Oda al Lenguaje Sexual

Hay muchos tabúes en cuanto al sexo en general y, sin embargo, la forma en la que nos referimos al hecho de tener relaciones sexuales parece estar siempre fuera de esa norma. Es muy habitual que, en contextos informales, utilicemos eufemismos, palabras o expresiones de lo más variopintas y diversas. A veces porque nos da vergüenza decir “follar” o “tener sexo”, y pensamos que un sinónimo va a sonar mejor, y otras veces simplemente porque resulta más divertido.

En España, las expresiones más conocidas y utilizadas son “echar un polvo”, “echar un quiqui”, “poner mirando a Cuenca”, y “echar una canita al aire”. No obstante, ¿sabes de dónde viene cada una de ellas?  

            1. “Echar un polvo”: Esta expresión parece tener su origen entre los siglos XVIII y XIX. En esa época era común entre las clases altas consumir un tipo de tabaco en polvo llamado “rapé”, que se esnifaba. Esto provocaba de inmediato unos fuertes estornudos que resultaban molestos y se consideraban de mala educación en público. Por este motivo, los consumidores de este tabaco se retiraban a otras estancias privadas cuando querían “echarse unos polvos” a la nariz. Esto comenzó con el tiempo a servir también de excusa para tener fugaces y furtivos encuentros sexuales, dando origen a un significado sexual.

Otra teoría con la que se especula es que esta expresión tiene su origen en la famosa frase litúrgica latina “Memento homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris” –“Recuerda hombre, que polvo eres y al polvo regresarás”–, que se popularizó con el tiempo en “Polvo somos, del polvo venimos y en polvo nos convertiremos”. El doble sentido de la época se encargó de hacer el resto.

            2. “Echar un quiqui”: esta expresión la usamos para referirnos a una relación sexual improvisada y rápida, y su origen es anglosajón. En inglés se usa el término “quickie” –significa “rapidito” y evolucionó del adverbio “quicky”, que significa “rápidamente”- para referirse a un acto sexual de pocos minutos de duración. En nuestra lengua se castellanizó a la palabra “quiqui» o «kiki». Una curiosidad sobre esta palabra inglesa es que, en esa lengua, también se usa el la frase “Have a quicky”, pero no tiene connotaciones sexuales. En este sentido se hace referencia a realizar cualquier actividad en poco tiempo.

     3. “Poner mirando a Cuenca”: Ésta es una expresión muy española, dado el lugar del que se hace gala en ella y lo extendida que está en nuestro país –y hace algún tiempo, también fuera de él–. Existen dos teorías acerca de su origen. La primera de ellas hace referencia al rezo en dirección a la Meca que practican los musulmanes, en el que adoptan una posición muy similar a la postura sexual conocida como “el perrito” o “a cuatro patas”. Si trazamos una línea recta desde Madrid hasta la Meca, veremos que la primera ciudad que encontramos en ese recorrido es Cuenca.

La segunda teoría tiene su origen en torno al año 1490, durante el reinado de Juana la Loca y Felipe el Hermoso en España. Esta pareja es muy conocida en la Historia por las múltiples infidelidades que Felipe cometió en su matrimonio. Así como los terribles celos que esto provocaba en su esposa Juana, conduciéndola supuestamente a la locura que le valió el sobrenombre. En aquel entonces, la corte real se situaba en Toledo, emplazamiento que resultó ideal para el deseo de Felipe. Quería construir una torre que hiciera las veces de observatorio astronómico, desde el que pudiera ver el resto de ciudades de su reino. Este lugar comenzó a ser perfecto para sus encuentros extramaritales sin que su esposa sospechase. Así, cada vez que acudía allí con alguna mujer comentaba, “Voy a poner a la dama mirando a Cuenca”. Los guardias reales que les acompañaban y se encargaban de vigilar durante el tiempo que estuvieran allí, eran conocedores del uso y disfrute que en realidad hacía el rey Felipe de ese lugar. Así, comenzaron a usar la misma expresión de su soberano cuando visitaban los burdeles de Castilla. Fue entonces que se extendió con el tiempo a otros lugares y se afianzó en la cultura popular.

4. “Echar una canita al aire”: esta expresión se comenzó utilizando para referirse únicamente a hacer algo que, según la cultura social, no era propio de la edad que tenemos en ese momento, como un anhelo de rejuvenecer por un rato. Se basaba en el hecho de, literalmente, quitarse una cana del cabello y lanzarla por ahí, como símbolo de rechazo a envejecer. Sin embargo, la connotación sexual ha ido ganando peso a lo largo de los años. Esto se debe a que muchos de los actos de sentirse joven consistían en personas casadas que buscaban tener sexo con alguien de menor edad. Por ello, hoy en día también es muy usada para referirnos a cometer una infidelidad.

¿Tú conocías estas expresiones? ¿Las utilizas a menudo o las escuchas en tu entorno social? ¿Conoces alguna otra diferente?

Autora: Alba Muñoz Fernández (Psicóloga y sexóloga)

Créditos de la imagen; Maria Ciocnadi y Emedièfeme

Preliminares Sexuales

¿Existen los preliminares en el sexo? ¿Por qué nos empeñamos en llamarles “preliminares”? ¿Por qué no se les da tanta importancia como al coito? Lamentablemente, hay suficiente evidencia que confirma que la concepción de las relaciones sexuales sigue siendo demasiado “coitocéntrica”. Es decir, que muchas veces el sexo se centra casi por completo en el coito. La mente popular acaba centrando su atención en el “falo” del hombre, pese a ser un recurso más en el sexo.

