El amor romántico

En nuestra sociedad, actualmente, recibimos continuos mensajes ―directos, indirectos, subliminales… que nos indican que sólo se puede ser feliz si se tiene pareja y un amor romántico. Todo aquello que nos aparta o nos aleja de dicho modelo es considerado a menudo como una desgracia. Eso supone una gran presión para muchos y la consolidación del mito romántico en nuestra sociedad.

Recibimos este tipo de mensaje mañana, tarde y noche. La música se ha inspirado en un sinfín de ocasiones tanto en el amor, como en el desamor. Cuando un músico se enamora le canta al éxtasis que produce estar enamorado de alguien. Asimismo, cuando llega el desamor, éste produce un contacto con el dolor que, para sacarlo del pecho y de la mente, se le canta y de esa forma se relamen las heridas, También, en el cine y en la televisión vemos multitud de historias acerca de las peripecias que tiene que superar dos personas para conseguir una unión romántica. La mayoría de los relatos se centran en los obstáculos que se les presentan y en cómo, a pesar de todo, la relación sigue adelante. Al final, normalmente, logran la ansiada unión. Una vez que esto ocurre, el guión cumple su cometido, la historia llega a su fin y nos indican que los miembros de la pareja en cuestión vivieron felices para siempre ―y comieron perdices―.

Desde pequeños recibimos este mensaje al conocer los muchos cuentos infantiles que probablemente nos leyeron antes de acostarnos. También con todas esas películas de Walt Disney, estereotipadamente románticas y creando falsas expectativas. ¿Qué efecto puede tener esto en la psique de la persona? Esto contribuye a que el sujeto cree unos modelos a seguir en su cabeza que le indican que para ser feliz se tiene que ser heterosexual, monógamo y contar con una pareja romántica. Se trata de un modelo sumamente tradicional.

El efecto es fuerte y profundo. Para la mayoría de las personas, concebir una vida a solas ―sin la oportunidad de explorar y vivir el amor romántico― supone una gran desgracia. Y la persona que lo desea y no lo ha tenido puede sufrir sobremanera. Se ansía estar en pareja y poder gozar de toda esa felicidad que supuestamente trae consigo el amor romántico y seguir el modelo heteronormativo.

No tenemos nada contra el amor romántico, ni estamos en contra de la pareja. Lo fundamental, ciertamente, es saber disfrutar de la vida, ya sea a solas o en pareja. Si nos preocupamos por mantener un estado sano y positivo, y si algún día nos llega “el amor”, tendremos más que ofrecer y estaremos en mejor posición para recibir. Lo mejor es que si no llega ―o si ni siquiera nos preocupamos por buscarlo― podremos sentirnos satisfechos igualmente.

Es muy grato ver como los estereotipos son cuestionados y el cine presenta nuevos desafíos en los que se muestra un abanico más amplio de posibilidades más allá de los modelos ofrecidos por el dictámen heteronormativo

¿Cuál es tu postura ante el amor romántico? ¿Se puede ser feliz sin pareja? ¿Se puede ser feliz en pareja? ¿Tener pareja es una garantía de felicidad? ¿Te identificas con el modelo ofrecido por la heteronormativa?

El problema de querer llegar virgen al matrimonio

Uno de los mitos más perniciosos de la sociedad es el que subraya la necesidad de que la mujer se mantenga virgen hasta el matrimonio. La virginidad de la mujer ha estado provista de un misterio sin igual. Ha sido la causa de mitos y leyendas. Asimismo, ha producido un sinfín de víctimas y atrocidades en la historia de la humanidad.

¡Cuánto peso ha tenido en nuestra cultura la pretensión de que la mujer llegara virgen al matrimonio, llueva, truene o relampaguee! Conscientes de que vivimos al final de la segunda década del siglo XXI, nos abruma descubrir que todavía puede ser un tema de interés. En los años 70 se oía aquello de “la virginidad es una enfermedad, ¡vacúnate!”.

Por otra parte, desde el 2006 se oferta cirugía reconstructiva del himen.  Por lo visto, las usuarias de la cirugía son mujeres que sienten —que se ven presionadas— para establecer un matrimonio basado en este condicionamiento ancestral. Parece mentira que todavía haya gente que le dé tanta importancia y esté pendiente de dicha membrana. Es otra forma más que se usa para controlar a la mujer. Y se sigue consiguiendo con algunas que, desde nuestra perspectiva, sobredimensionan la importancia de llegar vírgenes al matrimonio. Desde una perspectiva sexológica nos parece innecesario y hasta un error.

Sin lugar a dudas, la virginidad es sobre todo un concepto. Resulta necesario que a estas alturas de la historia se revise en su totalidad. Es un concepto tan cargado de ideas y creencias erróneas, juicios morales de valor, prejuicios y malentendidos, que todo lo que comentemos al respecto se quedará corto.

Por otro lado, si partimos de la base de que para muchas personas la virginidad equivale a un himen intacto: ¡hecha la ley, hecha la trampa! Un humen intacto en muchos casos es algo más teórico que práctico. Recordemos que hay mujeres que, según tal concepto, nunca han sido vírgenes. La razón de ello es que han nacido sin himen, o con un himen incipiente o muy amplio. Es decir, un himen muy delgado o muy abierto, casi imperceptible.

Cada vez nos llegan más testimonios de mujeres que no han sangrado su primera vez. Si la mujer está relajada y asocia la penetración con algo positivo; si su cuerpo está preparado por un adecuado preámbulo afectivo-sexual, seguramente habrá una buena lubricación y la dilatación vaginal necesaria. Entonces se puede dar el caso de que la mujer no sangre o sangre muy poco por la penetración.

No queremos terminar sin decir que muchas veces ideas como la de llegar virgen al matrimonio son las que consiguen lo contrario y “con premio”. El creer que es posible ignorar la pasión que en ocasiones se puede producir en una pareja normal y corriente. Si una persona se está reprimiendo, es más probable que en cierto momento sea incapaz de detener la pasión porque no lleva un preservativo o porque se quiere llegar virgen o casto al matrimonio.

Para quienes deseen participar en un debate, aquí las dejamos: ¿Si eres mujer, ¿sangraste en tu primer coito? ¿Tu himen era perceptible? ¿Te harías una vaginoplastia −cirugía del himen−? ¿Qué opinas de que no se presione al hombre para mantenerse casto antes del matrimonio?

 

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