¿Miedo al placer o falta de deseo?

¿Habías escuchado alguna vez el término “hedonofobia”? Lo más seguro es que no, pero probablemente te habrás topado con alguien ‒o tú mismo‒ que experimente un miedo irracional a sentir placer. Actualmente, demasiados miedos, fobias y ascos se encuentran implantados en la sociedad, infundados por la excesiva idea de control, perfeccionismo y prejuicios existentes. Todo esto, favorece la aparición de más y nuevos casos de miedos asociados al sexo, pudiendo incluso dar lugar a la aparición de enfermedades o somatizaciones de difícil diagnóstico.

Vivimos en una sociedad democrática donde, años atrás, los avances legales conseguidos en materia sexual parecían inalcanzables. Sin embargo, dichos avances pueden desaparecer en cualquier momento. Se podría pensar que la variabilidad en la expresión de la sexualidad está garantizada en las actitudes negativas, tales como la homofobia, transfobia, bifobia … No obstante, estas expresiones siguen presentes en nuestra sociedad.

El miedoy la ignorancia humana ‒alimentados por la escasez de educación sexual‒ han sido instrumentos limitantes en el comportamiento y expresión de la sexualidad.

Tal y como señala Pedro Villegas, médico de familia y sexólogo clínico hoy en día existe una tendencia hacía el autodiagnóstico mediante la búsqueda de información en Internet ‒o, más bien, desinformación‒ y tras ello una mayor inclinación a la autoterapia o intento de auto psicoanalizarse. No obstante, desde un punto de vista sexológico, este miedo al placer puede dividirse en varios tipos.

  1. Fobia real al sexo o a cualquier manifestación que forma parte de la sexualidad humana ‒caricias, masturbación, erotismo, coito…‒. Estas fobias pueden convertirse en trastornos y tornarse en miedos irracionales.
  2. Falta de deseo sexual o deseo sexual hipoactivo, siendo esta disfunción uno de los motivos de consulta más frecuentes en terapia sexual y de pareja, así como los más complejos. Hace referencia a “la ausencia de deseo o a la disminución de fantasías relacionados con la actividad sexual, de forma persistente o recurrente y provocando malestar acusado o dificultades de relación interpersonal”, según nos dice el DSM-IV.

Una de las posibles causas de este miedo es la búsqueda de la perfección en el ámbito sexual. La falta de información sexual en la escuela y en el hogar sumado a la sobreinformación en las redes sociales muchas veces sesgada, y al pronto consumo de la pornografía. En otras ocasiones ya hemos hablado de que mucho en el porno es ficción. No se muestra una sexualidad real que, si se toma como referencia, puede generar verdaderos cuadros de pánico. Se lleva a un extremo la idea de no poder cumplir dichos cánones sexuales o, simplemente, por “no estar a la altura de la situación”.

En cualquier caso, resulta preciso dejar claro que el deseo sexual inhibido es la disfunción sexual más compleja que se puede encontrar en el día a día de la consulta sexológica ‒más allá de parafilias peculiares y minoritarias‒. Muchas veces es para los pacientes una especie de cajón de sastre al que refieren cuando no tienen ni idea de la conflictiva existente en la dinámica de la pareja. Resistámonos a la tentación de simplificar problemas como la falta de deseo sexual.

Cabe distinguir entre casos de desinterés sexual o un grado más avanzado de éste, que podría corresponder a una aversión al sexo. Todas las personas podemos haber experimentado una pérdida en nuestro interés sexual, muchas veces afectados por estrés familiar o personal. O simplemente porque nuestra implicación en el terreno sexual puede variar. Asimismo, es importante percatarse de cuándo este desinterés genera miedo o rechazo en todos los aspectos sexuales. Es decir, miedo a la intimidad, a la intensidad de los sentimientos, a sentirse vulnerable o a sentirse atraídos sexualmente por alguien, entonces, muy probablemente, haya llegado la hora de acudir a un especialista que nos ayude a entenderlo y solucionarlo.

