Fantasía en la actividad sexual

La fantasía en la actividad sexual es recomendable. En el ámbito de la psicología se confiere un gran poder a la imaginación. En un cierto sentido, consideramos que la imaginación es el motor de la vida sexual ―aunque no el único―. En el caso de la masturbación, un elemento interesante es sin duda la imaginación de quien toma la responsabilidad de su propio placer por su mano.

Hay personas que condenan las fantasías sexuales sin ofrecer ninguna concesión al respecto. Argumentan que, independientemente del pecado de pensamiento cometido, además se realiza una especie de robo. Explican que uno “normalmente” no tiene el permiso de la persona o personas que estamos incluyendo en nuestras fantasías. Por lo tanto, para ellos ésta es una clara evidencia de robo. El argumento refleja una teoría en la cual cada uno poseemos una especie de copyright de las situaciones en las que otros pudieran imaginarnos. Se trata de un argumento bastante rebuscado y exagerado. Cada uno es libre de fantasear lo que quiera. Sólo faltaba que también se prohibiera eso o se cobrara por ello, con IVA y todo.

Nuestro papel como personas expertas en sexología es mucho más pragmático. En primer lugar, podemos afirmar que una fantasía ―que va a permanecer en el plano de la imaginación― no va a causar daño a nadie. Las fantasías son inofensivas como fantasías y pueden ser de gran ayuda en distintos planos, incluido el sexual: al excitarnos o al intentar mantener la excitación. Durante la masturbación generalmente evocamos imágenes, sensaciones, recuerdos, fantasías… Unas veces más elaboradas, otras no tanto, pero siempre con elementos que nos seducen o nos parecen atractivos. Lógicamente, pueden incluir escenas imaginarias que nos gustaría vivir con algunas personas. Tal y como ocurre en los sueños. Menos mal que hasta el momento no tenemos que pedir permiso para soñar.

La mayoría de la gente tiene fuertes preferencias con respecto a ciertos tipos de personas, situaciones, olores, sabores, colores, texturas, sensaciones… y dichas preferencias son susceptibles de ser imaginadas y evocadas por medio de la fantasía.

Los momentos de masturbación son muy adecuados para echar a volar nuestra imaginación, mientras palpamos distintas partes de nuestro cuerpo ―o del ajeno―. Las fantasías son también son una herramienta en las relaciones sexuales, pero de eso hablaremos otro día. Y también hay personas ―más sensoriales― que no tienen fantasías visuales, y no por eso disfrutan menos. La fantasía puede ser una muy estimulante posibilidad, pero no una obligación.

¿Te gusta fantasear? ¿Tienes fantasías recurrentes? ¿Cuál es tu principal fantasía? ¿Por qué tipo de fantasías te decantas? ¿Alguna vez hablas acerca de tus fantasías?

Los inicios en la masturbación

Que algunos pacientes varones cuentan que sus inicios en la masturbación ocurrieron al principio de su adolescencia o incluso en la pre-adolescencia no tiene nada de particular. Lo que ocurre es que un porcentaje alto de hombres españoles cuentan que además esto sucedió en una situación grupal, con otros varones coetáneos y mirando una película pornográfica. Seguro que habrá muchos otros varones cuyos inicios en la masturbación hayan sido distintos.

Cuando lo relatan en consulta, muchas veces ocurre en presencia de su pareja femenina, quien casi siempre le mira llena de sorpresa. A menudo, tras la sorpresa, le pregunta si es verdad lo que acaba de contar. Y es que los inicios masturbatorios en la mujer suelen ser muy diferentes.

Las actitudes hacia el sexo suelen determinarse de distinta manera para hombres y mujeres. Éstas se manifiestan desde el inicio de la actividad sexual. Lamentablemente, seguimos encontrando bastantes mujeres que sufren las secuelas de la represión y autocensuran su propia sexualidad. Debido a ello, no han aprovechado demasiado la práctica de la masturbación.

Existen datos que reflejan la fuerte resistencia que experimentan muchas mujeres no sólo a masturbarse, sino también a tocar sus genitales. Siglos de represión para ellas y el estigma del disfrute en la mujer han conseguido que a ésta ni siquiera se le ocurre, mucho menos que le apetezca.

Independientemente de si se es hombre o mujer, es necesario contar con una actitud abierta hacia las experiencias sensoriales y sensuales, los placeres del cuerpo. Es necesario conocer este ámbito de la experiencia y resulta muy sano practicar la masturbación como forma de autoconocimiento sexual. Nunca es tarde para empezar.

Puesto que resulta muy útil, en terapia sexual se alienta a los pacientes, hombres o mujeres, a conocer sus propios genitales con lujo de detalle. Si tienen pareja, los de ésta también. Es muy difícil potenciar el placer si, en primer lugar, la propia persona tiene un conocimiento limitado de sí misma. La masturbación además es una forma de conocer el ciclo propio de respuesta sexual, con todas las sensaciones placenteras que eso conlleva.

Merece la pena recordar a los jóvenes, que la masturbación debe realizarse tranquilamente, con calma y sin prisas… así se pueden evitar posibles problemas de eyaculación precoz, por ejemplo. A las chicas las alentamos a que exploren todo su potencial erótico, y a ambos, que disfruten del proceso. El aprendizaje sexual que ofrece la masturbación es una estupenda inversión para el desarrollo psicosexual de las personas.

 

 

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