Todo lo que debes saber sobre el Sexting

El advenimiento de Internet, la revolución tecnológica y su consiguiente facilidad para difundir contenido han favorecido la aparición de nuevos hábitos de conducta, entre los que se encuentra el «sexting». Este término procede de usar las palabras «sex» o sexo y «texting» o envío de mensajes. Consiste en enviar mensajes, fotos o videos de contenido erótico y sexual a través del móvil, mediante aplicaciones de mensajería, redes sociales u otro tipo de herramienta de comunicación entre usuarios o usuarias que consienten ‒o no‒ en ello.

En un principio, eran sólo mensajes SMS, pero con el continuo desarrollo de los móviles, se pasó a las fotografías y los videos a través de aplicaciones como WhatsApp o Instagram. Además, el uso del sexting está experimentando un continuo aumento, especialmente con la nueva situación por la COVID-19. Ya que nos hemos visto obligados a permanecer más tiempo en casa, relacionarnos a distancia y se nos ha privado de las libertades que teníamos antes. Esto nos ha llevado a un incrementado en el uso de internet y redes sociales, y como consecuencia, a un aumento en este tipo de prácticas.  

Cuando las relaciones de pareja son a distancia, el «sexting» se convierte en una buena opción para mantener la “chispa” de la relación. Es una de las prácticas más comunes en la actualidad para “subir grados” entre personas que se están conociendo o en pareja. Ello con la idea de llevar a cabo relaciones sexuales cuando la distancia es un impedimento. También por placer o simplemente por salir de la rutina. Se suele llevar a cabo de manera íntima, entre dos personas, aunque pueda llegar a manos de muchas otras personas si no se respeta esa intimidad. Desgraciadamente, esto es bastante habitual, de ahí su mala fama. Incluso el sexting en pareja puede salir mal, ya que la propia pareja o los ex no siempre respetan las fotos eróticas de las personas que tanto quieren o quisieron. 

Lo que tendría que ser un juego divertido y placentero puede convertirse en un drama si no conocemos los riesgos a los que nos exponemos. Ser conscientes de esto nos ayuda a decidir si queremos realizar esta práctica, y de ser así, con quién, cómo y cuándo.

¿Cuáles son los riesgos?

  • Contenidos Viralizados. Una vez enviamos una foto o video a través del móvil, corremos el riesgo de que acabe en las manos equivocadas. Son muchos los casos en los que se ha terminado difundiendo o reenviando el contenido erótico. Lo que debería ser algo íntimo, acaba en las manos de otras personas.
  • Riesgo de «Sextorsión». Aquellas personas que reciben este contenido pueden acabar amenazando con reenviarlo a cambio de un beneficio como, por ejemplo, cobrar dinero o seguir recibiendo contenido tras una ruptura.
  • La edad como factor de riesgo. Los menores de edad, en concreto los adolescentes, pueden construir una imagen distorsionada de la sexualidad, además de asumir riesgos innecesarios. En estas edades, podemos sentirnos presionados por enviar desnudos para sentir aceptación y cariño, o contenidos que pueden llegar a ocasionar catastróficas consecuencias.
  • Online Grooming. Probablemente de los más peligrosos. Implican a un adulto que se pone en contacto con un niño, niña o adolescente con el fin de ganarse poco a poco su confianza. Ello para luego establecer vínculos sexuales, que implican el envío de mensajes, fotografías, vídeos y en los casos más graves, encuentros directos.  Además, la persona adulta se suele hacer pasar por menor, adaptando el lenguaje a la edad de la víctima.

¿Cuáles son sus beneficios?

No todo lo que rodea al sexting es necesariamente negativo. Si se utiliza de manera correcta esta práctica puede tener una faceta divertida, entre las que encontramos las siguientes.

  • Puede mejorar la confianza entre la pareja y el vínculo. Enviar este tipo de contenido implica depositar una gran confianza en el receptor y nos permite conocer a nivel erótico a la persona. Ves de qué forma se comunica y se relaciona contigo a nivel sexual.
  • Estimula la originalidad y el juego erótico. Este tipo de prácticas puede dar rienda suelta a la creatividad de la relación, dando salida a prácticas sexuales rutinarias y favoreciendo los preliminares.
  • Mantiene el sexo en las relaciones a distancia. En el caso de las relaciones a distancia, mantener la chispa puede verse facilitado gracias a la comunicación online, siendo relevante también una comunicación más erótica.

¿Has decidido practicar sexting?, ¿cómo puedo hacerlo con menos riesgos?

  • Asegúrate de que lo haces sin precipitación y conociendo los riesgos. Además, tu decisión ha de ser tomada sin presiones de otros.
  • Valora si la persona receptora merece tu confianza y si está preparada para proteger tu intimidad. Verifica bien qué y a quién envías antes de pulsar.
  • Asegúrate de que la persona receptora desea tener tu mensaje y cuenta con aviso previo para que no resulte problemático o incómodo.
  • Excluye partes del contenido a enviar que puedan ayudar a conocer tu identidad (cara, objetos personales, marcas corporales…)
  • Evita redes con wifi público durante el envío y pide a quien se la envías que haga lo mismo.
  • Elimina las pruebas del móvil, las fotos o vídeos íntimos. Solicita a quien se las envías que haga lo mismo.
  • Firma un consentimiento para que en caso de ruptura el material se destruya.

La finalidad es la búsqueda del placer y la diversión en un contexto erótico, pero desde la libertad y con cabeza.

¿Has realizado sexting alguna vez? ¿Has tenido problemas por hacerlo? ¿Conocías sus riesgos? ¡Cuéntanos!

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias

Agustina, J. R., & Juan, I. M. (2017). Sexting en adolescentes: nuevos retos médico-legales. Revista española de medicina legal: órgano de la Asociación Nacional de Médicos Forenses43(1), 43-44.

Caldera, M. I. F., Hernández, M. G., & Cuenca, A. B. R. (2013). Sexting: Nuevos usos de la tecnología y la sexualidad en adolescentes. International Journal of Developmental and Educational Psychology1(1), 521-533.

Whittle, H., Hamilton-Giachritsis, C., Beech, A., & Collings, G. (2013). A review of online grooming: Characteristics and concerns. Aggression and violent behavior18(1), 62-70.

¿Todo vale en el amor?

¿Qué es el amor? Definir este concepto no es para nada tarea fácil. Según la Real Academia Española, es “un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”, así como la “tendencia a la unión sexual”, entre otras. Algo que tenemos claro es que el amor evoluciona como parte de la cultura en la que se enmarca, por lo que también es un producto social y cultural. En nuestra cultura occidental, el amor es, principalmente, el que nos legaron los románticos.

Quién no ha escuchado alguna vez “el amor todo lo puede”, “es mi media naranja”; “si no es celoso o celosa no me quiere”, “quien bien nos quiere nos hará sufrir” o que “quienes se pelean se desean”. Hemos socializado en un modelo romántico del sufrimiento, hasta el punto de verlo como el prototipo y el ideal de amor, donde los mitos románticos se presentan como verdaderas pruebas de amor. Un ideal cada vez más cuestionado, pero que aún conserva vigencia.

