¿Todo vale en el amor?

¿Qué es el amor? Definir este concepto no es para nada tarea fácil. Según la Real Academia Española, es “un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”, así como la “tendencia a la unión sexual”, entre otras. Algo que tenemos claro es que el amor evoluciona como parte de la cultura en la que se enmarca, por lo que también es un producto social y cultural. En nuestra cultura occidental, el amor es, principalmente, el que nos legaron los románticos.

Quién no ha escuchado alguna vez “el amor todo lo puede”, “es mi media naranja”; “si no es celoso o celosa no me quiere”, “quien bien nos quiere nos hará sufrir” o que “quienes se pelean se desean”. Hemos socializado en un modelo romántico del sufrimiento, hasta el punto de verlo como el prototipo y el ideal de amor, donde los mitos románticos se presentan como verdaderas pruebas de amor. Un ideal cada vez más cuestionado, pero que aún conserva vigencia.

Este proceso de socialización no se lleva a cabo de manera similar entre hombres y mujeres, creando una desigualdad de roles. De esta forma, fomenta el establecimiento de la identidad femenina en torno a una serie de roles femeninos ‒ser madre, esposa, cuidadora‒ y actitudes sumisas ‒dependencia o pasividad‒, y las coloca en una situación de inferioridad y vulnerabilidad. Por el contrario, el comportamiento masculino se relaciona con el poder, la razón, la independencia o la autoridad.

Este concepto de “amor” se puede clasificar como un modelo de sexismo benevolente, actitudes estereotipadas hacia la mujer expresadas en un tono positivo. Esto lleva la intención de hacerles sentir que necesitan de la protección del hombre y promueven el estatus subordinado de la mujer, en el cual el hombre les brinda protección, idealización, recompensa emocional…

Y es que este amor no lo encontramos únicamente en la época del romanticismo, donde la galantería del hombre seductor conseguía conquistar a la dama mediante su amor pasional. Actualmente, el amor romántico está campando a sus anchas, lo vemos en libros, series, películas, canciones, programas televisivos y canales de Internet y Youtube. En numerosas ocasiones se muestran modelos amorosos que suponen un obstáculo a la hora de construir relaciones de una manera sana, ya que reproducen el ideal de amor romántico, recubierto de fantasía para adaptarlo a la época actual. Por lo tanto, el público sigue interiorizando y socializándose en este ideal de amor.

El problema viene cuando estos mitos justifican e incluso promueven, en ciertos contextos, la violencia de género. Y es que esta aceptación de la violencia en la relación de pareja se debe en parte a su concepción sobre el amor. Este concepto de amor romántico supone la entrega total del uno al otro, por lo que la relación de dependencia entre una pareja, así como el perdón y la justificación del comportamiento amoroso, sea el que sea, se convierten en parte fundamental. Además, puede propiciar en cierta medida que una relación perdure pese a que haya violencia de género. Se justifica inicialmente con estrategias de control, especialmente del móvil, amistades y aficiones, pero lejos de ser analizadas como lo que son, se esconden bajo la premisa de “amor”, sin despertar sospechas. Éste es el peligro real, la violencia de género se camufla en sus primeras manifestaciones, por lo que no es fácil de detectar.

En conclusión, el amor romántico, aunque no muestra violencia explícita hacia la mujer, transmite hacia ella unos roles femeninos de entrega, dependencia y sumisión, y como consecuencia, una serie de implicaciones que hacen vulnerables a las mujeres a la violencia de género. Por tanto, es de gran importancia ser conscientes de este tipo de patrón de relaciones y deconstruir los mitos románticos con el fin de cambiar los modelos de relación de futuras generaciones, ya que la reproducción de los estereotipos y roles de género tiene un gran impacto en la construcción de la identidad de las personas.

Como alternativa al amor romántico, proponemos un amor libre, maduro y compañero, permaneciendo en un vínculo desde la elección y desde la posición de igualdad.  Para alcanzar ese tipo de vínculo, hay que entender al otro como ser humano, alejarlo de la idealización.  Un compromiso en el cual se compartan aquellos aspectos que se acuerden compartir, sabiendo que también se tiene derecho a no querer tener pareja o tenerla en formas diversas. También hay que saber que el otro puede fallar, que podemos cambiar y que la relación que mantenemos no tiene por qué ser para toda la vida. Porque deconstruir el amor romántico no implica destruir el amor y los vínculos, sino saber que, ante todo, está la igualdad y el respeto mutuo. Y es que, en el fondo, todos queremos ser amados.

