Algunas personas estarán de acuerdo que hablar de la sexualidad humana es hablar de la esencia misma del ser humano. Hemos de tener presente que la sexualidad se construye a través de la interacción entre el individuo y las estructuras sociales. El desarrollo pleno de la sexualidad es esencial para el bienestar individual, interpersonal y social.
La educación sexual debe formar parte de un proceso integral ―familiar, educativo y social―, que sirve de preparación para la vida. Sobre todo, hay que tener en cuenta que el ejemplo de nuestras actitudes tiene un peso mucho mayor que el de nuestras palabras.
En medida de lo posible, los criterios educativos deberían ser comunes en casa y en el colegio. Y debería ser esto así tanto en cuanto a contenidos como a la forma en que se ofrecen. Si no lo son, hay que explicar que las personas pueden tener diferentes opiniones. La educación sexual de los hijos es responsabilidad de los padres. La transmisión de los valores que fomentan la vivencia de la sexualidad placentera, positiva y responsable es una prioridad en el contexto de la educación sexual.
Los padres, madres, agentes educadores… requieren una cierta preparación sobre la sexualidad para ser capaces de transmitir ideas claras y precisas. Cada cual tiene ―tenemos― una responsabilidad y es de ayuda repasar nuestras propias actitudes y comportamientos sexuales. Así podremos evitar discrepancias entre los que decimos que hay que hacer y lo que, de hecho, realizamos.
Siempre estamos a tiempo de aprender a disfrutar y vivir la sexualidad. Muchas veces, la obligación de ofrecer ese tipo de orientación sirve de impulso para solventar dudas y ampliar el conocimiento, así como para reciclar nuestros conocimientos y puntos de vista al respecto.
Una socialización adecuada enseña que toda conducta ―ya sea sexual o de otro tipo― que esté relacionada con los genitales se realiza en la intimidad. Más que reprimirles e impedirles que los niños o niñas se toquen, hemos de indicar los espacios adecuados para su realización.
Es importante que los hijos aprendan a conocer y a apreciar su cuerpo y que les ayudemos a satisfacer la curiosidad que les producen los cambios que experimentan. Pueden ser muy útiles materiales de apoyo, tales como películas, documentales, ilustraciones, historias… El propio cuerpo también sirve para explicar una serie de cuestiones. Es aconsejable que la información verbal se suplemente con la de otro tipo.
Es esencial adecuar la información al nivel de madurez del pequeño, así como a su ritmo, nivel de aprendizaje y necesidades en general. Cuanto más claros y sencillos sean los mensajes, más fácil será que los entiendan y los recuerden. Otro de los objetivos en este ámbito de la educación es fomentar hábitos higiénicos, de autonomía y de responsabilidad en la vivencia de la sexualidad.
¿Cuán importante crees que es la educación sexual en los niños? ¿Cómo fue tu educación sexual? ¿Si tienes hijos, qué tipo de educación sexual les proporcionas?
Imagen: BBMundo.
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