Este proceso de socialización no se lleva a cabo de manera similar entre hombres y mujeres, creando una desigualdad de roles. De esta forma, fomenta el establecimiento de la identidad femenina en torno a una serie de roles femeninos ‒ser madre, esposa, cuidadora‒ y actitudes sumisas ‒dependencia o pasividad‒, y las coloca en una situación de inferioridad y vulnerabilidad. Por el contrario, el comportamiento masculino se relaciona con el poder, la razón, la independencia o la autoridad.

Este concepto de “amor” se puede clasificar como un modelo de sexismo benevolente, actitudes estereotipadas hacia la mujer expresadas en un tono positivo. Esto lleva la intención de hacerles sentir que necesitan de la protección del hombre y promueven el estatus subordinado de la mujer, en el cual el hombre les brinda protección, idealización, recompensa emocional…

Y es que este amor no lo encontramos únicamente en la época del romanticismo, donde la galantería del hombre seductor conseguía conquistar a la dama mediante su amor pasional. Actualmente, el amor romántico está campando a sus anchas, lo vemos en libros, series, películas, canciones, programas televisivos y canales de Internet y Youtube. En numerosas ocasiones se muestran modelos amorosos que suponen un obstáculo a la hora de construir relaciones de una manera sana, ya que reproducen el ideal de amor romántico, recubierto de fantasía para adaptarlo a la época actual. Por lo tanto, el público sigue interiorizando y socializándose en este ideal de amor.

El problema viene cuando estos mitos justifican e incluso promueven, en ciertos contextos, la violencia de género. Y es que esta aceptación de la violencia en la relación de pareja se debe en parte a su concepción sobre el amor. Este concepto de amor romántico supone la entrega total del uno al otro, por lo que la relación de dependencia entre una pareja, así como el perdón y la justificación del comportamiento amoroso, sea el que sea, se convierten en parte fundamental. Además, puede propiciar en cierta medida que una relación perdure pese a que haya violencia de género. Se justifica inicialmente con estrategias de control, especialmente del móvil, amistades y aficiones, pero lejos de ser analizadas como lo que son, se esconden bajo la premisa de “amor”, sin despertar sospechas. Éste es el peligro real, la violencia de género se camufla en sus primeras manifestaciones, por lo que no es fácil de detectar.

En conclusión, el amor romántico, aunque no muestra violencia explícita hacia la mujer, transmite hacia ella unos roles femeninos de entrega, dependencia y sumisión, y como consecuencia, una serie de implicaciones que hacen vulnerables a las mujeres a la violencia de género. Por tanto, es de gran importancia ser conscientes de este tipo de patrón de relaciones y deconstruir los mitos románticos con el fin de cambiar los modelos de relación de futuras generaciones, ya que la reproducción de los estereotipos y roles de género tiene un gran impacto en la construcción de la identidad de las personas.

Como alternativa al amor romántico, proponemos un amor libre, maduro y compañero, permaneciendo en un vínculo desde la elección y desde la posición de igualdad.  Para alcanzar ese tipo de vínculo, hay que entender al otro como ser humano, alejarlo de la idealización.  Un compromiso en el cual se compartan aquellos aspectos que se acuerden compartir, sabiendo que también se tiene derecho a no querer tener pareja o tenerla en formas diversas. También hay que saber que el otro puede fallar, que podemos cambiar y que la relación que mantenemos no tiene por qué ser para toda la vida. Porque deconstruir el amor romántico no implica destruir el amor y los vínculos, sino saber que, ante todo, está la igualdad y el respeto mutuo. Y es que, en el fondo, todos queremos ser amados.

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Referencias

Garaigordobil Landazabal, M., & Aliri Lazcano, J. (2011). Sexismo hostil y benevolente: relaciones con el autoconcepto, el racismo y la sensibilidad intercultural.

García, C. C., & Gimeno, M. C. M. (2017). Creencias del amor romántico y violencia de género. International Journal of Developmental and Educational Psychology2(1), 47-56.

Merino Verdugo, M. E. (2016). Sexismo, amor romántico y violencia de género en la adolescencia.

Rodríguez, E. R., & Iñesta, A. I. C. (2020). Amor romántico y violencia de género. Trabajo social hoy, (89), 65-81.

¿Con qué frecuencia tienes sexo?

A menudo se tiene la idea errónea de que más actividad sexual en la pareja equivale a una mejor relación. Saber si el número de relaciones sexuales que tenemos está dentro de lo normal es algo que un enorme número de personas nos pregunta. Muchas son las parejas que debaten acerca de cuál es la frecuencia “normal” con la que deben mantener relaciones sexuales.

No obstante, no existe una respuesta ni una cifra correcta para esta pregunta, ya que la frecuencia depende de un enorme número de variables o factores. Además, cuando una pareja se mantiene unida en el tiempo, generalmente pasa por un sinfín de etapas y periodos, distintos unos de otros. Sin olvidar que, si cada persona es un mundo, cada pareja es un universo.

En este sentido, en terapia sexológica, resulta obvio que lo más importante es centrarse en la calidad del sexo, del significado que se le otorga, así como la conexión con la otra persona y lo que es mejor para la pareja en su conjunto. En 2017, la revista académica Archives of Sexual Behavior realizó un estudio sobre el comportamiento sexual de la población estadounidense mayores de 18 años.

Para empezar, hay que dejar claro que como parte de un cuestionario presentado a sus usuarios por el Servicio Sanitario, se incluía una pregunta sobre la frecuencia en las relaciones sexuales. La respuesta a esta pregunta reveló que un adulto estadounidense normal y corriente dijeron tener relaciones sexuales un promedio de una vez a la semana o, más concretamente, 54 veces al año.

Si bien es cierto que este es el promedio, ello no significa que exista una regla implícita que nos impone tener que ceñirnos a esta frecuencia. Toda persona debe poder establecer libremente la frecuencia idónea en su actividad sexual. Otra cosa es que se den las condiciones para que ocurra y la opción de la autoestimulación siempre está ahí. Cuando se tiene una relación de pareja o cualquier tipo de compromiso sentimental o sexual es mucho más probable hacer que las condiciones estén presentes. Entonces, esta frecuencia varía mucho en función del momento de la relación en el que se encuentra una pareja. Aquí, la edad y el tiempo se convierten en variables importantes.

“Para gustos, colores”. Depende de cada pareja y sólo puede ser de esa manera, ya que, para lo que a algunos puede parecerles “muy poco”, mientras que a otros puede resultarles “demasiado”.

Llegados a este punto, creo que queda claro que no se puede decir que exista algo que sea “normal”. Más bien, se trata de enfocarlo buscando que sea adecuado para las personas en cuestión.

