El advenimiento de Internet, la revolución tecnológica y su consiguiente facilidad para difundir contenido han favorecido la aparición de nuevos hábitos de conducta, entre los que se encuentra el «sexting». Este término procede de usar las palabras «sex» o sexo y «texting» o envío de mensajes. Consiste en enviar mensajes, fotos o videos de contenido erótico y sexual a través del móvil, mediante aplicaciones de mensajería, redes sociales u otro tipo de herramienta de comunicación entre usuarios o usuarias que consienten ‒o no‒ en ello.
En un principio, eran sólo mensajes SMS, pero con el continuo desarrollo de los móviles, se pasó a las fotografías y los videos a través de aplicaciones como WhatsApp o Instagram. Además, el uso del sexting está experimentando un continuo aumento, especialmente con la nueva situación por la COVID-19. Ya que nos hemos visto obligados a permanecer más tiempo en casa, relacionarnos a distancia y se nos ha privado de las libertades que teníamos antes. Esto nos ha llevado a un incrementado en el uso de internet y redes sociales, y como consecuencia, a un aumento en este tipo de prácticas.
Cuando las relaciones de pareja son a distancia, el «sexting» se convierte en una buena opción para mantener la “chispa” de la relación. Es una de las prácticas más comunes en la actualidad para “subir grados” entre personas que se están conociendo o en pareja. Ello con la idea de llevar a cabo relaciones sexuales cuando la distancia es un impedimento. También por placer o simplemente por salir de la rutina. Se suele llevar a cabo de manera íntima, entre dos personas, aunque pueda llegar a manos de muchas otras personas si no se respeta esa intimidad. Desgraciadamente, esto es bastante habitual, de ahí su mala fama. Incluso el sexting en pareja puede salir mal, ya que la propia pareja o los ex no siempre respetan las fotos eróticas de las personas que tanto quieren o quisieron.
Lo que tendría que ser un juego divertido y placentero puede convertirse en un drama si no conocemos los riesgos a los que nos exponemos. Ser conscientes de esto nos ayuda a decidir si queremos realizar esta práctica, y de ser así, con quién, cómo y cuándo.
¿Cuáles son los riesgos?
- Contenidos Viralizados. Una vez enviamos una foto o video a través del móvil, corremos el riesgo de que acabe en las manos equivocadas. Son muchos los casos en los que se ha terminado difundiendo o reenviando el contenido erótico. Lo que debería ser algo íntimo, acaba en las manos de otras personas.
- Riesgo de «Sextorsión». Aquellas personas que reciben este contenido pueden acabar amenazando con reenviarlo a cambio de un beneficio como, por ejemplo, cobrar dinero o seguir recibiendo contenido tras una ruptura.
- La edad como factor de riesgo. Los menores de edad, en concreto los adolescentes, pueden construir una imagen distorsionada de la sexualidad, además de asumir riesgos innecesarios. En estas edades, podemos sentirnos presionados por enviar desnudos para sentir aceptación y cariño, o contenidos que pueden llegar a ocasionar catastróficas consecuencias.
- Online Grooming. Probablemente de los más peligrosos. Implican a un adulto que se pone en contacto con un niño, niña o adolescente con el fin de ganarse poco a poco su confianza. Ello para luego establecer vínculos sexuales, que implican el envío de mensajes, fotografías, vídeos y en los casos más graves, encuentros directos. Además, la persona adulta se suele hacer pasar por menor, adaptando el lenguaje a la edad de la víctima.
¿Cuáles son sus beneficios?
No todo lo que rodea al sexting es necesariamente negativo. Si se utiliza de manera correcta esta práctica puede tener una faceta divertida, entre las que encontramos las siguientes.
- Puede mejorar la confianza entre la pareja y el vínculo. Enviar este tipo de contenido implica depositar una gran confianza en el receptor y nos permite conocer a nivel erótico a la persona. Ves de qué forma se comunica y se relaciona contigo a nivel sexual.
- Estimula la originalidad y el juego erótico. Este tipo de prácticas puede dar rienda suelta a la creatividad de la relación, dando salida a prácticas sexuales rutinarias y favoreciendo los preliminares.
- Mantiene el sexo en las relaciones a distancia. En el caso de las relaciones a distancia, mantener la chispa puede verse facilitado gracias a la comunicación online, siendo relevante también una comunicación más erótica.
¿Has decidido practicar sexting?, ¿cómo puedo hacerlo con menos riesgos?
- Asegúrate de que lo haces sin precipitación y conociendo los riesgos. Además, tu decisión ha de ser tomada sin presiones de otros.
- Valora si la persona receptora merece tu confianza y si está preparada para proteger tu intimidad. Verifica bien qué y a quién envías antes de pulsar.
- Asegúrate de que la persona receptora desea tener tu mensaje y cuenta con aviso previo para que no resulte problemático o incómodo.
- Excluye partes del contenido a enviar que puedan ayudar a conocer tu identidad (cara, objetos personales, marcas corporales…)
- Evita redes con wifi público durante el envío y pide a quien se la envías que haga lo mismo.
- Elimina las pruebas del móvil, las fotos o vídeos íntimos. Solicita a quien se las envías que haga lo mismo.
- Firma un consentimiento para que en caso de ruptura el material se destruya.
La finalidad es la búsqueda del placer y la diversión en un contexto erótico, pero desde la libertad y con cabeza.
¿Has realizado sexting alguna vez? ¿Has tenido problemas por hacerlo? ¿Conocías sus riesgos? ¡Cuéntanos!
Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)
Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme
Referencias
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Whittle, H., Hamilton-Giachritsis, C., Beech, A., & Collings, G. (2013). A review of online grooming: Characteristics and concerns. Aggression and violent behavior, 18(1), 62-70.