Desde la sexología, reivindicamos una mayor ymejor educación sexual para poder destruir todos los prejuicios, miedos infundados y fobias producidas por la desinformación, para algún día conseguir que las palabras “miedo” y “placer” dejen de estar estrechamente relacionadas.

Autora: Andrea Bello Pastor. (Psicóloga y Sexóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Referencias bibliográficas:

Cabello, Francisco. Manual de sexología y terapia sexual. Apuntes de un máster.

Puch Blanco, Amparo (2016). Miedo al sexo.

Carpallo, Silvia C. (2018). La anorexia sexual, el miedo al sexo que han alimentado la educación y la pornografía.

¿Cuántas ganas? O, ¡cuántas ganas!

¿Qué es el deseo sexual? Es la motivación para participar en una actividad sexual, solos o acompañados (1). La motivación tiene grados… a todos nos gustan los helados ¿no?, pero ¿siempre quieres comerte uno, todo el tiempo, las cuatro épocas del año, 24/7? No, ¿verdad? Pues igual con el sexo, hay muchos factores que afectan e influyen en la motivación para tenerlo.

Es importante tener en cuenta esto en pareja, porque ¡vaya por dios! ¡llevo persiguiendo a mi novio todo el mes y NUNCA le apetece… ¿ya no le pongo? ¿querrá cortar conmigo? Uy, frena amigo, la compatibilidad en el deseo sexual no siempre es automática, hay veces que se necesita cuidado y conciencia para llegar a un equilibrio.

Igual que cada persona pasa por distintas etapas de deseo, la pareja en sí también tiene períodos. Por ejemplo, cuando pasamos por una etapa vital agradable, positiva, con tiempo libre y relajada, las ganas de hacerlo suben como la espuma. En cambio, si vives tiempos de estrés y presión, tienes menos ganas porque A) tienes la cabeza en el agobio, y B) el pensar que “tienes” que follar con tu pareja, te agobia más. ¡Cuidado, se acerca un bucle de sequía…!

Sin embargo, esto no significa que tu pareja no te quiera o ya no le atraigas, o cualquier pensamiento irracional que se te pase por la cabeza… Sólo se trata del deseo sexual, de escuchar, comunicarnos, hablar y no ceder ante las inseguridades. Si sois una pareja capaz de hablar de la situación, ¡el problema está prácticamente resuelto! Puede que sigas sin follar, sí, pero con la tranquilidad de saber el motivo y no tener rayadas innecesarias. E igual con la persona que por “X” razones no le apetece. El hecho de quitar la obligación de tener sexo sí o sí para demostrar su afecto, puede que le alivie tanto, que pronto vuelva a la carga, sorprendiéndote con una gran sesión de sexo descarga-tensiones. ¿Quién sabe? Sólo necesitas COMUNICARTE y ser empático.

Y en caso de que a tu compañía sexual no le apetezca, siempre te quedarán tus manitas, la imaginación, un buen lubricante, ¡y a volar!

Ahora bien, si NUNCA tienes ganas de mantener relaciones sexuales solo o en compañía… puede considerarse un problema. Y si te inquieta, puedes ponerte en contacto con un profesional para que te ayuden. ¡Todo se solucionará!

¿Has notado que tu interés por el sexo cambia en distintas etapas de tu vida? ¿Cuándo sueles sentir mayor deseo sexual? ¿Cuándo menos? ¿Es similar tu grado de deseo al de tu pareja? ¿Cómo vives la discrepancia?

Sierra, J. C., Díaz, G., Álvarez-Muelas, A., Calvillo, C., Granados, R., & Arcos-Romero, A. I. (2019). Relación del deseo sexual con la excitación sexual objetiva y subjetiva. Revista de Psicopatología y Psicología Clínica24(3), 173-180.

Autora: Lorena Pérez Romero