Hay que tener en cuenta que la frecuencia también puede verse influenciada por otros factores circunstanciales, por la salud física y emocional… Influyen diversos hábitos, como puede ser el hecho de estar tomando medicación, dependiendo el tipo, así como la ingesta de drogas o sustancias, el desequilibrio hormonal… En un plano emocional pueden influir las pérdidas que se hayan vivido y el punto en el que las personas se puedan encontrar en la elaboración de sus duelos por dichas pérdidas. Igualmente, puede influir la carga de trabajo ‒especialmente si es excesiva‒ y el estrés, los antecedentes traumáticos o los abusos previos, la disminución de la atracción física y la correspondiente falta de intimidad, así como los secretos y la falta de confianza que tienen que ver con las relaciones sexuales, ya que afectan la sensación de intimidad. Resulta de vital importancia identificar estos factores y, si es necesario, intervenir en ellos para lograr que las relaciones sexuales resulten satisfactorias para todas las partes.

En definitiva, es sumamente habitual el tener dudas y el sentir inseguridad creyendo que practicamos poco sexo. No obstante, es importante tener en cuenta que cada persona y cada relación es única. Por lo tanto, cada caso va a tener necesidades diferentes, que van a requerir de distintas soluciones, en el plano sexual también. Siempre que su exceso o falta de sexo no sea ilegal, afecte tu autoestima, perturbe tu relación o tenga consecuencias negativas en tu vida, ¿es necesario preocuparse?

Y tú, ¿alguna vez te has preocupado por la cantidad de relaciones sexuales que tienes? ¿Alguna vez te has sentido juzgado o juzgada por los demás? ¡Cuéntanos tu experiencia al respecto!

Autora: Psicóloga Celeste Martínez Gavidia

Fuentes:

Twenge, J.M., Sherman, R.A. & Wells, B.E. (2017). Declines in Sexual Frequency among American Adults, 1989–2014. Archivrs of Sex Behavior 46, 2389–2401 (2017). https://doi.org/10.1007/s10508-017-0953-1

Weiss, R. (s.f.). How Much Sex Is Healthy? Huffpost.

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Sexo Óptimo y Placentero

A menudo me preguntan qué hacer para mejorar el rendimiento y la satisfacción sexual. Casi toda la literatura científica sobre la sexualidad humana y la terapia sexológica está centrada en el tema de las disfunciones y su intervención. Podríamos decir que se trata de un ejemplo del modelo médico, el cual ha cumplido una importante función. Explica, hasta cierto punto, las causas por las que el sexo puede ir mal. Sin embargo, eso no implica que quede claro en qué consiste el buen sexo y cómo se puede potenciar el placer al máximo. Nos queda preguntar, «¿qué podemos hacer para que la actividad sexual vaya bien?».

Está claro que es una cuestión más bien subjetiva y que la experiencia de una «buena actividad sexual» seguramente varía de una persona a otra. De hecho, para cada individuo, en alguna época de su vida, una buena actividad sexual puede implicar ciertos factores distintos, los cuales difieren a los de otros períodos. Algunos encuentros sexuales, que en su momento parecieron meramente satisfactorios, aunque no sobresalientes, en retrospectiva ‒a través de la lente del tiempo y la fantasía‒ pueden parecer mejores.

Debido a que estamos cambiando y creciendo constantemente también enfocamos de distinta manera cada encuentro sexual. Intentemos recordar, por ejemplo, cómo fue nuestra primera experiencia sexual, nuestro primer orgasmo en compañía. Es muy posible que estuviéramos con los nervios a flor de piel, sintiéndonos vulnerables y particularmente inseguros. Al mismo tiempo, esa inocencia inicial también aportaba un toque de encanto e ingenuidad al sexo realizado.

Por lo tanto, es frecuente que la experiencia forme una base importante que nos permite discernir más claramente lo que nos gusta. Además, si hemos ido trabajando en nuestra persona habremos llegado a una asertividad que también está presente en nuestras decisiones sexuales. Es más fácil decir que sí o que no según lo que realmente deseemos, al tiempo que podemos empatizar más con nuestra pareja. No somos máquinas y no siempre tiene por qué apetecernos ni tenemos por qué sentir una obligación por cumplir.

Una buena actividad sexual tiene poco que ver con seguir una lista de instrucciones o con intentar repetir rutinas. Más bien, implica poder ver con la sensibilidad, la sensualidad, la receptividad, el equilibrio… que cada pareja puede encontrar. Quizás resulte imposible describir con palabras lo que implica tener una buena actividad sexual. Tal vez lo único que podemos hacer es recordar aquellas relaciones sexuales o aquella situación en la que disfrutamos especialmente y en donde llegamos a sentir que casi estábamos en el paraíso. Grábalo en tu memoria y evócalo cuando sea necesario sin abusar de este recurso.

Muchas veces evocar nuestros recuerdos sexuales placenteros puede potenciar nuestra confianza y mejorar la actitud con la que enfocamos y abordamos las relaciones sexuales. Lógicamente, no se trata de evocar recuerdos pasados para compararlos con el presente, sino que han de servirnos para generar un estado de ánimo positivo con respecto al sexo y al disfrute.

Ante todo, es muy posible que el mejor sexo sea aquel que se consigue por el esfuerzo y entusiasmo de ambas personas, así como por su empatía y su capacidad para dar y recibir. El trabajo en equipo garantiza una actividad sexual más satisfactoria.

¿Qué consideras una buena actividad sexual? ¿Cuál dirías que ha sido la mejor experiencia sexual que has tenido en tu vida? ¿Cuál es tu mejor recuerdo sexual?

Autor: Dr. Xud Zubieta Méndez

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Condiciones favorables para el sexo

La sexualidad tiene sus particularidades y variantes en cada persona. Hay quienes pueden abstraerse por completo de su entorno y tener unas relaciones sexuales óptimas, incluso con alguien desconocido y en un lugar público, por ejemplo. Sin embargo, esto no es lo más habitual y cabe esperar que la inmensa mayoría de personas requieran de un mínimo en las condiciones que favorecen su rendimiento en las relaciones sexuales.

Las condiciones a las que nos referimos tienen que ver con cómo, cuándo, dónde… realizar las actividades sexuales en general, y en particular. También podemos hablar de condiciones que tienen que ver con el propio individuo, a las cuales podemos llamar «intrínsecas», y las pertinentes al entorno, que pueden denominarse «extrínsecas».

En cuanto a las condiciones referentes a la persona, podemos decir que tanto el estado físico como el psicológico son fundamentales. Aunque bastantes personas jóvenes tienen más resistencia y pueden ser ‒en ese sentido‒ menos vulnerables, a veces la juventud no es ninguna garantía de salud sexual. Una condición que favorece las relaciones sexuales es contar con suficiente energía. Hay veces que después de una juerga ‒o tras una ardua jornada en el trabajo‒, el cuerpo simplemente no lo pone fácil. Quizás es una mejor idea descansar y tener sexo en otro momento.

