medicación, dependiendo el tipo, así como la ingesta de drogas o sustancias, el desequilibrio hormonal… En un plano emocional pueden influir las pérdidas que se hayan vivido y el punto en el que las personas se puedan encontrar en la elaboración de sus duelos por dichas pérdidas. Igualmente, puede influir la carga de trabajo ‒especialmente si es excesiva‒ y el estrés, los antecedentes traumáticos o los abusos previos, la disminución de la atracción física y la correspondiente falta de intimidad, así como los secretos y la falta de confianza que tienen que ver con las relaciones sexuales, ya que afectan la sensación de intimidad. Resulta de vital importancia identificar estos factores y, si es necesario, intervenir en ellos para lograr que las relaciones sexuales resulten satisfactorias para todas las partes.

En definitiva, es sumamente habitual el tener dudas y el sentir inseguridad creyendo que practicamos poco sexo. No obstante, es importante tener en cuenta que cada persona y cada relación es única. Por lo tanto, cada caso va a tener necesidades diferentes, que van a requerir de distintas soluciones, en el plano sexual también. Siempre que su exceso o falta de sexo no sea ilegal, afecte tu autoestima, perturbe tu relación o tenga consecuencias negativas en tu vida, ¿es necesario preocuparse?

Y tú, ¿alguna vez te has preocupado por la cantidad de relaciones sexuales que tienes? ¿Alguna vez te has sentido juzgado o juzgada por los demás? ¡Cuéntanos tu experiencia al respecto!

Autora: Psicóloga Celeste Martínez Gavidia

Fuentes:

Twenge, J.M., Sherman, R.A. & Wells, B.E. (2017). Declines in Sexual Frequency among American Adults, 1989–2014. Archivrs of Sex Behavior 46, 2389–2401 (2017). https://doi.org/10.1007/s10508-017-0953-1

Weiss, R. (s.f.). How Much Sex Is Healthy? Huffpost.

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