Para muchas personas, desgraciadamente, el concepto de sexo está asociado directamente con el coito. Sin coito, no se considera sexo. ¿Y cuando tienes sexo oral, amiga? Pues eso… Se concede tanto valor a la penetración, que todo lo demás pasa a un plano secundario (o preliminar, qué casualidad). Es como cuando para cocinar se pide que se “precaliente” el horno, cuando realmente estás tratando de calentarlo para utilizarlo. Que el horno esté caliente implica un proceso por sí mismo, cuya importancia radica en conseguir que la temperatura alcance un punto óptimo. El proceso es importante en su totalidad y no sólo parcialmente. Si seguimos a Rosemary Basson, al hablar de la respuesta sexual femenina, las mujeres que “precalientan el horno” presentan mayores indicios de excitación, como puede ser una mayor lubricación y congestión genital. Es decir, a partir de la construcción de un contexto erótico y sexual, la mujer puede aumentar sus niveles de excitación y por consecuencia el placer. ¿Puede que éste sea el secreto del placer femenino?

Uno de los mensajes que intentamos comunicar continuamente es que en las relaciones sexuales, cada movimiento, cada caricia, cada beso, cada rol, cada experiencia, cada fetiche, cada deseo… es de suma relevancia.

Tampoco se trata de restar importancia a la penetración y al orgasmo. No obstante, si éstos quedan aislados del resto del conjunto, las relaciones dejan de tener la misma calidad, quedando así unas relaciones empobrecidas. Ésta es la triste realidad de muchas personas y el caldo de cultivo para los problemas sexuales. En pareja, la monotonía es un ejemplo del empobrecimiento en las relaciones.

¿Qué ocurre cuando en las relaciones sexuales lo único que hay es el coito? En primer lugar, que la gente infravalora el placer del resto de actividades que rodean el coito (tanto antes, como después del mismo). Se pierden una buena parte del placer y muestran una falta de entendimiento con respecto al contacto sexual. Esto es lo suficientemente grave como para cuestionar la situación. En segundo lugar, se pone tanto peso en el coito, que llega a resultar estresante y, en ocasiones, esta presión genera ciertas disfunciones sexuales, como por ejemplo vaginismo en las mujeres o eyaculación precoz en hombres.

Entonces, ¿en qué momento empieza el sexo y cuándo termina? ¿Te va el coitocentrismo? ¿Además del coito, qué te gusta en las relaciones sexuales?

Autora: Lucía Muñoz Soler (Psicóloga y Sexóloga)

Máscaras sexuales

A la hora de ligar es habitual intentar presentar nuestro rostro más atractivo. Desde bien pequeños formamos un autoconcepto de nosotros mismos y creamos maneras de mostrarnos en público. Estas “máscaras” o formas de mostrarnos en diferentes contextos suelen tener coherencia entre sí, ya que tú eres el compendio de ellas.

De la misma manera, el “cómo” se es en el sexo, también es el resultado de la interrelación de estas facetas. Por eso, existe un problema cuando hay mucha diferencia entre quién eres y cómo te presentas.

Los estudios demuestran que, a la hora de ligar, preferimos que nos manden señales claras y abiertas, que no sutiles y atípicas. Puede que si funges el rol de pretendiente o prentendienta prefieras coquetear sutilmente para mantener la negabilidad o nuestro interés, pero nadie quiere perderse una buena sesión de sexo, ¿no? (1)

Por otra parte, una actitud amable suele resultar atractiva para la mayoría. Si hablamos de la vida cotidiana, obvio, que a todos nos gusta ser bien tratados. Pero en cuánto al sexo, los estudios demuestran que las personas amables se caracterizan por ser bondadosas, complacientes y cooperadoras (2).  ¿Y a quién no le gusta ser complacido en el dormitorio? A menos que te vaya el sado… O el sexo casual. En cuyo caso no importa mucho la amabilidad… Se ha observado que (particularmente entre las personas jóvenes) el sexo casual y una mayor actividad sexual están asociados a una baja conciencia y poca amabilidad.

Vale, un polvete rápido no está mal, no hace hacerse mimitos con todas tus parejas sexuales, pero sí debemos respetarlas. Por eso, necesitamos estar atentos con las personas que cambian su cariz radicalmente en la intimidad. Tener dos caras no es el mejor de los augurios, y convendría profundizar. Recordemos que un mal gesto lo podemos tener todos en un momento dado y que lo que importa es la constancia.

¿Y tú? ¿Eres consciente de tus máscaras de seducción? ¿Eres más de ser sutil e ingeniosa? ¿O te gusta ir al grano sin tapujos? ¿Te has sorprendido por el cambio brusco en la intimidad de alguna de tus parejas sexuales? ¿Crees que las máscaras son necesarias?

Fuentes:

  • White, J., Lorenz, H., Perilloux, C., & Lee, A. (2018). Creative casanovas: mating strategy predicts using—but not preferring—atypical flirting tactics. Evolutionary Psychological Science, 4(4), 443-455.
  • Allen, M. S., & Walter, E. E. (2018). Linking big five personality traits to sexuality and sexual health: A meta-analytic review. Psychological Bulletin, 144(10), 1081-1110. doi:http://dx.doi.org/10.1037/bul0000157

Autora: Lorena Pérez Moreno (Psicóloga y Sexóloga)