Asimismo, una persona que está tranquila y relajada suele disfrutar más de las relaciones y de este modo facilita el placer de su pareja. Tener ganas ‒aunque sea mínimamente‒ es otra condición a tomar en cuenta. A menudo hemos insistido en la importancia de que sean consensuadas todas las actividades sexuales emprendidas por dos o más personas. Igualmente, alentamos una actitud flexible, dispuesta a experimentar con nuevas posibilidades ‒y con una vida sexual variada‒.

Con respecto a la cuestión de dónde es más recomendable tener relaciones sexuales, la respuesta es muy sencilla. Básicamente, para casi toda la gente es esencial contar con un sitio íntimo y privado. Está claro que hay personas con gustos exhibicionistas que dirían lo contrario, pero para la mayoría de personas, la privacidad es un requisito fundamental para ser capaces de relajarse, dejarse llevar y abandonarse.

Quizás en ciertos períodos de la vida, algunas personas sentirán la necesidad aventurarse más, y busquen lugares menos privados para su actividad sexual. No obstante, en otros períodos precisarán de una gran privacidad para poder mantener relaciones sexuales satisfactorias.

Acerca del tema de cuándo es mejor realizar actividad sexual, la respuesta también es fácil: cuando se tenga suficiente tiempo para ello. A pesar de que un «quiqui» pueda venir como «agua de mayo» en algunos momentos, tampoco se puede edificar demasiado en torno a una cadena de continuos «aquí te pillo, aquí te mato».

Éstos son algunos ejemplos de las condiciones más importantes. Como decía al inicio, «la sexualidad tiene sus particularidades y variantes en cada persona». Y es posible que hayamos dejado fuera algunas condiciones que puedan ser fundamentales para ti.

¿Cuáles son las condiciones que mejor te permiten disfrutar del sexo? ¿Las conoces? ¿Nos las cuentas?

Autor: Dr. Xud Zubieta-Méndez

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¿Te gustaría tener a un gay como vecino?

En la segunda parte del siglo XX, no ser heterosexual dejó de criminalizarse. La retirada de la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales dio lugar al surgimiento de un movimiento de liberación del yugo heteropatriarcal por parte de hombres gays y lesbianas, así como todo tipo de personas no heterosexuales, que marcó un nuevo clima moral en Occidente. Las letras del movimiento van en aumento y corremos el peligro de contar con todas las letras del abecedario: LGTBIIQ+ de momento, no consigue incluir a todas las identidades identificadas hasta el momento.

Está claro que nada permanece estático, y la actual Unión Europea debe enfrentarse a nuevos retos sociales, muchos de ellos relativos a su expresión hacia la facción del Este y el conflicto con otras mentalidades.

Hace unos pocos años se realizó un interesantísimo estudio por parte de dos científicos de la Universidad de Zagreb. Intentaron evaluar los macrodeterminantes de actitudes negativas hacia las homosexuales en 31 países de Europa. Algo que motivó su estudio fue la diferencia percibida en cuanto a comportamientos y actitudes hacia las personas homosexuales de la “nueva” Unión Europea comparados con aquellos de la “vieja” UE. Cabe subrayar que es difícil encontrar estudios de estas dimensiones y características. Por lo tanto, es de especial interés y aquí les presento una versión muy simplificada y resumida de los resultados.

Inicialmente, la investigación se efectuó en 33 países, aunque al final 2 de ellos fueron descartados. Se realizaron entrevistas cara a cara en el domicilio de la persona entrevistada, con un cuestionario de 112 preguntas. La muestra estuvo formada por números de participantes que iban de 900 a 2000 en cada país, y se estudiaron nada menos que 332 variables.  Uno de los focos de interés fue la “homonegatividad” ‒o actitud negativa hacia las personas homosexuales‒, se evaluó a través de dos cuestiones.

  1. Grupos de personas que no me gustaría tener como vecinos: “No me gustaría tener de vecino a una persona homosexual”.
  2. La homosexualidad siempre puede estar justificada: Nunca o sólo en algunas ocasiones.

Los resultados arrojaron interesante información. En comparación con los antiguos miembros de la UE, los nuevos miembros expresaron una mayor “homonegatividad”. Las diferencias se observaron también dentro del viejo grupo de la UE. Por otro lado, en los países escandinavos y en Holanda se encontró la mayor aceptación de la homosexualidad en Europa Occidental. En algunos países mediterráneos ‒Portugal, Italia y Grecia‒ y en Irlanda se encontró la menor aceptación.

En diversos países de Europa Central y Europa del Este ‒entre los que destacan Polonia y Rumania‒ hay una fuerte oposición política y de índole sociocultural contra los derechos sexuales y, obviamente, los homosexuales. En el bloque de la oposición se encuentran invariablemente los miembros de cada iglesia nacional, así como diversos grupos políticos ‒a menudo eurofóbicos y de derechas‒.

Los resultados sugieren que las actitudes negativas hacia la homosexualidad son más comunes en la “nueva” Europa. Sólo un país europeo no occidental ‒República Checa‒ está entre los 10 países europeos que muestran una mayor aceptación con respecto a la homosexualidad.

Se encontró que la oposición a los derechos homosexuales estaba sustancialmente más presente en los países europeos centrales u occidentales. Mientras que, por ejemplo, una enorme mayoría de ciudadanos holandeses, el 82%, apoyaban el matrimonio homosexual, mayorías comparables de participantes en Letonia, Grecia y Polonia rechazaban esa misma propuesta… Recientemente hemos visto cuánta gente en Francia se opone a este derecho.

Para los curiosos de las cifras, tenemos los siguientes datos. En respuesta a la primera cuestión, es decir, «No me gustaría tener un homosexual como vecino», presentamos este resumen de los porcentajes más altos: Lituania (67,6%); Ucrania (65,7%); Rumania (65,2); Bielorrusia (63,3); Rusia (57,9%); Polonia (55,2%); Bulgaria (53,9%); Croacia (52,8)… España (16,4%) se encuentra entre los porcentajes más moderados, y el más positivo corresponde a los habitantes de Suecia (6,1%).

En cuanto a la segunda cuestión, «La homosexualidad nunca puede estar justificada», los porcentajes más altos quedaron así: Hungría (86,4%); Lituania (76;6%); Letonia (75%); Rumania (77,7%); Rusia (68,4%); Ucrania (68,0%); Croacia (64,5%); Malta 58,1%); Bulgaria (56,7%); Polonia (53,2%); Estonia (51,1%); Bielorrusia (52,5%)… España (-0,5); Suecia (-41,9%). Las cifras negativas, obviamente, indican desacuerdo.

Podemos concluir diciendo que sería un error asumir que el desarrollo económico necesariamente crea una convergencia moral y un respeto universal de los derechos humanos. Queda claro que se requiere también de una intensa y extensa labor educativa.

