¡Aquí te pillo, aquí te mato!

Pocos placeres hay en esta vida tan grandes como el practicar sexo, especialmente cuando lo hacemos de forma tranquila, relajada, es decir, sin prisas ‒explayándonos en todas esas caricias, posturas y demás prácticas que nos apetezca realizar‒. Aunque lo cierto es que no siempre podemos dedicarnos a ello tanto como nos gustaría en un momento determinado, o incluso puede que no encontremos la ocasión…

            El ritmo de vida tan frenético que llevamos hoy en día influye en nuestra vida sexual. Es lamentable que el tiempo que tenemos para dedicarle a este aspecto tan importante de nuestras vidas fluctúa en función de nuestro ritmo de vida, cosa que no ocurre sólo con el sexo sino también con otras actividades ‒por ejemplo, comer, hacer deporte, dormir…‒.

            Parece que lo ideal es encontrar un momento en el que poder disfrutar de una sesión de sexo sin estar pendientes del reloj. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando no es así? ¿Podemos permitirnos dejarnos llevar por el deseo en un momento dado en el que no lo hubiéramos planificado? En un momento en que ni siquiera nos ha pasado por la cabeza, e incluso cuando sólo disponemos de unos pocos minutos… ¿Se puede disfrutar igual?

            La respuesta a ambas cuestiones es “sí”. Podemos tener una sesión de sexo prolongada que incluya todo lo que queramos ‒un masaje inicial, besos sugerentes, caricias y demás preliminares que nos lleven finalmente al orgasmo, con o sin coito‒, incluida una buena siesta post-sexo. O, por otro lado, esa misma sesión de sexo puede ser tan sólo de unos minutos y en la que vayamos al grano ‒sin apenas o ningún preliminar‒. Es decir, buscando directamente el orgasmo. Y esto último puede darse bien por falta de tiempo, o bien por una excitación tan repentina e intensa que nos induce a la imperiosa necesidad de obtener placer. Esto se conoce como “quiqui”, “un aquí te pillo, aquí te mato”, o “un rapidito”.

            Sin embargo, esto tiene un matiz importante: no es saludable a largo plazo reducir nuestra actividad sexual a un único tipo de práctica. Esto puede resultar limitante e incluso monótono, y generar aspectos que acaban dañando nuestro placer y ‒posiblemente‒ la relación de pareja. Lo ideal y recomendable es alternar la fugacidad de esos encuentros espontáneos y breves, con otros de mayor duración y variedad. Y, sobre todo, disfrutarlo mucho.

¿Son variadas tus prácticas sexuales o te decantas más por uno de estos dos tipos? ¿Crees que el tiempo es enemigo del sexo? ¿Cómo es para ti una sesión ideal de sexo?

Autora: Alba Muñoz Fernández (Psicóloga y sexóloga)