El Punto-G Masculino

Todos hemos oído hablar del punto G femenino, sin embargo, el punto G masculino parece no ser tan conocido. Muchos hombres no quieren descubrirlo por miedo a perder “virilidad” o por considerarlo antihigiénico. La verdad es que se trata de una zona extremadamente placentera para el sexo masculino. El punto G se encuentra en el interior del recto, a unos 5 centímetros del ano, hacia la vejiga.

En realidad, es un abultamiento de un centímetro de espesor y, desde el punto de vista anatómico no es más que la próstata, pudiendo acceder a ésta con la introducción de un dedo en el orificio anal. Existe una forma de estimularlo externamente, presionando o masajeando el perineo ‒que es el suelo de la pelvis‒, ya que existe una enorme cantidad de transmisiones nerviosas que dotan a esta zona de una gran sensibilidad. Enriqueceremos nuestro universo de placer si nos permitimos integrar este tipo de estimulación a nuestras prácticas sexuales ‒más que poner límites y excluir capacidades del disfrute sexual‒.

La causa principal de que los hombres que lo han probado hablen de una intensificación del orgasmo se debe al incremento de las contracciones pélvicas que producen una intensa estimulación por la emisión de una cierta cantidad de líquido prostático, aumentando la producción de semen. Por lo tanto, se produce un gran aumento del placer que provoca el orgasmo.

La primera recomendación para llevar a cabo esta práctica es dejar atrás todo tipo de prejuicios y tabúes sobre la masculinidad. En nuestra práctica clínica diaria apreciamos poco a poco un incremento del juego anal en las relaciones heterosexuales. Suelen ser las parejas más jóvenes en quienes observamos que los hombres se permiten aceptar las caricias y el acceso a la zona perianal, disfrutando sin por ello cuestionar su orientación sexual. Es que éste es uno de los asuntos que con más frecuencia pueden evocar el fantasma de la homosexualidad en varones sujetos a una educación machista tradicional. Hablamos de una educación que puede suponer la autolimitación, evitando el juego con el propio ano por la inseguridad que eso genera.

Para aquellas personas más reservadas o inseguras, que quieren dar el paso a probar esta experiencia, recomendamos intentar encontrar el punto G. Por ejemplo, mientras se practica sexo oral, para crear un ambiente tranquilo y distendido. Así, la parte de la pareja que vaya a realizarlo podrá centrar su atención en la parte trasera con las manos. A continuación, dejamos a modo de guía como podría realizarse:

  1. Empezar masajeando la zona perianal, que es la parte de piel que hay entre el ano y los testículos, ya que como hemos dicho, es una zona muy sensible.
  2. Estimular externamente con un dedo la parte del ano.
  3. Para evitar molestias innecesarias que nos bajarían la excitación, te sugerimos usar un lubricante de base de silicona, ya que tienen la ventaja de durar más a diferencia de los de base de agua. La zona del ano no lubrica de manera natural por lo que nos servirá de gran aliado. Cuando lo tengamos, introduciremos un dedo poco a poco unos 7 centímetros hasta sentir una pequeña “nuez” ahí dentro. Si fueran las manecillas del reloj serían las 12 en punto.
  4. Una vez encontrado el bulto, repetir con los dedos el movimiento de “ven aquí”, lo cual permitirá masajear la zona y lograr un gran placer.
  5. El resto, pues ¡ya, es cosa tuya!

Para los más experimentados, existen en el mercado de juguetería erótica, varios productos, como masajeadores de próstata, vibradores, plugs o cadenas anales que pueden resultar de utilidad para estimular el punto-G masculino.

Andrea Bello Pastor (Psicóloga y Sexóloga)

Referencias bibliográficas

¿Cuál es el punto G del hombre? Elvira Sáez. 2019

Platanomelón.com

María Masdeu. Punto G masculino: ¿Dónde está y como estimularlo?