¿Qué te parecen los datos? ¿Qué factores crees que contribuyen al respeto de los derechos de las personas no heterosexuales? ¿Cómo hubieras respondido tú a las preguntas?

Autor: Dr. Xud Zubieta-Méndez

Artículo completo:

Stulbufer, A. & Rimac, I. (2009). Determinants of Homonegativity in Europe. Journal of Sex Research, (40) 1, 24-32.

La ilustración es de Ben Cohen, jugador de rugby profesional, activista y defensor de los derechos LGTBI+.

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Las relaciones sexuales en tiempos de la Covid-19

La pandemia por la Covid-19 ha entorpecido nuestras vidas de una forma totalmente inesperada y voraz, en algunos sentidos devastadora. Más allá del crudo dato de cuántas personas han muerto a causa de este virus, tenemos una serie de cuestiones a analizar. Existe una enorme cantidad de personas que tienen a alguien a su alrededor que se ha enfrentado al virus y que no ha librado la batalla. Lo cual, en sí mismo, puede producir una experiencia depresiva y hasta traumática, por la pérdida de uno o varios seres queridos.

El otro día veía la foto de una prima hermana mía que a su vera tenía a dos seres queridos. A su pareja por un lado, y a su madre, por el otro. Se trata de una foto de principios del 2020 y, en el momento presente, de esa foto sólo queda viva mi prima. Así de cruda, o mucho más, puede ser la actualidad de la pandemia en realidad. Esto a pesar de las muchas actitudes «negacionistas» que podamos encontrar.

En algunos sentidos ésta se parece a una época de guerra. Se trata de una situación extrema en la que se genera una profunda sensación de inseguridad y vulnerabilidad. Aunque es casi inevitable pensar eso de que “no me va a ocurrir a mí”, cuando vamos viendo que poco a poco va cayendo más gente, es posible que el miedo empiece a hacer acto de presencia. En este tipo de situaciones, la gente tiende a actuar de forma semiautomática o inconsciente y de cada cual pueden salir cosas no vistas anteriormente.

A grandes rasgos, podemos dividir a la población en dos grupos. Uno de ellos está compuesto por personas evitativas. Ellas suelen actuar inconscientemente con evasión ante todas aquellas situaciones que les pueden resultar desagradables y dolorosas. Por otra parte, el otro grupo esta formado por personas que se preocupan en exceso y pueden llegar a experimentar miedo ‒e incluso algo de paranoia‒. En este caso, el temor es a contraer el virus, enfermarse, morir… o por la posibilidad de contagiarse por la Covid-19 y luego contagiar a sus seres queridos.

Es importante mencionar que estos dos grupos de personas representan los dos extremos que podemos encontrar. Entre medias hay personas que forman parte de éstos en cierta medida. Como decía mi querido amigo Freud, es una cuestión de grado. Incluso, cabe la posibilidad de que una misma persona experimente estos dos extremos y vivir mucha confusión debido a ello.

También he visto a mi alrededor casos de familias enteras contagiadas, en las que se han salvado las personas mayores y algunos de los más jóvenes han muerto, desafiando la lógica.

Obviamente, las personas que están viviendo la situación con temor salen de su casa sólo cuando se ven obligadas a ello y no representan un peligro. Si un gran porcentaje de gente siguiera adecuadamente las medidas de seguridad, el problema de la pandemia sería relativo, como lo han conseguido en algunos países.

Por otra parte, las personas evitativas, aquellas que se evaden y hacen de cuenta que no estamos en medio de una pandemia viven sin temor. Por lo menos a nivel consciente. Por lo tanto, es probable que este tipo de personas estén saliendo de casa sin miedo ni preocupación e intenten continuar negando las restricciones necesarias para atajar la pandemia.

Lamentablemente, muy poca gente está acostumbrada a no salir ‒o salir poco‒ y a pasar una buena cantidad de tiempo consigo misma. Tras el confinamiento, me parece que ha habido una especie de efecto rebote y han caído en comportamientos irresponsables y hasta temerarios. Dicha temeridad ha incluido conductas sexuales.

Si en una situación normal (sin una pandemia), a la gente ya le cuesta tener un control sobre su persona, en una situación límite le va a resultar sumamente difícil.

Como sexólogo, me he enterado de comportamientos sexuales que me parecen de gran riesgo y totalmente peligrosos. Me refiero a personas que pierden el control y buscan tener actividad sexual en compañía. Si se tratara de personas que están en una relación de pareja no supondría un problema, siempre y cuando circunscribieran su actividad sexual al ámbito de la pareja. No obstante, quizá como parte del efecto rebote, he visto casos de personas que han sido promiscuas y han tenido relaciones sexuales con diversas personas desconocidas, lo cual puede suponer un gran riesgo para la salud.

Por último, creo que es necesario mencionar que nuestra sexualidad se puede ver afectada por el confinamiento, en especial cuando se está viviendo con varias personas en un pequeño espacio. En Navidades se suele ver bastante este problema porque en esa época del año pasamos muchísimo tiempo en compañía de familiares. Es ésa una parte del calendario en el que se produce menos actividad sexual. Es posible que lo mismo esté ocurriendo en algunos casos.

Existe también el fenómeno de la prostitución en tiempos del Coronavirus, el cual merece un post aparte.

Nos gustaría saber cómo ha sido tu vida sexual durante la pandemia. ¿Qué nos puedes contar al respecto?

Autor: Dr. Xud Zubieta-Méndez

Educación Sexual Integral en la primera infancia

Pautas para padres y madres

Compartiré una serie de pautas que sean interesantes y útiles para padres y madres. Sería recomendable leer previamente el artículo de “Sexualidad de los 0 a los 6 años” para poder contextualizarlo más fácilmente.

De inicio es importante recordar que la familia es el principal referente psicoafectivo y psicosexual cuando somos pequeñas o pequeños. Un “referente” es un modelo de conducta. En la niñez interiorizamos los comportamientos de los adultos a nuestro alrededor y especialmente el de nuestras madres y padres.

Hoy en día siguen existiendo un sinfín de tabúes particularmente relacionados con la sexualidad, los genitales y la reproducción, particularmente. Un ejemplo de ello lo encontramos en el llamado “Veto Parental”, que implica que los padres y madres pueden marcar un límite en la enseñanza que se les imparte a sus hijos e hijas.

Esto ocurre, en gran medida, por el desconocimiento y los prejuicios de la familia hacia este tema. Por lo tanto, es esencial que los programas de educación afectivo-sexual curriculares incluyan, paralelamente, una vertiente dirigida concretamente a padres y madres. En lo que respecta al entorno familiar, ¿Qué pautas recomendamos podemos ofrecerles?

