Sexo Óptimo y Placentero

A menudo me preguntan qué hacer para mejorar el rendimiento y la satisfacción sexual. Casi toda la literatura científica sobre la sexualidad humana y la terapia sexológica está centrada en el tema de las disfunciones y su intervención. Podríamos decir que se trata de un ejemplo del modelo médico, el cual ha cumplido una importante función. Explica, hasta cierto punto, las causas por las que el sexo puede ir mal. Sin embargo, eso no implica que quede claro en qué consiste el buen sexo y cómo se puede potenciar el placer al máximo. Nos queda preguntar, «¿qué podemos hacer para que la actividad sexual vaya bien?».

Está claro que es una cuestión más bien subjetiva y que la experiencia de una «buena actividad sexual» seguramente varía de una persona a otra. De hecho, para cada individuo, en alguna época de su vida, una buena actividad sexual puede implicar ciertos factores distintos, los cuales difieren a los de otros períodos. Algunos encuentros sexuales, que en su momento parecieron meramente satisfactorios, aunque no sobresalientes, en retrospectiva ‒a través de la lente del tiempo y la fantasía‒ pueden parecer mejores.

Debido a que estamos cambiando y creciendo constantemente también enfocamos de distinta manera cada encuentro sexual. Intentemos recordar, por ejemplo, cómo fue nuestra primera experiencia sexual, nuestro primer orgasmo en compañía. Es muy posible que estuviéramos con los nervios a flor de piel, sintiéndonos vulnerables y particularmente inseguros. Al mismo tiempo, esa inocencia inicial también aportaba un toque de encanto e ingenuidad al sexo realizado.

Por lo tanto, es frecuente que la experiencia forme una base importante que nos permite discernir más claramente lo que nos gusta. Además, si hemos ido trabajando en nuestra persona habremos llegado a una asertividad que también está presente en nuestras decisiones sexuales. Es más fácil decir que sí o que no según lo que realmente deseemos, al tiempo que podemos empatizar más con nuestra pareja. No somos máquinas y no siempre tiene por qué apetecernos ni tenemos por qué sentir una obligación por cumplir.

Una buena actividad sexual tiene poco que ver con seguir una lista de instrucciones o con intentar repetir rutinas. Más bien, implica poder ver con la sensibilidad, la sensualidad, la receptividad, el equilibrio… que cada pareja puede encontrar. Quizás resulte imposible describir con palabras lo que implica tener una buena actividad sexual. Tal vez lo único que podemos hacer es recordar aquellas relaciones sexuales o aquella situación en la que disfrutamos especialmente y en donde llegamos a sentir que casi estábamos en el paraíso. Grábalo en tu memoria y evócalo cuando sea necesario sin abusar de este recurso.

Muchas veces evocar nuestros recuerdos sexuales placenteros puede potenciar nuestra confianza y mejorar la actitud con la que enfocamos y abordamos las relaciones sexuales. Lógicamente, no se trata de evocar recuerdos pasados para compararlos con el presente, sino que han de servirnos para generar un estado de ánimo positivo con respecto al sexo y al disfrute.

Ante todo, es muy posible que el mejor sexo sea aquel que se consigue por el esfuerzo y entusiasmo de ambas personas, así como por su empatía y su capacidad para dar y recibir. El trabajo en equipo garantiza una actividad sexual más satisfactoria.

¿Qué consideras una buena actividad sexual? ¿Cuál dirías que ha sido la mejor experiencia sexual que has tenido en tu vida? ¿Cuál es tu mejor recuerdo sexual?

Autor: Dr. Xud Zubieta Méndez

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