Autora: Celeste Martínez Gavidia (Psicóloga)

Referencias

Garaigordobil Landazabal, M., & Aliri Lazcano, J. (2011). Sexismo hostil y benevolente: relaciones con el autoconcepto, el racismo y la sensibilidad intercultural.

García, C. C., & Gimeno, M. C. M. (2017). Creencias del amor romántico y violencia de género. International Journal of Developmental and Educational Psychology2(1), 47-56.

Merino Verdugo, M. E. (2016). Sexismo, amor romántico y violencia de género en la adolescencia.

Rodríguez, E. R., & Iñesta, A. I. C. (2020). Amor romántico y violencia de género. Trabajo social hoy, (89), 65-81.

El amor romántico

En nuestra sociedad, actualmente, recibimos continuos mensajes ―directos, indirectos, subliminales… que nos indican que sólo se puede ser feliz si se tiene pareja y un amor romántico. Todo aquello que nos aparta o nos aleja de dicho modelo es considerado a menudo como una desgracia. Eso supone una gran presión para muchos y la consolidación del mito romántico en nuestra sociedad.

Recibimos este tipo de mensaje mañana, tarde y noche. La música se ha inspirado en un sinfín de ocasiones tanto en el amor, como en el desamor. Cuando un músico se enamora le canta al éxtasis que produce estar enamorado de alguien. Asimismo, cuando llega el desamor, éste produce un contacto con el dolor que, para sacarlo del pecho y de la mente, se le canta y de esa forma se relamen las heridas, También, en el cine y en la televisión vemos multitud de historias acerca de las peripecias que tiene que superar dos personas para conseguir una unión romántica. La mayoría de los relatos se centran en los obstáculos que se les presentan y en cómo, a pesar de todo, la relación sigue adelante. Al final, normalmente, logran la ansiada unión. Una vez que esto ocurre, el guión cumple su cometido, la historia llega a su fin y nos indican que los miembros de la pareja en cuestión vivieron felices para siempre ―y comieron perdices―.

Desde pequeños recibimos este mensaje al conocer los muchos cuentos infantiles que probablemente nos leyeron antes de acostarnos. También con todas esas películas de Walt Disney, estereotipadamente románticas y creando falsas expectativas. ¿Qué efecto puede tener esto en la psique de la persona? Esto contribuye a que el sujeto cree unos modelos a seguir en su cabeza que le indican que para ser feliz se tiene que ser heterosexual, monógamo y contar con una pareja romántica. Se trata de un modelo sumamente tradicional.

El efecto es fuerte y profundo. Para la mayoría de las personas, concebir una vida a solas ―sin la oportunidad de explorar y vivir el amor romántico― supone una gran desgracia. Y la persona que lo desea y no lo ha tenido puede sufrir sobremanera. Se ansía estar en pareja y poder gozar de toda esa felicidad que supuestamente trae consigo el amor romántico y seguir el modelo heteronormativo.

No tenemos nada contra el amor romántico, ni estamos en contra de la pareja. Lo fundamental, ciertamente, es saber disfrutar de la vida, ya sea a solas o en pareja. Si nos preocupamos por mantener un estado sano y positivo, y si algún día nos llega “el amor”, tendremos más que ofrecer y estaremos en mejor posición para recibir. Lo mejor es que si no llega ―o si ni siquiera nos preocupamos por buscarlo― podremos sentirnos satisfechos igualmente.

Es muy grato ver como los estereotipos son cuestionados y el cine presenta nuevos desafíos en los que se muestra un abanico más amplio de posibilidades más allá de los modelos ofrecidos por el dictámen heteronormativo

¿Cuál es tu postura ante el amor romántico? ¿Se puede ser feliz sin pareja? ¿Se puede ser feliz en pareja? ¿Tener pareja es una garantía de felicidad? ¿Te identificas con el modelo ofrecido por la heteronormativa?