Por un lado, es importante que en casa se respeten las manifestaciones sexuales o “juegos eróticos” de sus hijos e hijas. En sexología utilizamos este término para designar cualquier práctica relacionada con el autoerotismo: inspeccionar lo que tienen debajo de la barriga, así como a los juegos que se pueden producir con sus coetáneos ‒juegos de rol, como el de médicos o mamás y papás. La idea es que los padres y madres aprendan a naturalizar la sexualidad. Uno de los temas en los que insistimos bastante es el de llamar a los genitales por su nombre; pene y vulva, así como el de responder transparente y claramente, adaptando nuestro lenguaje al responder a las dudas que nos presenten. Por ejemplo: ¿De dónde vienen los bebés?

Por otro lado, las personas adultas tienen la tarea de enseñar a sus hijos e hijas a asumir la responsabilidad por su propia sexualidad. Para ello, es importante transmitirles una visión positiva de ésta, ante todo mostrar naturalidad y hacerles conscientes de que existen algunos peligros, como como la pornografía, el “grooming”* o el abuso sexual infantil. Dentro de las competencias parentales se encuentra el enseñar a los y las menores a protegerse y para ello aprendan a poner límites: Saber decir “NO”. La clave está en que los niños y niñas desarrollen un pensamiento crítico y que aprendan a discernir la información fehaciente de la que no lo es.

Un último aspecto que cabe destacar es la comunicación entre padres/madres e hijos/hijas. Resulta de vital importancia que los adultos participen activamente en la educación sexual de sus hijos e hijas y forjen un vínculo de confianza con ellos en este ámbito. Por dar alguna idea, mientras estáis viendo la televisión en el salón podemos preguntarle: “¿Cómo estás?, ¿Cómo te sientes? O, ¿te lo has pasado bien?”. Si percibimos que nuestro hija o hijo no quiere hablar, debemos respetarlos. Cada cual tiene sus procesos, especialmente conforme se aproximan a la adolescencia. Hay que expresarles que estaremos a su lado cuando lo necesite.

¿Crees que es necesario incluir a los padres en los programas de educación-afectivo sexual de sus hijos e hijas? ¿Consideras importante impartir Educación Sexual Integral desde la primera infancia? ¿Crees que la Educación Sexual Integral debe de incluirse en el currículo educativo? ¿Cuál es tu opinión sobre este tema?

*grooming es un término anglo-sajón que se refiere al proceso en el que el abusador se va ganando la confianza de quien será su víctima, el proceso de preparación que ayudarán a que la víctima eventualmente se sienta corresponsable. Es un tema en sí mismo.

PD: El pasado mes de junio, dos colaboradoras de conSEXtido, Emma Pereira y Vanesa Romero, realizaron una ponencia titulada, “Educación sexual en la primera infancia”. Fue un evento organizado por el Parlamento Andino Universitario de la Universidad Mayor de San Marcos y estaba dirigido a estudiantes universitarios cursando la carrera de magisterio. Dicho evento ha sido la inspiración para este post.

Autora: Vanesa Romero Ballester (Psicóloga y Sexóloga).

Fuentes:

  1. Título: Soluciones en Sexualidad infantil y adolescente. Estrategias breves para mamás, papás, maestras, profesores, orientadores, psicólogas, psicoterapeutas. Autores: Fernando Álvarez Vázquez y María Elena Balsa Sabbagh. Editorial: PAX

¿Quién quiere ser virgen?

Se entiende por “virginidad” el “hecho de no haber mantenido relaciones sexuales nunca”, entendiéndose por “relaciones sexuales” el “haber practicado el coito o la penetración”.

Esta idea, muy asentada en la sociedad, ha sido uno de los mitos más perniciosos para la humanidad y, en concreto, para las mujeres. Ellas han tenido que velar siempre por su virginidad, como si de un tesoro se tratase. Además, teniendo que estar siempre muy seguras de a quién se lo entregaban, como si fuese algo prestado que tuvieran que cuidar… que, lejos de ser una bendición, se convertía en una pesada mochila. La virginidad ha sido motivo de disputas, de guerras, de violencia e incluso de negocios. Sin embargo, para los hombres la virginidad era un lastre, una vergüenza que ocultar. Y, claro, no era un regalo que dar, sino una terrible prueba de falta de hombría y de orgullo de la que deshacerse cuanto antes. Ellos conquistaban templos, y ellas eran las guardianas del “tesoro de la virginidad”.

Aunque en materia de sexualidad se ha avanzado mucho, sobre todo a partir de los años 70 ‒donde se oía aquello de “la virginidad es una enfermedad, ¡vacúnate!”‒, en los últimos años, no hemos hecho otra cosa sino retroceder. Hemos ido hacia atrás, volviendo a unos ideales sexuales carentes de una justificación lógica. No obstante, se trata de hechos que simplemente están ahí, como por ejemplo el que en esta última década hayan aumentado las reconstrucciones de himen.

Puede que encontremos sentido si pensamos en subculturas que aún presionan a las mujeres para llegar vírgenes al matrimonio, pero se estima que un 20% de las pacientes lo hace sin motivo o presión externa aparente.

Aunque cada una tiene sus motivos, que 2 de cada 10 mujeres decidan someterse a una operación para reconstruir una zona de su cuerpo que no tiene ninguna función biológicamente hablando, debe llevarnos a pensar qué está ocurriendo exactamente en una sociedad supuestamente tan avanzada.

Es que, si se piensa detenidamente, nuestra sociedad tiene cada vez un cariz más infantil hacia las mujeres y hacia la sexualidad de éstas. En un mundo donde las mujeres tienen –o deberían tener– una percepción y derechos propios en la sexualidad, se sigue buscando que controlen sus impulsos sexuales. Todavía se les presiona para que sigan siendo las guardianas del templo y, puesto que es muy difícil decir que no a la tentación, ya está la cirugía para solucionarlo.

Sin lugar a duda, la virginidad, más que nada, es un concepto inventado, que necesita ser cuestionado y desmontado. Es importante mostrar que no es un término inocente, sino que más allá de eso, contiene creencias erróneas, juicios morales de valor, prejuicios y malentendidos. Éstos afectan de manera negativa a todos los individuos de la sociedad, pero en especial a las mujeres, quienes son, además, las responsables de una membrana que supuestamente tiene el poder de decidir sobre el valor de una mujer.

Así mismo, el himen ni si quiera es un testigo fiable. Recordemos que es una membrana que en cada mujer es distinta, que puede romperse con mayor o menor facilidad. Por ejemplo, hay mujeres que han nacido sin himen o que se les ha roto practicando deporte, o que incluso no se ha roto después de mantener relaciones sexuales, por lo tanto, es una medida nada fiable para un constructo inútil.

Siempre nos han enseñado que la primera vez tiene que doler, que se sangra, pero eso no debe ser así. Para empezar, la primera vez que mantengamos relaciones sexuales no tienen por qué incluir penetración, y por supuesto no tienen por qué doler. La clave es encontrarse en un estado de relajación, confianza y eliminando el falso mito de que todo tiene que ser perfecto y, sobre todo, siendo conocedores o conocedoras de nuestro cuerpo. Además, se ha visto que en la niñez hay comportamientos dentro del propio juego que acaban con la exploración sexual, tanto propia como de sus iguales. Por lo tanto, ¿eso sería “la primera vez”? Quizá, deberíamos entender que no hay una primera vez y que la sexualidad nos acompaña desde el primer minuto de nuestra vida. Que todo es un continuo que forma parte de nosotros y nosotras.

Y si acaso hablásemos de la primera vez que vamos a mantener relaciones sexuales, hablaríamos de sentirnos a gusto con la otra u otras personas con las que vaya a ocurrir. Hablaríamos de eliminar tensiones y creencias ilógicas implantadas por la sociedad, pensando en el aquí y ahora del disfrute. Es esto exactamente cómo deben ocurrir, no la primera, sino todas las relaciones sexuales que mantengas a lo largo de tu vida.

¿Estás de acuerdo con esto? ¿Recuerdas tu primera experiencia sexual? ¿Lo pasaste mal? ¿Cuáles eran tus expectativas? ¿Se cumplieron? ¿Qué se te pasaba por la cabeza? ¿Te dolió? ¿Sangraste? ¿Te harías una vaginoplastia (cirugía del himen)? ¿Qué opinas de que al hombre no se le presione para mantenerse casto antes del matrimonio?

Autora: Emma Pereira Pérez (Psicóloga y Sexóloga)

Sexo de Ocasión

Tinder, Badoo, Grindr, eDarling, Meetic… y así, infinitas aplicaciones o páginas que facilitan diferentes tipos de relación, pero al revisar estas plataformas encontramos una gran cantidad de anuncios, en su mayoría de hombres, que buscan encuentros sexuales esporádicos y sin complicaciones. No obstante, cada vez se ven más perfiles de mujeres abiertas a relaciones esporádicas. Con este acontecimiento en auge, nos preguntamos: ¿Cuál es mayor, la necesidad de sexo o la necesidad de afecto? ¿O es que es más difícil solicitar afecto expresamente? Las necesidades implícitas y las implicaciones son completamente distintas.

En relación con la necesidad de afecto, sabemos que el ser humano es afectuoso por naturaleza, presentamos una necesidad de vinculación con otras personas que tarde o temprano se hace presente. Curiosamente, una de las principales preocupaciones entre parejas es el tema afectivo.  No obstante, el amor y el afecto no excluyen necesariamente el sexo. ¿Cuál es la diferencia? Las relaciones esporádicas se pueden improvisar, mientras que las relaciones de pareja no. La determinación que nos lleva a elegir un tipo de relación, u otra, dependerá de la necesidad de refuerzo que tengamos: las relaciones sexuales esporádicas representan un refuerzo positivo a corto plazo e inmediato, mientras que las relaciones de pareja (momento que llega tarde o temprano) representan un refuerzo más a largo plazo, y no tiene por qué ser inmediato. A pesar de ello, recordemos, el refuerzo que se recibe con una relación o con otra no es definitivo, influyen muchas otras variables.

De entre las variables que también pueden influir a la hora de elegir el tipo de relación, encontramos la capacidad de compromiso. Sabemos que todos los seres humanos tenemos la necesidad de amar y de ser amados. No obstante, la capacidad de compromiso no siempre acompaña dicha necesidad. Una relación sexual esporádica puede ahuyentar ―o, por lo menos, dar esa impresión― el miedo al compromiso en una relación de pareja. Es decir, el mero hecho de pensar en la posibilidad de compromiso puede ser lo que motive a la persona a buscar el sexo de ocasión. La gratificación inmediata palia esos temores. El efecto se sentirá tarde o temprano, no obstante.

Las relaciones sexuales esporádicas ―o las estables― no son necesariamente negativas o poco recomendables. Al igual que muchas otras prácticas, la cuestión es la monotonía de esa práctica, es decir, si esa práctica es la única que se realiza. Una persona puede dejar de vivir emociones maravillosas y profundas cuando establece únicamente relaciones sexuales esporádicas, negándose la posibilidad de profundizar en el acto de vivir experiencias y de compartir otro espectro de emociones implícitas en otro tipo de relaciones.

A veces, el protegerse excesivamente de las emociones ―por la razón que sea: por comodidad, por querer blindarse del posible sufrimiento en caso de romper la relación, o por evitar la decepción que se anticipa― puede conducir a una cierta anestesia o bloqueo emocional. No se sufre dolor ni desengaños, pero tampoco la pasión ni la profundidad del amor.

¿Cuál es tu experiencia en este tema? ¿Has tenido sexo de ocasión? ¿Durante un largo tiempo? ¿Te ha parecido satisfactorio? ¿Eres de las personas que rehuye del compromiso? ¿Eres capaz de separar amor de sexo? ¿Pones alguna barrera en tus sentimientos?

Referencias:

Autora: Lucía Muñoz Soler (Psicóloga y Sexóloga)

Condones 3.0

Hace tiempo contábamos esta historia que compartimos nuevamente esperando que pronto sea un producto que esté en circulación…

Se trata de condones que cambian de color al entrar en contacto con infecciones de transmisión sexual.
Un grupo de estudiantes de la Academia Isaac Newton (Educación Secundaria) de Ilford (Essex), en el Reino Unido, han inventado un condón revolucionario que cambia de color cuando entra en contacto con una infección de transmisión sexual.

Le han denominado “S.T.EYE”. Es un juego no de palabras, sino de las siglas (STI), que se pronuncian igual que el nombre que han dado al producto. Las siglas «STI» significan «infección de transmisión sexual» y el nombre del producto se podría traducir como: «ojo: transmisión sexual» –una alerta de la presencia de infecciones de transmisión sexual–. El condón cuenta con un indicador que reacciona ante la presencia de diferentes bacterias y cambia de color según la infección detectada: gonorrea, sífilis y clamidia.

El preservativo tiene moléculas colocadas en el látex, que atacan a bacterias y virus específicos. Son precisamente estos componentes los que hacen que el preservativo adquiriera diferentes coloraciones, dependiendo de los patógenos presentes.

Este revolucionario condón se torna de color verde si detecta clamidia, amarillo en caso de detectar herpes, azul si encuentra sífilis o violeta en caso de encontrar gonorrea.

El grupo de estudiantes investigadores, a través de su portavoz, ha declarado que el objetivo era marcar una diferencia a la hora de detectar ITS (infecciones de transmisión sexual) y que se hiciese a través de un método seguro, sin la necesidad de analíticas y pruebas invasivas. “Hemos creado ‒asegura el grupo de investigadores‒ el “S.T.EYE” como método innovador de detección de infecciones útil para las nuevas generaciones. De este modo, las personas afectadas pueden tomar medidas inmediatas para su curación sin la necesidad de largas esperas en los hospitales para su diagnóstico y tratamiento”.

Cabe mencionar que este invento ha sido merecedor del premio Teen Tech, acompañado de £1000 y una visita al Palacio de Buckingham, donde es probable que la familia real les dé la bienvenida.

La idea es que este producto se comercialice de inmediato y que haga la vida sexual de las personas más íntima y placentera, manteniendo la salud.

Xud Zubieta

Fantasía en la actividad sexual

La fantasía en la actividad sexual es recomendable. En el ámbito de la psicología se confiere un gran poder a la imaginación. En un cierto sentido, consideramos que la imaginación es el motor de la vida sexual ―aunque no el único―. En el caso de la masturbación, un elemento interesante es sin duda la imaginación de quien toma la responsabilidad de su propio placer por su mano.

Hay personas que condenan las fantasías sexuales sin ofrecer ninguna concesión al respecto. Argumentan que, independientemente del pecado de pensamiento cometido, además se realiza una especie de robo. Explican que uno “normalmente” no tiene el permiso de la persona o personas que estamos incluyendo en nuestras fantasías. Por lo tanto, para ellos ésta es una clara evidencia de robo. El argumento refleja una teoría en la cual cada uno poseemos una especie de copyright de las situaciones en las que otros pudieran imaginarnos. Se trata de un argumento bastante rebuscado y exagerado. Cada uno es libre de fantasear lo que quiera. Sólo faltaba que también se prohibiera eso o se cobrara por ello, con IVA y todo.

Nuestro papel como personas expertas en sexología es mucho más pragmático. En primer lugar, podemos afirmar que una fantasía ―que va a permanecer en el plano de la imaginación― no va a causar daño a nadie. Las fantasías son inofensivas como fantasías y pueden ser de gran ayuda en distintos planos, incluido el sexual: al excitarnos o al intentar mantener la excitación. Durante la masturbación generalmente evocamos imágenes, sensaciones, recuerdos, fantasías… Unas veces más elaboradas, otras no tanto, pero siempre con elementos que nos seducen o nos parecen atractivos. Lógicamente, pueden incluir escenas imaginarias que nos gustaría vivir con algunas personas. Tal y como ocurre en los sueños. Menos mal que hasta el momento no tenemos que pedir permiso para soñar.

La mayoría de la gente tiene fuertes preferencias con respecto a ciertos tipos de personas, situaciones, olores, sabores, colores, texturas, sensaciones… y dichas preferencias son susceptibles de ser imaginadas y evocadas por medio de la fantasía.

Los momentos de masturbación son muy adecuados para echar a volar nuestra imaginación, mientras palpamos distintas partes de nuestro cuerpo ―o del ajeno―. Las fantasías son también son una herramienta en las relaciones sexuales, pero de eso hablaremos otro día. Y también hay personas ―más sensoriales― que no tienen fantasías visuales, y no por eso disfrutan menos. La fantasía puede ser una muy estimulante posibilidad, pero no una obligación.

¿Te gusta fantasear? ¿Tienes fantasías recurrentes? ¿Cuál es tu principal fantasía? ¿Por qué tipo de fantasías te decantas? ¿Alguna vez hablas acerca de tus fantasías?

Los problemas de no entender que el porno es ficción

Hace poco oímos en las noticias que existen datos que indican que niños de 8 años están accediendo con asiduidad a material pornográfico. Como expertos del tema, realmente no nos sorprende y añadiríamos que es posible que el uso se extienda hasta niños más pequeños, lamentablemente.

Lo lamentamos porque el porno en todas sus vertientes es capaz de dañar, engañar y confundir a adultos, por lo que en el caso de los menores el peligro se multiplica. Cuando hablamos de porno –la industria del porno− estamos hablando de un universo que incluye, cine, vídeos, vídeo-juegos, imágenes, todo tipo de parafernalia, juguetes, accesorios… Con la aparición de Internet, la industria del porno ha sido una de las que más rápidamente se ha adaptado a este medio y ocupa una parte importante de ese universo virtual.

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En consulta, en muchísimas ocasiones hemos escuchado historias de varones, que acuden por un problema relacionado con algo que vieron en una película porno y que creyeron que era así en la vida real. Es en consulta donde descubren su confusión.

Un ejemplo recurrente es en relación al tamaño del pene. Tenemos pacientes que, al no percatarse de que el porno es ficción, han terminado creyendo que su pene era pequeño cuando objetivamente no lo era. Lo mismo puede ocurrir con el tema de la latencia eyaculatoria y hemos tenido pacientes que creen que pueden demorar el orgasmo y la eyaculación tanto que… terminan perdiéndola.

Sabemos además que los seres humanos contamos con las “neuronas espejo”. Éstas reflejan el comportamiento del otro como si el observador estuviera realizando la acción y de ahí que se denominen “espejo”. Desde la perspectiva de las neurociencias, estas neuronas desempeñan una función importante dentro de las capacidades cognitivas de la persona. Sobre todo, en temas relacionados con la vida social, como puede ser la empatía −la capacidad de ponerse en el lugar del otro−, y el actuar por modelaje −aprendiendo de un modelo esas capacidades−.

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Por desgracia, y debido al puritanismo de nuestro legado judeo-cristiano, se sigue intentando que no se hable del sexo. Entonces mientras los puritanos están preocupados por ocultar la sexualidad humana, la industria del porno muestra historias sexuales explícitas pero ficticias. En una buena cantidad de vídeos el sexo es “gang bang”; es decir, “en manada”.

En el universo porno no se requiere del consentimiento de la mujer que, aunque al principio puede mostrar resistencia, luego termina disfrutando y dando las gracias a sus violadores −según la fantasía de los guionistas−. Otra de las prácticas que alientan las escenas de porno es la del sexo sin protección. Los usuarios de porno no se dan cuenta de lo peligroso que es tener relaciones sexuales sin protección y menos en una situación grupal. El porno muestra que el sexo sin preservativo es lo más habitual del mundo y esto termina confundiendo a mucha gente.

Que los menores puedan creer que el porno tiene algo que ver con la vida real es muy peligroso. Es triste que existan pocas oportunidades para que los menores, varones o mujeres adolescentes, reciban una educación sexual adecuada. Ellos y ellas empiezan a sentir cosas nuevas en su cuerpo y no saben cómo interpretarlas ni qué hacer con ellas. Tienen un montón de preguntas y generalmente no saben a quién recurrir para obtener las respuestas.

Se sabe que desde el caso de “La Manada” han surgido –o se ha sabido de la existencia de− otras “manadas”. Lo curioso es que esto ha ocurrido en España, pero también en Alemania, Suiza e Inglaterra. También hay algo que se llama “efecto llamada” y es como si se invitara a otras personas a cometer ciertos actos.

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Si la razón es porque se está empezando a denunciar estos casos que, antes, se mantenían en secreto, es la mejor de las noticias. Si el problema ya existía, el que se destape es un gran avance.

Se tiene que estudiar más la influencia que el porno tiene sobre el individuo, sus creencias y prácticas sexuales si deseamos detener las consecuencias negativas que pueden resultar de ello.

 

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